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Cale y hoy Caya, se compuso y derivó el nombre de Portugal. En el mismo distrito estaban ciudad de Tuy y Orense, y el Padron que antiguamente su Hamó Iria Flavia. Lucus, hoy Lugo. Britanica, ó Bretonia, puesta entre Lugo y Astorga, hoy dos leguas de Mondoñedo hay un pueblo llamado Bretania, que por ventura es la misma Bretonia ó Britanica. Fuera destas ciudades Astorga y Leon eran sugetas al arzobispo de Braga. Con el arzobispo de Tarragona iban las ciudades siguientes: Barcino, hoy Barcelona, y en tiempo de los Godos Barcinona. Egara puesta antiguamente entre Barcelona y Girona, ciudad tambien sufragánea al mismo arzobispo. Allende desto Empurias, y Ausona que hoy se llama Vique de Osona, Urgel y Lérida, ciudades bien conocidas. Hictosa, cuyo asiento de todo punto se ignora. Tortosa, que llamaban Dertusa; Zaragoza, y tambien Pamplona que en latin se llama Pompelo, y por los Godos fué llamada Pampilona: como tambien Calahorra era una de las dichas ciudades, en latin Calagurris, y que en tiempo de los Godos la llamaron Calaforra. Tarazona eso mismo, que fué uno destos obispados, en latin se dixo Turiasso, y por los Godos Tirasona. Demas destas Auca era sugeta á Tarragona, cuyos rastros se veen mas allá de Búrgos, y de su nombre tomaron los montes de Oca este apellido. Esto quanto á la provincia Tarraconense. Resta el arzobispo de Narbona en la Gallia Góthica, cuyas sufragáneas fuerop las ciudades siguientes: Beterri, que hoy se llama Besiers, y Plinio la llamó Bliterræ Septumanorum (1) Agatha al presente ó es Agde, ó Mompeller: Magalona una casa de recreacion del obispo de Mompeller, ó sea una isleta del mar allí cerca, tiene segun dicen hoy este nombre. Nemauso es Nimes. Lateba, hoy Lodeve. Carcasona. Helena, hoy Euna en el condado de Ruysellon. Algunos autores dicen que los obispos de Tuy, de Lugo y de Leon ó por privilegio de Wamba, ó por costumbre antigua eran exêmptos, y no reconocian á ninguno de los metropolitanos ó arzobispos susodichos por superior: opinion que para seguilla no tiene bastantes fundamentos, en especial que arriba quedaron puestos entre los sufragáneos de Braga. En los concilios antiguos de España se hallan otrosí, muchos

(1) Libr. 3. cap. 4.

nombres de obispados que no estan en esta division de Wamba, si por haberse mudado las cosas con el tiempo, ό por estar las memorias y libros antiguos estragados, no lo sabria decir, mas de que los obispados son estos: el Carthaginense, el Epagrense, el Castulonense, el Fiblariense, el Eliocrocense, el Eminiense, el Inmonticiense, el Lamibrense, el Elotano, el Magnetense, el Laberricense; los quales nombres casi todos no se conocen, ni aun de todas las ciudades arriba puestas se atinan los asientos en que estaban, ni faltaria por diligencia, si en cosas tan escuras hobiese algun camino para las averiguar de todo punto.

Capítulo XVI.

De otra division de obispados que hizo Constantino

Magno.

Lo que antes de ahora prometimos, y hasta aquí no lo hemos cumplido, quiero poner aquí desde la division de Wamba la que antes dél hizo de los obispados en España el Emperador Constantino, tomada puntualmente del Moro Rasis, que dice desta manera: «Constantino puso obispos en muchas ciudades que no los tenian; y informado que en España no los habia, dado que era de campiña muy fertil, hermosa y arreada en todas maneras y muy llena de moradores, hobo su acuerdo sobre lo que debia hacer. Resolvióse seria expediente criar en España obispos, que sin temor alguno libremente predicasen la Fe Christiana. Para esto hizo venir á su presencia personas á propósito: repartió entre ellas las ciudades en esta guisa. Al primero señaló por obispo de Narbona y otras siete ciudades, con poder de gobernar los pueblos en lo espiritual, y reformar las costumbres. Los nombres de aquellas ciudades son estos : Besiers, Tolosa, Magalona, Nimes, Carcasona. En esta ciudad hay una iglesia con advocacion de Santa María gloriosa, excelente por siete altares de plata que tiene, y por la mucha gente que á ella acude, en especial una vez en el año es mas señalado el concurso; tambien en los demas tiempos es de gran fama y devocion: dista de Barcelona diez jornadas. Demas des

tas ciudades dieron al obispo Narbonense á Luteba, y á Euna, ό Helena que es lo mismo. Al segundo obispo fué encomendada la ciudad de Braga, y con ella Dumio, Portu, Orense, Oviedo, Astorga, Britonia, Iria ó Compostella, Aliubra, Iffa, Tuy. Despues destos dos fué nombrado el obispo de Tarragona, al qual otrosí quedaron sugetas las ciudades siguientes: Barcelona, Oca, Morada (por ventura Girona) Beria (por ventura Empurias) Oriola, Ilerda que es Lérida, Tortosa, Zaragoza, Huesca, Pam, plona, Calahorra. El quarto obispo fué de Cartagena: añadiéronle otrosí á Toledo, Oreto, Xátiva, Segobriga, Compluto, Caraca, quees Guadalaxara, Valencia, Murcia, Baeza, Castulo, Montogia, Baza, Begena, por ventura se ha de leer Bigastra. Al quinto dió á Merida ciudad principal, y con ella le consignó Pax Iulia que es Beja, Lisbona, Egitania, Coimbra, Lamego, Ebora, Coria, Lampa, que ó es Salamanca, ó un pueblo llamado Lamaso en tierra de ciudad Rodrigo. El postrer obispo tuvo á Sevilla, y con ella Itálica, Sericio de Sidueña, que es Xerez, Niebla en latin Elepla, Málaga, Illiberris, Astigi que es Ecija, Egabro que es Cabra. Desta manera toda España fué por el Emperador Constantino dividida en seis obispados. Y para mayor autoridad, y que la Religion tuviese su cabeza para gobernar y mandar, él se pasó á Constantinopla, y se llamó Rey de aquella ciudad, como quier que los de antes de Roma. Ordenó y mandó demas desto que todo el resto de los Christianos obedeciese al Señor de Roma, que acostumbraban llamar Señor de aquellos que eran del órden sagrado. Llamábanle otrosí Santo por el poder que recibiera de Pedro Apóstol, que Christo le habia dado.» Esto dice de la manera susodicha aquel Moro. Concuerda la general de Don Alonso el Sabio Rey de Castilla, en que la division de los obispados en España fué hecha por Constantino Magno, y sigue el órden puesto de suso, mudados solamente algunos nombres de ciudades. De donde, y de la division de Wamba, y por congeturas emendamos algunos nombres, que sin duda en el Moro andan estragados; y sin embargo no nos atrevimos á llamar arzobispos á los que el Moro da nombre de obispos como ignorante que era de las cosas de nuestra Religion, y de los grados y policía que en ella hay. Quedará el lector con lo dicho avisado.

Capítulo XVII.

Del Rey Ervigio.

FLAVIO Ervigio adquirió el reyno malamente, como queda dicho, gobernóle empero bien y prudentemente. Quanto á lo primero como considerase la inconstancia de las cosas humanas, que no perseveran largo tiempo en un mismo ser, y en particular que el poder adquirido por malas mañas muchas veces por el aborrecimiento que resulta en el pueblo, es abatido: que su predecesor era Rey muy esclarecido Ꭹ amado, y fuera por engaño despojado de su grandeza, y que esto la gente de los Godos no lo ignoraba: por todas estas razones se recelaba de algun reves y trabaxo. Parecióle para asegurar sus cosas tomar el camino que á otros Reyes sus predecesores no salió mal, que fué cubrirse de la capa de la Religion. Con este intento convocó los prelados de todo el reyno. Acudieron á Toledo treinta y cinco obispos. Túvose la primera junta á nueve dias de enero, año del Señor de seiscientos y ochenta y uno, Cuéntase este concilio por doceno entre los Toledanos. En él se establecieron muchas cosas, pero dos fueron las principas les. La primera aprobar la eleccion de Ervigio; ¿mas cómo se atrevieran á negar lo que pedia, al que tenia las armas en la mano? temeridad fuera y no prudencia contrastar su volun, tad. Para este propósito absolvieron á los grandes del pleyto homenage que hicieran á Wamba. Alegaban que por la renunt ciacion que él mismo hizo, y por la nueva eleccion tenia perdida su fuerza el juramento y no obligaba. La segunda cosa fué dar al arzobispo de Toledo autoridad para criar y elegir obispos en todo el reyno, quando el Rey á cuyo cargo por an. tigua costumbre esto pertenecia, se hallase muy lexos; y que quando estuviese presente, sin embargo confirmase los que por el Rey fuesen nombrados: que fué una prerogativa y pri vilegio de grande importancia, y como abrir las zanjas y echar los cimientos de la primacía que esta iglesia tiene sobre las demas iglesias de España. Las palabras del decreto que aunque oscuras, son muy notables, se pueden ver en el concilio. Fir

maron las acciones deste concilio quatro arzobispos, Juliano de Sevilla, Juliano de Toledo, Liuva de Braga, Stephano de Mérida, ca parece que no obstante el privilegio concedido á la iglesia de Toledo, el de Sevilla no quiso dar al de Toledo el primer lugar, sino guardar su antigüedad, como quier que en los concilios adelante siempre el de Toledo preceda en el asiento y firma á los demas metropolitanos. Despues desto, pasados dos años enteros, de nuevo por mandado del mismo Rey Ervigio se juntaron en la misma ciudad treinta y ocho obispos y veinte y seis vicarios de obispos ausentes, y nueve abades que con muchos señores y grandes que presentes se hallaron, celebraron en la iglesia pretoriense de San Pedro y San Pablo el concilio treceno de Toledo, á los quatro del mes de noviem bre, año de nuestra salvacion de seiscientos y ochenta y tres, y del reynado de Ervigio el quarto. Esta iglesia se entiende estuvo donde al presente la de San Pablo, do los padres dominicos estuvieron largo tiempo. Llámase Pretoriense porque está fuera de los muros de Prætorium que es casa de campo. En este concilio por voluntad del Rey y decretó que hicieron los prelados, se dió perdon general á los que siguieron á Paulo. Las imposiciones y tributos se moderaron; y por escusar alborotos, y por la gran falta de dinero soltaron á los particulares todo lo que por esta cansa debian á las rentas Reales. Todo esto se enderezaba á ganar las voluntades con muestra de clemencia y liberalidad: virtudes que en los Príncipes cubren otros muchos males. Pretendia otrosí borrar la mancha de haberse apoderado del reyno por malas mañas. Demas desto por quanto muchos que no eran nobles, con diversos colores y trazas se apoderaban de las honras y oficios públicos, y por emparentar los Godos nobles con los del pueblo su antigua nobleza, en gran parte se estragaba y escurecia, se proveyó de remedio para este daño. Ultimamente, en gracia del Rey los obispos hicieron una ley de amparo para la Reyna Liubigotona y sus hijos, dado que el Rey les faltase: én que se muestra lo mucho que temian al pueblo, que por el aborrecimiento del padre no se vengasen en los hijos y en su madre. Tambien se mandó á los obispos, que avisados, acudiesen á la corte para tener y celebrar la Pascua juntamente con el Rey. Por una carta que Juliano arzobispo de Toledo á Idalio

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