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muerto, y juntamente con él Felicísimo y Armenio, y tambien Latroniano, el cual se cuenta entre los poetas de aquel tiempo. Instancio, que consintió la sentencia de los obispos, fué desterrado á una isla mas arriba de Ingalaterra. Reclamaba á todo esto san Martin, obispo turonense, que acudió en persona á estos daños; decia

los herejes no debian ser muertos principalmente que á instancia de los obispos, benignidad que debia ser á propósito de aquel tiempo, pero que la experiencia y mayor conocimiento de las cosas ha declarado seria perjudicial para el nuestro. Muerto Priscilliano, no se sosegó aquel mal; trajeron los cuerpos de los justiciados á España, y aun sus dicípulos los honraban como si fueran mártires; tenian por el juramento mas grave el que bacian por el nombre de Priscilliano. Por el contrario, Itacio y Idacio (Isidoro dice Ursacio en lugar de Idacio) fueron acusados por lo que habian hecho, y condenados en destierro. Los herejes, demás de la torpeza de su vida, confundian las personas divinas, apartaban los matrimonios, tenian por ilícito el comer carne, decian que las almas procedian de la divina esencia, y por siete cielos y ciertos ángeles bajaban como por gradas á la pelea desta vida, y daban en poder del príncipe de las tinieblas, fabricador del mundo. Sujetaban los hombres al hado y á las estrellas, y enseñaban que sobre los miembros del cuerpo tienen dominio los doce signos del Zodiaco, Aries sobre la cabeza, Taurus sobre la cerviz, Géminis sobre el pecho, y así de los demás. Gobernaba la Iglesia despues de Dámaso el papa Siricio; escribió una epístola á Himerio, obispo de Tarragona, en razon y respuesta de muchas cosas que le habian preguntado acerca del bautismo, del matrimonio, de las vírgenes y varones consagrados á Dios, de las sagradas órdenes. Manda la comunique con los obispos de la provincia Cartaginense, de la Bética y de Galicia. Tiene por data los cónsules Arcadio y Bauton, que fué el año de 385. Debió esta carta de ser estimada en mucho, pues en el concilio Toledano primero sin nombrarla usan de sus mismas palabras; y Isidoro expresamente hace della mencion en los Varones ilustres en Siricio. El año quinto despues de la eleccion del papa Siricio, Teodosio y Máximo cerca de Aquileya vinieron á las manos. Perdió el tirano la jornada, y poco despues fué preso y muerto. Con esto Valentiniano el Menor, que de miedo habia huido á levante, volvió á restituirse en el imperio de occidente. El principio desta guerra fué muy bueno, y así les ayudó Dios, por→ que siendo cónsules Teodosio la segunda vez y Cinegio la primera, á 14 de junio, en Stobis, ciudad de Macedonia, establecieron por ley que los herejes no pu→ diesen hacer juntas ni celebrar los misterios y la comunion fuera de la iglesia, y á 27 de agosto el mismo año puntualmente, que fué el de 388, se ganó aquella tan señalada y tan importante victoria. En todo esto el emperador Teodosio se mostró muy religioso; pero usó de grande crueldad con la ciudad de Tesalónica, donde porque en cierto alboroto los del pueblo mataron á Buterico, caudillo de gentes de guerra, y otros criados del Emperador, en castigo hizo matar seis mil hombres de aquella gento. Supo esto Ambrosio, obispo de Milan, do á la sazon se hallaba Teodosio; cerróle las puertas de la iglesia, descomulgóle, y reprehendióle severameute de lo hecho; mostróle el camino de aplacar á

Dios, que era la penitencia; sufriólo todo Teodosio, no con menor ánimo que con el que Ambrosio lo hizo. Volvióse á su casa, y á cabo de algunos meses, á persuasion de su privado Rufino, determinó de tornar á probar si le recibirian en la iglesia, por ser á la sazon la fiesta de Navidad. Acudió Ambrosio á las puertas, recibióle con palabras no menos ásperas que antes; sin embargo, vista su humildad, sus lágrimas y paciencia, en fin le dejó entrar con sacarle por condicion que ordenase una ley en que estableciese que ninguna sen. tencia de muerte se ejecutase antes de pasados treinta dias despues que fuese pronunciada. Ordenóle asimismo que cuando se sintiese sañudo, no hablase palabra alguna antes de pronunciar por su órden todas las letras del alfabeto ó abecé griego, todo á propósito que la ira con la tardanza perdiese sus aceros, y prevalecie→ se la razon. Fueron de grande momento estos avisos, por lo que poco adelante sucedió en Antioquía. Impusieron los del Emperador ciertos tributos en aquella ciudad extraordinarios y graves. Alteróse el pueblo grandemente; emplearon su rabia contra una estatua de la emperatriz Placilla, que arrastraron por las calles. Sintió este desacato Teodosio, como era razon, así por ser muerta aquella señora su mujer como por haber sido tan buena y tan santa, que en los hospitales daba por sus manos á comer á los enfermos, y solia traer á la memoria á su marido lo que habia sido y lo que era para que no se ensoberbeciese ni se descuidase. Por todas estas causas castigara aquella insolencia gravísimamente, si no ayudara para amansar el pecho del Emperador la prevencion de Ambrosio, junto con los embajadores que vinieron de parte de aquella ciudad, y al tiempo que el Emperador comia hicieron que ciertos niños cantasen una cancion á propósito en tono lloroso, con que le saltaron las lágrimas y se movió á compasion. Despues desto, el emperador Teodosio dió de Italia vuelta á levante; con su ausencia Arbogastes tuvo comodidad de hacer ahogar en Viena, la de Francia, al mozo emperador Valentiniano. No paró en esto el daño; antes Eugenio, de maestro de gramática que habia sido, con ayuda del dicho Arbogastes se llamó emperador el año 392, burla grande y escarnio, pero que puso en en balanzas el imperio y majestad, y aun en tanto cuidado á Teodosio, que hizo recurso á los varones santos del yermo para que le encomendasen á Dios. Juan, que era uno dellos, le prometió por sus cartas la victoria, y juntamente le avisó que no volveria de Italia. Partióse pues con sus gentes en busca del enemigo, que no se descuidaba. A las haldas de los Alpes se juntaron los ejércitos contrarios; dióse la batalla, que fué muy he→ rida y señalada; levantóse de repente un torbellino de vientos y lluvia, truenos y relámpagos, que daban á los enemigos de cara, de guisa que no podian pelear, como lo cantó Claudiano, poeta de aquel tiempo muy famoso, si pagano, si fiel no se sabe, lo mas cierto es que no fué cristiano. Mucho tambien ayudaron veinte mil godos, que despues de la muerte de Atanarico, su caudillo, que falleció en Constantinopla, por no tener cabeza ganaban sueldo del imperio. Quedó con esto el campo por Teodosio con grande estrago de los contrarios. A Eugenio despues de la batalla mataron los suyos, que al traidor todos le faltan. Arbogastes tomó la muerte por sus manos. Dióse esta bátalia ú 17 de se

tiembre el año de 394. En este mismo año Teodosio nombró á su segundo hijo Honorio por su compañero en el imperio. Tras esto en breve se siguió la muerte del mismo emperador Teodosio, que falleció de hidropesía en Milan á los 17 de enero del año luego siguiente. Vivió cincuenta años, imperó los diez y seis y dos dias; fué casado dos veces; de Placilla, su primera mujer, dejó á los emperadores Arcadio y Honorio, de Galla, hija de Valentiniano y de Justina, tuvo una hija por nombre Galla Placidia. Los santos Ambrosio y Augustino en particulares sermones que hicieron, declararon al mundo las virtudes y loores deste excelente príncipe. El nombre de Teodosio, que quiere decir dado de Dios, cuando no le tuviera de su padre, que se le puso por divina revelacion, como lo dice Aurelio Victor, por sus grandes hazañas y virtudes le merecia. Del celo que tuvo de la religion fué bastante muestra que los templos de los dioses que hizo cerrar el Gran Constantino, él los mandó echar por tierra, en que se hallaron grandes engaños, en particular estatuas por detrás huecas para responder á los que preguntaban y consultaban á los ídolos; que tales eran los oráculos de los gentiles. Lo que causó mas maravilla fué que en Alejandría en el templo de Serapis se halló en muchos lugares la señal de la cruz, puesta como letra hieroglífica en significacion de inmortalidad. Entre los varones señalados que tuvo España por estos tiempos se puede contar Poncio Paulino, aunque natural de Burdeos, pero que con su mujer Tarasia vivió mucho tiempo en Barcelona, donde sin título de algun beneficio, cosa poco usada en aquella edad, se ordenó de presbítero. Desde allí pasó á Italia, y murió obispo de Nola. Abundio Avito, natural de Tarragona, tradujo en lengua latina un librito de Luciano sobre la invencion del cuerpo del protomártir Estefano. Licinio, bético, tuvo mucha amistad con san Jerónimo, y con los pobres de Jerusalem repartió liberalmente parte de su hacienda. Demás destos, Desiderio y Ripario, presbíteros españoles, ejercitaron la pluma contra Vigilancio, natural de Pamplona y presbitero de Barcelona, que ponia lengua en la costumbre que tiene la Iglesia de reverenciar á los santos que reinan con Cristo en el cielo, segun que lo tes tifica en el libro que escribió contra él san Jerónimo, insigne varon destos tiempos, claro por sus grandes letras y santidad de su vida muy señalada.

CAPITULO XXI.

De los emperadores Arcadio y Honorio.

Los hijos del gran Teodosio, despues de la muerte de su padre, se encargaron del imperio el año 395; Arcadio de lo de oriente, y Honorio de las provincias de occidente. Fueron mas religiosos y reformados en sus costumbres que dichosos; pues en su tiempo la majestad del imperio romano, que de pequeños principios era llegada á la cumbre, y su misma grandeza con su peso la trabajaba, comenzó á despeñarse, sin volver mas en sí, que fué clara muestra de la flaqueza humana. Y es cosa averiguada que ninguna cosa hay debajo del cielo que el tiempo con sus mudanzas no lo consuma y deshaga; y es forzoso que los edificios muy altos se vayan al suelo, y las caídas debajo de alguna gran carga son mas pesadas y peligrosas, segun que lo testifica un

poeta. Ningun imperio puede permanecer largo tiempo; si le falia enemigo de fuera, dentro de su casa le nace, no de otra manera que los hombres gruesos y de muchas carnes y saín, aunque no sean alteradas de cosa alguna, su misma gordura y peso los atierra y mata. Pasó desta vida el papa Siricio el año del Señor de 398; gobernó la Iglesia al pié de catorce años. Sucedióle Anastasio, en cuyo tiempo en España se tuvo el primer concilio Toledano. Comenzóse á 1.o de setiembre del año de Christo de 400; concurrieron diez y nueve obispos de diversas ciudades de España. Presidió Patruino, obispo, segun algunos piensan, de Toledo, movidos del catálogo antiguo de aquella iglesia, en que este nombre se pone entre los primeros obispos de Toledo. Quién dice que fué obispo de Braga por hacerse mencion en las acciones del concilio de Paterno Bracarense, y tienen por mas probable que Asturio, el cual firmó en el sexto lugar, era á la sazon obispo dé Toledo, y que es aquel de quien testifica san llefonso en sus Claros Varones que halló los cuerpos de los santos mártires Justo y Pastor en Alcalá de Henares, do padecieron, cuya devocion fué tan grande, que para mas honrarlos erigió aquel pueblo en catedral, y de Toledo se pasó á ser el primer obispo de Alcalá, el que entre los de Toledo se contaba por noveno. Verdad es que por todo el tiempo que vivió, los de Toledo, por su respeto no quisieron proveer otro en su lugar. De lo que escribe el Abad biclarense se entiende que en tiempo de Leuvigildo, rey de los godos, Novello fué obispo de Alcalá, pero no sucedió luego despues de Asturio, sino adelante, como és necesario confesarlo por la razon de los tiempos, si decimos que Asturio, prelado de Toledo, vivió en esta era; y aun en San Eulogio se haIla otro obispo de Alcalá, que vivió mas adelante despues de la destruicion de España, por nombre Venerio. Volvamos á nuestro propósito. Reprobaron los padres deste Concilio la herejía de Priscilliano. Reconciliaron con la Iglesia á dos obispos Sinfosio y Dictinio, y un presbítero, por nombre Comasio, que la abjuraron. El pontífice Inocencio, que el año luego siguiente sucedió á Anastasio, escribió una carta muy señalada á los padres deste Concilio. Estaba el gobierno del imperio dividido en esta manera: á Gildo se encargó lo de Africa, á Rufino las provincias de oriente, lo de occidente quedó á cargo de Stilicon, persona de mas autoridad que los otros dos por estar emparentado con los emperadores, ca Serena, su mujer, era bija de Honorio, hermano del gran Teodosio, además que el mismo era suegro del emperador Honorio. Hizo este repartimiento el mismo Teodosio, y dejólo así orde→ nado con intento que estos tres personajes fuesen como tutores de sus hijos y les ayudasen á llevar la carga. Ellos, olvidados de la lealtad que debian, por la grande ambicion de sus corazones, acometieron á hacerse señores de todo, con que destruyeron de todo punto el imperio. Gildo se levantó en Africa el primero; enviaron contra él á su mismo hermano, llamado Mazecel, el cual le deshizo y mató; mas en premio de su trabajo y sin escarmentar en cabeza ajena se llamó á sí mismo emperador, y al fin paró en lo mismo que su hermano. Rufino dió traza para que los godos y otras naciones bárbaras se alterasen, que era el camino que entonces tomaban para medrar y salir con su intento, bien que

zas. Entre estos devaneos acertaban en tener por cierto, opinion recibida de sus mayores, que las ánimas humanas eran perpetuas y que despues de la muerte habia premios y castigos. Cuando tronaba tiraban saetas en alto para con esto ayudar á Dios, por pensar se le hacia fuerza y que le echaban del reino. Celebraban á la vihuela con cantos y tonadas los hechos de sus mayores y sus proezas, como al presente se hace en España. Algunos afirman que las armas de los godos eran un leon levantado y vuelta la cabeza en un escudo ondeado y de azul la mitad; otros que tres leones puestos uno sobre otro á la manera que los tienen los reyes de Dacia; mas en esto no hay para qué detenernos, mayormente que nuestro principal intento es declarar mas copiosamente, como arriba se dijo, la ocasion que á tantas gentes y tan bárbaras abrió la puerta para entrar en España. En aquella confusion de cosas y caida del imperio romano, de que se ha hecho mencion, un cierto Marco en Bretaña, hoy Ingalaterra, fué por las legiones saludado y alzado por emperador, y poco despues no con menor liviandad ellas mismas le mataron. Pusieron en su lugar á Graciano, que tambien con la misma inconstancia fué muerto dentro de cuatro meses. Sucedióle Constantino, no por señalarse en valor y hazañas entre los demás, sino solo le dieron el imperio movidos del nombre de Constantino, que aquellas gentes tenian por bien afortunado. Sucedió esto, como se puede conjeturar de Paulo Orosio, el año de nuestra salvacion de 411, en que fué cónsul Teodosio el Menor la cuarta vez, emperador del oriente, en lugar de su padre Arcadio, que falleció tres años antes deste. Siguieron á Constantino gran parte de la Gallia y de España por estar los ánimos de todos irritados con las demasías de los romanos y con los gravísimos tributos que de cada dia les ponian mayores y mas graves. Sin embargo, algunos se conservaban en la obediencia de los emperadores verdaderos. Entre estos, Didimo y Veriniano, parientes de Honorio, como quier que perseverasen en España en su devocion, con un ejército que arrebatadamente juntaron, pretendieron con mayor ánimo que fuerzas impedir á Constantino, que de la Gallia se decia aparejarse para pasar en España, la entrada de los Pirineos. Pero fueron vencidos en batalla y muertos, así, ellos como sus mujeres, por Constante, hijo del tirano, al cual, sacado por su padre de un monasterio y nombrado por césar, envió delante á España. Teodocillo y Lagodio, hermanos destos muertos, desconfiados de sus fuerzas, huyeron del peligro, y se fueron á los emperadores Honorio y Teodosio. El ejército de Constante por la mayor parte era compuesto, de aquellas naciones que bajaran de Alemaña en Francia, y por cierto concierto que con Honorio hicieron los llamaran honoriacos. Estos, por permision de Constante, talaban á España y todos los campos hasta Palencia, ca pretendia él con la miseria ajena ganar las voluntades del ejército bárbaro. A estos mismos, queriéndose él volver á Francia, dió el cuidado de guardar las estrechuras y entradas de los Pirineos. Llevaron mal esto los españoles que los soldados extranjeros y mercenarios, y por consiguiente poco segaros, fuesen preferidos á su conocida lealtad, por donde de tiempo muy autiguo les conlialan la guarda de acuelas entra las de toda la provincia. Sentian mucho esta airenta. Quejabanse del

agravio, y amenazaban que muy en breve resultarian alteraciones en España y tendría otros señores que la mandasen, con lo demás que suelen decir los hombres cuando el dolor y saña les suelta la lengua. No salieron vanas estas amenazas, segun que el suceso de las cosas lo mostró y declaró en breve, porque los honoriacos, couforme á su natural inclinacion, llamaron y trajeron á España á los vándalos, alanos, suevos y silingos, con quien se concertaron secretamente de dalles la entrada que hasta entonces tuvieron cerrada, y poco antes Stilicon los habia hecho entrar en Francia. La causa que se piensa los movió á desamparar la Gallia fué el miedo de los godos, contra cuyo valor y por estar concertados con Honorio, temian no tendrian fuerzas iguales." Poniales junto con esto en cuidado y aquejábalos el poder de Constantino, que estaba apoderado de la ma-' yor parte de la Gallia y aspiraba á lo demás. Era rey de los suevos Hermenerico, de los alanos Atace, de los vándalos y silingos Gunderico. La entrada destas naciones bárbaras fué causa de grandísimas desventuras, porque con fiereza bárbara, sin hacer diferencia ni tener cuenta con nadie, se apoderaron de las haciendas de los españoles y de los romanos. Destruian los campos y los pueblos, por donde luego la hambre se embraveció de tal guisa, que eran forzados los naturales á sustentar la vida con carne humana, no solamente los hombres, sino tambien las bestias con aquella carnicería se hacian mas fieras, y á cada paso acometian á los hombres por sustentarse. Despues de la hambre, como acontece, se siguió una peste gravísima, con que murió gente innumerable en toda la provincia. Eran los males tan grandes, que los que escupaban tenian envidia á los que morian por sufrir ellos mas graves cuitas que la misma muerte. Pasó el mal tan adelante, que la provincia quedó en gran parte yerma de moradores, y con tanto los bárbaros hicieron sus asientos en diversas partes della. A los suevos y á parte de los vándalos cupo Galicia, á la sazon mas ancha de términos de lo que es en nuestra edad, porque comprehendia en su distrito todo lo que es Castilla la Vieja. Los alanos poblaron en la Lusitania y en la provincia Cartaginés, fuera de los carpetanos, que es el reino de Toledo, y los celtiberos, que se mantuvieron en la sujecion de los romanos. La Bética tomaron para sí los vándalos y los silingos. Hecha esta distribucion, pusieron concierto con los romanos, con que se tornó á labrar y morar la tierra y las ciudades en gran parte. Los españoles tenian por mejor esta nueva servidumbre que el imperio de los romanos y su severidad. Dado que algunos, conservándose obstinadamente en la libertad antigua, no querian sufrir el yugo de los bárbaros, principalmente en Galicia, donde los suevos imperaban. Entre tanto que esto pasaba en España, Honorio desde Italia envió en la Gallia contra el tirano un grueso ejército debajo la conducta de un su capitan, llamado Constancio. En España se levantaron nuevas alteraciones á causa que un cierto Máximo en la España citerior fué saludado y alzado por emperador. Un conde, llamado Geroncio, fué el autor desta nueva trama por odio que tenia al primer tirano Coustantino, sin embargo que habia seguido antes sus partes. Lo que en esto pretendia era en nom➡ bre de otro reinar el y mandarlo todo. Con este întento dejando á Maximo en Tarragona, el con ejercito pasó en

la Gallia, y apoderado de la ciudad de Viena, mató en ella á Constante el César, que le vino á las manos. No pasó adelante por entender que venia contra él Constancio y por miedo suyo. Vuelto en España, 6 por desprecio que tuvieron dél, ó con deseo de agradar á Honorio, los españoles de noche acometieron su casa, y dado que se defendió valientemente, con fuego que pegaron á la casa pereció dentro della. Máximo desamparado de la ayuda de Geroncio, que era el que le conservaba, dejadas las insignia's imperiales, huido pasó miserablemente lo que le duró la vida, que fué hasta el tiempo de Paulo Orosio, como el mismo lo testifica. En este medio, al tiempo que estas cosas se bacian en España, Constantino, el tirano, y Juliano, su hijo, fueron por esfuerzo de Constancio muertos en Arles; y no mucho despues Jovio y Sebastiano tuvieron el mismo fin, los cuales sucesivamente se rebelaron en la Gallia contra el imperio. Con esto toda la Gallia volvió á la sujecion de Honorio, que fué el año de nuestra salvacion de 413. Los godos, para defensa de la una y de la otra provincia, es á saber de Francia y de España, con voluntad de Honorio y conforme al asiento que con él tomaron, se apoderaron dos años despues de las haldas de los Pirineos. Gente que muchas veces antes destos tiempos, derramada de sus antiguos asientos y acometiendo las provincias del imperio romano, habia ganado gran crédito por su valentía, en tanto grado, que se tuvo por cierto que Alejandro Magno, rey de Macedonia, huyó de encontrarse con ellos; Pirro, rey de Epiro, los temió; Julio César rebusó la pelea con ellos, según que lo dice Orosio. No es de nuestro propósito contar todas las entradas y guerras desta gente ni relatar por menudo sus hazañas, que seria mas largo cuento de lo que sufre esta obra. Lo que hace al propósito es que el emperador Valente, como de suso se dijo, dió á los visogodos, que salidos de sus antiguos asientos y tierra maltrataban las gentes del imperio, la provincia de Mesia donde morasen, con tal condicion que estuviesen á sueldo del imperio romano y recibiesen la creencia de Cristo, nuestro Señor, por donde algo despues lá secta de Arrio, con que los inficionaron y á que Valente erà dado, fué causa de grandes desventuras y alteraciones en España. Las tierras que les entregaron sustentaron ellos hasta el imperio de Arcadio y Honorio, y ensancharon sus términos hasta Panonia, hoy Hungría, que sucedió poco antes que rompiesen por Italia despues de haber destruido la Tracia. Fué la ocasion desta entrada que Stilicon, suegro de Honorio, con intento de hacer emperador á su hijo Euquerio, movió aquella gente de suyo inquieta y bulliciosa á tomar las armas. Estaba casado Stilicon con Serena, sobrina de Teodosio y hija de Honorio su hermano; della tuvo por hijos á Euquerio, María y Termancia. Casó con Euquerio Galla Placidia, hermana de los emperadores Honorio y Arcadio. Demás desto, Honorio, emperador, casó sucesivamente con María, y despues con Termancia. No ha mucho que en tiempo del pontifice Paulo III se halló en Roma el sepulcro de María en la iglesia de San Pedro en el Vaticano, y en él piedras de gran valor, mucho oro y plata, con los nombres de Honorio y de María esculpidos en un joyel, segun que en la descripcion de la ciudad de Roma lo relata Marliano mas en particular. Muertas pues la una y la otra mujer de Honorio, dado que no falta

quien diga que repudió á Termancia luego que la traicion de Stilicon se descubrió, como quitadas las prendas y ataduras de la lealtad, Stilicon se determinó de poner en ejecucion la maldad que mucho antes en su corazon tenia forjada. Con esta determinacion hizo que los vándalos, de cuyo linaje él venia, y los alunos, con promesa que les hizo de grandes premios, hiciesen entrada en la Gallia. A los godos negó el sueldo que les daban con la misma astucia, traza con que ellos tomaron las armas, y en lugar de Atanarico, saludado que hobieron por rey á Alarico, talaron la Tracia y la Italia; finalmente, despues de largo cerco se apoderaron de la misma cabeza del mundo, Roma, á 2 de agosto. Eran cónsules Flavio Vararo la primera y Tertullo la cuarta vez. El descuido de Honorio, cuyo oficio era acudir á la necesidad, fué tal, que diciéndole cómo Roma era perdida, pensó que hablaban de un gallo quo él llamaba Roma, y poco antes, como solia de ordinario, se habia deleitado en verle pelear con otro. Muerto poco despues Alarico, caudillo de los godos, en lo postrero de Italia, Ataulfo que le sucedió, ablandado con los regalos de Galla Placidia, su mujer, la cual en Roma fuera presa, se inclinó á la paz y tomó asiento con Honorio, con que el ejército de los godos, sacado de Itafia, hizo su asiento en los confines de la Gallia y de España. La silla del reino puso esta gente en Narbona año de nuestra salvacion de 415. De aquí vino y procedió que aquella parte se llamó Gallia Gótica, dado que no siempre tuvo los mismos términos, antes se variaban muchas veces conforme al vario suceso de las guerras que con los francos comarcanos y con los romanos tuvieron los godos. Esta fué la ocasion que trajo así las demás gentes ya dichas como los godos á España.

CAPITULO II.

Cómo los godos vencieron à las demás naciones bárbaras
en España.

Estaba España dividida en muchos reinos, diferentes entre sí en leyes, costumbres y religion. Los romanos y los españoles abrazaban la religion católica, á los godos tenia inficionados la peste de los arrianos. Las demás naciones bárbaras no habian aun recebido la religion cristiana, antes seguian las supersticiones de sus antepasados. Todos con deseo de conservarse en la parte de que se apoderaran en aquella turbacion y revueltas, cada cual por su parte pretendia hacer paces y concertarse con los romanos. Godigisco rey de los vándalos, al cual algunos llaman Gunderico, y Jornandes Giserico, lo que sin duda es falso, fué el primero á concertarse con estas condiciones: que viviesen en España sin hacer mal y daño á los antiguos moradores, y no pudiesen por título de prescripcion de treinta años valerse en algun tiempo contra los romanos para efecto de retener lo que violenta é injustamente hobiesen usurpado. Palabras con que se daba á entender que aquella paz no era tanto por voluntad como por fuerza, y que no duraria mas de cuanto tuviesen posibilidad para volver á la guerra y á las manos. De aquel concierto sin duda procedieron entre aquellas gentes nuevas sospechas, y por ellas luego se encendió nueva guerra. Los alanos, como mas feroces, acometieron á los váudalos y á los silingos, y los pusieron en

le fué forzoso dar la vuelta á España y en ella tomar asiento con Constancio. Las condiciones del concierto fueron que entregase á Placidia, mujer que fué de Ataulfo, que por voluntad del Emperador, su hermano, estaba prometida al dicho Constancio; y que los godos hiciesen la guerra en España á las otras naciones bárbaras en pro del imperio romano para que todo lo que se ganase quedase por suyo, y ellos se contentasen con lo que en las haldas de la Gallia y de España antes poseian. Hizose esta paz el año de 418, segun que lo refiere Paulo Orosio, presbítero tarraconense, muy conocido por su erudicion y por la amistad que tuvo con los santos Augustino y Jerónimo. Prosiguio este autor la historia de las cosas romanas y bizo fin en el año luego siguiente despues deste, en que fueron cónsules Flavio Monaxio y Flavio Plinta. A Constancio demás de casalle con Placidia hizo Honorio su compañero en el imperio. A Walia dió graciosamente y añadió el señorío de la Guiena en premio de la guerra que hizo y de haber sujetado, como se concertó, las gentes bárbaras. Es la Guiena un pedazo principal de la Gallia, que tiene por aledaños por la una parte los montes Pirineos y por la otra el rio Garona. Las ciudades mas principales son Tolosa dentro en la tierra, y junto ak mar Océano la ciudad de Burdeos. La guerra entre los godos y las otras naciones se hizo y pasó en esta manera. Desde la Celtiberia hasta do llegó Constancio con cuidado de acudir á las cosas de España, los godos, tomado que hobieron el cargo de la nueva guerra, açometieron á los alanos, feroces por el buen suceso que tuvieron poco antes, tanto, que no contentos con las primeras tierras y términos, aspiraban al imperio de toda España. Mataron en una batalla á su rey Atace con otros muchos, y forzaron á los demás que escaparon, que dejada la Lusitania se pasasen á Galicia, do mezclados con los suevos perdieron el nombre de su gente y reino. Algunos sospechan que Alanquer, pueblo en tierra de Lisboa, y otro que se llama Alanin, en los montes de Sevilla, tomaron estos nombres de los alanos, porque Alanquer antiguamente se dijo Jorabrica. La conjetura que hay para decir esto es sola la semejanza de los nombres, ni cierta ni del todo vana. Con el mismo ímpetu desta guerra fueron maltratados los silingos y domados en una batalla que se dió cerca de Tarifa. Quedaron con esto tan oprimidos, que les pusieron por gobernadores personas de la nacion de los godos. Escarmentados con esto los vándalos y los suevos, con retencion de lo que tenium, se sujetaron á los romanos, en cuyo nombre se hacia la guerra, aunque con las armas, trabajo y peligro de los godos. Pretendian los suevos otrosi ganar sueldo de los romanos; ellos no quisieron venir en ello porque no les quedase con las armas poder de alborotarse. Walia, habiendo en breve concluido tan grande guerra y dejando á España sujeta y sosegala, como volviese á la Gallia, falleció de su enfermedad año de 419. Reinó solos tres años, el cual tiempo acabó cosas tales y tan grandes, que ilustró grandemente su nombre y el de su nacion, además de la Guiena que, como queda dicho, le dieron de nuevo en premio de sus hazañas.

necesidad de desamparar la Bética y hacer recurso á Galicia para que, juntando sus fuerzas con las de los suevos, reprimiesen el atrevimiento de los alanos y recobrasen sus asientos, de que los habian echado. Dieron los alanos la vuelta contra los celtiberos y la Carpetania; ganaron de los romanos muchos pueblos y ciudades. Los godos eso mismo, el año siguiente despues que asentaron en Francia, pasaron en España, donde con su llegada y ayuda Atalo usurpó el nombre de emperador, titulo vano y dañoso, pues poco despues, falto de consejo y fuerzas, como procurase huir por la mar, fué preso por Constancio, que con gruesas armadas poseia aquellas riberas. Enviole á Honorio; por su mandado le cortaron el pulgar y el dedo segundo, y fué llevado en destierro á la isla de Lipara. Ataulfo, rey de los golos, ó por su natural condicion cansado de tantas guerras, ó por el nuevo parentesco que con el Emperador tenia, aficionado á los romanos, se inclinaba á déjar las armas y concertarse. Llevaba su gente esto mal por ser feroces y bravos. Acordaron de conjurarse contra él y darle la muerte, como lo hicieron en Barcelona, do tenia hecho su asiento. Ejecutó este caso tan atroz un hombrecillo llamado Vernulfo, de pequeña estatura, pero muy atrevido y muy privado del Rey. Este, como hallase buena ocasion, con la espada desnuda le atravesó por el costado. Olimpiodoro, uno de los autores de la Biblioteca de Focio, le llama Dobio, y dice que dió la muerte á Ataulfo venganza de la que él antes habia dado á su amo. El letrero de la sepultura deste rey, cuya parte hoy se ve en Barcelona, da á entender que seis hijos de Ataulfo perecieron juntamente con él; al cual letrero cuánta fe se haya de dar otros lo podrán juzgar; á nos parece mas moderno que conforme á la autigüedad de aquellos tiempos. Añade Olimpiodoro que un niño llamado Teodosio, que tuvo Ataulfo en Placidia y murió en su primera edad, estaba sepultado en un oratorio cerca de Barcelora en una caja de plata; demás desto, que á otros hijos de Ataulfo, habidos del primer matrimonio, mató Sigerico, sucesor suyo, sacándolos de las faldas y regazo del obispo Sigesaro; últimamente, que Placidia con otros cautivos fué forzada á ir corriendo por largo espacio; que tales son las mudanzas de las cosas y los reveses del mundo. En lugar pues de Ataulfo pusieron á Sigerico por voto de la nacion, por ser persona de industria y de esfuerzo conocido en guerra y en paz. Fuera desto, era alto de cuerpo y de buena aparencia, dado que de una caida de un caballo renqucaba de la una pierna. Este, como quier que siguiese las pisadas de Ataulfo en lo que era inclinarse á la paz, dentro del primer año de su reinado murió tambien á manos y por conjuracion de los suyos. Sucedióle Walia, hombre inquieto y belicoso. Deste escriben que al principio de su reinado con una armada que juntó quiso pasar en Africa, sea perdida la esperanza de sustentarse en España por el espanto que Constancio dé una parte y las naciones bárbaras de otra le causaban, sea por el deseo que él mismo tenia de apoderarse de la Mauritania, provincia en aquellos tiempos sujeta y moviente de España, sea por cualquiera otra ocasion. Lo que sucedió es que con la fuerza de una tempestad deshecha que le sobrevino en lo mas angosto del Estrecho se desrotó toda la armada de tal suerte, que

en

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