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cinqüenta y tres. Hallóse el Rey aquel dia presente, en la junta, y despues de haber delante los Padres dicho algunas palabras, presentó un memorial. En él estaba en primer lugar la profesion de la Fé Cathólica despues desto amonestaba y rogaba á los prelados que no solo determinasen lo que concernia á las cosas sagradas sino tambien diesen órden en el estado del reyno, quier fuese con reformar las leyes antiguas, quier con añadir ó quitar las que les pareciese, lo mismo pide tambien á los grandes del reyno, aquellos que por la costumbre recebida se debian hallar en los concilios. En particular pide determinen qué se debe hacer de los Judíos, que recebida la Religion Christiana por la fuerza que los Reyes pasados les hicieron todavía perseveraban en sus antiguos ritos y ceremo、 nias, Fué así que los Judíos presentaron una peticiou, que has-ì ta hoy dia está en el Fuero Juzgo entre las demas leyes de los Godos: contenia en sustancia que dado que el Rey Chintila los forzó á hacerse Christianos, querian renunciar el sábado y las demas ceremonias de la ley vieja; solamente se les hacia del mal el comer carne de puerco, y esto mas porque su estómago no lo llevaba por no estar acostumbrados á tal vianda, que por escrúpulo de conciencia, y todavía para muestra de su intencion se ofrecian de comer otros manjares guisados con ella. Este memorial del Rey que tenia inserta la dicha peticion, se leyó en el concilio. Fué grande la alegría de los obispos por ver el buen zelo del Rey. Trataron entre sí lo que debian hacer, y por comun acuerdo ordenaron doce Canones en que satisficieron bastantemente á todo lo que el Rey pretendia. Demas desto declararon que los votos y juramentos ilícitos no obligan. En el tiempo de la quaresma, quando por antigua costumbre todos ayunan, mandaron que nadie comiese carne sin evidente necesidad. Por la revuelta de los tiempos, quando se apoderaba del reyno no el que tenia mejor derecho, sino el que era mas poderoso, los Reyes pasados habian impuesto sobre el pueblo grandes y pesados tributos. Interpusieron los Padres su autoridad conforme á lo que el Rey les concediera, y reformaron todas estas imposiciones y reduxéronlas á menor quantía y mas tolerable. Consideraban que nunca es se guro el poder quando es demasiado, que las cosas moderadas duran y son perpetuas, y que los príncipes no son bastantes,

para contrastar con el aborrecimiento del pueblo, si se encien de mucho contra ellos. Por conclusion, como quier que muchos estuviesen quexosos del padre deste Rey, y pretendiesen les habia hecho agravio y quitado injustamente sus haciendas, ordenóse que el Rey Recesuintho tomase posesion de la heren, cia y bienes paternos, con tal condicion que estuviese á justicia con los que pretendian estar agraviados y despojados in justamente, y oídas las partes, se les diese la satisfaccion conveniente. En este concilio se asentaron y firmaron en prid mer lugar quatro arzobispos por este órden: Oroncio de Mérida, Antonio de Sevilla, Eugenio de Toledo, Potamio de Braga. Despues destos los demas obispos por su órden: entre los demas fué uno Bacauda obispo de Egabro, es á saber de Cabra, lugar en que en el cementerio de San Juan se lee hasta hoy su nombre grabado en un mármol blanco : que debió bạ, llarse este prelado á la consagracion de aquel templo ó de otro alguno en que se halló aquella piedra, cuya consagracion fué el año de seiscientos y cinqüenta por el mes de mayo. Es tam, bien de considerar que en el concilio, firmaron los abades cosa extraordinaria, y no muy conforme á derecho, y en este número fué uno S. Illefonso á la sazon abad Agaliense. Firmaron así mismo los grandes asi duques como condes, y perso nas que tenian algun cargo en el reyno, cosa aun menos usada y contra el derecho comun ; pero no hay que maravillarse porque estos concilios de Toledo fueron como Córtes generales del reyno, en que se trataba no solo de las cosas eclesiásЯ ticas sino tambien del gobierno seglar. Pasados otros dos años, el de nuestra salvacion de seiscientos y cinqüenta y cincó por órden del mismo Rey se juntaron en la misma ciudad de Toledo diez y seis obispos para celebrar el noveno concilio de Toledo, Fué la junta á primero de noviembre en la Basílica de Santa María Vírgen: publicar on en ella diez y siete decretos sobre materias diferentes. No se hallaron los demas arzobispos y metropolitanos: por su ausencia tuvo el primer lugar Eugenio arzobispo de Toledo. No paró en esto el cuy dado del Rey; porque luego el año siguiente á primero de diciembre se juntaron en la dicha ciudad veinte obispos para celebrar otro concilio, que fué el deceno entre los de Toledo; La cosa de mayor consideracion que decretaron, fué que la fiesta

de la Anunciacion quando el Hijo de Dios se vistió de nuestra carne para nuestro remedio, y se celebraba á veinte y cinco de marzo, por ser ordinariamente tiempo de quaresma en que se hace memoria de la muerte y pasion de Christo, se trasladase á diez y ocho de diciembre, lo qual desde entonces se guarda en toda España, sin embargo que tambien se celebra la otra fiesta de marzo al uso Romano. La fiesta de diciembre llama comunmente el vulgo Nuestra Señora de la O, y los libros Eclesiásticos le ponen nombre de la Expectacion. Lo que se ha contado es la verdad puntualmente. Mandaron otrosí que las vírgenes consagradas á Dios, que llaman beatas en el mismo concilio, traxesen un velo negro ó roxo como señal para ser conocidas. Tratóse asímismo la causa de Potamio obispo de Braga, que por haber caido en flaqueza de la carne fué depuesto, dexándole solamente el nombre de obispo : que fué despojarle del lugar y no de la dignidad. Templaron desta manera el castigo por confesar él mismo de su voluntad su delito, y por la penitencia que hiciera por espacio de nueve meses en el vestido y en la comida con deseo de alcanzar misericordia de Dios. En su lugar fué puesto Fructuoso, de abad de Compluto el tiempo pasado electo en obispo Dumiense, y al presente como arzobispo de Braga firma despues de los arzobispos Eugenio de Toledo y fugitivo de Sevilla en tercer lugar y el postrero. Tratóse del testamento de San Martin obispo otro tiempo Dumiense, en que nombró por albaceas á los Reyes de los Suevos; y porque los Reyes Godos se apoderaron de aquel reyno, esta y las demas cargas y derechos de aquellos príncipes les incumbian. Hallábase el Rey perplexo sobre este caso consultó con los prelados del concilio lo que se debia hacer; ellos remitieron la determinacion de todo esto á Fructuoso el nuevo obispo de Braga, cuya santidad y virtudes fuerón tan señaladas en aquel tiempo, que en España le tienen por santo, y en particular las diócesis de Braga, de Ebora y de Santiago celebran su fiesta á diez y seis dias del mes de abril. Su cuerpo fué supultado en un monasterio que él mismo edificó entre Dumio y Braga, ciudades cuyo prelado fué. Dende como quinientos años adelante por órden de Don Diego Gelmirez primer arzobispo de Santiago le trasladaron á aquella iglesia. Muchos fueron los milagros que Nuestro Se

ñor hizo por su medio despues de su muerte dellos en gran parte hizo memoria y historia particular Paulo Diácono Emeritense, que en este lugar no seria á propósito relatarlos. Por este mismo tiempo floreció Santa Irene virgen de Portugal: dióle la muerte un hombre llamado Britaldo porque nunca quiso casarse con él, ni consentir con sus locos amores; y por que el caso no se descubriese la echó en el rio Naba nis, que pasa por Nabancia patria desta santa Vírgen. Buscaron su cuerpo con diligencia: halláronle junto á la ciudad que entonces se llamaba Scalabis. Dícese que por milagro se apartaron las aguas del rio Tajo en aquella parte por donde el rio Nabanis se junta con él, y que los que buscaban á la Vírgen á pie enjuto, la hallaron en medio de aquel rio en un sepulcro fabricado por mano de los ángeles, que fué causa que la devocion desta Vírgen se estendió muy en breve por toda aquella comarca de tal suerte que por este respeto aquel pueblo mudó el nombre que antes tenia de Scalabis, y del nombre de aquella Vírgen se llamó Santaren. Nabancia quieren los doctos que sea la villa de Tomar, muy conocida en Portugal por ser asiento de la caballería de Christus la mas principal de aquel reyno,

Capítulo x.

De la vida de San Illefonso.

El año noveno del reynado de Recesuintho, en que del Nacimiento de Christo se contaban seiscientos y cinqüenta y siete, Eugenio Tercero arzobispo de Toledo pasó desta vida. Por su muerte pusieron en su lugar á Illefonso á la sazon abad Agaliense, persona de muy santa vida; lo qual y sus muchas letras y doctrina, y la grande prudencia de que era dotado, fueron parte para que fuese estimado del clero, de los principales y del pueblo, y le tuviesen por digno para encomendalle el gobierno espíritual de su ciudad. Fué natural de Toledo nacido de noble linage: su padre se llamó Estevan ; su madre Lucía. Tiénese ordinariamente por tradicion que vivian en lo mas alto de la ciudad en unas casas principales, que de lance

en lance vinieron con el tiempo á poder de los condes dé Orgaz, y dellos los años pasados las compraron los religiosos de la Compañía de Jesus, y por devocion de San Ildefonso dieron á ellas, y en particular á la iglesia la advocacion deste Santos en que los antepasados parece faltaron, pues era razón hơ→ biese en aquella ciudad algun templo con nombre de San Hle fonso su ciudadano y natural. En las letras tuvo por maestro á Eugenio Tercero por ser como era persona docta, y aun algunos sospechan ( y arriba se tocó) deudo suyo. La fama de San Isidoro arzobispo de Sevilla volaba por todas partes, y el cuydado que tenia en enseñar la juventud era muy señalado. Por esta causa San Illefonso fué á Sevilla para estar en el colegio fundado para este efecto por aquel Santo. Allí se entre tuvo en el estudio de las letras hasta tanto que fué bastante mente instruido en las artes liberales: de cuya erudicion y doctrina dan muestra los muchos libros que adelante escribió Juliano su sucesor dice que el mismo San Illefonso los juntó y puso en tres cuerpos. Son ellos de mucha doctrina y llenos de sentencias muy graves; mas el estilo, conforme a la costumbre de aquellos tiempos, es mas redundante que preciso y elegante. Acabados sus estudios y vuelto á Toledo, sin em bargo que eran grandes las esperanzas que todos tenian dél, y lo mucho que se prometian de su nobleza, de su doctrina y virtudes, pospuesto todo lo al, con deseo de mas perfeccion y de seguir vida mas segura se determinó dexar el regalo de su casa, y tomar el hábito de monge en el monasterio Agaliense. No se pudo esto negociar tan secretamente que su padre no lo entendiese: procuró apartarle de aquel propósito, y aun el mismo dia que iba á tomar el hábito, fué en pos dél y entró en el monasterio en busca de su hijo; andúvole todo, mas no pudo encontrar con él, porque el Santo como viese á su padré de lexos y sospechase lo que era y su saña, torció el camino y se metió y estuvo detrás de un vallado hasta tanto que su padre dió la vuelta á sú casa sin efectuar lo que pretendia) El monasterio Agaliense estuvo asentado no lexos de la ciudad de Toledo lá la parte de Septentrion. Tenia nombre del Sali Julian, como todo se entiende de Máximo obispo de Zaragoza que fué por este tiempo. En el concilio Toledano undécimo firma Gratino abad de San Cosme y San Damian, y poco des

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