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Cuando despues de la pérdida total del imperio de Occidente se hallaron cara á cara la antigua civilizacion que agonizaba y la barbarie de los nuevos conquistadores que iban á sentarse sobre el cadáver todavía palpitante de aquella; cuando, disipado el humo de los incendios y el polvo que levantaron las tiendas movibles y los carros de cortezas de árboles de los soldados de Atila y Alarico, empezó á formarse una nueva sociedad sobre las ruinas de tantos pueblos; cuando aniquilados ó dispersos todos los elementos de vida que le restaban aun á la carcomida civilizacion romana, se halló la Europa sumergida en la mas tenebrosa ignorancia, hubiera esa perecido enteramente si una nueva creencia, si una fe comun no hubiese hermanado las dos razas que se disputaban encarnizadamente la posesion de algunas ciudades reducidas á escombros y el dominio de algunos millares de hombres luchando con el hambre y la peste, reuniendo en torno de la cruz vencedores y vencidos, y fundiendo en una sola y numerosa familia tantos pueblos de costumbres y caracteres distintos y que solo un milagro del cielo podia unir. Establecida ya esa sociedad forzoso era que se formase un nuevo idioma tosco y bárbaro en el principio, resultado de la amalgama de la lengua latina y de los diferentes dialectos de los pueblos conquistadores, y con el cual pudiesen entenderse vencedores y vencidos. De ahí el origen de la lengua romana 6 jergas rústicas que se hablaron en la baja edad y en los primeros siglos de la edad media.

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Difícil sino imposible seria fijar la época precisa en que la lengua latina empezó á ceder el campo á los nuevos dialectos. Sabido es ya que en el siglo de oro de Roma el vulgo usaba de un leguage algo corrompido, mas no es creible que esta corrupcion hubiese podido acabar jamas por sí sola con el rico y hermoso idio na de Ciceron y de Horacio. Asi suponerse que empezaria esta desde el momento en que se pusieron en debe que contacto inmediato los hombres del norte y del mediodia, y que iria en aumento á medida que iban derramándose aquellos por las provincias conquistadas. Transcurrió un largo espacio de tiempo, dice Sismondi (1), durante el cual, puede casi afirmarse que las naciones europeas no tuvieron lengua propia. Desde el siglo V, al X se mezclaron sin llegar á confundirse razas diferentes que se renovaban sin cesar: en cada poblacion, en cada aldea habia algun conquistador teutónico, algunos soldados bárbaros que solo mantenian con los vencidos relaciones de odio, de desconfianza y desprecio. » Ignorando todo principio de gramática general y no acomodándose los vencedores á las dificultades del idioma latino, ni los vencidos á la aspereza de las lenguas del norte, buscaron reciprocamente el modo de comunicarse en jergas que participaban de todos los idiomas que entonces se hablaban, sin parecerse á ninguno de ellos, resultando de ahí el triunfo de la lengua rústica ó romana, que cultivada, reducida á reglas gramaticales y modificada por los diferentes pueblos que la hablaban, dió orígen sucesivamente y con mas ó menos tiempo á los idiomas modernos. (2)

(1) Hist. de la litterature du midi de l' Europe, t. 1. pág. 17.

(2) El citado escritor pone el origen de cada una de las cinco principales lenguas romanas en los reynados y épocas siguientes: - De la provenzal, en la çorie de

La España siguió en esto la suerte de los demas pueblos. Invadida como todas las provincias del imperio por tribus de costumbres y dialectos diferentes; obligada á conservar con ellas relaciones de dependencia, se crearia un idioma parecido tal vez al de los demas pueblos, pero que modificado despues de la caida de la monarquía goda por el de los árabes, que llegó á hacerse vulgar en la parte de la Península conquistada (1), y por la reconquista de los godos bajo el mando de Pelayo y de sus sucesores, dió orígen á la lengua castellana. (2)

Imposible nos seria en la actualidad fijar el estado de barbarie y de pobreza en que se hallaria en aquellos remotos siglos la lengua rústica de la Península, pues no nos queda ningun documento escrito en esta lengua anterior á la invasion de los moros; pero se deja inferir, como observa el Sr. Duran, cuan informe y desaliñada seria por los antiguos romances narrativos que nos restan, los cuales aunque muy posteriores á dicha época y modernizados por la tradicion oral, conservan todavía un lenguage muy rudo y una construccion en estremo bárbara. Añádase á esto el que todo se escribia en latin, hasta los actos del gobierno, hasta los contratos, y se tendrá una idea muy aproximada de lo que debia ser en su infancia el idioma de nuestros antepasados.

Fácil es de adivinar lo que debia ser la literatura en aquellos siglos de barbarie y de ignorancia. Prescindiendo por ahora de la poesía latina de que solo quedaba un eco moribundo, un triste recuerdo, una visible parodia en las obras de algunos sabios que tal vez creyeron poder restaurarla ó salvarla á menos del naufragio porque la veian tan rica, tan sonora; precindiendo tambien de la poesía de los hijos del norte, bárbara como sus costumbres, fiera y supersticiosa como ellos mismos, con la selvatiquez de los climas. en que nació, y con las tintas oscuras de su cielo, y que sin embargo modificada despues por las nuevas costumbres y creencia debia dar orígen á las chanzós y sirventesios de los trobadores y minnesinger (3) á los fabliaur y poemas caballerescos de los trouveres (4) ý á nuestros romances

Bozon, rey de Arles, entre los años 877 y 887 ::- De la lengua de Oil ó francesa, en la de Guillermo Larga-espada, entre el de 917 y 943; De la castellana, en el reynado de Fernando 1 el Grande, entre el de 1037 y 1063: - De la portuguesa, en el de Enrique, fundador de la monarquia, entre el 1095 y el 1112; - y de la italiana en la corte de Rogerio I, rey de Sicilia, entre el 1129 y 1154. — Sismondi, 1. 1 pág. 38 y 39.

(1) Ya desde mediados del siglo IX, se lamentaba Alvaro de Córdoba en su Indiculus luminosus, de que sus compatricios abandonaban el estudio de las santas letras para ocuparse del de los Caldeos. Juan de Sevilla escribio en árabe una esposicion de las sagradas escrituras para comodidad de los cristianos que sabian mejor esa lengua que la latina, y en la inisma época se traducia en el idioma de los conquistadores la coleccion de cánones para las iglesias de España. Andres, his. de la

Lit. t. VII.

(2) Quien desee enterarse mas à fondo de esta materia puede consultar los Origenes de la lengua española por D. Gregorio Mayans, 2 tomos en 8; el sabio discurso que sobre lo mismo escribió el Sr. Aldrete y que precede al diccionario de Covarrubias, y el apéndice n 3, tom. 2 pág. 237 y sig. de la Historia de España de Romey, edicion del Sr. Bergnes.

(3) Cantores del amor entre los alemanes.

(4) Nos servimos de esa palabra francesa, que no tiene equivalente en nuestro idioma, para designar á los poetas de la lengua d' Oil y distinguirlos de los de la lengua d'Oc ó provenzales, conocidos con el nombre de trobadores.

de caballeria é históricos, aquella época no tiene ninguna obra suya, ninguna produccion mas que algunos cantos guerreros, que solo puede decirse que le pertenecen en cuanto son obra de los mismos soldados y de gente rústica é ignorante, pues están escritos algunos de ellos en latin: (1) tanta era la pobreza de la lengua de que tenian que servirse para las relaciones precisas de la vida!

Y sin embargo en medio de tanta escasez de vocablos, de tantos elementos de destruccion y de muerte desarrollábanse gérmenes de poesía que solo esperaban que se perfeccionase la palabra humana para manifestarse al mundo originales y grandes. Se ha disputado con encarnizamiento acerca la mayor antigüedad de la poesía sobre la prosa ó vice versa; se ha pretendido, con mucho fundamento, que ha existido una edad en que en falta de signos con que conservar y transmitir á la posteridad sus ideas, el hombre se ha servido de combinaciones métricas ó de periódios cadenciosos para grabar en su memoria y en la de los que debian reemplazarlo las hazañas de sus padres, los hechos mas notables de la familia ó pueblo en que vivia y los preceptos morales que la esperiencia le habia enseñado y que Dios habia grabado en su alma; mas dejando aparte esta cuestion que no es de este lugar, y para cuya solucion seria necesario conocer mas á fondo la prosodia de los lenguages primitivos de lo que la han conocido la mayor parte ó todos los sabios que se han ocupado de ella, diremos que ha habido edades en que los pueblos enteros han sido poetas, en que á falta de génios, que siempre se forman en las grandes revoluciones sociales y cuya ecsistencia supone ya una civilizacion adelantada, las naciones han

(1) En prueba de ello creemos oportuno trasladar á continuacion algunos fracmentos de dos de esas canciones, compuesta la una en Italia en 871 por los soldados del Emperador Luis II, para escitarse unos á otros á sacarlo del cautiverlo en que vacía, y la otra en 924 para ser cantada por los de Modena que sitiaban á la sazon los húngaros. La primera está escrita en versos de catorce, quince ó diez y seis sílabas y en uu latin‍tan bárbaro que puede servir de ejemplo para todas las faltas de gramática: he ahí algunas de sus estrofas.

Audite omnes fines terre errore cum tristitia,
Quale scelus fuit factum Benevento civitas,
Lhuduicum comprenderunt, sancto pio Augusto.
Beneventani se adunarunt ad unum consilium,
Adalferio loquebatur et dicebant Principi:

Si nos eum vivum dimittemus, certe nos peribimus...
Deposuerunt sancto pio de suo palatio;

Adalferio illum ducebat usque ad Pretorium,
Ille vero gaude visum tamquam ad martyrium, etc.

El lenguage de la segunda es mucho mas correcto, y se conoce que es obra de un hombre que conocia la antigüedad : empieza así:

O tu qui servas armis ista mænia Noli dormire, moneo sed vigila ! Dum Hector vigil extitit in Troia Non eam cepit fraudulenta Græcia.

Y termina con los siguientes versos que no carecen por cierto de vigor y poesía.

Fortis juventus, virtus audax bellica,
Vestra per muros audiantur carmina:
Et sit in armis alterna vigilia,
Ne fraus hostilis hæc invadat moenia:
Resultet echo comes: eja vigila.
Per muros, eja! dicat echo vigila!

Véase Muratori en su apreciable obra de las antigüedades de Italia.

compuesto epopeyas, que, lo mismo que las creaciones del talento de un hombre solo, llevan el sello de su individualidad, digámoslo así, y son la espresion de las ideas, de la fe y del carácter general de sus individuos. Y la Europa moderna ha pasado por esa edad; la Europa moderna ha sido poeta.

Las sociedades, lo decimos con harto sentimiento de nuestro corazon y quisieramos equivocarnos en esto ó al menos creer lo contrario, pierden en poesía lo que ganan en civilizacion, del mismo modo que el hombre pierde en imaginacion, como dice Chateaubriand, lo que gana en inteligencia. Los hechos y las impresiones obran con mucha mas fuerza en la imaginacion de los pueblos en su infancia que en su edad adulta. En el órden moral y político lo mismo que en el físico todos los objetos son mas poéticos cuanto menos los comprendemos: el salvage no adoraria al sol si solo viese en él un astro como otros mil, acaso menor que cien otros que se escapan á su vista, ni el niño se estasiaria delante del arco iris si supiese sus causas y que puede obtenerlo por medio del prisma. Por eso los siglos que nos ocupan, apenas empezaron á fijarse un tanto sus idiomas, cantaron lo que veian, lo que creian, los hechos les ocupaban, porque esperimentaban sersaciones vírgenes; porque rebosaban en entusiasmo, y este es el númen, la inspiracion que baja del cielo y que crea y mueve á los poetas.

que mas

Faltos sin embargo de palabras armoniosas y poéticas por sí mis mas, y sin las ventajas de los pueblos primitivos de tener un lenguage formado sobre los sonidos naturales, y una prosodia rica y armoniosa (1), tuvieron que adoptar las naciones modernas un sistema métrico fundado, no en la medida y tiempo empleado en la pronunciacion, como el de los griegos y latinos, sino en un número determinado de sílabas, en las combinaciones de ciertos ritmos, y en la distribucion ó colocacion de los acentos, calcado sobre el que usaban las razas invasoras.

Ningun momento nos queda tampoco que pueda darnos á conocer el metro mas generalmente usado en los siglos que mediaron desde la formacion de la lengua española hasta el XII en que parece se escribió el Poema del Cid; mas no es probable que los ensayos que forzosamente debieron de precederle estuviesen en su metro embrazoso, tan poco apto para los cantos de amor, para los himnos de guerra ni para la sencilla leyenda que han sido los primeros acentos de la poesía en todos los pueblos.

El Poema del Cid, apesar del desaliño y rudeza de la frase, de la falta de un sistema gramatical y enlace entre las ideas, de la pobreza de pensamientos poéticos, de la desnudez de sus cuadros y de lo sencillo de su plan, que no se aparta ni un ápice del órden cronológico y que convierté el poema en una crónica rimada; el Poema del Cid, si se atiende á la mar

en

(1) El lenguage usado en los bosques, dice el vizconde de Chateaubriand, sus Estudios históricos, es desde su nacimiento apto para la poesía: la palabra humana degenera al perfeccionarse en lo que respeta al de las pasiones y á las imágenes. Por los monumentos que nos quedan de los idiomas de nuestros antepasados vemos que esos mas dulces y armoniosos en su edad heróica de lo que son en el dia. Comparad, añade, el teutonico de Ulphilas con el del juramento de Carlos y de Luis, tal como nos lo ha transmitido Nitard, y con el del canto de triunfo de Luis, hijo de Luis el tartamudo (le begue), y vereis que á medida que se deciende al aleman moderno su pronunciacion es mas áspera y dificil.

cha lenta de la naturaleza hácia la perfeccion, tiene sobradas cualidades

buenas para que se pueda suponer que la poesía castellana se elevó á tanta

altura, sin haberse ensayado primero, como el águila antes de lanzarse

por vez primera á las nubes, en obras menos artificiosas, y mas aptas pa-

ra ejercitar y robustecer sus alas. « Yo veo en este poema, dice el Sr. Du-

ran, un paso progresivo de la lengua muy anterior al Fuero Juzgo y á las

Partidas; mas atendiendo á su artificio y tendencia á imitar modelos des-

conocidos entre la gente rústica, no puedo suponerle ni la primera produc-

cion poética en el idioma vulgar, ni considerarle como la poesía del pue-

blo.» (1)

En efecto, cuando los pueblos en su edad heróica tienen necesidad de

espresar sus sensaciones, de desahogar sus sentimientos, de pintar lo que

ocupa su imaginacion y les conmueve, no van à buscar en combinaciones

métricas difíciles (que suponen ó un estado de civilizacion mas adelanta–

ó bien un deseo pueril de hacer alarde de una victoria consegui-

da sobre una dificultad, y que solo se alcanza con la pérdida del en-

tusiasmo poético,) el modo de hacer sentir á los demas lo que ellos

sintieron, sino que se valen para ello del medio mas fácil, natural

y sencillo y que mas se adapta á su carácter. Los pueblos primiti-

vos y esto que sentamos aquí como una hipótesis tiene para noso-

tros no pocos grados de probabilidad,) al abrazar sus sistemas de ver-

sificacion respectivos, han sido llevados tal vez á ellos por una especie

de instinto, por una fuerza vaga é indefinible como la inspiracion que

mueve la pluma del poeta; siéndoles por lo mismo tan fácil escribir

en el género de metro que inventaron, ya se fundase este en la ri-

ma, como parece haber sido el que usaron las naciones del oriente,

ya en el tiempo empleado en la pronunciacion del verso, como el de

los Griegos y Latinos, ya en la aliteracion 6 repeticion de las mis-

mas consonantes, como el de muchos pueblos del norte, cual nos es

fácil á nosotros el espresarnos en prosa, y á los antiguos españoles

en versos de ocho sílabas asonantados; pues tal se puede creer con

fundamento debió de ser la primera combinacion métrica en que com-

pusieron sus himnos religiosos y guerreros y sus cantos amorosos los

inmediatos descendientes de aquel puñado de bravos que en las mon-

tañas de Asturias salvaron el pendon español, y fundaron la nueva

monarquía que debia llenar de hazañas casi prodigiosas la historia de

los siglos medios.

Seria absurdo creer, como queda ya indicado, que desde el mo

mento en que dejó el latin de ser la lengua del pueblo hasta el siglo

XII, careciese la España de cantos populares, de poesía, en medio

de las gloriosas revoluciones que se agitaban á su derredor, y de las ideas

nuevas que empezaban á nacer del trato y comercio de los hombres del

norte con los de oriente, y á pesar del furor de versificar, como dice Cha-

teaubriand (2), que se apoderó de los pueblos en aquellos remotos siglos.

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