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demos se tomó la rogativa que hasta hoy en la misa se hace en España, mudadas pocas palabras. Firmaron en este concilio en primer lugar Feliz, que de arzobispo de Sevilla en lugar de Sisberto pasó á la iglesia de Toledo; y con él firmaron Faustino, que de Braga pasara á Sevilla: Máximo de Mérida, Vera de Tarragona, Feliz arzobispo de Braga y obispo de Portu. Estos mismos arzobispos con otros muchos prelados, aunque el número no se sabe, se juntaron el año luego siguiente en Toledo en la iglesia de Santa Leocadia del arrabal. Allí á siete dias de noviembre celebraron el postrer concilio de los Toledanos. No pudieron acudir sino muy pocos obispos de la GaHlia Góthica, á causa de cierta peste que heria por este tiempo en la tierra, y de la guerra que les daban los Franceses comarcanos. Tratóse á instancia del Rey de desarraygar de todo punto del reyno los Judíos, porque como el Rey testifica en un memorial que presentó al concilio, se habian comunicado con los Judíos de Africa, de levantarse y entregar á España á los Moros. Que el mal cundiera mas de lo que se podia creer y secretamente estaba derramado por todas las partes de España, si bien no habia pasado los Pyrineos, ni entrado en la Francia. Que no era justo disimular y sufrir tan grave traycion por tanto que confiriesen entre sí, y determinasen lo que se debia hacer. Esto propuso el Rey: los prelados acordaron que todos los Judíos se diesen por esclavos; y para que con la pobreza sintiesen mas el trabaxo, que todos sus bienes fuesen confiscados demas desto que les quitasen los hijos luego que llegasen á edad de siete años, y los entregasen á Christianos que los criasen y amaestrasen. Hicieron asimismo ley de amparo para la Reyna Cixilona y para sus hijos, caso que el Rey muriese, aunque desde los años pasados como se dixo estaba repudiada, como tambien en un concilio de Zaragoza que se tuvo tres años antes deste, en general se hizo una ley en que se mandó que despues de la muerte del Rey qualquiera reyna para que nadie se le atreviese entrase en religion y se hiciese monja. Estas cosas fueron las que principalmente se decretaron en este concilio. Tenia el Rey en su muger Cixilona un hijo llamado Witiza, determinóse su padre de hacelle compañero de su reyno. Esto sucedió despues de haber él solo reynado por espacio de diez años. Dan desto muestra

TOMO II.

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algunas monedas que se hallan acuñadas con los nombres destos dos príncipes por reynar ambos juntamente. Cerca de la ciudad de Tuy en un valle muy deleytoso, de muchas fuentes y arboleda, hasta hoy se veen algunos paredones, rastros de nn edificio Real que levantó Witiza para su recreacion en el tiempo que hizo residencia en aquella ciudad, ca su padre por evitar alborotos y desabrimientos le envió al gobierno de Galicia, donde fué el reyno de los Suevos. Falleció el Rey Egica en Toledo de su enfermedad, el año quinto adelante, que se contaba del Señor setecientos y uno por el mes de noviembre. Acudió su hijo desde Galicia, y sin contradiccion fué recebido por Rey, y ungido á fuer de los Reyes Godos, á los quince de dicho mes de noviembre.

Capitulo XIX.

Del Rey Witiza.

EL Reynado de Witiza fué desbaratado y torpe de todas maneras, señalado principalmente en crueldad, impiedad y menosprecio de las leyes eclesiásticas. Los grandes pecados y desórdenes de España la llevaban de caida, y á grandes jornadas la encaminaban al despeñadero. Y es cosa natural y muy usada que quando los reynos y provincias se hallan mas encumbrados en toda prosperidad, entonces perezcan y se deshagan: todo lo de acá abaxo á la manera del tiempo, y conforme al movimiento de los cielos, tiene su período y fin, y al cabo se trueca y trastorna, ciudades, leyes, costumbres. Verdad es que al principio Witiza dió muestra de buen príncipe, de querer volver por la inocencia y reprimir la maldad. Alzó el destierro á los que su padre tenia fuera de sus casas y para que el beneficio fuese mas colmado, los restituyó en todas sus haciendas, honras y cargos. Demas desto hizo quemar los papeles y procesos para que no quedase memoria de los delitos y infamias que les achacaron, y por los quales fueron condenodos en aquelta revuelta de tiempos. Buenos principios eran estos si continuara, y adelante no se trocara del todo y mudara. Es muy dificultoso enfrenar la edad deleznable y el po

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der con la razon, virtud y templanza. El primer escalon para desbaratarse fué entregarse á los aduladores, que los hay de ordinario y de muchas maneras en las casas de los príncipes: ralea perjudicial y abominable. Por este camino se despeñó en todo género de deshonestidades enfermedad antigua suya, pero reprimida en alguna manera los años pasados por respeto de su padre. Tuvo gran número de concubinas con el tratamiento y estado como si fueran Reynas y sus mugeres legítimas. Para dar algun color y escusa á este desórden hizo otra mayor maldad : ordenó una ley en que concedió á todos que hiciesen lo mismo, y en particular dió licencia á las personas eclesiásticas y consagradas á Dios para que se casasen. Ley abominable y fea, pero que á muchos y á los mas dió gusto, Hacian de buena gana lo que les permitian, así por cumplir con sus apetitos como por agradar á su Rey: que es cierto género de servicio y adulacion imitar los vicios del príncipe; y los mas ponen su felicidad y contento en la libertad de sus sentidos y gustos. Hízose otrosí una ley en que negaron la obediencia al Padre Santo, que fué quitar el freno del todo y la máscara, y el camino derecho para que todo se acabase y se destruyese el reyno hasta entonces de bienes colmado por obedecer á Roma, y de toda prosperidad y buena andanza. Para que estas leyes tuviesen mas fuerza, se juntaron en Toledo los obispos á concilio, que fué el décimo octavo de los Toledanos. La junta fué en la iglesia de San Pedro y San Pablo del arrabal, donde á la sazon estaba un monasterio de monjas de San Benito. Era Gunderico arzobispo de Toledo. Los decretos deste concilio no se ponen ni andan entre los demas concilios, ni era razon por ser del todo contrarios á las leyes y Cánones eclesiásticos. En particular contra lo que por leyes antiguas estaba dispuesto, se dió libertad á los Judíos para que volviesen y morasen en España. Desde entonces se comenzó á revolver todo y á despeñarse; porque dado que á muchos daba gusto el vicio, casi todos juzgaban mal dél, y en particular se desabrieron todos aquellos que eran aficionados á las leyes y costumbres antiguas, y muchos volvieron los ojos al linage y sucesion del Rey Chîndasuintho para les volver la corona y poner remedio por este camino á tantos males. No se le encubrió esto á Witiza, que fué ocasion de embravecerse

contra los de aquella casa, y lo que comenzó en vida de su padre, que fué ensangrentar sus manos en aquel linage, continuarlo como podia y llevarlo al cabo. Vivian dos hijos de Chindasuintho, hermanos del Rey Recesuintho, que se llamaban el uno Theodefredo y el otro Favila. Theodefredo era duque de Córdoba, do para su entretenimiento edificó un palacio, á la sazon y aun despues muy nombrado. Estaba determinado de no ir á la corte por no asegurarse del Rey, y pasar su vida en sus tierras y estado. Favila era duque de Cantabria ó Vizcaya, y en el tiempo que Witiza en vida de su padre residia en Galicia, anduvo en su compañía con cargo de capitan de la guarda, al qual los Godos en aquel tiempo llamaban Protospatario. Matóle á tuerto Witiza con un golpe que le dió de un baston, y aun algunos sospechan para gozar mas libremente de su muger en quien tenia puestos los ojos. Quedó de Favila un hijo llamado Don Pelayo, el que adeJante comenzó á reparar los daños y caida de España, y entonces acerca de Witiza hacia como teniente el oficio de su padre. Mas por su muerte se retiró á su estado de Cantabria, y el conde Don Julian casado con hermana de Witiza, fué puesto en el cargo de Protospatario. Estas fueron las primeras muestras que Witiza en vida de su padre dió de su fiereza, y de la enemiga que tenia contra aquel nobilísimo linage. Hecho Rey, pasó adelante y volvió su rabia contra Don Pelayo y su tio Theodefredo: al tio magüer que retirado en su casa, privó de la vista y le cegó: á Don Pelayo no pudo haber á las manos, dado que lo procuró con todo cuydado, como tambien se le escapó Don Rodrigo hijo de Theodefredo, que despues vino á ser Rey. Don Pelayo por no asegurarse en España dicen se ausentó, y con muestra de devocion pasó á Jerusalem en romería. En confirmacion desto por largo tiempo mostraban en Arratia pueblo de Vizcaya los bordones de Don Pelayo y su compañero, de que usaron en aquella larga peregrinacion. Resultó destas crueldades y de las demas torpezas y desórdenes deste Rey que se hizo muy odioso á sus vasallos. El perdida la esperanza de apaciguarlos por buenos medios acordó de enfrenarlos con temor, y quitarles la manera de poderse levantar y hacer fuertes. Para esto mandó abatir las fortalezas y las murallas de casi todas las ciudades de España:

digo casi todas, porque algunas fueron exêmplas deste mandato, como Toledo, Leon y Astorga, sea por no querer aceptalle, ó porque el Rey se fiaba mas dellas que de las demas. Ultra desto por las mismas causas deshizo las armas del reyno, en que consiste la salud pública y la libertad. El color que daba á mandatos tan exôrbitantes, era el sosiego del reyno y deseo que se conservase la paz, como quier que los tyranos luego que dellos se apodera la maldad, temen sus mismos reparos y ayudas, y los que ni la vergüenza retira de la torpeza, ni el temor de la crueldad, ni de la locura la prudencia, estos por asegurarse se suelen enredar y caer en mayores daños. Era por este tiempo arzobispo de Toledo Gunderico sucesor de Feliz, persona de grandes prendas y partes, si tuviera valor y ánimo para contrastar á males tan grandes; que hay personas á quien aunque desplace la maldad, no tienen bastante ánimo para hacer rostro al que la comete. Quedaban otrosí algunos sacerdotes, que como por la memoria del tiempo pasado se mantuviesen en su puridad, no aprobaban los desórdenes de Witiza : á estos él persiguió y afligió de todas maneras hasta rendillos á su voluntad, como lo hizo Sinderedo sucesor de Gunderico, que se acomodó con los tiempos y se sugetó al Rey en tanto grado que vino en que Oppas hermano de Witiza, ó como otros dicen hijo, de la iglesia de Sevilla cuyo arzobispo era, fuese trasladado á Toledo. De que resultó otro nuevo desórden encadenado de los demas, que hobiese juntamente dos prelados de aquella ciudad contra lo que disponen las leyes eclesiásticas. La muerte de Witiza fué conforme á la vida, si bien los autores en la manera della se diferencian. El arzobispo Don Rodrigo dice que fué muerto por conjuracion de Don Rodrigo, que se ayudó para esto así de los de su valía como de los Romanos, á lús quales se recogió quando cegaron á su padre. El deseo de venganza y el miedo del peligro en que andaba, le dieron ánimo para quitar la vida al que así le trataba. Su padre lo que le quedó de la vida pasó en Córdoba condenado á perpetuas tinieblas y cárcel. Otros autores muy diligentes afirman, que Witiza murió de enfermedad en Toledo, el año deceno de su reynado que se contaba de Christo setecientos y once. Dexó dos hijos llamados el uno Eba y el otro Sisebuto: á estos co

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