Imágenes de páginas
PDF
EPUB
[ocr errors]

quarta de San Julian: dėmas desto un palacio Real con todos łos ornamentos, apartamientos y requisitos necesarios. Tal era la grandezas de ánimo en el Rey Don Alonso, que contentán dose él en particular con regalo y vestido ordinario, empleaba todas sus fuerzas en procurar el arreo y hermosura de la re pública ennoblecer y adornar aquella ciudad, que el primero de los Reyes hizo asiento y cabecerande su reyno, como lo res fiére Don Alonso el Magno. A la misma sazon los Moro's anda ban alborotados, en particular los de Toledo se alzaron contra su Rey. Las riquezas y el ocio fuente de todos los males eran la causa, y ninguna ciudad puede tener sosiego largo tiempo: si fuera le faltan enemigos, le nacen en casa. El Rey Alhaca como astuto que era, acostumbrado á callar, disimular, fingir y engañar, llamó á Ambróz gobernador de Huesca, hombre á propósito para el embuste que tramaba, por ser amigo de los de Toledo. Envióle con cartas halagüeñas en que echaba la culpa del alboroto á los que tenian el gobierno, y rogaba á los ciudadanos se sosegasen. Es la gente de Toledo de su natural sencilla y no nada maliciosa : sin recelarse de la celada, abier↳ tas las puertas le recibieron en la ciudad. Pasado algun tiempo finge estar agraviado del Rey persuadeles pasen adelante en sus primeros intentos, y para mayor seguridad hace edificar un castillo do al presente está la iglesia de San Christobal; y para que estuviesen en guarnicion, puso en él buen golpe de soldados. Para sosegar estas alteraciones acudió Abderrahman hijo del Rey Moro, mozo de veinte y quatro años, el qual con semejante engaño al primero hizo asiento con los de dentro, y le dexaron entrar. Para executar lo que tenian tramado, convidaron los ciudadanos principales á cierto convite que ordenaron dentro del castillo, en que sobre seguro fueron alevosamente muertos por los soldados los del pueblo hasta el número de cinco mil, que fué el año de nuestra salvacion de ochocientos y cinco. Este castigo tan grande hizo que el pueblo de Toledo se allanase, pero no bastó para que los que moraban en el arrabal de Córdoba no se levantasen: la crueldad antes altera que sana. Fué enviada contra ellos Abdelcarin, capitan de gran nombre, que ganó en el cerco que poco antes tuvo sobre Calahorra, y por los grandes daños que hizo en aquella comarca. Este lo sosegó todo : el castigo de los culpados fué menor

que el de Toledo, ahorcó) trecientos déllos á la ribera del riq, Esto pasaba en tierra de Moros: en la de Christianos dos exér: citos de Moros que hicieron entrada en Galicia y pusieron grande espanto en la tierra, fueron destrozados y forzados con daño á retirarse el año de ochocientos y diez. Ores gober+ nador de Mérida puso sitio sobre la villa de Benavente, pero con la venida del Rey Don Alonso fué forzado á alzarle y reti, rarse. De la misma manera Alcama Moro gobernador de Bada joz fué rechazado de la ciudad de Mérida sobre la qual estaba, y de toda aquella comarca. No mucho despues und llamado Mahomad, hombre noble entre los Moros, ciudadano antigua! mente de Mérida, por miedo que tenia de Abderrahman no le hiciese alguna fuerza y agravio (bien que lo particular no se sabe) con número de gente se retiró al amparo del Rey Don Alonso. Dióle el Rey en Galicia lugar en que morase : pretens dia el Moro volver en gracia con los de su nacion y tomar por medio alguna empresa contra los Christianos, así ocho años despues de su venida con las armas se apoderó de un pueblo Hamado Santa Christina: este castillo se vee hoy dos leguas de Lugo. Acudió prestamente el Rey para cortalle los pasos : vit nieron á las manos, y pelearon con una porfía extraordinaria, pero al fin el campo quedó por los nuestros con muerte de einqüenta mil Moros, y entre ellos del mismo Mahomad, que fué un notable aviso para no fiarse de traydores, en especial de diversa creencia y religion. En tanto que esto pasaba, falleció Alhaca Rey de Córdoba, el año de Christo de ochocientos y veinte y uno, de los Arabes docientos y seis, de su reyno veinte y siete. Dexó diez y nueve hijos, y veinte y una hijas. Sucedióle en el reyno Abderrahman su hijo en edad de qua renta y un años, reynó treinta y uno. Por este tiempo los Mo, ros de España pasaron á la isla de Candia, y hicieron en ella su asiento. Dícelo Zonaras. El esfuerzo de Bernardo del Car. pio, se mostró mucho en todas las guerras que por este tiem, po se hicieron : él grandemente se agraviaba que ni sus servi, cios ni los ruegos de la Reyna fuesen parte para que el Rey su tio se doliese de su padre y le librase de aquella larga y dura prision. Pidió claramente licencia y retiróse á Saldaña que era de su patrimonio, con intento de satisfacerse de aquel agravio en las ocasiones que se ofreciesen. Dende hacia robos y entras

das en las tierras del Rey sin que nadie le fuese á la mano. El Rey no era bastante por su larga edad, los nobles favorecian la pretension de Bernardo y su demanda tan justa. Ofendido el Rey por este levantamiento, y llegado el fin de su vida, de vejez y de una enfermedad mortal que le sobrevino, señaló por sucesor suyo á Don Ramiro hijo de Don Bermudo. Hecho esto, acabó el curso de su vida en edad de ochenta y cinco años. Reynó los cinquenta y dos cinco meses y trece dias. Otros á este número de años añaden los que reynaron Mauregato y Don Bermudo por no haber sido verdaderos Reyes. Falleció en Oviedo, y fué sepultado en la iglesia de Santa María de aquella ciudad. Sucedió su muerte el año de nuestra salvacion de ochocientos y quarenta y tres, cuenta en que nos apar tamos algun tanto de lo que lleva el catálogo Compostellano, pero arrimados al Chronicon del Rey Don Alonso el Magno, muy conforme en esto á las demas memorias que quédan y tenemos de la antigüedad.

[merged small][ocr errors][merged small][merged small]
[ocr errors]

EL reynado del Rey Don Ramiro en tiempo fué breve, en gloria y hazañas muy señalado por quitar como quitó de las cervices de los Christianos el yugo gravísimo que les tenian puesto los Moros, y reprimir las insolencias y demasías de aquella gente bárbara. A la verdad el haber España levantado cabeza ; y vuelto á su antigua dignidad, despues de Dios se debe al esfuerzo y perpetua felicidad deste gran Príncipe. En los negocios que tuvo con los de fuera, fué excelente, en los de dentro de su reyno admirable; y aunque se señaló mucho en las cosas de la paz, pero en la gloria militar fué mas aventajado. A los nigrománticos y hechiceros castigó con pena de fuego: á los ladrones, en que andaba gran desórden, hacia sacar los ojos: pena cortada á la medida de su delito, quitarles la ocasion de codiciar lo ageno, y hacerles que no pudiesen mas pecar. A la sazon que falleció el Rey Don Alonso Don Ramiro se hallaba ocupado en los Vardulos, que eran parte de

f

Castilla da Vieja ó de Vizcaya. La distancia de los lugares y la mudanza del Príncipe dieron ocasion al conde Nepociano para apoderarse por fuerza de armas de las Asturias y llamarse Rey. Era hombre muy poderoso : los que le seguian muchos, su autoridad y riquezas muy grandes. Las voluntades y pareceres de los naturales no se conformaban, ca los malos y revoltosos le favorecian, los mas cuerdos que sentian diversamente, ca, llaban y no se atrevian á declararse por miedo del tyrano y por estar las cosas tan alteradas. Acudió el Rey Don Ramiro á sosegar estos movimientos. Juntáronse de una parte y de otra muchas gentes: dióse la batalla en Galicia á la ribera del rio Narceya: en ella Nepociano fué desamparado de los suyos vencido y puesto en huida. Es muy justa recompensa de la deslealtad que sea réprimida con otra alevosía: demas que ordinariamente á quien la fortuna se muestra contraria,s en el tiempo de la adversidad le desamparan tambien los hombres. Fué asi que dos hombres principales de los que seguian al tyrano, llamados el uno Somna y el otro Scipion, con intento de alcanzar perdon del vencedor le prendieron en la comarca Premariense, y se le entregaron. En la prision por mandado del Rey le fueron sacados los ojos, y encerrado en cierto monasterio pasó en miseria y tinieblas lo que de la vida le quedaba. Despues destos movimientos y alteraciones se siguió la guerra contra los Moros, que al principio fué espantosa; mas su remate y conclusion fué muy alegre para los Christianos, y en ella de las mas señaladas que se hicieron en España. Tenia el imperio de los Moros Abderrahman segundo deste nombre, Príncipe de suyo feroz, y que la prosperidad le hacia aun mas bravo; porque al principio de su reynado, como queda arriba apuntado, hizo huir á Abdalla su tio, que con esperanza de reynar tomó las armas y se apoderara de la ciudad de Valent cia. Demas desto se apoderó de la ciudad de Barcelona por medio de un capitan suyo de gran nombre llamado Abdelcarin. Con esto quedó tan orgulloso, que resuelto de revolver contra el Rey Don Ramiro, le envió una embaxada para requerirle le pagase las cien doncellas que conforme al asiento hecho con Mauregato se le debían en nombre de parias; qué era llanamente amenazalle con la guerra y declararse por enémigo, si no le obedecia en lo que demandaba. Grande era el

espanto de la gente, mayor el afrenta que desta embaxada res sultaba; asi los embaxadores fueron luego despedidos : valió les el derecho de las gentes para que no fuesen castigados ede mo merecia su loco atrevimiento y demandantan indigna sé intolerable. Tras esto todos los que eran de edad a propósito en todo el reyno, fueron forzados á alistarse y tomarlas arı mas, fuera de algunos pocos que quedaron parasla labor de los campos por miedo que si la dexabans, serian cafligidos no menos de la hambre, que de la guerra. Los mismos obispos y varones consagrados á Dios siguieron el campo de dos Christiaq nos. Grande era el recelo de todossi bien da querella era tan justa, que tenian alguna esperanza de salir con las victoria. Para ganar reputacion, y mostrar que hacian de voluntad la que des era forzoso, acordaron de romper primero y correr las tierras de las enemigos, en particular se metieron porsłą Rioja que á la sazon estaba en poder de Morossi Als contrárió Abderrahman juntaba grandes gentes de sus estados, aparejaba armas, caballos y provisiones con todo lo demas que enteng dia ser necesario para la guerra y para salir al encuentrosá los nuestros Juntáronse los dos campos, de Moros y de Christidnos, cerca de Alvelda ó Albayda, pueblo en aquel tiempo fuerte, y despues muy conocido por un monasterio que edificó allí Don Sancho Rey de Navarra con advocación de San Martino al presente está casi despoblado. La rènta del monasterio y la librería que tenia muy famosa, trasladaron el tiempo adelante á la iglesia de Santa María la Redondas de la ciudad de Logroño de la qual Alvelda: dista por espacio de dos leguas. En aquella comarca se dió la batallas de poderál poder, que fué de las mas sangrientas y señaladas que se dieron en aquel tiempo. Nuestro exército como juntado de priesa no/era igual én fuerzas y destreza á los soldados viejos y exeri citados que traian los enemigos. Perdiérase de todo punto la jornada, si no fuera por diligencia de los capitanes ‚¿qué acup dian á todas partes y animaban á sus soldados con palabras y con exemplo. Cerróda noche, y con las tinieblas y escuridad se puso final combate. No hay cosa tan pequeña en da guerra que á las veces no sea ocasion de grandes bienes ó males; y así fué que en aquella noche estuvo el remedio de los Christianos. Retiróse el Rey Don Ramiro á un recuesto que allí cerca está,

[ocr errors]
« AnteriorContinuar »