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Con el cielo sin duda se revuelven las cosas de acá lo que tu vo principio, es necesario se acabe, lo que nace muere, y lo que crece se envejece. Cayó pues el reyno y gente de los Godos no sin providencia y consejo del cielo, como á mí me parece,, para que despues de tal castigo de las cenizas y de la sepultura. de aquella gente naciese y se levantase una nueva y santa España, de mayores fuerzas y señorío que antes era: refugio en este tiempo, amparo y columna de la Religion Cathólica, que compuesta de todas sus partes y como de sus miembros termina su muy ancho imperio, y le estiende como hoy lo vemos hasta los últimos fines de Levante y Poniente. Porque en el mismo tiempo que esto se escribia en latin, Don Phelipe II. Rey cathólico de España, vencidos por dos y mas veces en batalla los rebeldes, juntó con los demas estados el reyno de Portugal con atadura como lo esperamos dichosa y perpetua: con que esta anchísima provincia de España, reducida despues de tane to tiempo debaxo un sceptro y señorío, comienza á poner muy mayor espanto que solía á los malos y á los enemigos de Christo.

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LIBRO SÉPTIMO.

Capítulo primero.

Como el Infante Don Pelayo se levantó contra
los Moros.

o pasaron dos años enteros despues que el furor africano hizo á España aquella guerra cruel y desgraciada, quando un gran campo de Moros pasó las cumbres de los Pyrineos por donde parten término España y Francia, y por fuerza de armas rompió por aquella provincia con intento de rendir con las armas vencedoras aquella parte de Francia que solia ser de Jos Godos. Ademas que se les presentaba buena ocasion conforme al deseño que llevaban, de acometer y apoderarse de toda aquella provincia por estar alterada con discordias civiles, y muy cerca de caer por el suelo á causa de la ociosidad y descuydo muy grande de aquellos Reyes, con que las fuerzas se enflaquecian y marchitaban, no de otra guisa que poco antes aconteciera en España. Pipino el mas viejo, y Cárlos su hijo bien que habido fuera de matrimonio, por su valor y esfuerzo en las armas llamado por sobrenombre Martello, señores de lo que entonces Astrasia y al presente se dice Lorena, eran Mayordomos de la casa Real de Francia, y como tales gobernaban en paz y en guerra la república á su voluntad : camino que claramente se hacian y escalon para apoderarse del reyno

y de la corona, cuyo nombre quedaba solamente á los que eran verdaderos Reyes y naturales por ser del linage y alcuña de Pharamundo primero Rey de los Francos. Grande era el odio que resultaba y el disgusto que por esta causa muchos recebian: llevaban mal que una casa en Francia y un linage estuviese tan apoderado de todo que pudiese mas que las leyes y que los Reyes y toda la demas nobleza, Eudon duque de Aquitania, hoy Guiena, era el principal que hacia rostro y contrastaba á los intentos de los Austrasianos. Cada parte tenia sus valedores y allegados, con que toda aquella nacion y provincia estaba dividida en parcialidades y bandos. Lo que hace á nuestro propósito; es que con la ocasion de estar los bárbaros ocupados en la guerra de Francia las reliquias de los Godos que escaparon de aquel miserable naufragio de España, y reducidos á las Asturias, Galicia y Vizcaya tenian mas 'confianza en la aspereza de aquellas fraguras de montes que en las fuerzas, tuvieron lugar para tratar entre sí como podrian recobrar su antigua libertad. Quexábanse en secreto que sus hijos y mugeres hechos esclavos servian á la deshonestidad de sus señores. Que ellos mismos llegados á lo último de la desventura, no solo padecian el público vasallage, sino cada qual una miserable servidumbre. Todos los santuarios de España profanados: los templos de los santos unos con el furor de la guerra quemados y abatidos, otros despues de la victoria servian á la torpeza de la supersticion mahometana, saqueados los ornamentos y preseas de las iglesias: rastros do quiera de una bárbara crueldad y fiereza. En Munuza que era gobernador de Gijon, aunque puesto por los Moros, de profesion Christiano en quien fuera justo hallar algun reparo, no se veia cosa de hombre fuera de la figura y apariencia, ni de Christiano mas del nombre y hábito exterior: que les seria mejor morir de una vez, que sufrir cosas tan indignas y vida tan desgraciada. Ya no trataban de recobrar la antigua gloria en un punto escurecida, ni el imperio de su gente que por permision de Dios era acabado, solo deseaban alguna manera de servidumbre tolerable, y de vida no tan amarga como era la que padecian. Los que desto trataban, tenian mas falta de caudillo que de fuerzas, el qual con el riesgo de su vida y con su exemplo despertase á los demas Christianos de España, y los animase para acometer co

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