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pes descargan de ordinario sobre la gente menuda. Cargó principalmente este daño sobre los allobroges, que son las partes de Saboya y del Delfinado. Viena con grande dificultad se pudo defender. Dende revolvieron contra lo de mas adentro de Francia que cae desta parte del Ródano. Los moros, movidos del deseo que tenian de satisfacerse de la afrenta pasada, demás desto llamados por Mauricio, conde de Marsella, y de Hunnoldo y Vayfero, que pretendian por este camino apretar á Martello y á los franceses, tornaron á hacer guerra en la Francia. Gobernaba por este tiempo los moros de España Aucupa; este tomó á su llegada residencia á Abdelmelich, y con color que no se descargaba bastantemente de lo que le achacaban, le puso en prisiones. Fué Aucupa muy noble entre los suyos, gran celador de su supersticion, de tal guisa, que ningunos delitos castigaba con tanta severidad como los cometidos contra ella. Concertóse pues con Mauricio, conde de Marsella, y con los hijos de Eudon; y con su ayuda y las gentes que metió en Francia pasó tan adelante, que se apoderó de Aviñon, ciudad puesta sobre el rio Ródano, muy ancha y muy noble. Los pueblos comarcanos padecieron quemas, talas y robos. Todo esto sucedió cinco años despues que se dió la batalla muy famosa de Turs, es á saber, el año 739, que fué el primero del reinado de don Alonso. Miserable el estado en que las cosas estaban, grande la avenida de males; pero el valor de Martello sustentó lo de Francia, porque echó los enemigos de aquella provincia, y los arredró desta parte de los Pirineos. Apoderóse de Aviñon y de Narbona, de suerte que casi no quedó por los godos ni por los moros cosa alguna en toda la Francia. La guerra de Africa se hacia y continuaba con mayor calor y pertinacia. Fué así, que Belgio Abenbejio, capitan de gran nombre entre los moros, levantó los del pueblo contra su señor y miramamolin Iscam; no se declara la causa; á muchos les parece bastante para acometer cualquier maldad el deseo de reinar. Diéronse muchas batallas en Africa, los trances fueron variables, la victoria de ordinario quedó por los levantados, con que finalmente Belgio se determinó de pasar en España. Abdelmelich á la sazon era vuelto al gobierno que antes tuvo, por orden de Aucupa que falleció, y por su muerte dejó dispuesto le sacasen de la prisión do él tenia y le restituyesen el cargo, lo cual fué para su mal, á causa que Abderraman, enviado delante por Belgio con un grueso ejército para que le allanase la tierra, le prendió dentro de Córdoba y le hizo morir con todo género de tormentos el año 743, en que murió eso mismo el miramamolin Iscam. Sucedió en aquel grande imperio Alulit, hijo de Izit, segun que lo tenian antes asentado. Tuvo sobrenombre de Hermoso; las esperanzas que al principio dió fueron grandes, el suceso diferente. Poníanle en cuidado la guerra que Belgio hacia en Africa, ca volvió, segun parece, de España, y las alteraciones que Doran por parte de los levantados continuaba en España. Los movimientos de Africa no hacen á nuestro propósito, ni hay para que relatallos; basta saber que el emperador Alulit al principio de su imperio proveyó para el gobierno de España un hombre principal y prudente llamado Albulcatar, que con su buena maña y con enviar los revoltosos á Africa para que ayudasen en la guerra que allá se ha

cia, sosegó las alteraciones de España; péro poco despues fué muerto por conjuracion de Zimael, con que Roba, compañero de Zimael y el principal atizador de aquella conjuracion, se apoderó del gobierno y aun del reino de España, sin que nadie le pudiese ir á la mano, porque el emperador Alulit falleció el segundo año de su imperio, que fué el de 744. Quedó por sucesor suyo Ibrahem, su hermano, que no tuvo mejor suceso, ni le duró el señorío mas tiempo que á su predecesor. Fué así, que Maroan, sin embargo que era de su misma parentela y de la nobilísima alcuña entre los moros de los Humeyas, con el ayuda de aquella parcialidad degolló á Ibrahem dentro de su palacio el año segundo de su imperio; y con tanto quedó por señor de todo. En tiempo deste emperador por muerte de Roba, que le mataron en cierta batalla, tuvo el gobierno de España Toba; y muerto este dentro de un año, Juzef, hombre de grandes partes, fué proveido y enviado de Africa en lugar de los dos. Era de grande edad, y sin embargo muy dado á mujeres; pero recompensaba en parte esta falta la destreza que tenia en las armas y la fama de sus proezas. En tiempo destegobernador de España, en Asia Abdalla, que era de los Alavecinos, casa y linaje nobilísimo entre los moros, se conjuró con los desta parcialidad, y dió la muerte á Maroan el año del Señor de 750. Pareció justa su pretension por la venganza que tomó de la muerte que dieron á su señor; pero en premio de su trabajo se quedó con el imperio, y con intento de asegurarse en él procuró destruir de todo punto y acabar la parcialidad de los Humeyas, linaje y casta de los emperadores pasados. Como lo intentó, así en gran parte lo puso en efecto. En España el año de 753 en Córdoba se vieron tres soles, cosa que causó grande espanto por ser la gente tan grosera y ruda, que no alcanzaba como en una nube de igual grosura y densidad á la manera que en un espejo se pueden representar muchos soles sin algun otro misterio. Como estaban azorados con el miedo, les parecian y se les representaban otras visiones diferentes, como de hombres que iban en procesion con antorchas de fuego. Aumentóse la maravilla y el espanto por causa de una muy grande hambre que por el mismo tiempo se siguió en España por la sequedad que á veces padece y falta de agua. En el entre tanto el rey don Alonso, con intento de aprovecharse de la buena ocasion que se le representaba para ensanchar los términos de su reino, que eran muy angostos, por la discordia de los moros y sus revueltas tan grandes, además que los cristianos estaban cansados de su señorío, juntó las mas gentes que pudo para hacer entrada en las tierras comarcanas. Sucedióle muy bien su pretension y la jornada, porque en Galicia recobró á Lugo, Tuy, Astorga; en la Lusitania la ciudad de Portu, asentada sobre un puerto por la parte que el rio Duero desagua en el mar, y las de Beja, Braga, Viseo, Flavia, y mas adentro á Bletisa y Sentica, pueblos que hoy se llaman Ledesma y Zamora. Tomó otrosí por aquella comarca á Simancas, Dueñas, Miranda y las ciudades de Segovia y Avila y á Sepúlveda, puesta á las haldas del monte Orospeda á la ribera del rio Duraton', asentada en un sitio muy fuerte, y que antiguamente se Hamó Segobriga, y mas adelante Sepúlvega, como consta de sus mismos fueros de que antiguamente usa

mundo ó Bermudo, que por otra cosa que dél se sepa. Volvamos á las cosas de los moros, que por estar mez-, cladas con las nuestras, no se pueden olvidar del todo.. En particular será bien declarar la ocasion, los princi pios y aumento de la discordia muy grande que entre aquella gente se encendió por este tiempo y los cimientos que con esto se echaron de un nuevo y muy poderoso reino de moros que se levantó en España.

CAPITULO V.

ba, y que era pueblo muy grande y de muy grande autoridad. Demás desto, con las armas vencedoras y en prosecucion de victorias tan nobles, revolvió sobre las comarcas de Briviesca y de la Rioja, pueblos que antiguamente se contaban entre los várdulos, y se apoderó de aquellos distritos. La Rioja está en un lado del monte Idúbeda por la parte que el rio Ogia, que se derriba de aquel monte, pasa y se mezcla con el rio Ebro; es tierra muy apacible y muy fértil. Lo mismo hizo de Pamplona en Navarra, y de lo que hoy se llama Alava, parte de Vizcaya. Verdad es que muchos destos pueblos por el vario suceso de las guerras tornaron á perderse, á causa que el poder de los reyes moros de Córdoba en gran perjuicio de los cristianos comenzó á levantarse por este tiempo, segun que poco despues se dirá, y creció adelante mucho en autoridad y fuerzas. Procuró el rey don Alonso y bizo que en las ciudades catedrales que se ganaron fuesen puestos obispos, que reformaban las costumbres de aquellos cristianos y las limpiaban de la maleza que de la conversacion de los moros se les habia pegado. Cultiva-nistraba justicia, hasta las mismas cosas sagradas y

ban los pueblos con el buen ejemplo, con nuevas leyes
que hacian, con declaralles y predicalles la palabra de
Dios. Reedificábanse los templos do estaban caidos,
y los profanados con la supersticion de los moros los
reconciliaban ó consagraban de nuevo. Reparaban los
ornamentos de las iglesias por cuanto lo sufria la po-
breza de la gente y las rentas reales, que eran muy
ténues. Finalmente, una nueva luz se mostraba por
todas partes, muy gran materia al presente de ale-
gría, y de mayor esperanza para lo de adelante. Los
antiguos geógrafos situaron los várdulos en la Canta-
bria por aquella parte que es bañada del mar Océano;
los antiguos historiadores de España, como hombres
de corto ingenio y pequeña erudicion, los pusieron en
aquella parte de Castilla la Vieja que antiguamente lla-
maron los vaceos. Desta opinion procedió otro nuevo
engaño, y fué que como don Alonso ganase gran parte
de Castilla la Vieja, la cual nuestros historiadores lla-
maron várdulos, otros se persuadieron que desta hecha
quitó á los moros toda la Cantabria ó Vizcaya. Pero
por bastantes testimonios se puede mostrar que los
moros en ningun tiempo pasaron de un lugar que en
Vizcaya vulgarmente se llama la Peña Horadada. El Rey,
despues que concluyó cosas tan grandes, falleció en
Cangas en edad de setenta y cuatro años, el año que
se contaba 757 de nuestra salvacion. Fué príncipe es-
clarecido y señalado entre todos. Reinó por espacio de
diez y nueve años; quién dice de diez y ocho. Dejó
cinco hijos, los cuatro de Ormisinda, su mujer, que
fueron Froila, Bimarano, Aurelio y Usenda. De otra
mujer baja, y aun esclava, tuvo fuera de matrimonio
á Mauregato. Hiciéronle exequias y enterramiento muy
solemne, no tanto por el aparato y gasto cuanto por las
verdaderas lágrimas y sentimiento de todos sus vasa-
llos y por las voces del cielo que dicen se oyeron en
el enterramiento de ángeles que cantaban aquellas
palabras de la divina. Escritura: «El justo es quitado,
y nadie pone mientes en ello; es quitado por causa de
la maldad, y será en paz su memoria. » Sepultaron
estos Rey y Reina en Cangas en el monasterio de Santa
María. Tuvo don Alonso un hermano, por nombre Froi-
la, mas conocido por dos hijos suyos, Aurelio y Vere-

De dos linajes los mas principales entre los moros.
Por las armas de los sarracenos y por el vergonzoso
descuido de los nuestros la mayor y mas noble parte de
la redondez de la tierra quedó vencida y sujeta á los
enemigos del nombre cristiano crueles y fieros, los cua-
les tienen por abominable y por ilícito todo lo que nos-
otros tenemos por santo. Al principio obedecian todos
á una cabeza y á un principe, que cuidaba de todo, de
la guerra y del gobierno, hacia y deshacia leyes, admi-

pertenecientes al culto de Dios estaban á su cargo. En
las historias de los árabes á veces le llaman califa, que
en romance quiere decir sucesor, á veces miramamolin,
que es lo mismo que príncipe de los que creen. El
amor de la nueva supersticion hizo que al principio las
cosas estuviesen quietas; adelante con el grande au-
mento que tuvieron y por sus muchas riquezas resul-
taron alborotos, y de uno se hicieron muchos imperios.
Las causas destas discordias y los sucesos no hacen
á nuestro propósito, solo por lo que toca á nuestro
cuento me pareció necesario declarar el origen y pro-
greso de dos familias y casas las mas nobles que hobo
entre los moros, y por cuyas diferencias resultaron
en este tiempo grandes alteraciones. Mahoma, funda-
dor de aquella secta y maestro de la nueva supersticion,
dió á muchas provincias guerras, en que siempre le su-
cedió prósperamente. Fué hombre de ingenio des-
pierto, astuto y malo; usaba de una profunda ficcion y
aparencia de santidad, cosa můy á propósito para enga,
ñar á la gente; y no hay cosa mas poderosa para ganar
las voluntades de la muchedumbre que la máscara de
la religion; así fueron innumerables los que engañó en
toda su vida. A la muerte, de muchas mujeres con quien
ilícita y torpemente se casó, dejó solamente tres hi-
jas, y ningun hijo varon, ca uno que tuvo se le murió
de doce años. La mayor de las hijas se llamó Fatima,
las otras, Zeinebis y Imicultis; quedaron casadas eon
hombres principales, y todavía por la muerte de Ma-
homa los suegros dél se encargaron del gobierno, pri-
mero Abubacar, y despues Homar, en lugar de sus hijas
y nietos. Despues destos Atuman, marido de Fatima,
tuvo el imperio, que por ser la mayor tenia mejor de-
recho para suceder á su padre. Deste tuvo orígen el
linaje de los Alavecinos, gente muy poderosa en rique-
zas y en señorío. A Atuman, no sin contradiccion de
muchos y grande alteracion del pueblo, sucedió Moa-
Hamada
bia, marido de la segunda hija de Mahoma,
Zeinebis, fundador que fué del otro linaje muy valido
de los Benhumeyas. La causa destos nombres y apelli-
dos no se sabe ni lo que significan. Lo cierto es que
á Moabia sucedieron por órden su hijo Izit, y Maula,
su nieto, que perdonó á sus vasallos y les descargó de

la tercera parte de los tributos con que acostumbraban á servir. Muerto Maula, los moros divididos en dos parcialidades, los unos siguieron á Maroan, y los otros á Abdalla, que era, segun yo pienso, del linaje y alcuña de los Alavecinos. Sea lícito usar de conjeturas en cosas tan escuras como son las de aquella nacion. Por lo menos en tiempo del rey Moabia fué maestro de la milicia, que es como entre nosotros condestable, con que tuvo ocasion de granjear muchas riquezas y aliados, y de presente tuvo manera para echar al contrario del reino y quedar solo por señor de todo. Mas con su muerte la corona y cetro volvieron á Abdelmelich, hijo de Maula, que ganó gran renombre por conquistar, como conquisto, toda la Africa, con que él y sus sucesores se hicieron mas poderosos que antes. Las discordias de los emperadores romanos dieron lugar á este daño, que fué una miserable ceguera y una locura de los hombres muy grande; pero mejor será apartar el pensamiento destas cosas, cuya memoria, á manera de cierto aguijon, punza y duele. Falleció Abdelmelich de su enfermedad, y en su lugar sucedió su hijo Ulit, aquel por cuyo mandado Tarif pasó en España, y vencido y muerto el rey don Rodrigo, se apoderó del reino de los godos. En lugar de Ulit sucedió primero su hermano Zuleiman, despues Homar y Izit, hijos de Ulit por adopcion de su tio, para que juntamente y con igual poder gobernase aquel imperio. A estos dos sucedió otro hermano tercero, llamado Iscam. A Iscam Alulit, hijo de Izit. Despues de Alulit, con gran voluntad de toda aquella nacion, Ibrahem, su hermano, tomó el gobierno. A este dió la muerte Maroan, dado que era del mismo linaje de los Humeyas, y por fuerza de armas, como queda dicho, se apoderó de todo. Las discordias destos príncipes dieron ocasion á los Alavecinos, que eran del linaje de Fatima, para levantar cabeza y prevalecer como los que tenian sus fuerzas enteras y unidas, y los contrarios al revés divididas y flacas. Abdalla pues, hombre de grande industria y no menor corazon, muerto que hobo á Maroan, que á causa de aquellasrevueltas se hallaba con pocas fuerzas, restituyó últimamente á los que descendian de Fatima el imperio de los moros, como queda ya tocado; y para aseguralle mas y perpetualle en sus descendientes hizo gran carnicería en el linaje de los Humeyas, por ningun otro delito sino por sospechar pretendian el imperio que ya tuvieron; camino por donde de presente se hizo odioso, y para adelante su nombre fué tenido por infame como de cruel y tirano. Fuera desto, Abderraman, que era de los Benhumeyas, fué puesto en necesidad, por escapar de aquella carnicería, de pasar á España para intentar cosas nuevas, por entender que los moros comunmente en aquella provincia eran aficionados á los emperadores pasados y al linaje de los Benhumeyas, á causa de las muchas mercedes que dellos tenian recebidas; con la ayuda de los cuales y el esfuerzo y buena maña de Abderraman se fundó un nuevo reino de moros en aquella provincia, exempto y libre del señorío de los miramamolines de Africa y de los califas de Asia; su asiento en la ciudad de Córdoba, do las demás ciudades acudian como á su cabeza y metrópoli, segun que adelante se entenderá mejor.

CAPITULO VI

De los reyes Froila, Aurelio y Silon. Por la muerte de don Alonso el Católico su hijo mayor, llamado Froila ó Fruela, se encargó del gobierno y del reino de los cristianos en España, como era razon y derecho, el año de 757. Tuvo el reino once años y tres meses; su gobierno y fama tuvo mezcla de malo y de bueno. Fué áspero de condicion, inclinado á severidad, y aun más aficionado á crueldad que á misericordia. Los príncipes con la grande libertad que tienen pocas veces se van á la mano, y de ordinario siguen sus inclinaciones y pasiones. Los aduladores, de que hay gran número en las casas de los reyes, hacen que el mal pase adelante; que no hay quien se atreva á decir la verdad. A los vicios dan nombres de las virtudes á ellos semejantes, y hacen creer que la crueldad es justicia, y que la malicia és prudencia, y así de lo demás, con que todo se pervierte. Verdad es que tuvo algunas cosas de buen príncipe, porque lo primero fundó y edificó á Oviedo, ciudad principal y roble en las Astú rias, si bien algunos atribuyen esta fundacion á su padre el rey don Alonso, pero sin bastantes fundamentos. Dió á la nueva ciudad derecho y honra de obispado. Demás desto, apartó los casamientos de los sacerdotes, costumbre antiguamente recebida por ley de Witiza, y despues muy arraigada por el ejemplo de los griegos, con que se encendió la ira de Dios contra España y incurrió en tan graves desastres y castigos, como lo entendia la gente mas cuerda. Con esta resolucion cuanto fué el amor y benevolencia que ganó con los buenos, tanto se desabrió gran parte del pueblo y de los sacerdotes, porque los hombres ordinariamente quieren que lo antiguo y lo usado vaya adelante; y la libertad de pecar es muy agradable á la muchedumbre. Desta severidad procedió gran parte del odio que en su vida muchos le tuvieron; y despues de su muerte su nombre quedó acerca de los decendientes amancillado y afrentado mas de lo que merecia. Así se puede sospechar, pues fuera de las demás virtudes, en lo que toca á la guerra procuró se➡ guir las pisadas de su padre. En particular el segundo año de su reinado en una gran batalla desbarató á Juzef, gobernador de España por los moros, viejo capitan, y qué con un grueso ejército talaba y destruia las tierras de Galicia. Ninguna victòria hobo en aquella era ni mas esclarecida ni de mayor provecho para los cristianos, ca quedaron muertos cincuenta y cuatro mil moros. Esta pérdida fué causa que Juzef, que por espacio de cuatro años hacia resistencia á Abderra❤ man para que no se apoderase de España como pretendia, se acabase de perder; porque como se viese trabajado por el linaje de los Rumeyas, huyó de Córdoba; mas por diligencia de sus enemigos fué preso en Granada, de donde escapó y se huyó á Toledo, confiado en la fortaleza de aquella ciudad y con esperanza que aquellos ciudadanos le acudirian. Sucedióle al revés, que como á caido todos le faltaron, y los mismos en quien mas confiaba le dieron la muerte con intento de ganar á su costa la gracia del vencedor. Desde este tiempo, que fué el año de nuestra salvacion 759, y conforme á la cuenta de los árabes 142, todos los moros de España se tornaron á unir debajo de una cabeza y gobierno; y Abderraman Abenhumeya, que tuvo ade

lante sobrenombre de Adahil, fundó un nuevo reino de
su nacion mas poderoso que antes, exempto de la ju-
risdiccion de los moros de Africa y de Asia, como poco
antes queda apuntado. Sola Valencia, ciudad de los ede-
se mantuvo
tanos, parte de la España Tarraconense,
por algun tiempo en la devocion antigua; pero última-
mente, Abderraman con un largo y apretado sitio que
sobre ella puso la forzó por las armas á seguir el par-
tido de las demás. Era grande el odio que este Principe
mostraba contra nuestra religion, tanto, que los cris-
tianos de aquella ciudad se salieron della, y llevaron
consigo á lo postrero de la Lusitania, por la parte que'
el promontorio Sacro se alarga mucho en el mar, los sa
grados huesos del mártir can Vicente, que en tiempos
pasados, como queda dicho, padeció en aquella ciudad,
al cual ellos adoraban como á Dios, y era célebre por
la fama de los milagros; tales son las palabras del moro
Rasis, que me pareció poner aquí. Sucedió adelante
que un moro, natural de Fez, llamado Allibolaces, an-
dando por allí á caza halló estos hombres, y como los
matase, llevó consigo á Africa por esclavos sus hijos,
niños de pequeña edad; por cuya informacion adelante
se supo el lugar en que quedaron escondidos los sagra-
dos huesos, que fué ocasion de mudar el nombre á aquel
promontorio, y llamarse adelante el cabo de San Vi-
cente; pero desto se tornará á hablar en otro lugar. El
rey barbaro, ensoberbecido con tantas victorias y por
sucederle todo á su voluntad, acometió á hacer guerra
á los gallegos. Por otra parte, puso cerco sobre Beja,
ciudad de Portugal, que antiguamente era Pax Julia,
De la una y de la otra parte fué rechazado por el es-
fuerzo y armas del rey don Fruela, el cual, con su buena
dicha y diligencia, no solo defendió las tierras de los cris-
tianos de las insolencias de los bárbaros, sino tambien
acudió á sosegar las alteraciones de los naturales, en
especial de los gallegos, que sospecho andaban altera-
dos por haber quitado las mujeres á los sacerdotes. Asi-
mismo los de Navarra, que andaban levantados, se redu-
jeron á obediencia el año de 761. En esta jornada se
casó el rey don Fruela con Menina, otros la llaman Mo-
merana, hija de Eudon, duque de Guiena, y hermana
de Aznar, que de buena gana vino en este casamiento
por estarles á todos muy á cuento: Desta señora na-
cieron don Alonso, que adelante tuvo el reino y renom-
bre de Casto, y doña Jimena, muy conocida por ser ma-
dre de Bernardo del Carpio y por su poca honestidad.
Pudiera el rey don Fruela ser contado entre los grandes
príncipes si no amancillara su fama y sus virtudes con
la muerte que dió por sus propias manos á su hermano
Bimarano; hecho grandemente inhumano y que le hizo
muy adioso, Era Bimarano de gentil disposicion, y con
su mucha afabilidad ganaba las voluntades del pueblo;
sospechó su hermano que procuraba hacerse rey, y por
ventura, como suele acontecer, los que estaban des-
contentos de la severidad del Rey pretendian tomarle
por su cabeza y debajo de su sombra alterar á los de-
más, porque no se puede entender que don Fruela sin
propósito y sin tener alguna, causa para ello hiciese
cosa tan fea, dado que ninguna pudo ser bastante para
excusar exceso tan grave; y él mismo, para aplacar el
odio que de aquella muerte resultó, prohijó y nombró
por su sucesor en el reino á don Bermudo, hijo del
muerto; pero no sirvió de nada, porque los suyos, y en

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sucesor

particular don Aurelio, sa hermano, se conjuraron
contra él y le dieron la muerte en Cangas. Sepultaron
al rey don Fruela y su mujer Menina en la iglesa mayor
de Oviedo. En este tiempo Vero, arzobispo de Sevilla,
resplandecia por su santa vida, erudicion y libros que
escribió. Asimismo Pedro, prelado de Toledo,
de Urbano, por sobrenombre el Hermoso, compuso un
libro de cómo se debia celebrar la Pascua, muy alabado
en aquel tiempo, entlerezado á los de Sevilla, que en esta
cuenta andaban errados. A Pedro sucedió Cijila, que
escribió la vida de san Illefonso. Adriano, pontifice ro➡
mano, enderezó una carta á este prelado, dado que lo
llama Egila, en que repréhende la costumbre que té
nian en España, creo tomada de Grecia, de comer carne
los sábados. Yo entiendo que de aquella costumbre por
cierta manera de concordia se tomó la que al presente
se guarda de comer aquellos dias los menudos y ex-
tremidades de los animales; quién dice que esto se in-
trodujo el año de Cristo 1212 cuando los nuestros en
el puerto del Muladar ganaron aquella báta¦la contra
los moros tan señalada y famosa, pero no hay para
asegurar esto autor ni argumento bastante. Todavía
el despensero de la reina doña Leonor, mujer del
rey don Juan el Primero, así lo dice, y la Valeriana,
como se refiere adelante, libro 11, capitulo 21. Las
listas antiguas de los arzobispos de Toledo no solo
no ponen á Urbano en aquel número, sino tampoco
á Pedro, en lugar de los cuales cuentan por pre-
decesores de Cijila á Sunieredo y Concordio. La es-
curidad de aquellos tiempos es tan grande, que á las
veces nos fuerza á reparar, no de otra manera quo
quien no sabe el camino, llegado á alguna encrucijada
do se divide en muchas partes, como ninguno de aque-
los caminos le descontente, ninguno le agrada. El ma-
tador del rey don 'Fruela, vengador de Bimaranoy
hermano de entrambos, dado que otros le hacen primo,
rey don Alon-
hijo de don Fruela, que fué hermano del
só, entró en el reino y tomó la corona el año de 768.
No hicieron caso de don Alonso, hijo del rey don
Fruela, para que heredase á su padre, así por su pe-
queña edad como por el odio que todos a su padre te-
nian. Reinó don Aurelio seis años y medio; no hizo
cosa en paz ni en guerra que sea digna de memoria, por
lo menos que por ella merezca ser alabado. Verdad es
que apaciguó una guerra civil que encendieron los es-
clavos, ca con deseo de libertad y con la ocasion que
les dába la 'revuelta de los tiempos, se apellidaron en
gran número y tomaron las armas; pero la toa que por
esta causa ganó la escureció del todo y amancilló con
un asiento muy feo que hizo con los moros, en que se
obligó de darles cada un año cierto número de don-
céllas nóbles como por parias. La prosperidad de Ab-
derraman pónia á los nuestros espanto. Temian con
razon que las armas de aquel nuevo reino y sus fuerzas
muy grandes no oprimiesen las de los cristianos, que
de suyo eran flacas, y por la discordia de los parciales
á punto de perderse., Procuró el rey don Aurelio de
prevenirse de fuerzas contra aquella tempestad que ame-
nazaba, y por esta causa casó su hermana Adosinda
con Silon, hombre poderoso y principal, con esperanza
y deseño que en vida le ayudaria', si' fuese necesario,
y despues de muerto le sucederia en el reino por no
tener él hijos, ni aun se sabe bastantemente quo haya

mismo las otras dos palabras griega y latina anathema y excommunicatus, de que usa aquel privilegio escrito en lengua latina. Por este tiempo Carlo Magno deshizo el reino de los longobardos, que duró en Italia pasados docientos años, con prender en Pavía á Desiderio, su rey. Confirmó otrosí á instancia del papa Adriano la donacion que Pipino, su padre, hiciera á aquella iglesia del exarcado y otras ciudades de Italia, en que entraban Boloña, Ravena, Ferrara y la Emilia, que era la Lombardía allende el Po, Parma y Plasencia, sin otras muchas ciudades y tierras. De la sepultura del rey Silon hay diferentes opiniones; quién dice que le enterraron en Oviedo, por un letrero muy largo que está á la entrada de la iglesia de San Salvador, donde en cierta manera de cifra se lee su nombre, y se dice y repite docientas y setenta veces que hizo aquella iglesia, demás que debajo de aquel letrero hay ocho letras que significan:

AQUÍ YACE SILON; SÉALE LA TIERRA LIVIANA.

Otros dicen que le sepultaron en Pravia en la iglesia de San Juan Evangelista, que él levantó desde los cimientos, do sin duda fué puesto el cuerpo de su mujer la reina Adosinda.

CAPITULO VII.

De los reyes don Alonso, Mauregato y don Bermudo.

sido casado. El Cronicon del rey don Alonso el Magno dice que el rey don Aurelio fué sepultado en ei valle de Jagueya en la iglesia de San Martin. Don Lúcas de Tuy dice que le enterraron en Cangas. Dificultoso es concordar estas opiniones, ni como juez sentenciar por la verdad. Quién dice que Jagueya y Cangas es lo mismo, quién que Jagueya es la villa de Yanguas; por esta opinion hace la semejanza de los nombres moderno y antiguo, y que en aquella villa en la iglesia de San Miguel hay una cueva con advocacion de San Andrés, y en ella dos sepulcros ó lucillos juntos el uno del otro, los cuales el pueblo, como cosa recebida de sus antepasados, tiene por de los dos reyes don Favila y don Aurelio; que si esto se recibe, será necesario confesar que el nombre de aquella iglesia con el tiempo se ha mudado, por lo menos que los huesos de aquellos reyes, de do primero estaban enterrados, se trasladaron á aquel lugar; cosa que en el rey don Favila no tiene duda haber primero sido sepultado en otro lugar, como queda arriba señalado, es á saber, en tierra de Cangas. Por la muerte pues de don Aurelio, Silon, su cuñado, fué alzado por rey en Pravia juntamente con Adosinda, su mujer. Reinó por espacio de nueve años, un mes y un dia. Enfrenó al principio de su reinado y sosegó los gallegos, que an→ daban alborotados cerca del monte Ciperio, que hoy se llama Cebreros. Los motivos y ocasiones desta guerra no se escriben; solo refieren que por ser Silon de grande edad, ó porque naturalmente era enemigo de cuidados y no se hallaba con fuerzas para llevar aquel peso, se resolvió de partir mano, no solo del cuidado de la guerra, sino tambien del gobierno; y para esto por amonestacion de su mujer nombró por su compañero en el reino con plena autoridad en guerra y en paz á don Alonso, hijo del rey don Fruela. La miseria y mengua destos tiempos fué tal, que cuando la república estaba mas revuelta con las olas de una cruel tempestad y tenia necesidad de un gobernador varonil, entonces por la mayor parte le cabian en suerte reyes sin provecho y cobardes. Desde este tiempo parece que don Alonso tuvo nombre de rey, como se puede mostrar por un privilegio el mas antiguo de cuantos en España se hallan en los archivos, dado á Santa María de Valpuesta, que hoy es iglesia colegial, y antiguamente era monasterio de monjas. En él por la liberalidad del rey don Alonso se hace donacion á aquel templo de muchas heredades, era de 812, que concurre con el año de Cristo de 774, que fué el primero del reinado de Silon, si ya por ventura los números no están errados. Porque la opinion de los que atribuyen este privilegio á don Alonso el Católico no viene bien con la razon de los tiempos. Y sea lo que fuere en esta parte, la maldicion que en aquellas letras se contiene es muy digna de ser considerada. Dice que el que quebrantare aquella donacion sea anatema, marrano y descomulgado; de las cuales palabras se entiende que esta palabra marrano no se deriva de la palabra moro, como si dijésemos maurano, como algunos sospechan que resultó en Italia en tiempo del emperador Federico Barbaroja por ocasion que muchos moros que estaban á su sueldo, despues de convertidos á la ley de Cristo, la renegaron, sino que antes viene de la palabra siriaca maranatha, con que en las divinas letras se significa la descomunion y maldicion, como tambien significan lo

Hechas las honras y enterramiento del rey Silon, don Alonso, su compañero, con gran voluntad de la nobleza quedó solo con el reino el año de 783. El odio que tenian á su padre estaba olvidado, y con la muestra que habia dado de sus virtudes tenia granjeadas las voluntades de todos sus vasallos. Solo Mauregato, su tio, aunque no era legítimo, pretendia se le hizo agravio en anteponerle á don Alonso. Alegaba que tenia mas estrecho parentesco con los reyes pasados y que todos sus hermanos sucesivamente fueron reyes. No faltaban hombres bulliciosos que con deseo de cosas nuevas daban oidos y favor á sus intentos, personas de malos pensamientos y costumbres, cuales son por la mayor parte los que siguen la corte y casas reales. A persuasion destos, por hallar poco arrimo en los cristianos, hizo recurso á los moros; pidióles le ayudasen, y alcanzólo con asentar de dalles cada un año por parias cincuenta doncellas nobles y otras tantas del pueblo, infame concierto; pero tanto puede el desenfrenado deseo de reinar. Son los moros mas quê ninguna otra nacion inclinados á deshonestidad. Con el cebo pues destos deleites y por mandado de su rey Abderraman buen número de aquella gente siguió á Mauregato. Allegábase para inclinarlos mas la honra que les resultaba de tener á los cristianos por tributarios y á su rey por sujeto y obligado. No se hallaba don Alonso apercebido de fuerzas bastantes para hacer resistencia y contrastar á tanto poder. Acordó de dar tiempo al tiempo, y mientras duraban aquellos recios temporales se retiró á la Cantabria ó Vizcaya, donde tenia muchos aliados, parientes y amigos de Eudon, de quien venia por parte de madre. Era de veinte y cinco años cuando al principio de su reinado fué despojado. Reinó Mauregato por espacio de cinco años y seis meses sin señalarse en cosa alguna, sino en cobardía, torpeza y en la grave maldad que cometió por

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