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tas en cifra por lo que pudiese suceder, que nadie las enten. diese dado caso que se las tomasen. Lo que contenian en suma era: Que no hay en el mundo alegría pura que no vaya destemplada con tristeza: que el Rey Don Sancho era muerto por traycion de Vellido Dolfos: que si bien tenia merecida la muerte y los tenia á todos agraviados, en fin era hijo de sus padres, y fuerza se doliesen de su triste suerte que muy presto se alzaria el cerco de Zamora, si bien Don Diego Ordoñez cargaba á los ciudadanos de traydores como participantes en aquel caso, y los retaba resuelto de proballes en campo y por las armas aquel aleve : lo que hacia al caso, y ella siempre deseara y lo suplicaba á Dios, era que él como deudo mas cercano era llamado á la corona para que recobrase su reyno y sucediese en lo demas; por tanto que abreviase para prevenir los intentos de gente no bien intencionada, grangear y conquistar las voluntades de todos los vasallos: finalmente que se guardase de gastar el tiempo en demandas y respuestas, consultas y dudas fuera de sazon, pues en casos semejantes no hay cosa mas saludable que la presteza. Esto contenia la carta. Muchas escuchas de Moros que andaban mezclados entré los Christianos, avisaron primero al Rey Moro de lo que pasaba, y la faina que en casos semejantes siempre se adelanta y vuela. Peranzules que por congeturas que para ello tenia, cada dia esperaba algun trueco y mudanza, salia cada dia en son de caza de la ciudad de Toledo por espacio de una legua para informarse de los caminantes y saber lo que pasaba. Con este cuydado hobo á las manos una ó dos espías de los Moros que venian con aquel aviso, y sacados del camino, por encubrir las nuevas si pudieles dió la muerte: finalmente encontró con el mensagero de la infanta, informóse en particular de todo, y con tanto dió vuelta para la ciudad, y avisó á Don Alonso de lo que venia en las cartas y el mensagero decia. Aconsejábale que con todo el secreto posible sin dar parte al Rey Moro se partiese prestamente; á la verdad parecia recia cosa fiarse de los Moros, que como tales poca lealtad suelen guardar, ademas de otros inconvenientes que podian resultar, que el miedo y el amor suelen hacer mayores de lo que son. Don Alonso estaba perplexo sin saber qual partido debia seguir y que consejo tomar. Parecíale bien lo que aquel caballero le decia; mas por otra parte

ra,

se le hacia de mal mostrarse descortés con quien le tenia tan obligado. Resolvióse finalmente de seguir lo que parecia mas seguro y mas honesto. Habló con el Rey Almenon: avisóle de todo lo que ya él mismo sabia, aunque disimulaba : pidióle licencia para tomar posesion del reyno á que los suyos le convidaban; que no le pareció justo partirse sin su voluntad, y sin que lo supiese de quien tantos regalos tenia recebidos. El bárbaro vencido con esta cortesía y lealtad respondió se holgaba mucho que le ofreciesen el reyno, y mucho mas que con aquella cortesía le quitase la ocasion de trocar las buenas obras que le hiciera, menores que él merecia y él mismo deseaba, en algun desabrimiento, și se pretendiera ir sin que él lo supiese, y sin dalle parte de lo que por otra via muy bien sabia; y aun le tenia tomados los pasos y en los caminos puestas guardas para que no se le pudiese escapar, si por ventura lo intentase: que muy en buen hora fuese á tomar la corona que le ofrecian, solo queria que para seguridad de la amistad que tenian puesta, le hiciese de nuevo el juramento que le tenia hecho de ser verdadero amigo así suyo como de su hijo Hissem, para no faltar jamas en la fé y palabra que se daban, pues ponian á Dios por juez y por testigo de aquella confederacion y amistad, Hízose todo como el Moro lo pedia: ayudóle con dineros para el camino, y aun para mas honrarle al partirse le acompañó por algun buen espacio : exemplo singular de fidelidad y templanza en un Rey bárbaro como aquel. Lo que se ha dicho tengo por mas cierto que lo que refiere Don Lucas de Tuy, es á saber que sin que el Rey lo supiese, se descolgó por los adarves, y se huyó en postas que le tenian aprestadas. De qualquier manera que ello fuese, él enderezó su camino á Zamora, donde la Infanta le esperaba, y á quien siempre tuvo en lugar de madre: consultó con ella lo que debia hacer, despachó sus correos por todas partes para avisar de su venida. Los de Leon no mostraron dificultad alguna, antes con gran voluntad le recibieron y alzaron por su Rey. Lo de Galicia andaba en balanzas á causa que su hermano Don García por la mudanza de los tiempos escapó de la prision, y pretendia restituirse en el reyno que antes tenia. Acordó Don Alonso por escusar alteraciones envialle personas nobles y principales que le requiriesen de paz, los quales por ser él de buena condicion y sencillo.

fácilmente le persuadieron lo que deseaban ; antes sin recelarse de alguna celada, ni pedir otra seguridad se vino para su hermano, confiado alcanzaria dél por bien lo que pretendia. Engañóle su esperanza, ca luego le echaron las manos, y le quitaron la libertad y volvieron á la prision que le duró todo el tiempo de la vida. El recelo que de su condicion se tenia, no muy sosegada, que seria ocasión de alborotos y alteracionés, escusan en parte este desaguisado que se le hizo, demas del buen tratamiento que tuvo en la prision, si la falta de la libertad y el reyno que le quitaban, se pudieran recompensar con alguna otra comodidad y regalo. Con esto quedó llano lo de Galicia. Los caballeros de Castilla se juntaron en la ciudad de Búrgos para acordar lo que se debia hacer : la resolucion fué de recebir á Don Alonso por Rey de Castilla á tal que jurase por expresas palabras no tuvo parte ni arte en la muerte de su hermano. Don Alonso avisado desto se partió para aquella ciudad: los mas de los presentes se recelaban de tomarle la jura por pensar lo tendria por desacato, y para adelante se satisfaria de qualquiera que lo intentase; solo el Cid como era de grande ánimo se atrevió á tomar aquel cargo y ponerse al riesgo de qualquier desabrimiento. En la iglesia de Santa Gadea de Burgos le tomó el juramento, que en suma era no tuvo parte en la muerte de su hermano, ni fué della sabidor: si no era así, viniesen sobre su cabeza gran número de maldiciones que allí se expresaron. Acabada esta ceremonia, á voz de pregonero alzaron por Don Alonso los pendones de Castilla, y le declararon por Rey con grande muestra de alegría y muchas fiestas que por aquella causa se hicieron. Disimuló el Rey por entonces el desacato : mostróse alegre y cortés con todos como el tiempo lo pedia; pero quedó en su pecho ofendido gravemente contra el Cid, como los efectos ́adelante claramente lo mostraron; ademas que algunos cortesanos, que suelen con su mal término atizar los disgustos de los príncipes, y mirar con malos ojos la prosperidad de los que les van delante, no cesaban con chismes y reportes de aumentar la indignacion del Rey. Tenia Don Alonso treinta y siete años quando volvió al reyno. Fué diestro en la guerra, por esta causa le llamaron Don Alonso el Bravo. Era prudente y templado en el gobierno, de noble condicion y modesto, virtudes á que de suyo era in

clinado, y las adversidades y trabaxos que padeció, mucho le afinaron mas. Su franqueza y liberalidad fué estremada, tanto que parecia en hacer mercedes consumir las riquezas y tesoros Reales. La muerte del Rey Don Sancho y la restitucion de Don Alonso sucedió el año que se contaba de Christo de mil y se- 1073. tenta y tres. En el mismo el cardenal Hildebrando entró en el pontificado por muerte de Alexandro Segundo, y se llamó Gres gorio Séptimo: persona de singular virtud, grandeza de ánimo y constancia, como lo mostró en la enemiga que por toda la vida tuvo con el Emperador Enrique Tercero deste nombre sobre defender la libertad de la iglesia que aquel príncipe pretendia atropellar. En España este mismo año Santo Domingo de Silos monge Cluniacense, varon de conocida santidad, finó á veinte de diciembre dia viernes: su fiesta se celebra cada año en España. Nació este Santo en la Rioja en un pueblo llamado Cañas de pastor que fué, entró monge en San Millan de la Cogulla : con el tiempo vino á ser allí abad, mandóle desterrar el Rey don García de Navarra porque defendia con mucha fuerza las exênciones de sus monges y sus privilegios; de donde tomó el nombre en latin (como yo creo) que se dixo Exiliensis, Silos en romance. El monasterio que á la sazon se llamaba de San Sebastian, le reparó este Santo los años pasados con ayuda del Rey Don Fernando; y adelante mudó el nombre y se llamó de Santiago de Silos no solo el monasterio, sino el pueblo que está junto á él en el valle de Tablatello diez leguas de Burgos, en unos ásperos riscos, camino derecho de Santistevan de Gormaz. No quise dexar esto por la noticia de la antigüedad, y por ser este monasterio muy nombrado. Volvamos á los hechos de los Reyes, y al órden de la historia como iba antes,

Capítulo XI.

De los principios del Rey Don Alonso el Sexto.

En los principios del reynado del Rey Don Alonso no faltaron turbaciones y revueltas, que con el tiempo se apaciguaron y tuvieron buen suceso y alegre. El año siguiente despues que entró en su reyno, que fué el de mil y setenta y quatro, los 1074.

Reyes de Córdoba y de Toledo traian guerra sobre los términos de sus reynos. Don Alonso por lo mucho que debia al de Toledo, juntó un buen exército con intento de ayudarle y acudirle. Temió el Rey Almenon de primera instancia que venia contra él, pero luego se desengañó y supo el buen intento que traia en su favor. Juntaron los dos sus campos, y hicieron muy gran daño en las tierras del reyno de Córdoba esquivaba entrar en batalla con Almenon y con los demas que de su parte venian. Los soldados volvieron alegres con las victorias, ricos y cargados de despojos. Por este tiempo falleció la primera muger del Rey Don Alonso por nombre Doña Inés: casó despues con otra señora llamada Constancia natural de Francia. Deste segundo matrimonio tuvo una hija sola, que se llamó Doña Urraca, y adelante heredó el reyno y todos los estados de su padre, como se verá en otro lugar. A instancia desta reyna (segun yo pienso) despacharon una embaxada á Roma para suplicar al Papa enviase un legado á España con plena potestad para reparar y reformar por todas las vias posibles las costumbres de los eclesiásticos, que por la soltura de los tiempos andaban muy estragadas y perdidas. Parecióle al Papa Gregorio VII. ser muy justa esta demanda : despachó para este efecto á Ricardo cardenal y abad de San Victor de Marsella. Este legado llegado á España juntó en Burgos ciudad 1076. cabeza de Castilla el año de mil y setenta y seis un concilio de obispos de todo el reyno : en él por conformarse con la voluntad del Rey y con lo que era razon, confirmó en todo su reyno el ministerio Romano; que son las mismas palabras de Don Pelayo obispo de Oviedo. Yo entiendo que mandó executar y poner en práctica las leyes antiguas de la iglesia olvidadas y desusadas en gran parte, señaladamente que los clérigos de órden sacro no se casasen ni tuviesen mugeres, segun que lo mismo se hiciera en Alemaña, aunque con mucho alboroto y revueltas que sobre el caso se levantaron, tanto que públicamente se dixeron muchas cosas contra la honra y reputacion del Pontífice Gregorio (1), libelos famosos, cantarcillos y versos muy descomedidos en este propósito: tan pesada cosa es dexar las

(1) Sigibert. Scaffnaburg.

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