Sino solo la condesa, Esa condesa su hija.
Así la dueña la hablára, De esta manera decia :
- Cuanto viéredes, condesa, Cuanto viéredes, encobrildo, Daros ha el conde Aleman Un manto de oro fino. -Mal fuego le queme, madre, El manto de oro fino, Cuando en vida de mi padre Tuviese padrastro vivo.De allí se fuera llorando, Al conde su padre ha visto. -¿Porqué llorais, la condesa ? Decid, ¿quién llorar o hizo? Yo me estaba aquí comiendo, Comiendo sopas en vino, Entró el conde Aleman, Y echólas por el vestido. —Calleis, mi hija, calleis, No tomeis deso pesar,
Que el conde es niño y mochacho, Hacerlo ha por burlar.
- Cuando me tomó en sus brazos Non me quiso respetar.
-Si él os tomó en sus brazos
Y con vos quiso holgar, En antes que el sol saliese
Yo lo mandaré matar.
Y EL HIJO DEL REY DE FRANCIA.
Tiempo es, el caballero, Tiempo es de andar de aquí, Que ni puedo andar en pié, Ni al emperador servir, Pues me crece la barriga Y se me acorta el vestir: Vergüenza he de mis doncellas, Las que me dan el vestir; Míranse unas á otras, No hacen sino reir: Vergüenza he de mis caballeros, Los que sirven ante mí,
Lloraldo, dijo, señora, Que así hizo mi madre á mí; Hijo soy de un labrador, Mi madre y yo pan vendí.- La infanta desque esto overa Comenzóse á maldecir : -Maldita sea la doncella
Que se deja seducir.
No os maldigais vos, señora, No os querais vos maldecir,
Que hijo soy del rey de Francia, Mi madre es doña Beatriz : Cien castillos tengo en Francia, Señora, para os guarir,
Cien doncellas me los guardan, Señora, para os servir.
Paseábase el buen conde Todo lleno de pesar,
Cuentas negras en sus manos Do suele siempre rezar; Palabras tristes diciendo, Palabras para llorar. -Véoos, hija, crecida, Y en edad para casar; El mayor dolor que siento Es no tener que os dar. -Calledes, padre, calledes, No debeis tener pesar, Que quien buena hija tiene Rico se debe llamar; Y el que mala la tenia, Viva la puede enterrar, Pues amengua su linage Que no debiera amenguar, Y yo, si no me casare, En religion puedo entrar.
Caballero de lejas tierras, Llegaos acá, y pareis, Hinquedes la lanza en tierra, Vuestro caballo arrendeis, Preguntaros he por nuevas Si mi esposo conoceis,
- Vuestro marido, señora, Decid, & de qué señas es?
Mi marido es mozo y blanco Gentil hombre y bien cortés, Muy gran jugador de tablas, Y tambien del ajedrez. En el pomo de su espada Armas trae de un marques, Y un ropon de brocado Y de carmesí el envé:: Cabe el fierro de la lanza Trae un pendon portugues, Que ganó en unas justas A un valiente frances.
Por esas señas, señora, Tu marido muerto es:
En Valencia le mataron En casa de un ginoves: Sobre el juego de las tablas Lo matára un milanes.
Dió sañuda tal respuesta: -Todas malas no es posible, Ni es posible todas buenas: Yerbas hay que dan la vida, Y quitan la vida yerba. Traidores hombres del mundo Han hecho traidoras hembras, Dellos aprendieron culpas, Si culpas cometen ellas. Ellos hablan, ellas oyen,
Y de mentiras discretas Dichas hoy, dichas mañana, ¿Quién habrá que se defienda? Favorecidos se alaban, Disfaman si los desprecian; La que los escucha es fácil, La que no les habla es necia. Cuantas nacen, cuantas viven, Por agüero de su estrella, Al que menos las merece Se inclinan con mayor fuerza. Muchas quejas, muchos dones, ¡Qué mucho que á muchas prendan! Ejemplo es la piedra dura, Que agua continua la mella. Enmendaos, amigo conde, Y de hoy mas las damas sean Vuestro honor, no vuestro ultraje, Vuestra paz, no vuestra guerra : Levantad la parte humilde Que es hazaña de alta empresa : Todos de muger nacimos ; Volvamos todos por ellas.
ROMANCES CABALLERESCOS DE LA TABLA REDONDA,
CON LOS DE CARLO MAGNO Y LOS DOCE PARES.
ROMANCE DE AMADIS DE GAULA.
(Anónimo.)
En la selva está Amadis
El leal enamorado, Tal vida estaba haciendo Cual nunca hizo cristiano. Cilicio trae vestido A sus carnes apretado, Con diciplinas destruye Su cuerpo muy delicado. Ilagado de las heridas,
Y en su señora pensando, No se conoce en su gesto Segun lo trae delgado. De ayunos y de abstinencias Andaba debilitado, La barba trae crecida, Deste mundo se ha apartado; Las rodillas tiene en tierra, Y en su corazon echado, Con gran humildad os pide Perdon si habia errado. Al alto Dios poderoso
Por testigo ha publicado, Y acordádosele habia Del amor suyo pasado, Que así le derribó
De su sentido y estado. · Con estas grandes pasiones Amortecido ha quedado El mas leal amador
Que en el mundo fué hallado.
1.- ROMANCE DE LANZAROTE DEL LAGO.
Tres hijuelos habia el rey, Tres hijuelos, que no mas; Por enojo que hubo de ellos Todos malditos los ha. El uno se tornó ciervo, El otro se tornó can, El otro, que se hizo moro, Pasó las aguas del mar. Andábase Lanzarote Entre las damas holgando, Grandes voces dió la una : -Caballero, estad parado: Si fuese la mi ventura, Cumplido fuese mi hado Que yo casase con vos, Y vos conmigo de grado, Y me diésedes en arras Aquel ciervo del pié blanco. -Dároslo he yo, mi señora, De corazon y de grado, Si supiese yo las tierras Donde el ciervo era criado.- Ya cabalga Lanzarote, Ya cabalga y va su via, Delante de sí llevaba Los sabuesos por la trailla. Llegado habia á una ermita, Donde un ermitaño habia:
-Dios te salve, el hombre bueno. Buena sea tu venida : Cazador me pareceis En los sabuesos que traia. -Dígasme tú, el ermitaño, Tú que haces santa vida, Ese cicrvo del pié blanco ¿Dónde hace su manida ? -Quedaos aquí, mi hijo, Hasta que sea de dia, Contaros he lo que ví Y todo lo que sabia, Por aquí pasó esta noche Dos horas antes del dia, Siete leones con él Y una leona parida : Siete condes deja muertos,
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Nunca fuera caballero (4) De damas tan bien servido, Como fuera Lanzarote Cuando de Bretaña vino, Que dueñas curaban dél, Doncellas del su rocino. Esa dueña Quintañona, Esa le escanciaba el vino, La linda reina Ginebra Se lo acostaba consigo ; Y estando al mejor sabor, Que sueño no habia dormido, La reina toda turbada Un pleito ha conmovido.
- Lanzarote, Lanzarote, Si antes hubieras venido, No hablára el orgulloso Las palabras que habia dicho, Que á pesar de vos, señor, Se acostaria conmigo,— Ya se arma Lanzarote De gran pesar conmovido, Despídese de su amiga, Pregunta por el camino, Topó con el orgulloso Debajo de un verde pino, Combátense, de las lanzas A las hachas han venido. Ya desmaya el orgulloso, Ya cae en tierra tendido, Cortárale la cabeza, Sin hacer ningun partido : Volvióse para su amiga Donde fué bien recibido.
ROMANCE DE TRISTAN DE LEONIS. (Anónimo)
Ferido está don Tristan De una muy mala lanzada, Diérasela el rey su tio Que zeloso dél estaba. El fierro tiene en el cuerpo, De fuera le tembla el asta: Valo á ver la reina Iseo
Por la su desdicha mala. Júntanse boca con boca Como palomillas mansas, Llora el uno, llora el otro, La cama bañan en agua; Allí nace un arboledo Que azucena se llamaba, Cualquier muger que la come Luego se siente preñada ; Comióla la reina Iseo Por la su desdicha mala.
1. ROMANCE DEL MARQUES DE MANTUA
De Mantua salió el marques
Danes Urgel el leale,
Allá va á buscar la caza
A las orillas del mare. Con él van sus cazadores Con aves para volare,
Con él van los sus monteros Con perros para cazare, Con él van sus caballeros Para haberlo de guardare. Por la ribera del Pó La caza buscando vane. El tiempo era caluroso, Vispera era de Sant Juane. Métense en una arboleda Para refresco tomare, Al derredor de una fuente A todos mandó asentare. Viandas aparejadas Traen, y procuran yantare. Desque hubieron yantado Comenzaron de hablare Solamente de la caza Como se ha de ordenare. Al pié estaban de una breña Que junto á la fuente estae. Øyeron un gran ruido Entre las ramas. sonare, Todos estuvieron quedos Por ver qué cosa serae : Por las mas espesas matas Ven un ciervo asomare. De sed venia fatigado, Al agua se iba á lanzare; Los monteros á gran priesa Los perros van a soltare : Sueltan lebreles, sabuesos Para le haber de tomare. El ciervo que los sintió
Al monte se vuelve á entrare.
Caballeros y monteros Comienzan de cabalgare,
Siguiéndole iban el rastro Con gana de le alcanzare: Cada uno va corriendo Sin uno á otro esperare. El que traia buen caballo Corria mas por le atajare : Apártanse unos de otros Sin al marques aguardare. El ciervo era muy ligero, Mucho se fué adelantare, Al ladrido de los perros Los mas siguiendo le vane. El monte era muy espeso Todos perdido se hane. El sol se queria poner, La noche queria cerrare, Cuando el buen marques de Mantua Solo se fuera á hallare
En un bosque tan espeso Que no podia caminare. Andando á un cabo y á otro Mucho alejado se hae, Tantas vueltas iba dando Que no sabe donde estae. La noche era muy escura, Comenzó recio á tronare, El cielo estaba nublado, No cesa de relampagueare. El marques que así se vido Su bocina fué á tomare, A sus monteros llamando, Tres veces la fué á tocare: Los monteros eran lejos, Por demas era el sonare, El caballo iba cansado De por las breñas saltare, A cada paso caia, No se podia meneare. El marques muy enojado La rienda le fué á soltare, Por do el caballo queria Lo dejaba caminare : El caballo era de casta, Esfuerzo fuera á tomare. Diez millas ha caminado Sin un momento parare, No va camino derecho, Mas por do podia andare. Caminando todavía Un camino va á topare, Siguiendo por el camino Va á dar en un pinare, Por él anduvo una pieza Sin poder dél se apartare. Pensó reposar allí O adelante pasare; Mas por buscar á los suyos Adelante quiere andare.
Del pinar salió muy presto, Por un valle fuera á entrare, Cuando oyó dar un gran grito Temeroso y de pesare, Sin saber que de hombre fuese, O de qué puediese estare, (Solo gran dolor mostraba, Otro no pudo, notare). De que se turbó el marques, Todo espeluzado se hae; Mas aunque viejo de dias, Empiézase de esforzare. Por su camino delante Empieza de caminare : A pié va que no á caballo, El caballo ya á dajare Porque estaba muy cansado, Y no podia bien andare. En un prado que allí estaba Allí le fuera á dejare. Cuando llegó á un rio, En medio de un arenale Vido un caballero muerto, Comenzóle de mirare: Armado estaba de guerra A guisa de peleare, Los brazos tenia cortados, Las piernas otro que tale, Y mas adelante un poco Una voz sintió hablare : -¡0 santa María, señora, No me quieras olvidare! A tí encomiendo mi alma, Plégate de la guardare, En este trago de muerte Esfuerzo me quieras dare, Pues á los tristes consuelas Quieras á mi consolare, Y al tu precioso Hijo Por mi te plega rogare Que perdone mis pecados, Mi alma quiera salvare. Cuando aquesto oyó el marques Luego se fuera apartare, Revolvióse el manto al brazo, La espada fuera á sacare : Apartado del camino
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Por el monte fuera á entrare, Hacia do sintió la voz Empieza de caminare. Las ramas iba cortando Para la vuelta acertare, A todas partes miraba Por ver qué cosa serae; El camino por do iba Cubierto de sangre estae. Vínole grande congoja, Todo se fué á demúdare,
Que el espíritu le daba Sobresalto de pesare. De donde la voz oyera Muy cerca fuera á llegare : Al pié de unos altos robles Vido un caballero estare Armado de todas armas, Sin estoque ni puñale. Tendido estaba en el suelo, No cesa de se quejare, Las lástimas que decia Al marques hacen llorare : Por entender lo que dice Acordó de se acercare. Atento estaba escuchando Sin bullir ni menearse. Lo que decia el caballero Razón es de lo contare.
¿Dónde estás, señora mia, (5) Que no te pena mi male? De mis pequeñas heridas Compasion solias tomare, Agora de las de muerte No tienes ningun pesare. No te doy culpa, señora, Que descanso en el hablare; Mi dolor, que es muy sobrado, Me hace desatinare.
Tú no sabes de mi mal Ni de mi angustia mortale, Yo te pedí la licencia Para mi muerte buscare; Pues yo la hallé, señora, A nadie debo culpare, Cuanto mas á tí, mi bien, Que no me la querias dare : Mas cuando mas no podiste, Bien sentí tu gran pesare En la fe de tu querer, Segun te ví demostrare. Esposa mia y señora, No cures de me esperare, Hasta el dia del juicio No nos podemos juntare. Si viviendo me quisiste,
Al morir lo has de mostrare, No en hacer grandes estremos, Mas por el alma rogare. ¡O mi primo Montesinos, Jufante don Meriane! Deshecha es la compañía En que soliamos andare. Ya no espereis mas de verme. No os cumple ya mas buscare, Que en balde trabajaréis, Pues no me podreis hailaro. ¡O esforzado don Renaldos, O buen paladin Roldane,
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