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los presentes semejables son, y lo que fué esto será, por donde lo que ha sucedido tiene muy gran fuerza para persuadir pararán en lo mismo los que echaren por semejantes caminos. Pondré pues algunos inconvenientes, en primer lugar los que, aunque tienen apariencia de grandes, no lo son, y se puede salir de ellos, por lo menos no son tan relevantes que no se puedan atropellar por no privarse de otras mejores comodidades. Lo primero, dicen algunos, que es novedad nunca vista ni oida en el reino, y que toda novedad trae consigo medios é inconvenientes. Por lo dicho de suso se ve claramente que, no una, sino muchas veces, se ha acudido á este arbitrio; del suceso y de lo que resultó. aun no hablo. Añaden que se dejarán las labores de la tierra, como quier que otros entre las comodidades de esta moneda aleguen por la otra parte contraria que con tener á mano este dinero tal cual es, todos podrán labrar sus tierras y beneficiar sus granjerías, de suerte que esta razon no convence á todos ni tiene tanta fuerza como algunos encarecen. Lo tercero dicen que se impedirá el comercio, especial de las naciones de fuera, que convidados de nuestra plata, traen sus mercadurías, y por el mismo caso cesará el trato de las Indias, que consiste en llevarles lo que ellos traen, digo los extraños, á España. Dirá otro que se alega por inconveniente guardar las leyes del reino; que ¿cómo puede ser comodidad del reino lo que está en él defendido y cómo le puede estar bien á España que le lleven su plata? Antes esta misma razon prueba que es provechoso contratar con esta moneda de vellon para que no vengan los extranjeros á estar forzados á llevar á trueque de las suyas las mercadurías de la tierra, que es lo que siempre se ha pretendido y lo que se debe procurar; que cuanto á las Indias, no se impedirá el trato, por causa de que lo principal que se lleva son frutos de la tierra, vinos, aceites, paños, sedas y hierros, y todos los años les viene plata á los cargadores, con que pueden comprar lo que les viniere á cuento, como licnzo, papel y bujerías; si que por labrar esta moneda no dejarán de labrar la plata que viniere, antes habrá de todo. Por el mismo camino se responde á otra razon aparente, que el rey no podrá hacer sus asientos para proveer sus armadas fuera del reino y otras ocurrencias; antes se podrá decir que tendrá mas comodidad de plata para afuera haciendo dentro del reino estotra moneda. La verdad es que el vellon cuando es mucho destierra la plata y la hunde; la causa porque al rey pagan sus rentas en plata, y su majestad paga juros, criados y ministros eu vellon, con que se apodera de la plata, y de allí pasa á los extranjeros, y aun la poca que queda á los vasallos no parece, porque todos quiren mas gastar el vellon que la plata. Grande daño alegan asimismo y encarecen que será fácil falsear esta moneda, razon que tiene mas fuerza dando causas de esto: la primera porque no tiene plata, y por ella no se podrá distinguir la buena de la contrahiecha y falsa; la segunda por la grande ganancia, que de siete partes se ganan las cinco, como queda dicho, donde antes por ser el mismo ó casi el valor natural y el legal, pocos se ponian al riesgo de ser castigados como falsarios por tan pequeño interés. De esta razon la segunda parte tiene

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mucha fuerza, que es gran cebo con costa de doscientos ducados hacer setecientos para ponerse á cualquier riesgo y aventurarse'; mas la primera parte se funda en engaño, que la plata se echase en la moneda de vellon porque no se falsease, que no fué esta la causa, sino que el maravedí era de plata antiguamente, como se hecha de ver por el valor que tenia y porque la mitad se llamaba blanca, que lo era á la manera que un sueldo en Francia se llama un blena; mas con el tiempo, por bajar tantas veces la moneda de ley, sucedió que se hicieron las blancas negras, pero siempre con mezcla de plata mas ó menos, de suerte que no fué traza de los Reyes Católicos, sino determinacion que en un marco se echasen siete granos y no mas. Yo no tengo por inconveniente que en la moneda de vellon no se mezcle plata, sino que aquel gasto se aliorre como de ningun provecho; pero si mi parecer valiera, quisiera que la estampa fuera mas prima como la de Segovia y que se diera mas número de las dichas monedas por el real, como en Francia, que un sueldo, que vale como un cuartillo, dan por doce dineros, y cada dinero vale tres liardos. En Nápoles por un carlino, que vale veinte y ocho maravedís, dan sesenta caballos, que son cada uno como un ochavo de los de antes; todo esto para que con la estampa y muchedumbre se igualasen los valores, el natural del maravedí con el legal, y el del vellon con el de plata, que de esta manera seria la ganancia poca y pocos para falsearla tendrian molinos de moneda, y la fundida de otra fe fácilmente se conoce y se diferencia de la acuñada, mayormente que en la labor de la plata que se hace en estos molinos entiendo hay gran desperdicio, y que los reales no salen tan ajustados por causa que la plancha no puede ser tan uniforme, sin otros inconvenientes que alegan, donde en el cobre cesan todos estos daños, y se acude á lo que es forzoso, que es ajustar los valores natural y legal. Dejo otras razones que se pueden alegar de inconvenientes mas aparentes que verdaderos, por venir á lo que hace al caso y no repicar los broqueles con imaginaciones no bien fundadas, sino con la práctica de lo que hallamos en los libros escritos. Todavía notaré aquí que á otros inconvenientes que trae se puede asimismo responder, como que nadie podrá atesorar para hacer obras pias; dirá otro que el dinero no se hizo para atesorarlo, sino para derramarlo, y que sou tantos los que atesoran para impertinencias, que se puede ir lo uno por lo otro; además que el vellon no quita que no haya oro ni plata; como cada año viene de las Indias, que no estará ahora menos á mano que antes. Otro inconveniente es que no se podrá llevar esta moneda para las compras y pagas; puédese decir que ya los mercaderes tienen calculada la costa que tendrán de llevarlo de Toledo á Murcia, que es lo postrero del reino, es á saber, uno por ciento, y no mas. Fuera del reino, es á saber, no hay para qué se lleve, pues tampoco la plata, conforme á las leyes, se puede llevar ni á Portugal ni á Valencia. El trabajo de contarlo y de guardarlo molestia es, y sin duda grande y de consideracion; pero ni tan relevante, que no se recompense con las comodidades que de suso en favor de esta moneda se pusieron. Añaden para conclusion que se su

birá por este camino el cobre, se enriquecerán los extraños que tienen mucho de este metal, y á nosotros faltará el menaje que se forjaba de él ó subirá á precios excesivos. Cierto es que pocos años ha valia en Francia un quintal de cobre diez y ocho francos, que sale el marco á trece maravedís, y en Alemania era mas barato, y en Castilla vale ya el marco cuarenta y seis maravedís, que es casi el cuatro tanto, y cada dia con esta priesa que le dan pujará mas. No hay duda sino que este daño es verdadero, pero hay otros mas relevantes que luego se declararán.

CAPITULO X.

Otros inconvenientes mayores.

El primero de estos mayores inconvenientes es que la labor de esta moneda en tanta cantidad es contra las leyes de estos reinos. Los Reyes Católicos el año de 1497 en la moneda de oro y de plata no pusieron límite alguno; á todos permiten que labren todo lo que de estos metales quisieren; de la de vellon ordenaron en la ley 3. que solamente se labrasen diez cuentos repartidos en cierta forma por las seis ó siete casas de moneda que hay. El rey don Felipe II el año de 1366 dice en su ley que no conviene que de esta monela de vellon se labre mas de la que es necesaria para el comun uso y comercio, por tanto que no se pueda labrar sin su especial licencia. Para el comun uso solo es necesaria esta moneda para las compras menudas; todo lo demás es dañoso. La causa por que la moneda se inventó es para facilitar el comercio; así aquella moneda es mas á propósito y conforme á este fin y blanco que mas le facilita así lo dice Aristóteles en el lib. 1 De las politicas, cap. 6. Esta moneda gasta tanto tiempo en contarse, que es necesario un dia para contar mil ducados, y es menester otro para conducirlo á las partes donde se hacen las compras y pagas; hace costa y da molestia, por lo cual se ve que la avenida de esta moneda es contra nuestras leyes. No es bien que haya moneda solamente de plata como se hace en Inglaterra por úrden de la reina Isabel y en algunas ciudades de Alemania, porque por mucho que la desmenucen, como lo hizo Renato, duque de Anjou, que de una onza de plata acuñó mil monedas, se sentirá falta para las compras menudas y para la ayuda de los pobres; pero tampoco es acertado dar en otro extremo que la moneda de vellon inunde la tierra como creciente de rio. El segundo inconveniente es que esta traza, no solo se aparta de las leyes del reino, que esto llevadero fuera, sino que es contra razon y derecho natural. Supongo lo que al principio se dijo, que el rey no es scñor de los bienes particulares ni se los puede tomar en todo ni en parte. Veamos pues, ¿seria lícito que el rey se metiese por Jos graneros de particulares y tomara para sí la mitad de todo el trigo y les quisiese satisfacer en que la otra mitad la vendiesen al doble que antes? No creo que haya persona de juicio tan estragado que esto aprobase; pues lo mismo se hace á la letra en la moneda de vellon antigua, que el rey se toma la mitad, con solo mandar que se suba el valor y lo que valia dos valga cuatro. Paso adelante; ¿seria justo que el

rey mandase á los particulares vendiesen sus paños y sus sedas al tres doble de lo que valen, y que cou la una parte se quede el dueño, y con las dos acudan al rey? ¿Quién aprobará esto? Pues lo mismo puntualmente se hace en la moneda que de nuevo se labra, que al que la tiene le queda la tercera parte del valor y menos, y el rey se lleva las dos; que si esto no se hace en las demás mercadurías y se ejecuta en la moneda es porque el rey no es tan dueño de ellas como de la moneda, por ser suyas las casas donde se labra y ser suyos todos los oficiales de ellas y ser sus criados y tener en su poder los cuños con que quita una moneda y pone otra en su lugar, ó mas subida ó mas baja, si licitamente si no es esto que se disputa; que si se pretende que las deudas del rey y de particulares se paguen con esta moneda, será nueva injusticia, como lo dice Menochio en el Consejo 48 largamente, que no es lícito en moneda de baja ley pagar las deudas que se contrajeron cuando la moneda era buena. El tercer daño sin reparo es que las mercadurías se encarecerán todas en breve en la misma proporcion que la moneda se baja. No decimos aquí sueños, sino lo que ha pasado en estos reinos todas las veces que se ha acudido á este arbitrio. En la Crónica del rey don Alonso el Sabio, cap. 1.o, se dice que al principio de su reinado en lugar de los pepiones, moneda de buena ley que antes corria, hizo labrar otra de baja ley, que llamaban burgaleses, noventa de los cuales hacian un maravedi, y que por esta mudanza se encarecieron las cosas y pujaron grandes cuantías. Avisado de este daño, como se refiere en el capítulo 5.o, puso tasa en todo lo que se vendía, remedio que empeoró la llaga y no se pudo llevar adelante, porque nadie queria vender y fué fuerza alzar la tasa y el coto, y aun se entiende que la principal causa por que los ricos hombres se armaron contra él y por este medio su hijo don Sancho se le alzó con el reino fué el odio que resultó de la mudanza de esta moneda generalmente en el reino, porque no contento con el desórden primero, despues en el sexto año de su reinado mandó deshacer los burgaleses y labrar los dineros prietos, que cada quince hacian un maravedi, que parece fué cantar mal y porfiar como príncipe muy arrimado á su parecer. En la Crónica del rey don Alonso el Onceno, cap. 98, se refiere que hizo labrar moneda 6 novenos y cornados de la misma ley y talla que la que labró su padre el rey don Fernando. Para que por esta labor no se encareciesen las mercaderías, mandó que el marco de plata se quedase en el mismo valor que antes tenia de ciento veinte y cinco maravedís; y sin embargo, no se pudo llevar adelante y el marco subió y las mercadurías se encarecieron. Adviértase en este lugar que la causa por que al presente no se siente luego la carestía es porque el real se está en su valor de treinta y cuatro maravedís de estos nuevos, y el marco de sesenta y cinco reales; pero luego se verá que aquesto no puede durar mucho tiempo. El rey don Juan 1, para satisfacer á su contendedor el duque de Alencastre, labró motieda baja de ley, que llamó blanca; bajóla despues de valor para atajar la carestía casi la mitad, como lo dice él mismo en las Cortes de Briviesca, año 1387. El rey don Enrique el Segundo, por las guerras que tuvo con

tra su hermano el rey don Pedro, se vió en grande aprieto y falta y acudió á este remedio, labró dos suertes de moneda de baja ley, la una era de reales y valian á tres maravedís, la otra era de cruzados, que valian un maravedi, de que resultó grande carestía, que una dobla llegó á trescientos maravedis, y un caballo á seis mil maravedís; así se dice en su Crónica, año 4.o, capitulo 10. Y aun en el año 6.o, cap. 8.o, se dice que llegó á valer un caballo ocho mil maravedís, precio excesivo para aquellos tiempos, por lo cual fué forzado á bajar de valor aquella moneda y que el real valiese un maravedi, y el cruzado dos coronas; y advierto que la dobla valia antes treinta maravedis, como lo dice Antonio de Nebrija en una de sus repeticiones y se saca del valor del marco, que era ciento veinte y cinco maravedís. Verdad es que ya dobla y marco habian pujado algun poquito por lo que se dijo en el cap. 8.° Asi subió por aquella alteracion á valer diez tanto; así no sé que jamás se haya hecho esta mudanza y que no se haya seguido la carestía. Para que se entienda que es así forzoso, finjamos que un real llega á valer dos reales ó sesenta y ocho maravedis (que no falta gente que da en este dislate y Je tienen por buen arbitrio que suban el oro y la plata, unos mas y otros menos); supuesto esto, veamos si uno quiere comprar un marco de plata por labrar, ¿daránsele por sesenta y cinco reales como está tasado? No por cierto, sino que le subirán á ciento y treinta, que es el peso de la plata. Pues si subieran el marco al doble, si se doblase el valor de los reales á proporcion, si los subiesen una sesma ó una cuarta, el marco subiria otro tanto; y lo mismo en las monedas menores, que ya no solo en las compras, sino en los trueques, se da á diez por ciento de ganancia por tocar el vellon á plata, y aun en muy breve se cambiará el vellon por plata á razon de quince, veinte ó treinta, y dende arriba por ciento ; y á este mismo paso irán las demás mercadurías. Y no hay › duda sino que en esta moneda concurren las dos causas que hacen encarecer la mercaduría, la una ser, como será, mucha sin número y sin cuenta, que hace abaratar cualquiera cosa què sea, y por el contrario, encarecer lo que por ella se trueca; la segunda ser moneda tan baja y tan mala, que todos la querrán echar de su casa, y los que tienen las mercadurías no las querrán dar sino por mayores cuantías. . De aquí se sigue el cuarto daño irreparable, y es que vista la carestía, se embarazará el comercio forzosamente, segun que siempre que este camino se ha tomado se ha seguido. Querrá el rey remediar el daño con poner tasa á todo, y será enconar la llaga, porque la gente no querrá vender alzado el comercio, y por la carestía dicha la gente y el reino se empobrecerá y alterará. Visto que no hay otro remedio, acudirán al que siempre, que es quitar del todo ó bajar del valor de la dicha moneda y hacer que valga la mitad del tercio que hoy vale, con que de repente y sin pensarlo, el que en esta moneda tenia trescientos ducados sc hallará con ciento ó ciento cincuenta, y á esta misma proporcion todo lo demás. Así aconteció en tiempo de don Enrique II, como dice su Crónica, año 6.o, capítulo 8.o, que forzado de estos daños, bajó el real, que valia tres maravedís, al valor de un maravedí, y el cruzado, que valia un maravedi, á los cornados, que es la

tercera parte. El rey don Juan I, su moneda blanca, que valia cada pieza un maravedí, la bajó á seis dineros, que es casi la mitad, como se ve en las Cortes de Briviesca, año de 1387; mas, sin embargo, la carestía pasó adelante, como el mismo rey lo atestigua en el año próximo en las Cortes de Búrgos. Ya se puede ver el gusto que de esto recibiria la gente. Lo que en esta razon avino en tiempo del rey don Juan el Segun lo ya se dijo al fin del cap. 8. Lo que en Portugal en tiempo del rey don Fernando por la misma causa de alterar la moneda resultó la carestía, y que de fuera se metió gran cantidad de moneda falsa, cuén!alo Duarte Nuñez en las crónicas de Portugal, aunque lo de Portugal no lo es. Dejemos cuentos y ejemplos viejos. Sendero, al fin del lib. 1 de Schismat Anglic. refiere que el rey Enrique VIII de Inglaterra, despues que se apartó de la Iglesia, tropezó en grandes inconvenientes y males: el uno fué que labró moneda muy baja en tanto grado, que como quier que antes la moneda de plata tuviese de liga la parte undécima, él poco á poco la bajó hasta lejarla en dos onzas de plata, lo demás hasta una libra de cobre. Hecho esto mandó que le trajesen la mɔneda que antes se usaba, como al presente se ordenó en los cuartos que antes habia, y trocabásela con la moneda baja y mala que él hacia labrar tanto por tanto, que fué notable perjuicio. Añade que fué forzoso bajarla de valor, con que empobreció mucha gente, en cuyo poder estaba; sin embargo, que en nuestros dias por mal consejo se volvió al mismo arbitrio, es á saber, en tiempo del rey don Sebastian añadieron ciertos palacones de baja ley, de que resultaron los mismos daños y la necesidad de repararlos por el mismo camino. Muerto el rey Enrique, acudieron á su hijo Eduardo; el remedio que se dió á los daños fué que aquella mala moneda la bajaron la mitad del valor, y porque esto no bastó, la reina doña Isabel, hermana de Eduardo, la bajó otra mitad, con que el que tenia cuatrocientos, de repente y como por sueño se halló solo con ciento. No paró aqui, sino que acordaron que toda aquella moneda mala se consumiese; lleváronla á las casas de moneda, y allá se les quedó sin poder cobrarla de los ministros de la Reina: infame latrocinio. Véase si vamos por el mismo camino y si en este ejemplo tan fresco está pintada una viva imágen de la trage.lia miserable que pasará por nuestra casa. El quinto daño asimismo irreparable, que el Rey mismo empobrecerá y sus rentas bajarán notablemente, porque demás que al rey no puede estar bien el daño de su reino por estar entre sí tan trabados rey y reino, claro está que si la gente empobrece, que si el comercio falta, no le podrán al rey acudir con sus rentas y que se arrendarán muy mas bajas que hasta aquí. Tampoco en esto no hablo por imaginacion; en tiempo de la menor edad del rey don Alonso el Onceno se tomó cuenta de las rentas reales á sus tutores; hallóse qué todas las rentas de Castilla no pasaban de un cuento y seiscientos mil maravedís, que aunque todos aquellos maravedis valian cada uno como medio real, todavía era la suma muy pequeña. El Coronista, cap. 14, dice que las causas de estos daños fueron dos: la una que los señores tenian en su poder muchas tierras del reino; la segunda

que desde el rey don Fernando el Santo hasta el presente, que se contaban cinco reyes, todos habian bajado la moneda de ley y subidola de valor, que todo és lo mismo, es á saber, que por estas mudanzas el comercio se embarazó y se empobreció todo el reino. Quiero concluir con representar el mayor inconveniente de todos, que es el odio comun en que forzosamente incurrirá el príncipe por esta causa. Dice un sabio que en las prosperidades todos quieren tener parte, y lo adverso atribuyen á las cabezas; ¿por qué se perdió la jornada? Porque el general no ordenó ó no pagó bien la geute, etc. Felipe el Hermoso, rey de Francia, el primero que se sepa haya en aquel reino bajado la moneda, que vivió por los años de 1300, por lo cual Dante, poeta de aquel tiempo, le llamó falsificatore di moneta; el mismo al tiempo de la muerte, arrepentido de lo hecho, advirtió á su hijo Luis Hutin, que por esta causa él era odiado de la gente, que le mandaba y rogaba que reparase este desórden; reliérelo Roberto Gavino al fin de la vida de este Rey. No bastó esta diligencia ni el pueblo sosegó hasta tanto que el mismo Ludovico Hutin, por consejo de algunos grandes, hizo ajusticiar públicamente á Enguerrano Marinio, inventor de aquella mala traza, en que, sin embargo, tropezaron Cárlos el Hermoso, hermano de Hutin, contra el cual hay una extravagante de crimine falsi de Juan XXII, y Felipe Valois, priimer hermano y sucesor de los dos en la corona; con cuánta ofension del pueblo de Francia, de las historias de aquel reino se entiende. Para evitar todos estos inconvenientes que de todo tiempo se han experimentado, los aragoneses en particular toman al rey juramento cuando se corona que no alterará la moneda; así lo escribe Pedro Belluga In Specul. Princip., rúbr. 36, número 1.o, donde trae dos privilegios de los reyes de Aragon concedidos al reino de Valencia, la data del primero año de 1265, la del segundo 1336, cautela muy prudente y necesaria. La codicia ciega, las necesidades aprietan, lo pasado se olvida; así, fácilmente volvemos á los verros de antes. Yo confieso la verdad, que me maravillo que los que andan en el gobierno no hayan sabido estos ejemplos.

CAPITULO XI.

Si convendrá alterar la moneda de plata.

Todos los inconvenientes que se han propuesto acerca de bajar la moneda en general tienen mayor fuerza en la de plata, por ser ella de valor mas comun que la de oro, que siempre es poca, y la de vellon, que lo debe ser; demás que la moneda de plata es el nervio de la contratacion por su bondad y por la comodidad que hay de hacer las pagas en ella y las compras y ventas. Pero porque algunos, sin embargo de los daños que han resultado de la mudanza del vellon, son de parecer que seria buen arbitrio y remedio para todo que la plata se bajase, quiero en particular tratar de este punto y averiguar si convendrá ó se atajarán por este camino los daños, ó si, como lo creo, se hundirá todo sin reparo. Dicen que con esta traza se acudirá á lo que siempre se ha deseado, que la plata no se saque de España, y es averiguado y cierto que nuestra mo

neda de plata es mas subida que la de los reinos comarcanos, y que ocho reales nuestros tienen plata por nueve de los de Italia y Francia, cebo con que los extraños recogen nuestra moneda y la sacan sin que sean parte las leyes y penas, que las hay muy graves, para enfrenar esta codicia. Otra razon bay, aunque mas disimulada, que el rey por este camino remediará sus necesidades, porque si con bajar la moneda de vellon, que de suyo era tan baja, como de cobre, ha sacado, segun dicen, de interés pasados de seis millares de oro, ¿qué será si se altera la plata, metal de que hay tanta abundancia en el reino y viene cada año de nuevo de las Indias sin número y sin cuento? En que hay otra comodidad, que no tendrémos necesidad de acudir por este metal á otras naciones, como por el cobre. No hay duda sino que el interés será colmado y grande en demasía, mayormente si la baja fuese de un tercio ó de un cuarto. Para entender mejor esta materia se debe presuponer que la alteracion de la plata se puede hacer en una de tres maueras : la primera, que la moneda se quede como está, pero que el valor legal se suba, es á saber, que por el real se dén cuarenta, cincuenta ó sesenta maravedís donde hoy pasa por treinta y cuatro, lo cual, aunque parece que es subir la plata por un camino, es bajarla; la segunda manera, que la bajen de peso, que como hoy de un marco se acuñan sesenta y siete reales, que adelante se acuñen ochenta ó ciento, y que cada pieza se quede en el valor de treinta y cuatro maravedís, de manera que si bien se mira, poco se diferencia de la pasada; la tercera, que es lo que de verdad pretenden, que en la plata se eche mas liga de lo que se hace; que si hoy en un marco de plata se echan veinte granos de cobre, se echen, digamos, otros veinte ó treinta, lo cual seria ganar en cada marco de plata seis reales ó mas, por cuanto cada grano de plata vale como un cuartillo, que si en cada flota viene un año con otro un millon de marcos de plata, seria adelantar por este camino las rentas reales en medio millon, que vendido á razon de á veinte, llegaria el interés á diez millones, y si la mezcla fuese mayor, como lo será sin duda de cada dia si este camino se abre, el interés aventajará en el mismo grado que la liga se acrecentare y subiere. Demás de esto, presupongo que de largo ey tiempo á esta parte, como se ve por las leyes del reino que hablan en esta razon, siempre se ha usado que la plata que se acuña sea de ley de once dineros y cuatro granos, que es decir, que tenga de cobre veinte granos solamente mezclados. Lo mismo se guarda en la plata en pasta, que los plateros no la pueden labrar ni mas subida que está ni mas baja, lo cual se ha usado en estos reinos do centenares de años á esta parte, como se ve por la plata labrada de las iglesias y por una ley del rey don Juan el Segundo, hecha en las Cortes de Madrid, año del Señor de 1435, peticion 31, y es la primera en la Nueva Recopilacion, lib. v, tít. 22. Supuesto todo, pregunto yo á los que pretenden se altere la plata con echarla mas liga, si quieren que esto se ejecute solo en las casas de moneda, ó si se hará lo mismo en la labor de la plata y en las platerías. Si dicen que todo se baje, deben advertir que será grande novedad y grande confusion, pues el marco de plata la

brada en un tiempo se habrá de comprar en diferente precio del que en otro tiempo se labrare, demás que me certifican no se podrá bien labrar por su aspereza si la bajan. Si pretenden que toda la moneda se baje y que en todas las naciones siempre se ha tenido por necesario que la plata en pasta y en moneda corran á las parejas, y que forzosamente, si esto se hace, el marco de plata en pasta pujará todo lo que la moneda bajare, traza y trabazon de cosas tan delicadas, forjadas de tanto tiempo atrás, sospecho que no se podrá alterar sin daño de los que la alteraren y de todo el reino, á la manera que un edificio fuerte y antiguo si le minan, corren peligro los que le trazan de que los coja debajo. Así lo deduce en materia semejante Cornelio Tácito en el lib. xx de sus Anales. Item, pregunto ¿qué se hará la moneda ya acuñada? Si corre por el mismo precio que la nueva, será injusto, pues vale mas y tendrá mas plata y todos la querrán y no la nueva; si la suben de valor, será confusion que reales de un peso y estampa, unos valgan mas, y otros menos; si los vedan y hacen llevar á las casas de la moneda para trocarlos por otros tantos de los nuevos, como se hizo los años pasados en Inglaterra, y es lo que sospecho pretenden, yo confieso que será granjería para el rey, y no de menor interés que la que hizo en la moneda de vellon, pero será nuevo latrocinio dar menos por lo que vale mas, que no es bueno hacer tantas veces y en laùlas cosas prueba de la paciencia de los vasallos, que se apura y acaba con daño de todos. Item, ¿qué harán de la moneda de oro? Será forzoso bajarla, con que todo quedará revuelto y fuera de sus quicios y volverémos á las dificultades ya dichas. Si no bajan el oro, ya la corona no pasará por doce reales como hoy pasa, sino que subirá á catorce y á quince, conforme á la baja de la plata; demás de esto, todas las mercadurías luego subirán á la misma proporcion que bajaren la plata sin remedio, si que el extranjero y aun el natural harán su cuenta y dirán en doce reales no me das mas plata que antes me dabas en diez, pues yo de mi mercaduría no te quiero dar mas por los doce que te solia dar por los diez, que si le amenazan con el coto y la tasa, ya queda en los capítulos de suso deducido lo que de ello resultará, fuera de que no todas las mercadurías se pueden tasar. Con esto el comercio se embarazará, que es como la leche delicada, que con cualquier inconveniente se corta y estraga. A la verdad la moneda, y mas la de plata, por ser tan usual y tan cómoda para todo, es el fundamento verdadero de la contratacion, el cual alterado, todo sin remedio se empeorará, que si estos daños no se han visto tan claros en la baja que se hizo de la moneda de vellon, fué porque la plata lo ha tenido todo enfrenado, que al fin por treinta y cuatro maravedís de estos malos y bajos dan un real de plata que es de buena ley; quitenle este freno, y verán como en breve todo se sube y todo el comercio se embaraza. Si no, imaginemos que no corriese otra moneda sino la de vellon ó que no viniese plata de las Indias, no hay duda sino que la llaga se enconaria y que los inconvenientes arriba puestos de tropel resultarian; la plata lo entretiene todo por ser mucha y moneda de ley, que si hacen mudanza con esto, y es otra razon muy fuerte,

en un momento bajarán todas las rentas de dinero, porque les pagarán en esta nueva moneda, de suerte que el que se acostó con mil ducados de juro amanecerá con ochocientos ó menos, conforme á la baja, porque los mil que le daban no le valdrán mas entonces que antes los ochocientos, ni le darán mas plata que en ellos le daban, en que entrarán iglesias, monasterios, hospitales, hidalgos, doncellas, etc., y será esto otro nuevo tributo harto malo de llevar sobre las demás gravezas que hay en este triste reino sin número y sin cuento; y ya se dijo que nuevo tributo no se debe ni se puede poner sin el consentimiento de los interesados. A las razones en contrario digo á la segunda que al rey no le está bien sacar interés con tan graves daños de sus vasallos; demás de que, como queda deducido, nunca fué lícito ni aun seguro quitarles parte de sus haciendas, sea ó no con poder ó maña, que siempre donde uno gana otro pierde, y no hay que buscar invenciones ó trazas en contrario de esto. A la primera razon digo que no es la causa principal de sacar del reino esta moneda ser ella mas subida. Echase de ver esto en el oro, que aunque los escudos de Frância son mas subidos que los nuestros y valen dos sueldos mas que los de España cada uno, todavía hay en aquel reino una infinidad de los nuestros, que casi no se ve otra moneda. Las causas principales son dos : la una la necesidad que tiene España de las mercadurías de fuera, como de lienzos, papel, libros, metales, cueros, obrajes de toda suerte y aun á veces de trigo, y como de acá se pueden llevar mercadurías eu tanta cantidad, forzosa cosa es que la plata supla su falta, porque no han de dar los extraños sus mercadurías de gracia; la segunda las pagas que su majestad hace fuera del reino, que seguramente pasan de seis millones por año, los cuales claro está que se han de recompensar con darles acá otra tanta plata á los que hacen las pagas y licencias para sacarla y llevarla donde el rey ha menester; que si todavía alguno pretendiere que la bondad de la moneda es una de las causas de sacarla, yo se lo otorgaré con tal que advierta que por el mismo caso que acá bajaren la plata, los extraños bajarán allá luego la suya mucho mas, de suerte que siempre la nuestra quede mucho mas subida; porque así como los extraños no pueden pasar sin nuestra plata, así no les faltarán trazas ni nadie les podrá ir á la mano para qué no las hallen de sacarla, con que todo nuestro ruido é invencion quedan frustradas de todo punto y en el aire. Dirá alguno, pues ¿qué órden se podrá dar para atajar los daños que sienten de la moneda de vellon? Digo que no es acertado remediar un daño con otro mayor, que hay medicinas mas dañosas que la misma enfermedad; digo mas, que yo no sé otro remedio sino el de que en ocasiones semejantes se ha usado en otros tiempos, como consta de todas las historias, que es bajár en el valor esta mala moneda como la mitad ó dos tercios, y si esto no bastare, consumirla toda el tiempo adelante. Lo uno y lo otro seria razon se hiciese á costa del que hizo el daño y llevó el interés; pero porque esta restitucion es dificultosa y poco ó, por mejor decir, nunca usada, tendria por menor inconveniente que fuese á costa de los que tuviesen dicha moneda, así el bajarla como el

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