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comunicacion y trato los naturales mudaron sus costumbres antiguas y su lengua y la trocaron con las do los romanos, segun que Estrabon lo testifica.

sc apoderó asimismo por su parte de Sicilia. Acudieron Octaviano y Lépido, y por fuerza le despojaron y echaron de aquella isla, con que se quedó Octaviano, y aun se enseñoreó de Africa por cierta diferencia que tuvo con Lépido, al cual, desamparado de los suyos, le despojó de todo el poder que tenia. Sintió esto, como era razon, Marco Antonio, el otro compañero que tenia las provincias de oriente, que Octaviano sin darle parte se apoderase de todo lo demás. Destos principios y con esta ocasion se encendió finalmente la guerra entre los dos, en que despues de muchos trances, vencido en una batalla naval junto á la Prevesa y muerto Antonio, se quedó Octaviano solo con todo el imperio el año veinte y ocho antes del nacimiento de Cristo. Llamóse Octavio del nombre de su padre y del nombre de su tio César. El Senado le dió renombre de Augusto como á hombre venido del cielo y mayor que los demás hombres por haber restituido la paz al mundo despues de tantas revueltas. Sexto Pacuvio, tribuno del pueblo, consagró su nombre, que es lo mismo que hacelle en vida honrar como á dios, costumbre y vanidad tomada de España, como lo dice Dion. En el progreso desta última guerra entre Octavio y Antonio Bogud, rey de la Mauritania, pasó en España en favor de Antonio y para ayudar á su partido; pero fué por los contrarios rechazado con daño. No inucho despues en el octavo consulado de Augusto, veinte y cinco años antes de Cristo, abrieron y empedraron en el Andalucía el camino real que desde Córdoba iba hasta Écija, y desde allí al mar Océano, como se entiende por la letra de una columna de mármol cárdeno que está en el claustro del monasterio de San Francisco de Córdoba, do se dice que aquella columna, que debia ser una de las con que señalaban las millas, se levantó en el octavo consulado de Augusto; y que desde Guadalquivir y el templo augusto de Jano hasta el mar Océano se contaban ciento veinte y una millas. Este templo de Jano se entiende estaba en Córdoba ó cerca de ella, y aun se sospecha que le edificaron para eterna memoria de la paz que fundara Augusto; pero estas son conjeturas. Siguiéronse alteraciones de los Cántabros, Asturianos y de los Vaceos, pueblos de Castilla la Vieja. Apaciguólas con su buena maña Statilio Tauro, por ventura por comision y como lugarteniente de Cayo Norbano, de quien se sabe que por estos tiempos triunfó de España, desde donde toman el principio de la guerra de Cantabria los que por autoridad de Paulo Orosio sienten que duró por espacio de cinco años enteros. Asimismo es cosa cierta que en esta sazon se mudó la manera y forma del gobierno de España, porque en Jugar de pretores y procónsules enviaron para gobernalla legados consulares, á la manera que en las demás provincias se comenzó tambien á usar. Muestra son desto las piedras antiguas donde se ve por estos tiempos puesta esta palabra Consularis. Repartiéronse otrosí las provincias del imperio y gobierno dellas entre Augusto y el Senado, por el cual repartimiento en España sola la Bética, que es Andalucía, quedó á cargo y gobierno del Senado; de que resultó otrosí que la España ulterior tuvo dos gobernadores, el uno de la Bética, ú provision del Senado, y el otro de la Lusitania, que nombraba Augusto. En conclusion, sosegada por la mayor parte España, con la paz que se siguió, por toda ella se fundaron muchas colonias de romanos, con cuya

CAPITULO XXIV.

De la guerra de Cantabria.

Tal era el curso y estado de las cosas, tales los vaivenes que el imperio romano daba. En particular España reposaba, cansada de tantas y tan continuadas guerras, y juntamente florecia en gente, riquezas y fama cuando se despertó una guerra mas cruel y brava de lo que nadie pensara. Tuvo esta guerra principio de los cántabros, gente feroz y hasta esta sazon no del todo sujeta á los romanos ni á su imperio por el vigor do sus ánimos, mas propio á aquellos hombres, y mas natural que á las demás naciones de España; y por morar en lugares fragosos y enriscados, y carecer del regalo y comodidades que tienen los demás pueblos de España, son grandemente sufridores de trabajos. Ptolemeo señala por aledaños de los Cántabros á los Autrigones por la parte de levante, y por la de poniente á los Lungones, hacia el mediodía las fuentes del rio Ebro, y bácia el septentrion el Océano Cantábrico; pequeña region y que no se extendia hasta las cumbres y vertiente de los montes Pirineos. Los pueblos principales que tenia eran Juliobriga y Vellica, sin que se averigüe qué nombres en este tiempo les respondan. Otros, extendiendo mas, como suele acontecer, el nombre de Cantabria, comprehenden en su distrito todos los pueblos comarcanos á la Cantabria de Ptolemeo hasta dar en los montes Pirineos y en la Guiena, de que hay grandes argumentos que todo aquello algun tiempo se llamó Cantabria, como queda mostrado en otra parte; y es bastante indicio para que así se entienda ver que todos los nombres de los pueblos, donde esta guerra de Cantabria se hizo, no se hallan en tan estrecho distrito como arriba queda señalado, como se irá notando en sus lugares. Eran en aquel tiempo los cántabros de ingenio feroz, de costumbres poco cultivadas. Ningun uso de dinero tenian; el oro y la plata, si fué merced de Dios, ó castigo y disfavor negárselo, no se sabe. Así bien las mujeres como los hombres eran de cuerpos robustos, los tocados de las cabezas á manera de turbantes, formados diversamente, y no diferentes de los que hoy usan las mujeres vizcainas. Ellas labraban los campos; despucs de haber parido se levantaban para servir á sus maridos, que en lugar dellas hacian cama; costumbre que hasta el dia de hoy se conserva en el Brasil, segun se entiende por la fama y por lo que testifican los que en aquellas partes han estado; en los bailes se ayudaban del son de los dedos y de las castañetas; dotaban á las doncellas los que con ellas se desposaban; tenian apercebida ponzoña para darse la muerte antes que sufrir se les hiciese fuerza, como hombres de ingenio constante y obstinados contra los males, de que dieron bastantes muestras en el tiempo desta guerra. Lo primero que los cántabros hicieron para dar principio á su levantamiento fué persuadir á los asturianos y gallegos á tomar las armas. Luego despues hicieron cotrada en los pueblos comarcanos de los Vaceos, que estaban a devocion del pueblo romano. Pusieron con esto grande espanto, no solo á los naturales, sino tam

bien en cuidado al mismo emperador Augusto, que temia destos principios no se emprendiese mayor guerra y de mayor dificultad de lo que nadie cuidaba. Por esta causa, sin hacer caso de la Esclavonia ni de la Hungría, donde las gentes tambien estaban alteradas, se resolvió de venir en persona á España. Abrió primeramente las puertas de Jano, que poco antes mandara cerrar, y fué la tercera vez que se cerraron; ca la primera vez se hizo en tiempo del rey Numa, la segunda concluida la primera guerra Púnica ó Cartaginesa, la última despues que el mismo Augusto venció á Marco Antonio en la batalla naval; y esto porque otras tantas veces se hallaron los romanos en paz sin tener guerra en parte alguna. Venido Augusto en España, de todas. partes le acudieron gentes, con que se formó un grueso campo. Marcharon los soldados la vuelta de Vizcaya; asentaron sus reales cerca de Segisama, pueblo que se sospecha hoy sea Beisama, puesto en Guipúzcoa entre Azpeitia y Tolosa. Dividióse el campo en tres partes, con que toda aquella comarca en breve quedó sujetada por ser pequeña. Los cántabros, desconfiados de sus fuerzas para contra aquella tempestad que sobre ellos venia, alzadas sus haciendas y ropilla, con sus mujeres y hijos se recogieron á lugares ásperos y fragosos, sin querer con los contrarios venir á las manos. Con esto la guerra se prolongaba, y parecia que duraria mucho tiempo. Augusto, con la pesadumbre que recebia por aquella tardanza, y por ser los lugares isperos y aquel aire destemplado, enfermo de la melancolía se volvió á Tarragona. Dejó el cargo de la guerra á sus capitanes. Cayo Antistio y Publio Firmio tomaron cuidado de sujetar los gallegos; á Publio Carisio se dió el cargo de hacer la guerra contra los asturianos, gente no menos brava que los cántabros. Por general de todo quedó Marco Agripa, que entonces tenia grande cabida con el Emperador, y despues le dió por mujer á Julia, su hija. Para proveerse de mantenimientos, de que padecian grande falta por la esterilidad de la tierra, juutó el dicho Agripa naves de Ingalaterra y de Bretaña, con que se proveyó la ncccsidad; juntamente puso cerco con aquella armada por la parte de la mar á los cántabros, gente miserable, pues ni podian huir ni proveerse de bastimentos de fuera. Forzados con estos males los cántabros y afligidos con la hambre, se determinaron de presentar la batalla, que se dió cerca de Vellica; algunos creen sea Victoria, ciudad de Alava; contradice el sitio y distancia de los lugares marcados en Ptolemeo. Vinieron pues á las manos; pero á los primeros encuentros fueron desbaratados y muertos, como gente juntada sin érden, que ui conocia banderas ni capitan, y que ni por vencer esperaba loa ni temia vituperio si era vencida; cada cual era para si capitan y caudillo, y mas por desesperacion y despecho que con esperanza de la victoria se movian á entrar en la batalla. Desde la ribera del mar Océano se levanta un monte llamado Hirmio, los latinos le llaman Vinnio, de subida áspera, cercano ú Segisuma, de tan grande altura, que desde su cumbre se descubren las riberas de Cantabria y de Francia. En este monte por estar cercano y por su aspereza muchos de los vencidos se salvaron. Los romanos, desconfiados de poder subir, y por tener que era cosa peligrosa contrastar juntamente con la aspercza del lugar

y con gente desesperada, acordaron de cercarle con guarniciones, con fosos y con vallado. Con esto aquella miserable gente se redujo á tal estado, que, como ni ellos por estar mas embravecidos con los males quisiesen sujetarse á ningun partido, y los romanos se avergonzasen de que aquella gente desarmada se burlase do la majestad del imperio romano, los mas perecieron de hambre, algunos tambien se mataron con sus mismas manos; que quisieron mas la muerte que la vida deshonrada. Un pueblo cerca de Baisama, entonces llamado Aracil y ahora Arraxil, despues de largo cerco fué tomado y asolado por los romanos. Entre tanto que esto pasaba en Cantabria, Antistio y Firmio apretaban la guerra en Galicia; en particular cercaron de un grando foso de quince millas la cumbre del monte Medulia, donde gran número de gallegos estaba recogido. Estos, perdida del todo la esperanza de la victoria y de la vida, con no menor obstinacion que los de Cantabria, unos se mataron á hierro, otros perecieron con una bebida, hecha del árbol llamado tejo. No falta quien piense que este monte Medulia es el que hoy en Vizcaya se llama Menduria, muy conocido por su aspereza y altura, si sc puede creer que los gallegos, dejada su propria tierra, hicieron la guerra contra los romanos en la ajena; además que Orosio dice que el monte Medulio, donde los gallegos se hicieron fuertes, se levantaba sobre el rio Miño. Los asturianos hacian la guerra contra Carisio no con mas ventaja que los otros, ca puestos sus rcales á la ribera del rio Astura, del cual tomaron nombre los asturianos, como dividido ‘su ejército en tres partes pensasen tomar de sobresalto á los romanos, siendo descubiertos por los tregecinos, sus compañeros y confederados, trocada la suerte, fueron cuando menos lo pensaban oprimidos por Carisio, que los cogió descuidados. Los que pudieron escapar de la matanza se recogieron á la ciudad de Lancia, que estaba donde ahora la de Oviedo, con intento de defenderse dentro de las murallas, pues las armas les labian sido contrarias. Duró el cerco muchos dias; á los nuestros hacia fuertes y atrevidos la desesperacion, arma poderosa en los peligros; los romanos se avergonzaban de alzar la mano de la guerra antes de dejar sujeta aquella gente bárbara; en conclusion, vencida la constancia de aquella gente, rendida la ciudad, recibieron las leyes y gobierno que les fué dado. Con esto quedaron reducidos en forma de provincia del pueblo romano, así los Asturianos como los Cántabros y los Gallegos. Augusto, acabada la guerra, volvió á Cantabria, donde dió perdon á la muchedumbre; pero porque de alí adelante no se alterasen, confiados en la aspereza de los lugares fragosos donde moraban, les mandó pasasen á lo llano sus moradas y diesen cierto número de rehenes. Muchos, por ser mas culpados y tener los ánimos mas endurecidos, fueron vendidos por esclavos. Sabidas estas cosas en Roma, se hicieron procesiones, y se ordenó que Augusto triunfase por dejar á España de todo punto sujeta el año 198, despues que las armas de los romanos debajo de la conducta de Gneio Cepion Calvo vinieron la primera vez á estas partes, que fué el mas largo tiempo que se gastó en sujetar á ninguna otra provincia. No quiso Augusto aceptar el triunfo que el Senado le ofrecia de su voluntad; solo en los reales se hicieron juegos, cuyos mantenedores fueron Marco Marcello y

Tiberio Neron, el que adelante tuvo el imperio, y en esta guerra de los cántabros tuvo cargo de tribuno de soldados. En Roma se cerró la cuarta vez el templo de Jano, con esperanza que tenia Augusto y se prometia de un largo reposo, pues de todo punto quedaba sujeta España. A los soldados que habian cumplido con la milicia y traido las armas los años que eran obligados conforme á sus leyes, mandó se les diesen campos donde morasen en lo que hoy llamamos Extremadura, parte de la antigua Lusitania, en que fundaron á la ribera de Guadiana, rio muy caudaloso, una colonia, que por esta causa se llamó Emerita Augusta, y hoy es Mérida, ciudad que en riquezas, vecindad y autoridad, así civil como eclesiástica, competia antiguamente con las mas principales de España, y era cabeza de la Lusitania, por donde la llamaban Mérida la Grande. Rasis, árabe, encarece mucho la grandeza y hermosura de aquella ciudad hasta decir cosas della casi increibles; afirma empero que fué destruida por los moros cuando se apoderaron de España. El cuidado de guiar aquellos soldados y de fundar aquella ciudad se encomendó á Carisio, de que dan muestra las monedas de aquel tiempo que se hallan con el nombre de Augusto de una parte, y por la otra los de Carisio y de Mérida. Dion siempre le llama Tito Carisio, que debió ser descuido de pluma, porque en las monedas no se llama sino Publio Carisio, que en España se hallan muy de ordinario. Estas fueron las memorias mas notables que quedaron de la venida de Augusto y de la guerra que en España hizo. Añádense otras. A la ribera de Ebro donde antiguamente estuvo situado un pueblo llamado Salduba, se fundó una colonia, quellamaron César Augusta del nombre de César Augusto, y hoy se llama Zaragoza, ciudad muy conocida y cabeza de Aragon. Demás desto, á los linderos de la Lusitania fundaron otra ciudad, que se llamó Pax Augusta, y hoy corrompido el nombre se llama Badajoz, puesta en la frontera de Portugal de la parte de Extremadura, bien conocida por su antigüedad y por ser cabeza de obispado. A Braga, que antiguamente se dijo Bracara, le arrimaron el sobrenombre de Augusta. Otra ciudad se fundó á esta misma sazon en los Celtiberos por nombre Augustobriga, donde ahora está una aldea llamada Muro, á una legua de la villa de Agreda. Demás desto, otra del mismo nombre se edificó no léjos de Guadalupe; hoy se ve allí el Villar del Pedroso con claros rastros de la antigüedad. Por conclusion, las Aras Sextianas, de las cuales Mela, Plinio y Ptolemeo hicieron notable mencion, á manera de pirámides, cada una con su caracol de abajo arriba, puestas en las Astúrias en una península ó peñon; algunos sienten que fueron edificadas por memoria desta guerra, por decir Mela que estaban dedicadas á Augusto César, y aun entienden estuvieron cerca de Gijon y á cinco leguas de Oviedo; conjeturas que ni del todo son vanas ni tampoco de mucha fuerza, pues otros son de opinion que las Aras Sextianas levantó Sexto Apuleyo, de quien se refiere en las Tablas Capitolinas que por este tiempo entró en Roma con triunfo de España. Volvió Augusto á Tarragona, y allí le dieron los consulados octavo y nono. Demás desto, le vinieron embajadores de las Indias y de los escitas á pedir paz al que por la fama de sus hazañas habiau comenzado á amar

y acalar, que fué para él muy grande gloria. Desde aquella ciudad partió para Roma; llegó á ella el quinto año despues que aquella guerra se comenzara. Para su guarda llevó soldados españoles de la cohorte calagurritana, de cuya lealtad se mostraba muy satisfecho y pagado. Con su partida los cántabros y los asturianos, como gentes bulliciosas y que aun no quedaban escarmentados por los males pasados, concertados entre si, de nuevo tornaron á las armas con no menor porfia que antes. Vano es el atrevimiento sin fuerzas; así fué que primeramente L. Emilio y Publio Carisio, despues Cayo Furnio mataron á muchos de los alborotados, con que sosegaron á los demás. Muchos, por no sujetarse y por miedo de la crueldad de los romanos, se dieron á sí mismos la muerte con tan grande rabia, que hasta las madres mataron á sus hijos, y un mozo por mandado de su padre dió la muerte á él y á su madre y á sus hermanos, que presos y atados en poder de los enemigos estaban. Otros, alegres y cantando como si escaparan de un grande mal, iban á la horca, ca tenian por cosa honrosa dar la vida por la libertad. Parte asimismo de los que hicieron esclavos se concertaron entre sí, y muertos sus amos, se acogieron á los montes, de donde á manera de salteadores corrian la tierra, y no ccsaban de mover á los pueblos comarcanos á tomar las armas. Para sosegar estas alteraciones fué necesario que Marco Agripa, ya yerno de Augusto, desde Francia, donde tenia el gobierno de aquella tierra, pasase en España. Peleó algunas veces con aquella gente obstinada llevando los suyos lo peor. Por esto afrentó una legion entera, que tenia la mayor culpa del daño, con quitalle el sobrenombre de Augusta que antes le daban. Con este castigo despertaron los demás soldados y se hicieron mas recatados y valientes. Por conclusion, todas aquellas alteraciones se sosegaron de todo punto, y Agripa quedó por yencedor. Todos los que podian traer armas fueron muertos; á la demás muchedumbre, quitadas asimismo las armas, hicieron que pasasen á morar á lo llano, remedio con que cesó la ocasion de alborotarse; y finalmente, aunque con dificultad, se apaciguaron. La honra dél triunfo que por estas cosas ofreció á Agripa el Senado, á ejemplo de su suegro, no quiso aceptar. Solo vuelto á Roma, en un portal ó lonja del campo Marcio mandó pintar una descripcion de España, bien que las medidas do la Bética ó Andalucía no estaban de todo punto ajustadas, como lo testifica Plinio. Esto en España. En Roma Cornelio Balbo, natural de Cádiz, de quien so dijo fué cónsul, triunfó de los garamantas el año diez y seis antes de la venida de Cristo, y fué el primero de los extranjeros á quien se hizo aquella honra, y juntamente el postrero de los particulares; ca despues que Roma vino en poder de un señor, solo los emperadores y sus parientes triunfaron en lo de adelante de las gentes que vencian; y á la verdad el aparato de los triunfos de buenos y honestos principios era ya llegado á tanta locura y gasto, que apenas lo podian llevar los grandes imperios. A los demás, en lugar de aquella honra; daban los ornamentos triunfales, que cran una vestidura rozagante, una guirnalda de laurel, una silla que llamaban curul, un báculo de marfil. Hay quien diga que despues de todo esto hubo nuevos movimientos entre los cántabros, y que los enìbajadores que en

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viaron á Roma á dar razon de sí y de la causa de aquellas alteraciones, repartidos por diversas ciudades de Italia, perdida que vieron la esperanza de volver á su tierra, todos tomaron la muerte con sus manos. Entre ingenios tan groseros y gente tan fiera algunos españoles se señalaron por este tiempo, y fueron famosos en los estudios y letras de humanidad. Cayo Júlio Higi- | no, liberto de Augusto, y Porcio Latron, grande hombre en la profesion de retórica y amigo de Séneca, el padre del otro Séneca que llamaron el Filósofo, fueron ilustres en Roma y honraron á España, cuyos naturales

UNIVERSIDAD CENTUAL

eran, con la fama de su erudicion. Los libros que andan en nombre de Higino, los mas los atribuyen á otro del mismo nombre, alejandrino de nacion; pero Suetonio parece sentir lo contrario, porque dice que á un' mismo unos le hacian alejandrino, otros español, á los cuales él sigue; y añade que tuvo cuidado de la biblioteca ó librería de Augusto, y fué muy familiar del poeta Ovidio Nason; demás desto, que Julio Modesto, su liberto, en los estudios y en la doctrina siguió las pisadas de su patron.

LIBRO CUARTO.

Biblioteca DE FILOSOFIA Y LET

DECINATO DE

CAPITULO PRIME

De la venida del Hijo de Dios al mundo.

asimismo en tiempo de san Agustin sucedió, como él mismo lo reliere. Nosotros, consideradas todas las opiniones y las razones que hacen por cada una dellas, seguimos lo que nos parecia mas probable y á lo que autores mas graves se arriman. El lector podrá por lo que otros escriben escoger lo que juzgare mas conforme á la verdad. Dejadas pues aparte esta y semejantes cuestiones, vendrémos á las cosas de España, dado que por este tiempo apenas se ofrece cosa que de contar sca, sino lo que es mas principal, que reducidas todas las provincias debajo del imperio y gobierno de un monarca, los españoles así bien que todos los demás gozaban del sosiego y de los bienes de una bienaventurada paz, cansados de guerras tan largas, que encadenadas unas de otras se continuaron por tantos años. A la verdad era razon que el autor de la paz eterna Cristo hijo de Dios, ó la hallase en el mundo, ó le trajese la paz. Por esta causa pocas cosas memorables sucedieron en España en tiempo de los emperadores Augusto y Tiberio; sin embargo, se relatarán algunas, mas por continuar la historia que por ser ellas muy notables. Entre los historiadores solo Dion, sin señalar tiempo ni lugar, en particular cuenta que un capitan de salteadores llamado Corocota, de los muchos que quedaron por toda España á causa de las guerras pasadas, y por la libertad y fuerzas que habian tomado, hacian mal y daño por todas partes; dice pues que como le buscasen con diligencia para darle la muerte, él mismo de su voluntad se presentó delante el Empcrador; con lo cual no solo le perdonó, sino le dió tambien el dinero y la talla que estaba prometida al que le prendiese ó matase. Falleció de su enfermedad Augusto en Nola de Campaña á 19 de agosto el año 15 de Cristo en edad de setenta y seis años menos treinta y cinco dias. Fué el primero de los emperadores romanos; y si miramos las cosas humanas, el mas dichoso de todos, ca vengó la muerte de César, su padre adoptivo y tio natural, venció á Sexto Pompeyo en Sicilia, á Marco Lépido, su compañero, redujo á vida particular, y no mucho despues desbarató á Marco Antonio junto á la Prevesa en una batalla naval que le dió; quedó solo con el imperio por espacio de cuarenta y cuatro años. Mereció nombre de padre de la patria por las excelentes cosas que hizo en guerra y paz. Le

LLEGAMOS á los felicísimos tiempos en que el Hijo de Dios, como era necesario en cumplimiento de lo que habian prometido los santos profetas, se mostró á los hombres en la carne hecho hombre, y con una nueva luz que trajo á la tierra enseñó al género humano descarriado y perdido, y le allanó el camino de la salud. Restituyó la justicia, que andaba desterrada del mundo, y alcanzado con su muerte el perdon de los pecados, edificó á Dios Padre un templo santo á la traza del celestial, y le fundó para siempre en la tierra, el cual se llama la Iglesia, cuyos ciudadanos y partes somos todos aquellos que por beneficio del mismo Dios hemos recebido por todo el mundo la religion cristiana, y con fé pura y firme la conservamos. Y por cuanto de las primeras provincias del mundo que abrazaron este culto y religion, y de las que mas recio en ella tuvieron, fué una España, será necesario relatar lo mucho que hizo y padeció en aquellos primeros tiempos de la Iglesia por esta causa; juntamente será bien poner por escrito la nueva forma y traza que se dió en el gobierno seglar, las vidas y hechos de los emperadores romanos, como de señores que eran de España, las pelcas y luchas de los primeros cristianos, triunfos y coronas de los santos mártires, aquellos que per la verdad perdieron las vidas y derramaron su sangre; dichosas y nobles almas. La brevedad que seguirémos será muy grande, tocar es á saber mas que poner á la larga cada cual destas cosas, porque no crezca esta obra mas de lo que seria razon. Ayuda y acude desde el cielo, divina luz, encamina y endereza nuestros intentos y pluma, trueca nuestra ignorancia con sabiduría mas alta, haz que nuestras palabras sean iguales á la grandeza del sugeto; todo por tu bondad y por la intercesion de tu santísima Madre. El nacimiento de Cristo hijo de Dios en el mundo fué á 25 de diciembre del año que se contó de la fundacion de Roma 752, 42 del imperio de Augusto, en que fueron cónsules Octaviano Augusto la trecena vez y Marco Plaucio Silvano. Deste número de años algunos quitan un año, otros dos, y aun no concuerdan todos en los nombres de los cónsules que fueron á la sazon; variedad que

que dejó cansado. Hallado y puesto á cuestion de tormento, no pudieron hacer que descubriese los compañeros de aquella conjuracion, dado que no negaba tenerlos. Y sin embargo, por recelarse que la fuerza del dolor no le hiciese blandear, el dia siguiente sacado para de nuevo atormentarle, se escapó de entre las manos á los que le llevaban, y con la cabeza dió en una peña tan gran golpe, que rindió el alma ; tanto pudo en un rústico la fe del secreto y la amistad. Esto sucedió en España el año 26 de Cristo. En Roma seis años adelante Junio Gallion, hermano dé Séneca el Filósofo, por mandado del emperador Tiberio, fué desterrado de Roma, no por otra culpa sino porque sin su licencia propuso en el Senado que á los soldados pretorianos, cumplido el tiempo de su milicia, para ver los juegos públicos y para honrarlos diesen en el teatro asiento mas alto de lo que acostumbraban. Sexto Mario otrosí, hombre de nacion español, y tan rico que en espacio de dos dias hizo derribar en Roma cierta casa de un su vecino que vivia junto á las suyas, y despues mudado parecer, la tornó á reedificar; este fué acusado de haberse aprovechado de una hija suya que tenia de gentil parecer; convencido del delito, le despeñarou del monte Tarpeyo; la hija al tanto fué muerta. Dijose que sus riquezas le acarrearon aquel daño, por hacer el pueblo juicio de lo que á otros habia pasado, en especial que luego el Emperador se apoderó de todas ellas. Mostrábase con la edad mas inclinado á la codicia y de peores mañas y mas dañadas costumbres. Justo castigo del cielo que se despeñase en tantos males el que no castigó como fuera razon la muerte que dieron contra justicia á Cristo nuestro Señor, cuya vida fué santisima, cual convenia al que era Hijo de Dios.. Murió puesto en una cruz el año treinta y cuatro de su edad á 25 de marzo; los que sienten de otra manera reciben engaño, como en particular tratado lo averiguamos. Tal fué la paga que los hombres dieron á su inocencia, á su doctrina y á tantos beneficios como les hizo. Las mismas piedras como con un callado dolor sc quebrantaron; la tierra padeció un temblor extraordinario; el mismo sol se escureció y encogió sus rayos; bastantes testimonios y muestras de cuán grave era esta maldad. Pero sin tardanza, como él mismo lo tenia dicho, y como era necesario, abierto al tercero dia el sepulcro en que le pusieron, y espantadas con el gran ruido que resultó las guardas, salió sano, vivo y salvo; milagro nunca oido, manifiesta prueba de su santa divinidad. Algunos entendieron que la ave fénix, la cual fue vista, como lo refieren Dion, Tácito y Plinio, antes del postrer año del imperio de Tiberio, dió indicio y fué pronóstico y muestra de la resurreccion de Cristo hijo de Dios, por suceder en aquel tiempo y ser ella de tal naturaleza, que de sus cenizas despues de . muerta torna á revivir.

vantó muchos edificios, por donde solia decir que la ciudad de Roma era antes de ladrillo, y él la habia hecho de mármol. Dejó por su sucesor á Tiberio Neron, su eutenado, vencido de los halagos de Livia, su muger, dado que Germánico y sus hijos tenian mejor derecho á hercdarle. Goberno Tiberio Neron el imperio de Roma veinte y dos años, scis meses y algunos dias. Fué hombre vario y de ingenio, que tenia de bien y de mal. Al principio se gobernó bien, adelante se dió á la Jujuria de todas maneras, á la crueldad y avaricia, con que afeó la buena fama que tenia ganada. El vulgo le llamaba Callipedes, que es un animal, el cual se mueve muy de priesa, y nunca pasa de un codo adelante. Diéronle este nombre porque todos los años hacia aprestar todo lo necesario para visitar las provincias, por otra parte resuelto de no dejar á Roma ni ausentarse. En tiempo deste emperador Germánico hacia la guerra en lo postrero de Francia, y sabida en España la falta que padecia de cosas necesarias, le enviaron armas y caballos junto con cantidad de dineros que él no quiso aceptar, aunque recibió lo demás, y dió gracias á los españoles por la mucha voluntad que á la república de Roma mostraban. Esto avino el año segundo del imperio de Tiberio, en que se dió licencia á los embajadores de la España citerior para que en ella edificasen un templo en memoria de Augusto. En competencia desta adulacion, la España ulterior hizo por sus embajadores instancia con el Emperador para que, á ejemplo de Asia, les fuese lícito hacer lo mismo en memoria del mismo Tiberio y de Livia, su madre; cosa que no se usaba dedicar á ningun príncipe templo antes de su muerte. Oyó el Emperador esta embajada, pero no quiso venir en lo que le pedian, antes mostró pesarle de la licencia dada á los asianos; todo era en él modestia afectada. Por el mismo tiempo so alteraron de nuevo los cántabros, y con robos y correrías que hacian de ordinario daban pesadumbre á los comarcanos. Por esta causa los romanos fueron forzados á repartir guarniciones por aquella tierra; prevencion con que por una parte se enfrenó este atrevimiento, y por otra con la comunicacion de aquellos soldados romanos los na❤ turales dejaron su fiereza acostumbrada y se hicieron mas humanos. Demás desto, Gneio Pison, gobernador poco antes de España, ó por mejor decir robador, por sospecharse que dió la muerte á Germánico César con yerbas en Antioquía, la del rio Orontes, vuelto á Roma, se dió á sí mismo la muerte, sea porque su conciencia le acusaba, sea por no poder contrastar á la rabia del pueblo, el cual, por el amor que tenia á Germánico, estaba furioso, y se inclinaba á creer de Pison lo que se sospechaba. Otra cosa sucedió muy nueva y extraordinaria, y fué que á Vibio Sereno, procónsul que fué de la España ulterior, acusó su mismo hijo de haber cohechado aquella provincia; fué convencido en juicio, y por ello desterrado á Amorga, que es una de las islas del mar Egeo, y se cuenta entre las Cícladas. Asimismo Lucio Pison, pretor que era de la España citerior, con imposiciones nuevas y muy graves que inventó, alborotó los ánimos de los naturales, de suerte que se conjuraron y hermanaron contra él. Llegó el negocio á que un labrador termestino en aquellos campos le dió la muerte. Quiso salvarse despues de tan gran hazaña, pero fué descubierto por el caballo

CAPITULO II.

De los emperadores Cayo y Claudio.

Falleció el emperador Tiberio á 16 de marzo del año setenta y ocho de su edad, que era el 38 del nacimiento de Cristo, y á la sazon eran cónsules Gneio Acerronio Proculo y Cayo Portio Nigro. Sucedió en el imperio Cayo, hijo de Germánico, el cual de cierto gé

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