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minar sus negocios al fin que deseaba, persuadió al Rey que pues España estaba en paz, y los Moros y Franceses por diversas partes corrian las tierras de Africa y de Francia, que enviase contra ellos á aquellas fronteras todo lo que restaba de armas Ꭹ caballos; que era desnudar el reyno de fuerzas para que no pudiese resistir. Concluido esto como deseaba, dió á entender que su muger estaba en Africa doliente de una grave y larga enfermedad: que ninguna cosa la podria tanto alentar, como la vista de su hija muy amada; que esto le avisaban y certificaban por sus cartas asi ella como los de su casa. Fué la diligencia que en estó pusó tan grande, que el Rey dió licencia sea forzado de la necesidad, mayormente que prometia seria la vuelta en breve, sea por estar ya cansado y enfadado como suele acontecer de aquella conversacion. En la ciudad de Málaga, que está á las riberas del mar Mediterráneo, hay una puerta llamada de la Cava, por donde se dice como cosa recebida de padres á hijos, que salió esta señora para embarcarse. A la misma sazon el Rey, que por tantos desórdenes era aborrecido de Dios y de las gentes, cometió un nuevo desconcierto con que dió muestra de faltarle la razon y prudencia. Habia en Toledo un palacio encantado, como lo cuenta el arzobispo Don Rodrigo (1), cerrado con gruesos cerrojos y fuertes candados para que nadie pudiese en él entrar, ca estaban persuadidos así el pueblo como los principales que á la hora que fuese abierto, seria destruida España. Sospechó el Rey que esta voz era falsa para efecto de encubrir los grandes tesoros que pusieron allí los Reyes pasados. Demas desto movido por curiosidad, sin embargo que le ponian grandes temores, como sean las voluntades de los Reyes tan determinadas en lo que una vez proponen, hizo quebrantar las cerraduras. Entró dentro no halló algunos tesoros, solo un arca, y en ella un lienzo y en él pintados hombres de rostros y hábitos extraordinarios con un letrerò en latin que decia : POR ESTA GENTE SERA EN BREVE DESTRUIDA ESPAÑA. Los trages y gestos parecian de Moros: así los que presentes se hallaron, quedaron persuadidos que aquel mal y daño vendria de Africa ; y no menos ar

(1) Lib. 3. cap. 17.

repentido el Rey aunque tarde de haber sin propósito y á grande riesgo escudriñado y sacado á luz mysterios encubiertos hasta entonces con tanto cuydado. Algunos tienen todo esto por fábula, por invencion y patraña: nos ní la aprobamos por verdadera, ni la desechamos como falșa ; el lector podrá juzgar libremente, y seguir lo que le pareciere probable: no pareció pasalla en silencio por los muchos y muy graves autores que la relatan, bien que no todos de una manera.

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Las armas de los Sarracenos por estos tiempos volaban por todo el mundo con grande valor y fama. Túvó esta canalla su origen y principio en Arabia, y á Mahoma por caudillo, el qual primeramente engañó mucha gente con color de Religion. Despues se apoderó de las partes y provincias de Levante: desde allí se estendió ácia Mediodía, y en breve espacio de tiempo llegó hasta las postreras tierras de Occidente. Consideró el Emperador Heraclio el peligro que amenazaba; y asi despues que venció á Cosroes Rey de Persia y se apoderó de la Asia, procuró con maña atajar en sus principios esta peste: dió sueldo á quatro mil Sarracenos de los más nobles y valientes. Mostró con esto querer honrallos y hacer dellos confianza como quier que á la verdad pretendiese tenerlos cerca de sí para, seguridad que no levantasen segun que habian comenzado nuevas álteraciones y guerras. Sucedió que pidieron cierto vestido debido á los soldados por una ley de Justiniano que hasta hoy se conserva. Nególes su peticion el Prefecto del Fisco: que en tiempo tan estragadó era un eunuchô: díxoles palabras afrentosas, es á saber: « qué sobra á los soldados Romanos que se pueda dar á estos canes? » Irritáronse ellos con aquella respuesta y palabra de aquel hombre afeminado. Levantaron sin dilacion sus banderas, y vueltos á su tierra, se apoderaron de muchas ciudades comarcanas del imperio Romano. Sugetaron á Egypto y á los Persas, flacos á la sazon y sin fuerzas por las victorias que poco antes sobre ellos ganaron

los Romanos; y no solo los sugetaron como vencedores, sino tambien los compelieron á que profesasen la ley y tomasen el nombre de Sarracenos. Con el mismo ímpetu tomaron toda la Suria, y diversas veces acometieron la Africa, en que los trances fueron diferentes, ca á veces vencian, y á veces al contrario; mas últimamente salieron con la empresa. Fué asi que el Rey desta gente por nombre Abimelech con un grueso exérci to se metió por Africa y se puso sobre Carthago: tomóla y echóla por tierra; pero sin embargo fueron vencidos y echados de toda la Africa por Juan Prefecto del Pretorio, gobernador á la sazon de aquellas partes. Tornábanse á rehacer para entrar de nuevo con mas fuerzas y mas bravos: por este respeto Juan se embarcó y pasó á Constantinopla para pedir gente de socorro al Emperador Leoncio, que fué el año del Señor de setecientos poco mas ó menos. Las legiones Romanas que en Africa y en Carthago quedaban, cansadas de esperar ó con deseo de novedades alzaron por Emperador á un Tiberio Apsimaro, y para apoderalle del imperio pasaron con él á la misma ciudad de Constantinopla. Con esto quedó Africa desapercebida y flaca: acometiéronla de nuevo y sugetáronla los Sarracenos. Pasaron adelante, y hicieron lo mismo en la Numidia y en las Mauritanias sin parar hasta el mar Océano y Atlántico, fin y remate del mundo. Era señor de toda aquella gente y de aquel imperio Ulit: llamábase Miramamolin, que era apellido de supremo Emperador, Gobernaba en su nombre lo de Africa Muza hombre feroz, en sus consejos prudente, y en la execucion presto. El conde Don Julian luego que alcanzó licencia del Rey para pasar en Africa, de camino se vió con las cabezas de la conjuracion para mas prendallos, hablóles conforme al apetito de cada qual: prometia á unos riquezas, á otros gobiernos, con todos blasonaba de sus fuerzas, y encarecia la falta que dellas el Rey tenia. No lexos de la villa de Consuegra está un monte llamado Calderino, y porque este nombre arábigo quiere decir monte de traycion, los de aquella comarca se persuaden, como cosa recebida de sus antepasados, que en aquel monte se juntaron el Conde y los demas para acordar, como acordaron, de llamar los Moros á España. Llegado en Africa, lo primero que hizo fué irse á ver con Muza: declaróle el estado en que las cosas de España se hallaban: quexóse

de los agravios que el Rey tenia hechos sin causa asi á él, como á los hijos del Rey Witiza, que demas de despojarlos de la herencia de su padre, los forzaba á andar desterrados, pobres y miserables, y sin refugio alguno; dado que no les faltaban las aficiones de muchos, que llegada la ocasion se declararian. Que era buena sazon para acometer á España, y por este camino apoderarse de toda la Europa en que hasta entonces no habian podido entrar; solo era necesario usar de presteza para que los contrarios no tuviesen tiempo de aprestarse. Encarecíale la facilidad de la empresa, á que se ofrecia salir él mismo con pequeña ayuda que de Africa le diesen, confiado en sus aliados. Que por tener en su poder (de la una y de la otra parte del estrecho) las entradas de Africa y de España, no dudaria de quitar la corona á su contrario. No le parecia al bárbaro mala ocasion esta; solo dudaba de la lealtad del Conde si por ser Christiano guardaria lo que pusiese. Parecióle comunicar el negocio con el Miramamolin. Salió acordado que con poca gente se hiciese primero prueba de las fuerzas de España, y si las obras del Conde eran conformes á sus palabras. Era Muza hombre recatado: hallábase ocupado en el gobierno de Africa, empeñado en muchos y graves negocios. Envió al principio solos ciento de á caballo y quatrocientos de á pie repartidos en quatro naves. Estos acometieron las islas y marinas cercanas al estrecho. Sucedieron las cosas á su propósito que muchos Españoles se les pasaron. Con esto de nuevo envió doce mil soldados, y por su capitan Tarif por sobrenombre Abenzarca, persona de gran cuenta, dado que le faltaba un ojo. Para que fuese el negocio mas secreto, y no se entendiese donde se encaminaban estas tramas, no se apercibió armada en el mar, sino pasaron en naves de mercaderes. Surgieron cerca de España y lo primero se apoderaron del monte Calpe y de la ciudad de Heraclea que en él estaba, y en lo de adelante se llamó Gibraltar, de Gebal que'en arábigo quiere decir monte, y de Tarif el general; de cuyo nombre tambien, como muchos piensan, otra ciudad allí cerca llamada antiguamente Tartesso tomó nombre de Tarifa. Tuvo el Rey Don Rodrigo aviso de lo que pasaba, de los intentos del Conde, y de las fuerzas de los Moros. Despachó con presteza un su primo llamado Sancho (hay quien le llame Iñigo) para que le saliese al encuentro. Fué muy

desgraciado este principio, y como pronóstico y mal agüero de lo de adelante. El exército era compuesto de toda broza, y como gente allegadiza, poco exercitada, ni tenian fuerza en los cuerpos, ni valor en sus ánimos: los esquadrones mal formados, las armas tomadas de orin, los caballos ó flacos ó regalados, no acostumbrados á sufrir el polvo, el calor, las tempestades. Asentaron su real cerca de Tarifa: tuvieron encuentros y escaramuzas, en que los nuestros llevaron siempre lo peor, últimamente ordenadas las haces, se dió la batalla, que estuvo por algun espacio en peso sin declarar la victoria por ninguna de las partes, pero al fin quedó por los Moros el campo. Sancho el general muerto, y con él parte del exército, los demas se salvaron por los pies. Pasaron los bárbaros adelante engreidos con la victoria: talaron los campos del Andalucía y de la Lusitania; tomaron muchos pueblos por aquellas partes, en particular la ciudad de Sevilla por estar desmantelada y sin fuerzas. Sucedió esta primera desgracia el año setecientos y trece, en el qual Sinderedo arzobispo de Toledo por la revuelta de los tiempos ó por la insolencia del Rey se ausentó de España. Pasó á Roma, do los años adelante se halló en un concilio Lateranense que se celebró por mandado del Papa Gregorio III. Por su ausencia los canónigos de Toledo trataron de elegir nuevo prelado por no carecer de pastor en tiempo tan desgraciado. No hicieron caso de Don Oppas como de intruso y entronizado contra derecho. Dieron sus votos á Urbano que era primiclerio de aquella iglesia, que era lo mismo que chantre, persona de conocidas partes y virtud, pero porque su eleccion fué en vida de Sinderedo, y parece no fué confirmada por quien de derecho lo debia ser, los antiguos no le contaron en el número de los prelados de Toledo, como se saca de algunos libros antiguos en que se pone la lista y catálogo de los arzobispos de aquella ciudad.

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