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se procuraba la destruicion de D. Enrique Conde de Trastamara y del Infante D. Fernando de Aragon como de los principales autores de las discordias de los dos reynos. El Rey de Castilla pretendia esto muy ahincadamente, al de Aragon todavia extrañaba este trato: pareciale hecho atroz y feisimo matar á estos caballeros, sin nueva culpa ni ocasion, que estaban debaxo de su seguro y palabra. No queria comprar la paz con el precio de la sangre de aquellos que dél estaban confiados. Todavia hora fuese por esta causa de complacer al de Castilla, hora por otra, el Infante D. Fernando por mandado del Rey su hermano fue muerto en esta sazon en Castellon, un pueblo que está cerca de Burriana. Los antiguos odios estaban ya maduros, demas que trataba entonces de pasarse en Francia con una buena compañia de soldados Castellanos que seguian su bando y amistad. Huiase su muger á Portugal: fue detenida primero y presa en el camino, despues enviada al Rey su padre. Con la muerte del Infante D. Fernando quedó el Conde D. Enrique libre y desembarazado de un grandisimo emulo y competidor para la pretension del reyno de Castilla. Poco faltó que no se le añublase aquel contento: otro dia despues de la muerte de D. Fernando sin saberlo él corrió gran go su vida. Los Reyes de Aragon y Navarra tenian concertado que juntamente con D. Enrique se viesen en el castillo de Uncastel que era de Aragon en la raya de Navarra, y que alli le matasen. Recelóse el Conde, puesto que no sabía nada destos tratos, de entrar en aquella fortaleza: para aseguralle la pusieron en poder de Juan Ramirez de Arellano, que para esto nombraron por Alcayde de aquella fortaleza, y era natural de Navarra. Hizo confianza D. Enrique de aquel caballero, que debia ser buen Christiano, y entró debaxo de su seguro no le valió este recato menos que la vida, á causa que los Reyes nunca pudieron acabar con el Alcayde que permitiese se le hiciese ningun daño. Decia que el Conde D. Enrique era su amigo, y fió su vida de la palabra y segu

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c La Edicion de 17. dice: Quien dice que esta habla de los Reyes fue en Sos á la raya de Navarra.

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guridad que le dió que por cosa de las del mundo él no mancharia su linage con infamia de semejante traicion consentiria alevosamente la muerte de un tan gran Principe. Cosa verdaderamente de milagro, que en un tiempo en que los corazones de los hombres estaban con tantas muertes encruelecidos y fieros, hobiese quien hiciese diferencia entre lealtad y traycion: grandisima maravilla, que un hombre extrangero tuviese tan grande constancia, que se opusiese á la voluntad y determinacion de dos Reyes, y mas que era Camarero del Aragonés. La verdad es que Dios, á quien los hombres no pueden engañar ni impedir sus decretos, tenia ya determinado de dar al Conde el reyno de su hermano, y quitarle al que con tantas crueldades le tenia desmerecido. Por este tiempo en el mes de Agosto en Catania de Sicilia dió fin á sus dias la Reyna de Sicilia Doña Costanza. Dexó una hija llamada Doña Maria, heredera que fue adelante del reyno de su padre, y por ella su marido D. Martin hijo de otro D. Martin Duque de Momblanc, y ultimamente Rey de Aragon.

CAPITULO VII.

QUE D. ENRIQUE FUE ALZADO POR REY DE CASTILLA.

Resfriado el calor con que se trataban las paces, y perdída gran parte de la esperanza que de concluillas se tenia, el Rey de Aragon se fue á Cataluña á procurar nuevos socorros para defenderse, el Rey de Castilla á Sevilla con tanta codicia de renovar la guerra, que en el fin del año entró por Murcia en el reyno de Valencia, y unas por combate y otras á partido ganó las villas de Alicante, Muela, Callosa, Denia, Gandia Y Oliva. Pasó tan adelante que en el mes de Diciembre puso cerco á la ciudad de Valencia cabecera de aquel reyno. Esto causó en toda la provincia un miedo grandisimo, en especial al Rey á quien tenia esta guerra puesto en gran cuidado, que á la sazon tuvo las Pasquas de Navidad en la ciudad de Lerida. Poco despues se vió con el de Navarra en la fortaleza de Sos en veinte y tres dias del mes de Febrero año

de

de nuestra salvacion de mil y trecientos y sesenta y quatro. 1364 Hallóse presente el Conde D. Enrique, reconciliado con los Reyes, ó lo que yo tengo por mas cierto, porque no sabia el peligro en que estuvo en las vistas pasadas. Hizose liga entre ellos, y amistades no mas duraderas que otras veces: presto se desavernán y serán enemigos. Pensaban si venciesen, repartirse entre sí á Castilla, como presa y despojo de la victoria. D. Enrique tenia concebida esperanza de apoderarse de las riquezas y reyno de su hermano; y el haberse escapado de tantos peligros le parecia á él que era dello cierto presagio y prenda, como si hobiera ganado una grandisima victoria. Finalmente su juego se entablaba bien, y mejor que el de sus contrarios. En el repartimiento de Castilla daban al Rey de Navarra á Vizcaya y á Castilla la vieja : el reyno de Murcia y de Toledo tomaba para sí el Rey de Aragon, que es cosa muy facil ser liberal de hacienda agena. Solo à D. Bernardo de Cabrera no contentaban estos pretensos; pareciale que con ellos no se grangearia mas de irritar y echarse á cuestas las fuerzas y armas de Castilla, mas poderosas que las de Aragon, como los sucesos de las guerras pasadas bastantemente lo mostraban. Tratóse entre estos Principes de matar al dicho Bernardo de Cabrera: platica que no estuvo tan secreta que primero que lo pudiesen efectuar no viniese á su noticia, y de Almudevar donde esto se ordenaba, se huyese á Navarra: siguieronle por mandado de D. Enrique algunos Capitanes de á caballo de los suyos, alcanzaronle en Carcastillo, y preso le tuvieron en buena guarda hasta que despues en ciertos conciertos fue entregado al Rey de Aragon, el qual estaba muy ansiado por el cerco de la ciudad de Valencia sin saber en lo que pararia. Con este cuidado juntó todo su exercito para irla á descercar con animo de dar la batalla al enemigo. Partió de Burriana con su campo, y llegado á vista de los enemigos, les presentó la batalla: escusóla el Rey de Castilla, no se sabe el por qué no se atrevió á venir á las manos con los Aragoneses. Ellos visto que los Castellanos se estaban quedos dentro de sus reales, con grande honra suya y afrenta de los enemigos en vein

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ocho de Abril se entraron como victoriosos en la ciudad de Valencia. La armada de Castilla que era muy poderosa, de veinte y quatro galeras y de quarenta y seis navios, dado que hobo un ciento á los pueblos de aquella costa, aportó á Monviedro. Alli se supo de las espias que el Vizconde de Cardona estaba en el rio de Cullera con diez y siete galeras Aragonesas. El Rey de Castilla tenia gran deseo de tomarlas, y pareciale que le sería cosa facil por estar en parte que no se le podrian escapar: sacó su armada y con gran presteza cercó la boca del rio. Cargó repentinamente el tiempo, y sobrevino una furiosa tempestad que le forzó volverse á su cuerpo, por no ponerse á riesgo de correr fortuna, ó de dar al través en aquella ribera. Vióse el Rey este dia en grandisimo peligro de perderse: asi luego que saltó en tierra, fue en romeria á la casa de Nuestra Señora Santa Maria del Puch á dar gracias á Nuestro Señor de haberle librado de las ondas del mar, y de las ma

I Entraron como victoriosos. Geronimo Zurita, que en el libro 1x. cap. 54. refiere con bastante extension los hechos de armas acaecidos en el asedio de Valencia, los termina con estas palabras: "Llegó el Rey " con su exercito al Grao de Valencia á » 2 8. del mes de Abril á hora de visperas, y de allí se entró en la ciudad con gran triunfo y fiesta, habiendo socorrido la "mas cara y principal cosa que tenia en sus "reynos y siendo cercada de un Rey tan · poderoso, y hallandose tan superior que " se afirma, que tenia doblada gente de á " caballo y fue socorrida de las vituallas

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" que llevaban las diez galeras en que Olfo ,, de Proxita iba por General. La Cronica del Rey D. Pedro de Castilla A.° XV. cap. 3. dice: Otrosi el Rey de Aragon agra"deció mucho á los de la ciudad de Valen"cia, é los tuvo en grande y señalado servicio el trabajo que habian sufrido. « Fue la defensa que hizo Valencia tan celebrada, que la puso entre una de sus mayores glorias el famoso Jayme Roig, Medico de la Reyna Doña Maria de Aragon (que floreció como un siglo despues) en el Poema contra les Dones lib. 111. part. I. Dice asi:

En va sestech,
com la asetja
é campetja

tant temps sobre ella
Rey de Castella
ab son poder.
Fonli mester
perq' es salvás,
que s'en pujás
por repicar

al campanar
de Sant Vicent:
la gent valent
si s' ó pensás
qu'ell repicás
poguera l' prendre.
Sabés defendre
del Rey malvat
esta ciutat
mol valentment
é lealment,
absent son Rey.
Per tal servey
é valentia,
per cortesia,

de tot peatge

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y

nos de sus enemigos, que de la ribera esperaban por momentos quando alguna grupada se le entregaria. Dicese que hizo esta romeria a pie, descalzo, en camisa y con una soga á la garganta; que de su natural no era tan sin piedad ni tan indevoto, si no hiciera las cosas tan sin orden y sin justicia. Con esto se volvieron los Reyes, el de Aragon á Barcelona, á Murcia el de Castilla, y de alli á Sevilla, en lo mas recio de las calores del estio, en el tiempo que en veinte y seis de Julio en la ciudad de Zaragoza fue justiciado publicamente D.Bernardo de Cabrera por sentencia que dió contra él el mismo Rey de Aragon, y la executó su hijo el Infante D. Juan: confiscaron las villas de Cabrera y Osona y otros muchos pueblos de su señorio: fiad en servicios y en privanza. Caso es este que si atentamente se considera, se echará de ver que el Rey de Aragon cometió un delito feo y atroz, muy semejante á parricidio, en hacer matar el discipulo á su Ayo, de quien fuera santisimamente doctrinado, mayormente que era inocente, y á todo el mundo eran manifiestos los grandes servicios que tenia hechos á la casa Real de Aragon. Causóle la muerte la incorrupta libertad con que decia su parecer. Es asi que los Principes huelgan con la disimulacion y lisonja : demas que los Reyes cometen muchas veces grandes yerros que veces redundan en odio de sus Privados; esto fue lo que acarreó la muerte á este excelente varon, sin tener otra mayor culpa. Conspiraron contra él para llegarle á este trance la Reyel Rey de Navarra, D. Enrique y el Conde de Ribagorza. Despues desto se volvió con nueva colera á echar mano á las armas. El Rey de Castilla tomó á Ayora en el reyno de Valencia. D. Gutierre de Toledo, que por muerte de D. Suero era Maestre de Calatrava, iba por mandado de su Rey á bastecer á Monviedro: acometieronle en el camino golpe de Aragoneses, y en un bravo reencuentro que tuvieron 2 le desbarataron, y fue muerto en la pelea con otros muchos de los suyos. Por su muerte dieron el maestrazgo á D. Martin Lopez de

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Corenterró en el convento de S. Agustin de esta ciudad. Manual n. 14. fol.

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