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MANUEL DE MENDIBURU

Ligeras Noticias Biográficas
de los Generales que ha
tenido la República Perua-

na desde 1821, año en

que se

Proclamó su

Independencia.

General Mendiburu para estas Biografías

Adviértese en la lectura de las historias que, por lo regular, se mencionan muchas personas que han tenido notable influencia en los sucesos, sin saberse cómo llegaron a ocupar elevadas posiciones, porque nada se dice sobre su carrera y antecedentes. Vacío es este de mucha entidad y que no conviene llenar cuando en la narración de los acontecimientos se tropieza con cosas de magnitud y hecho respectivos a señalados individuos. Si entonces se trata de dar noticia de ellos, los relatos se cortan con digresiones que no son diminutas o sirven, por pesadas, para confundir y enturbiar la claridad de lo que se cuenta. En obsequio a la concisión, o por obviar el otro inconveniente, es común y usual el dar razón de los precedentes de todos los que figuran en alta escala o hacerlo de modo que queda poco satisfecha la exactitud y prolijidad, no menos que los deseos de los lectores, que son mayores mientras más años pasan, como que con estos crece el interés de conocer el pormenor e incidencias de los acontecimientos.

Creemos, pues, que para llenar un importante designio y preservar de interrupción el limpio curso de la historia, es muy conveniente reunir y presentar en sección separada, entre otros datoss que ilustrarán y servirán para enriquecer esta obra, un extracto abreviado y solo comprensivo de lo muy preciso, referente a las personas que en diferentes listas o carreras públicas han figurado más en la República. Contrayéndonos a los militares, como los que han obtenido la clase de general, tienen que aparecer con más o menos frecuencia como actores en las cosas más graves de cualquier naturaleza, tenemos que considerar en esos bosquejos biográficos a cuantos han existido en el Perú con dicho

rango.

Este trabajo será un poderoso auxiliar para facilitar la inteligencia de los hechos históricos, proporcionar ideas sobre el encadenamiento de los asuntos y sobre el origen y causas de muchos compromisos personales que produjeron acontecimientos extraños o desviaron el curso de otros.

ADVERTENCIA

Siendo la base de estos retratos los hechos públicos, no se comprenderá en ellos ninguna circunstancia privada innecesaria a la historia; absteniéndose, cuidadosamente, de escribir contra el carácter y costumbre de las personas y, mucho menos, en desprecio de su origen, educación, capacidad, instrucción, etc.

1. DON JUAN DE BERINDOAGA Y PALOMARES *

Conde de San Donas, barón de Urpin, señor de San Donas y de la Vendaya, abogado del Ilustre Colegio de Lima, su patria. Regidor y secretario del Ayuntamiento en 1814. Teniente coronel, comandante de escuadrón, del Regimiento de Milicias Dragones de Carabayllo; coronel en 1820 y secretario de la Sub-Inspección General de las tropas del virreinato, siendo Sub-Inspector el general La Mar.

Incorporado en 1821 a los defensores de la Independencia, le nombró San Martin coronel de ejército y Oficial Mayor del Ministerio de Guerra y Marina, cuando se instaló el gobierno en dicho año. Fue asociado a la Orden del Sol; miembro de la Sociedad Patriótica, creada en 1822; secretario del Consejo de Estado y Gran Maestro de Ceremonias. Pasó, a principios de dicho año, de Oficial Mayor al Ministerio de Gobierno y Relaciones Exteriores. Mereció distinciones de San Martin, Tagle y Monteagudo, y por ellas se granjeó el desafecto de muchos.

Escribió en el mismo citado año, y pronunció en la Sociedad Patriótica, un ensayo sobre la necesidad de sostener el orden público y terminar la guerra, el cual abundaba en ideas contra la dominación española, expresadas con vehemencia.

Fue nombrado Sub-Inspector de la Guardia Nacional, denominada entonces Milicia Civica, con retención de la Oficialía Mayor del Ministerio. Los que la codiciaban le atacaron, por esto, agriamente en los periódicos.

Firmó, en 27 de febrero de 1823, con los jefes de Civicos, una representación al Congreso, adhiriéndose a las pretensiones del ejército para que cesase la Suprema Junta Gubernativa y se nombrase Presidente a Riva Agüero.

En 1823, cuando en el Callao se confirió a Tagle el alto mando del Perú, pasó Berindoaga a Lima en 24 de julio, de comandante militar, con facultad para ejercer las atribuciones de prefecto. En esa época los españoles acababan de desalojar la capital. Antes había servido el cargo de Intendente de Ejército, que le confirió Riva Agüero.

Ascendió a general de brigada en noviembre del mismo año; desempeñó los Ministerios de Gobierno y Relaciones Exteriores y Guerra y Marina, desde agosto, y obtuvo la medalla con que San Martin condecoró a los del Ejército Libertador

Berindoaga firmó la orden que el gobierno dió a fin de noviembre de 1823 para que el general La Fuente, a las seis horas de recibirla, hiciese fusilar en un lugar secreto en Trujillo, sin formalidad ni proce

so alguno, a Riva Agüero, Herrera, Pérez de Tudela, los dos Novoas, Anaya, Dávalos y Torre Ugarte, titulándoles reos de alta traición.

Bolívar previno a Tagle que, sin que su nombre apareciese, invitase a los españoles a un armisticio, con ocasión de haberse celebrado otro en Buenos Aires. Su objeto era ganar tiempo para organizar y aumentar sus fuerzas y que los españoles no le atacasen en el territorio al Norte de Junín. El gobierno eligió al general Guido para que fuese a Jauja con aquel encargo; mas, el enviado argentino Alzaga, indicó que el comisionado debía ser peruano: propuso a Berindoaga, y Tagle convino en ello, aunque con repugnancia. Diéronsele instrucciones en 17 de enero de 1824 y, según los deseos de Bolívar, debía manifestar la disposición en que se hallaba el gobierno del Perú para terminar la guerra y trabajar a fin de que los realistas nombrasen diputados que acordaran un armisticio.

Ordenósele que, en caso de lograr el objeto, esperase órdenes o volviese a Lima. Por un artículo reservado, Tagle le autorizó para que, en caso de no querer tratar los españoles conforme a la convención de Buenos Aires, les propusiese negociar un tratado particular en el Perú, bajo la base de la Independencia. El general Canterac no dejó que Berindoaga pasase a verle en Huancayo y le contestó que, no teniendo autorización del virrey, enviaba al Cuzco el oficio del gobierno.

Regresó a Lima Berindoaga, a principios de febrero. Bolívar dijo a Tagle, en carta de 7 de este mes, que todo lo hecho merecía su aprobación especialmente lo del artículo adicional, y le manifestó que el encargo había sido perfectamente manejado por Berindoaga.

Su posición de ministro atrajo a este la mala voluntad de algunos de los principales jefes de Colombia, y le tocaron muy de cerca las consecuencias del desacuerdo y choques ocurridos entre Bolívar y el Presidente. Cuando Tagle se entregó a los españoles, por resultado de sus resentimientos y de los ultrajes que diariamente sufría el gobierno, Berindoaga, siguiendo el mismo camino, abandonó la causa de la independencia y se acogió a las autoridades del rey.

Luego que los españoles se retiraron de Lima, en 1824, Berindoaga pasó al Callao, donde sólo estuvo como particular. Establecido el sitio de la plaza formalmente, se embarcó en un bote y se dirigía a la fragata chilena "Isabel", que bloqueaba el Callao a órdenes del vicealmirante Blanco, cuando fue sorprendido y apresado por un oficial San Julián, español de nacimiento, que había servido a la Independencia, desertado luego a los suyos, y, de estos, pasándose con unas lanchas, el 7 de enero de 1825, a las fuerzas colombianas, que estaban también en el bloqueo. Tuvo dicho oficial la falta de generosidad de no dejar a Berindoaga ir a bordo de la fragata chilena.

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