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uno de sus suce ores á mediados del siglo ri, continuó con la misma disciplina que encontró en su iglesia de Cartago: disciplina que insensiblemente se extendió á muchas iglesias del Asia; pues tambien la habia a doptado y sostenia San Firmiliano,, obispo de Cesaréa en Capadocia, con otros muchos prelados. Podemos sin embargo llamar á esta disputa propia de San Cipriano. San Esteban reclamó al órden y á la tradicion de los Padres, y condenó abiertamente la rebautizacion, en lo que cumplió exâctamente con el deber que le imponia su carácter de Primado. Aquí ve V. M. una de las mas célebres disputas que nos ofrece la historia eclesiástica entre el Primado de la iglesia y el sapientísimo obispo de Cartago, ambos ilustres por su doctrina, por su piedad, por su santidad, por sus virtudes y por su glorioso martirio: ambos respetables por su carácter, por su zelo, por su constancia San Esteban defendiendo una verdad derivada de la tradicion divina y apostólica; S. Cipriano sosteniendo un error en el fondo, pues que no estaba aun reconocido universalmente como tal; pero sosteniéndolo de buena fe, y con un teson y firmeza digna del Primado del Africa. ¿Y cómo se explicaba San Esteban? Jamas pronunció: Fo lo mando; ni aun dixo: La iglesia de Roma, de acuerdo con las iglesias del Occidente, reprueba la rebautizacion, con cuya disciplina debeis conformaros.. Este lenguage no debía usarse con San Cipriano, pues no era hombre que se aterraba con una bula de Roma. El lenguage de San Esteban fué el que debia diciendo á San Cipriano: Nada se innove, sino hágase lo que enseña la tradicion. Nihil innovetur, nisi quod traditum est. Con todo este respeto y consideracion trataba la Silla Romana á los obispos. Sin embargo, no se creyó obligado San Cipriano á separarse de la disciplina de su iglesia en un punto que no tenia mas antigüedad que la época dél pontificado de Agripino, es decir, poco mas de medio siglo. San Cipriano juntó un concilio de las iglesias del Africa y parte del Asia el año de 256, y allí se vió con qué firmeza y vigor habló este doctor y padre de la iglesia: Ninguno de nosotros, dixo, pretenda constituirse obispo de los obispos, ni tira-. nizar á sus concolegas forzándolos à la necesidad de obedecer. Neque quisquam nostrum episcopum se esse episcoporum constituit, nec tirannico terrore ad obsequendi necessitatem collegas suos adigit. Todos los padres, conocieron fácilmente que hablaba de San Esteban.

ser,

,,El error siguió por desgracia, y San Cipriano continuó con la misma disciplina que habia encontrado en Cartago. No es del caso exponer aquí las razones que de parte á parte alegaban estos ilustres santos para sostener su doctrina. La disputa de la rebautizacion no se habia tratado aun en la iglesia con toda diligencia y exactitud, como se explica San Agustin. Nondum erat diligenter illa baptismi quæstio pertractata; y en efecto no se decidió hasta el concilio de Nicea. Aquí ve V. M. un santo obispo que re'conoce límites en el Primado de jurisdiccion que exerce el obispo de Roma en toda la iglesia jurisdiccion que está arreglada por los sagrados cánones. Y. seria San Cipriano á propósito para que el Papa le plantase una. Inquisicion en su vasta diócesi, ó en las de sus sufragíneos? ¿Era hombre que se dexaria cerrar la boca para calificar la doctrina, y atar las manos para absolver de la heregía como se ha hecho con nuestros obispos? ¿Qué diria este grande hombre si hubiera podido descubrir desde lejos este fantasma de Inquisicion?

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,,No se me oculta que algunos teólogos ultramontanos, particularmen te jesuitas, han satirizado á San Cipriano por su firmeza para con San Esteban. ¡ Miserables! Debian reflexionar que San Cipriano es uno de los doctores mas sabios de la antigüedad, uno de los mas ilustres padres de la iglesia, un obispo, un santo, y un mártir clarísimo: debian atender que la iglesia de Roma, que no ha colocado en el canon de la misa sino á los mártires que mas se distinguieron por su eminente fortaleza y santidad, ha puesto á San Cipriano en esta sagrada liturgia, y no puso á San Esteban, á pesar de haber sido Papa, santo У mártir muy ilustre. El mismo San Ag Agustin toma la defensa de aquel sapientísimo doctor, diciendo que él hubiera hecho lo mismo, hallándose en su lugar, sobre la famosa competencia de la rebautización;,,pues el varon clarísimo Cipriano ( añade) habria cedido en este punto si la iglesia en un concilio plenario hubiera discutido y definido este dogma. ¿No vemos en el concilio de Jerusalen, que pesar de estar presidido por San Pedro, y compuesto de los apóstoles, instruidos todos en la divina escuela de Jesucristo, hubo sin embargo grande discusion, y ninguno mandaba en gefe absoluto? Cum magna conquisitio fieret. Allí los apóstoles ocuparon el lugar que les correspondia, formando un solo cuerpo con su cabeza: hablando como doctores, como maestros, como jueces legítimos, no como discípulos, no como delegados, no como vicarios de San Pedro. De aquí es que San Cipriano en su libro de oro De unitate ecclesiæ enseña que el obispado no es mas de uno: Episcopatus uñus est, cujus in solidum episcopi partes tenent. Dice mas: que los apóstoles fueron lo mismo que San Pedro, dotados de igual honor y potestad; pero salvo siempre el Primado de aquel que ya habia defendido en otra parte.. Hoc erant utique cæteri apostoli, quod fuit Petrus, parisconsortio præditi, et honoris, et potestatis. Que nos vengan ahora los ultramontanos con su sistema de monarquía universal fundada en el ayre, es decir, en las falsas decretales del impostor Isidoro: que nos proclamen al Sumo Pontifice por obispo universal, lo que el P. S. Gregorio Papa denomina nombre de blas-femia, nomen blasphemiæ, palabra necia y soberbia, stultum ac superbum vocabulum. Los Papas desde entonces se han intitulado siempre siervos de los siervos de Dios, servus servorum Dei; y es necesario hacer esta justicia á su virtud Y moderacion. Si en los siglos bárbaros por condescendencia para con los príncipes han permitido que se hayan disminuido en España las atribuciones de los obispos, estarán prontos á restituírselas por entero. Todos saben que el establecimiento de la Inquisicion tuvo este orígen. Pe-ticion de los príncipes, condescendencia de los Papas, silencio de la mayor parte de nuestros obispos, decadencia de las luces, corrupcion de la disciplina y la moral....., todo esto y mucho mas fue necesario para introducir en la iglesia de Dios un tribunal exôtico, extravagante, que á la sombra de las falsas decretales que concedian á los Pontífices de Roma el poder absoluto de un monarca, se fue poco a poco, con astucia y las mas viles adulaciones, erigiendo en coloso, para so pretexto de conservar la fe, que de ninguna manera le fue encomendada, alzarse con una porción de los derechos episcopales, y ser el espanto y terror de los pueblos. Su fina politica llegó á hacer creer á los incautos y piadosos españoles, que las voces religion, pureza de fe é Inquisicion son sinónimas. ¡Qué error! ¡Qué intriga! ¡Qué hipocresía y disimulo de tribunal! ¡Y con qué arte ha sabido

adquirirse universalmente el renombre de Santa, que es precisamente el epiteto que menos le conviene! Pero llegó el tiempo, Señor, de poner las cosas en el órden antiguo. Llegó la hora en que V. M. con resolucion firme. y mano fuerte quite este padrastro de en medio de la nacion. Contestaré ahora á varias especies que se han producido en el Congreso,

,,Los pueblos, dixo un señor diputado, no estan dotados aun de la ilustracion competente para tratar de quitarles la Inquisicion: es necesario aguardar á que se ilustren. ¡Grandemente! ¿Y quién es la causa de que el pueblo español no se halle debidamente ilustrado, y conozca sus verdaderos intereses, sino la misma Inquisicion? Mientras subsista este sombrío y cauteloso tribunal, la España estará condenada á una perpetua ignorancia y estupidez. Es menester publicarlo á la faz de toda la Europa: que para que un español pudiera leer á un Mably, á Condillac, Filangieri....., y lo que es mas asombroso, para leer á Pascal, Duguet, Arnaldo, Racine, Nicole y á otros sabios y piadosos autores proscritos por este fanático y estúpido tribunal, era necesario ocultarse en la obscuridad de una guardilla, ó velar en el profundo silencio de las noches para no ser sorprehendido por una espía de la Inquisicion. A mí me sucedió mas de una vez para leer la sagrada Biblia, traducida por el piadosísimo P. Saci, no sin afliccion de mi espíritu. ¡ Dias de horror, de espanto y amargura para mi corazon, no puedo traeros á la memoria sin enternecerme! Este mismo hipócrita tribunal, que sepultaba en sus archivos las obras mas doctas y piadosas, dexaba correr impunemente los casuistas mas relaxados y obscenos; los sermonarios mas ridículos y extravagantes en que se profana descaradamente la sagrada escritura, acomodándola á sentidos impropios, á fantásticas alegorías, haciendo un juego de la santa y terrible palabra del Señor. Aun hizo mas: árbitro absoluto de las conciencias de los fieles, que manejaba á su capricho, les prohibió baxo pena de excomunion la lectura de las célebres provinciales de Pascal, porque descubrió al mundo la tortuosa conducta y política infernal de los jesuitas, y al mismo tiempo concedia permiso hasta á las mugeres para leer con perjuicio de la religion la culta y elegante fábula del P. Berruyer intitulada: Historia del pueblo de Dios. Esta obra fue condenada por Benedicto XIV: la condenaron igualmente varias juntas de obispos hasta el mismo parlamento de Paris la proscribió como perjudicial, fabulosa, impía, detestable. Y por qué la Inquisicion de España concedia su lectura á muchas personas, y jamas concedió la de las provinciales de Pascal? La respuesta es bien clara; porque Pascal impugnó los enormes abusos de la Compañía, y Berruyer pertenecia á esta corporacion, amiga predilecta del Santo Oficio. Vea aquí V. M. otro de los milagros de la Santa. ¿Y se ha de decir ahora que es necesario que el pueblo se ilustre para quitar la Inquisicion? Un tribunal acérrimo enemigo de los sabios, perseguidor eterno de la ilustracion, permitirá que el pueblo abra los ojos para que despues lo derribe? ¡ Rara paradoxa! ¿Qué libro de Derecho público y de gentes nos ha dexado? No pudiendo prohibirnos en España á nuestros Salgados y Solórzanos, los prohibió en Roma, á pesar de las enérgicas reclamaciones de nuestros reyes.

,,Otro señor diputado nos traxo la bizarra especie de que la Inquisicion comenzó con el nacimiento de la iglesia. Yo digo que se ha quedado muy corto. El inquisidor Luis de Páramo le da mucho mas edad, pues la hizo nacer en el centro del paraiso, y por consiguiente debe ser coetánea de

nuestro padre Adan. Luego nos presenta al mismo Dios por primer inquisidor, y sigue despues con una prodigiosa serie de inquisidores, que no hay mas que desear en quanto al orígen, antigüedad, gloria y honor de esta Santa. Entre sus prosélitos coloca nada menos que à Nabucodonosor, rey de Babilonia, y á otros personages de la mas alta gerarquía..... Si yo no viera estos delirios estampados por un autor clásico de la Inquisicion, qual es el famoso Páramo, no me atreveria á exponerlos al desprecio é indignacion de V. M. Empero no puedo menos que llamar su atencion sobre la calidad de un tribunal que se nos ha querido pintar como un precioso don del cielo, como baluarte de la fe, como columna de la religion. Pero si el señor preopinante tuvo largas creederas para persuadirse que la Inquisicion nació con la iglesia: ¿cómo Jesucristo nuestro Señor no le confió desde luego el depósito sagrado de la fe? ¿Cómo no lo hicieron los apóstoles y primeros padres de la iglesia? ¿O es que la Inquisicion era algun tesoro escondido desde el principio del mundo, y reservado para salir á luz en el famoso siglo XIII?

,, Otros señores han confesado ingenuamente que este tribunal es diametralmente opuesto á nuestra constitucion, que toda ella no respira sino máxîmas de justicia universal; pero que podia reformarse y conciliarse con ella. Esto es como si dixeran que podian conciliarse la luz con las tinieblas, la libertad política con el despotismo mas atroz, y el error con la verdad. Este seria á mi ver uno de los mas estupendos milagros de la Santa. Mas es necesario publicar á la faz del mundo entero, que en la Inquisicion no cabe reforma. Es irreformable por su esencia, por su carácter, por su constitucion. Se halla en el mismo caso que los jesuitas. Quando á peticion del rey de Portugal.expidió Clemente xii un breve al cardenal de Saldaña para reformar la Compañía en aquel reyno, el P. Ricci, prepósito general, y uno de los mas astutos políticos que hubo jamas, respondió francamente que los jesuitas no admitian reforma, y que ó habian de ser abolidos, ó subsistir como estaban : Aut sint ut sunt, aut non sint. Nuestros folletistas, como es notorio, sienten lo mismo de su Santa. Ellos han adoptado el mismo espíritu de los jesuitas, de quienes son legítimos herederos y sucesores para calificar de jansenistas á los que no piensan como ellos, y ya se sabe el odio eterno que profesaron al sabio obispo de Ipres por su famosa obra Augustinus.

,,Algunos señores diputados de Cataluña han ponderado á V. M. que la voz uniforme de su provincia estaba en favor de la Inquisicion, y que debian consultarla ántes de votar. Mas yo con todo el respeto que merecen sus señorías, les pregunto lo primero, si ántes de votar sobre este grave asunto, necesitaran de consultar á su provincia, adónde iria entonces á parar la representacion nacional? ¡Qué! No traxeron poderes amplios é ilimitados, como sus otros compañeros? Lo segundo, si se concediera esto á esos señores, podríamos alegar lo mismo todos los diputados, no solo en quanto á la Inquisicion, sino en todos los demas asuntos; y en este caso, ¿qué seria de las Cortes? Quando acabarian los de ultramar, particularmente el señor diputado de Filipinas, de averiguar el gusto de sus respectivas provincias? Lo tercero, ¿cómo sabrán los señores diputados catalanes la voluntad general de su provincia, hallándose ocupadas todas las capitales por los enemigos? Lo quarto, podian acordarse estos señores que algunos de ellos votaron contra la abolicion de señoríos, alegando que en su provincia

seria mal recibida la heroica resolucion de V. M., y hemos visto todo lo contrario. Porque, ¿qué provincia ha aplaudido con mayor entusiasmo que aquella la absoluta extincion de los bárbaros restos del dominio feudal? Aquellos pueblos, Señor, estan bien persuadidos de que V. M. no acordará providencia que no sea justa, benéfica, religiosa, y útil al bien del estado. La fuerte y heroica Cataluña ha dado siempre las mas relevantes pruebas de su frtima adhesion al Congreso, y no podrá menos que admitir con aplauso las sabias y prudentes reformas que V. M. continúa haciendo er beneficio de la nacion. La nacion entera quiere conservar con firmeza la religion de sus mayores, y V. M. les propone los tribunales legítimos que deben proteger este don precioso de la fe, que es el patrimonio predilecto de los españoles. Los enemigos del órden, del estado, del rey y de la misma religion, que tanto vociferan., sin entender ni sus principios, ni sus fundamentos, ni sus máximas, estan encarnizados y empeñados en dominar los pueblos so pretexto de la religion santa que profesamos. Se les hace creer por papeluchos indecentes, atestados de embustes y falacias, que la conservacion de la fe estriba en la subsistencia de esta malhadada Inquisicion. ¡Qué horrible y vergonzosa estratagema! Dígaseles con toda franqueza y claridad:,,pueblos quereis por jueces de la fe á los mismos que estableció Jesucristo?" Seguramente responderán que si. Mas qué sucede? Que por miras puramente humanas y detestables, condenadas por esta misma religion, quieren hacer del pueblo un instrumento ciego de sus caprichos, de sus pasiones, de su ambicion, de su interes y de su malvada política. Quisieran que el pueblo se insurreccionase por la Inquisicion: que hubiese un platero Demetrio, que con otros codiciosos y fanáticos saliese gritando por las calles en favor de la Santa: Magna Diana Ephesiorum, Magna Diana Ephesiorum, No seria este proyecto, muy propio de los ministros del

santuario!

Pero la mayor parte del clero español es muy prudente, muy sabio y religioso para sostener este fanatismo. El pueblo de España es muy circunspecto y sensato para dar crédito á los enemigos declarados de su ilustracion. Aun quando al presente por las críticas circunstancias de esta guerra cruel no se halle perfectamente penetrado de las benéficas intenciones del Congreso, ya se desengañará quando lea con detenimiento y reflexion el diario de Córtes; monumento eterno de la prudencia y sabiduría de V. M. En él verá el pueblo español das sabias medidas y desvelos infatigables que han tomado las Córtes para el alivio y cultura de la nacion, particularmente si llega á abolirse el denominado Santo Oficio.

Pero me replicarán, como ya se ha hecho al Congreso, que muchos reverendos obispos reclaman por él. Sin duda. Yo respeto el alto carácter y dignidad de los supremos pastores de la iglesia; mas debo responderles sin agraviar á su piedad y sabiduría, que si piden la Inquisicion es porque no la conocen, ni era posible conocerla facilmente; pues siempre ha estado cubierta de un velo tenebroso, Nadie podrá negar el talento y vasta erudicion del Señor Abad y la Sierra; sin embargo, yo le oí decir, que ni habia conocido la Inquisicion, ni la habia temido hasta que fué nombrado inquisidor general. Entonces fué quando le parecio formidable, horrible, espantosa, cruel. Esta conversacion se suscitó en casa del señor nuncio Hipólito Vinsauti quando fuí á tratar de la silla episcopal que debia establecerse en los

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