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A tercera parte de la redondez de la tierra es Africa. Tiene por linderos á la parte del Occidente el mar Oceano Atlantico, á la del Oriente á Egypto y el mar Bermejo, mar báxo y sin puertos: al Septentrion la baña el mar Mediterraneo. Combatida por el un costado y por el otro de las furiosas olas del mar Oceano, de anchisima que es, se estrecha y adelgaza en forma pyramidal hasta rematarse por la banda del Sur en una punta que llamaron primero cabo de las Tormentas, y hoy se llama el cabo de Buena esperanza. Los moradores de esta tierra son de muchas raleas, diferentes Tom. VI.

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en leyes, ritos, costumbres, trages, color y en todo lo al. Lo mas interior habitan los Ethiopes largamente derramados, todos de color bazo ó negro. Siguense luego los de Libya, y despues los Numidas, generaciones de gentes que se dividen entre sí, y parten terminos por las altas cumbres y cordilleras del monte Atlante. Por la costa y ribera de nuestro mar se extienden los que por su propio nombre llamamos Africanos, Berberiscos ó Moros. En esta parte los campos son buenos de pan llevar y para ganados: arboledas hay pocas: llueve en ellos raras veces: tienen asimismo pocas fuentes y rios. Los hombres gozan de buena salud corporal, son acostumbrados al trabajo y muy ligeros. Vencen las batallas más con la muchedumbre de la gente, que con verdadero valor valentia: sus principales fuerzas consisten en la gente de á caballo. En ésta provincia Albohacen, noveno Rey de Marruecos, 1 de la familia y linage de los Merinos, poseia por este tiempo un anchisimo imperio; habia con perpetua y dichosa guerra domado todos los Principes comarcanos, y era el que parecia podia aspirar al señorio de toda España por ser muy temido de los Christianos, y por su persona hombre singular, de loables costumbres, dotado de muchas partes asi del alma como del cuerpo. Traia guerra con Botexefin Rey de Tremecen, llevando adelante en esto las enemistades que su padre con él tuvo. Esto era lo que le faltaba para acabar de sujetar toda aquella provincia, y lo que le hacia estorbo para acometer á España, á que le incitaban las antiguas victorias de sus antepasados, y encendiale el deseo de restituir en España y adelantar el imperio de los Moros. Mahomad Rey de Granada, como el que tenia pocas fuerzas, pasó el mar para

I De la familia::: de los Merinos. Segun la serie cronologica que produxo el historio. grafo de Granada Ebn Alkatib, Abulhasem ó Albohacen no fue el nono, sino el octavo Rey de Fez del linage de los Merinos. Esta familia ó tribu comenzó á darse á conocer en la Egira 610. y en la de 688. extinguió el imperio de los Almohades, y se señoreó de Marruecos, cor

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te de aquella parte de Africa. Vease Casiri tom. 11. pag. 224. y 237. Nuestras antiguas memorias llamaron á Albohacen Rey de Benimarin, como si el linage fuese provincia. Botexefin ó Abu Tachsphin era Rey de Tremecen, de la familia de los Zayanitas, cuyo dominio permanecia en Africa aun en tiempo de Alkatib. Casiri pag. 232.

verse con Albohacen, deseoso de que 2 fuesen compañeros en la guerra, y de revolver á Africa con España. Llegado á Fez, ciudad nobilisima de la Mauritania Tingitana, fue esplendida y magnificamente recebido y tratado del Rey barbaro, puestas en olvido las contiendas viejas que antes tuvo, ca era enemigo de Ozmin y de su casa. Cada uno dellos procuró mostrarse al otro mas cortés, dadivoso y mas amigo. Llegaron á tratar de sus haciendas un dia para ello señalado. El Rey de Granada habló al Rey barbaro en esta manera: "En Es"paña (poderoso Rey) apenas podemos sufrir la las guerra: "fuerzas de mi reyno estan ya gastadas, y la gloria de nues"tra gente escurecida: no sabré facilmente decir si los tiem"pos ó nosotros tenemos la culpa dello. En el postrer rincon "de la Andalucia estamos ya retirados, cercados de todo ge"nero de miseria, de manera que con dificultad conservamos "la libertad y la vida. Tengo vergüenza de decirlo, pero en "fin lo diré oxalá se nos concediera ser sujetos con algunas "honestas y tolerables condiciones, y que pudieramos estar "seguros de que nuestros enemigos nos las guardaran; pero "habemoslas con quien piensa que gana el cielo haciendonos „daño y engañandonos, y que para con nosotros no hay religion "ni juramentos que les obliguen á guardarnos las treguas y "capitulaciones que nos prometieren. Hacennos entradas cada "año, quemannos las mieses, echan fuego á los campos, ar„ruinan los pueblos, y nos roban las mugeres, los niños y "viejos y los ganados: no podemos ya respirar; vemonos en "estado que nos sería mejor morir de una vez, que sustentar „vida tan llena de peligros y miseria. ¿ Donde está aquella va"lentia de nuestros antepasados, con la qual con increible "presteza, llenos de gloria y de victorias, corrieron la Asia, „Africa y España, y con solo el miedo y fama de su va"lor

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de su misma nacion y creencia, llamado Juzef habia pujado las rentas del almojarifazgo, esto es de los derechos de entrada y salida que causaban los generos que extraian los Moros, aconsejó al Rey, que estos no sacasen ninguna cosa de su señorio. Cronica de D. Alonso XI. cap. 99.

„lor juntaron naciones tan divisas y apartadas? Torpe cosa es "no imitar los hechos valerosos de nuestros mayores; empero „no sustentar la autoridad, gloria y reynos que nos dexaron, „es gran maldad y mengua. En estos trabajos y miserias hasta "aqui nos ha sustentado la esperanza, puesta en tu felicidad, "virtud y grandeza sin par: ahora me ha forzado á que de"xado mi reyno pasase en Africa á echarme á tus pies. Seame "de provecho confesar la necesidad que tengo de tu amistad "y amparo. Real cosa es corresponder à la voluntad de aquellos »de quien eres suplicado; mas tomar la defensa de tu gente, "amparar los miserables, ser tenido (como lo eres) por escu"do y defensor de la santa ley de nuestros abuelos, te igua»lará con los inmortales. Sujetados ya todos los pueblos de "Africa Y rendidos á tu poder, se ha de acabar la guerra y „dexar las armas, ó las has de volver contra otras gentes. Mu„chos grandes Principes fueron más famosos durante el tiempo "de la guerra que despues de alcanzada la victoria. Lo que se "pierde con la descuidada y ociosa paz, se repara con las armas "en la mano, y con ganar nuevos reynos, fama y riquezas. "Por vecinos teneis los Españoles, que solo un angosto es"trecho de ti los aparta; y ellos estan divididos en muchos „señorios, y se abrasan con guerras civiles: tan enemigos son "entre sí, que no se juntarán puesto que vean armas extrañas "en su tierra. Tu tienes fortisimos exercitos, praticos y expe"rimentados con las continuas guerras; en la entrada de Es"paña fortisimos castillos, muy á proposito para la guerra: "á nos no faltan soldados, armas, bastimentos y dineros con "que poderte ayudar. Todo lo que se ganare, será tuyo; yo "me contentaré con la parte que darme quisieres de la presa. "El mayor premio que yo espero de la victoria, es la ven"ganza de una tan mala y abominable gente. El Rey barbaro respondió á esto, que su venida le daba mucho contento, y le era muy agradable le solicitase para que juntasen las armas y hiciesen la guerra de consuno que siempre les sucedió bien el tener ambas gentes amistad, por el contrario de las discordias se les recrecieran graves daños. Luego que hobiese

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