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CAPITULO II.

DE LA MUERTE DEL REY D. ENRIQUE.

En el mismo tiempo que la republica Christiana se comenzaba á turbar con el scisma de los Pontifices que se continuó por largos años, los Portugueses gozaban de una larga y grande paz: quanto á lo demás las cosas de aquel reyno no se podian hallar en peor estado. La Reyna apoderada del Rey más de lo que fuera razon: la fama de su honestidad no tal, ni tan buena. Decian tenia puestos los ojos y la aficion en D. Juan Fernandez de Andeyro Conde de Uren. Á sus parientes y aliados solamente se daban los cargos y gobiernos, la demás nobleza por el mismo caso estaba descontenta y perseguida, ó de callada ó al descubierto. Amenazaba alguna gran tempestad por miedo de la qual el Infante D. Donis hermano de aquel Rey se retiró á Castilla, como queda dicho de suso. Poco despues hizo lo mismo el Infante D. Juan su hermano. Á D. Juan hermano de los mismos, aunque bastardo y Maestre de Avis, pusieron en prision y le amenazaron de muerte. El como prudente acordó disimular y acomodarse al tiempo, y con algunos servicios y muestras de dolor aplacar el animo irritado de la Reyna. En Lisboa cabeza de aquel reyno se fortaleció con muros la parte mas baxa de aquella ciudad, que remata con el mar. Hizo esto el Rey D. Fernando asi el daño que por alli se recibió los años pasados, como para pertrecharse y apercebirse para todo lo que pudiese suceder. Los dos Pontifices no se descuidaban en solicitar por sus Legados á los Reyes de España para que se declarasen. El de Aragon todavia se quiso estar neutral: bien que estaba sentido en particular del Pontifice Urbano que trataba de desposeelle de Cerdeña y de Sicilia, todavia no dió lugar que en su reyno se leyesen los edictos que Clemente contra el fulminaba. Solo proveyó que las rentas Ecle

1 Clemente:: fulminaba. El grande Analista de Aragon Zurita (de quien al parecer tomó nuestro Autor la noticia) no hace mencion

por

de los edictos que fulminó Clemente contra Urbano, sino del proceso que para invalidar la eleccion de este ultimo, habian for

Eclesiasticas y aprovechamientos que pertenecen al Papa, se pusiesen en terceria en poder de un depositario, que las tuviese de manifiesto, hasta tanto que la Iglesia determinase á quien se debia acudir con ellas. 2 Los Legados de Urbano enviados al Rey D. Enrique, le hallaron en Cordova, do era ido para proveer á las cosas del Andalucia. Pedian en nombre del que los enviaba, que le tuviese por verdadero Pontifice, y declarase á su competidor por falso, elegido contra los canones y derecho. Oyólos benignamente; pero antes de resolverse en negocio tan grave acordó 3 juntar en Toledo las personas más señaladas del reyno para determinar lo que se debia responder. Estaba en aquella ciudad el Infante D. Juan su hijo de vuelta de la guerra, y con intento de pasar el invierno en aquellas partes. Acudieron Embaxadores del Rey de Francia que vinieron á hacer las partes de Clemente. Hizose la junta : los Obis

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formado algunos Cardenales, del qual re-
mitieron copia al Rey de Aragon, para que
le mandase publicar en las iglesias de sus do-
minios; pero el Rey encargó á los Prelados
de sus reynos, que no permitiesen por alguna
via, que se divulgasen la injusticia ó justicia
de los electos. Anales lib. x. cap. 22.
Los Legados de Urbano. - Impropiamen
te dió nuestro Autor este titulo á los dos
caballeros, que á nombre de Urbano soli-
citaron que el Rey D. Enrique diese la obe-
diencia á su amo y por eso la Cronica A.°
XIII. cap. 6. solamente los llamó mensage-
ros. Por su medio regaló Urbano tres piezas
de escarlata, para que el Rey, la Reyna
é Infantes se vistiesen; y entre otras cosas
prometió agraciar â los naturales con las
dignidades y piezas eclesiasticas de Castilla,
y no conferirlas á extrangeros, que era lo
que mas apetecia el reyno.

3 Juntar en Toledo las personas. Segun se deduce de las memorias antiguas, el Rey hizo tres juntas para tratar de tan grave punto una en Toledo de que hace mencion la Cronica: otra en las cortes de Illescas, de que nos dió noticia Raynaldo año 1379. n. v. y otra en Burgos, que indica el mismo

pos,

Analista. En todas ellas se resolvió unani-
memente estar al juicio de todos los Christia-
nos, que fallasen qual era el verdadero Papa.
El Arzobispo de Toledo, que por su dig-
nidad ocuparia uno de los primeros luga-
res en las cortes de Illescas, fue al parecer
el que con la mayor parte de los que con-
currieron á ellas apoyó esta resolucion; y
asi lo manifestó al Cardenal de San Eusta-
quio, que le persuadia no se necesitaba de
un Concilio ecumenico para tratar del caso.
Raynaldo lugar citado. Este mismo escritor
ha publicado una carta, que el Obispo de
Cordova Legado de Urbano VI. dirigió al
Rey D. Pedro, para empeñarle á
que abra-
zase el partido de su principal. Manifestó
haberle apresado unos corsarios (que segun
se infiere serian Catalanes y Valencianos) que
le vendieron á los enemigos de Urbano, los
quales le quitaron las Bulas de que ve-
nia cargado, y le tuvieron encerrado en una
obscura carcel por espacio de quasi once me-
ses. Asi parece que aquel Prelado fue el primer
Legado, que Urbano envió á los Reyes de
Castilla y Portugal; y que por haberle deteni-
do en las prisiones el partido de Clemente,
no pudo llegar hasta el año 1379. á España.

pos, los Ricos hombres y letrados que en ella se hallaron, habido su acuerdo, finalmente respondieron no tocaba á ellos el juicio y determinacion de aquella controversia, mas que estaban prestos de seguir que la Iglesia en el caso determinase, y en el entre tanto las rentas y proventos pertenecientes al Papa estarian guardados para el que ella juzgase era verdadero Papa. Con esta respuesta se volvieron los Embaxadores el 1379 año de mil y trecientos y setenta y nueve. D. Enrique se fue de alli á Burgos, donde estando apercibiendo las cosas necesarias para la guerra de Navarra, le vinieron Embaxadores de parte de aquel Rey, hombres muy principales, con muy cumplidos poderes para hacer conciertos de paz, la qual se asentó finalmente con estas condiciones: Que saliesen de Navarra todos los soldados Ingleses: que para mayor seguridad veinte fuerzas, entre las quales fuesen las tres Estella, Tudela y Viana, por diez años tuviesen guarnicion de Castellanos: que el Rey de Castilla para ayuda de los gastos hechos en aquella guerra prestase al de Navarra hasta en cantidad de veinte mil ducados luego que se firmasen las paces. Concluido el concierto, los dos Reyes se vieron en Santo Domingo de la Calzada. Llevaron gran repuesto, y á porfia pretendia cada qual aventajarse en todo genero de grandeza, cortesia y comedimiento. El Rey de Granada por el mismo caso se recelaba no revolviesen las fuerzas de los Christianos en daño suyo. Acusabale su conciencia por lo que hizo en tiempo del Rey D. Pedro y en su ayuda: no se persuadia estuviese el Rey D. Enrique olvidado, ni que le faltase voluntad de tomar de todo emienda. Las fuerzas no eran bastantes, si se venía á rompimiento y á las puñadas. Acordó valerse de arte y de maña. Persuadió á un Moro que con muestra de huir de Granada se pasase á Castilla, y procurase dar la muerte al Rey. El Moro era sagaz como la pretension lo pedia: procuró ganar la gracia del Rey ya con servicios á proposito, ya con ricas joyas y preseas que le presentaba. Entre los demas presentes le dió unos borceguies á la morisca muy vistosos y primos, pero inficionados de veneno mortal. Asi lo atestiguan autores muy graves:

con

que se los

conseja 4 á que dió credito la dolencia que desde calzó, le sobrevino, que en diez dias le acabó en la misma ciudad de Santo Domingo: su muerte fue Domingo, á los veinte y nueve del mes de Mayo. Bien es verdad que autores mas atentados y graves testifican falleció del mal de gota. Vivió quarenta y seis años y cinco meses: reynó despues que se llamó Rey en Calahorra, trece años y dos meses. Varon de los mas señalados, y Principe en la prosperidad y adversidad constante contra los encuentros de la fortuna, de agudo consejo y presta execucion, y que el mundo le puede llamar bienaventurado por la venganza que tomó de las muertes de su madre y de sus hermanos con la sangre del matador, y con quitalle de la cabeza la corona. Exemplo finalmente con que se muestra la falta del nacimiento no empece á la virtud y el valor, y que si enfrenara sus apetitos deshonestos en que fue suelto, pudiera competir con los Reyes antiguos mas señalados. La franqueza demasiada de que algunos le tachan, desculpa asaz la revuelta de los tiempos, y la codicia de los nobles, que no se dexaban grangear sino á precio de grandes y excesivas mercedes. Además que estaba puesto en razon hiciese parte los premios de la victoria á los que se la ayudaron á ganar y se hallaron á los peligros y trabajos. Verdad es que en su testamento corrigió en gran parte esta liberalidad con excluir

que

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4 Conseja á que dió credito. El Autor de la Historia Francesa de los fudios impresa en Amsterdam año de 1710. tom. III. pag. 216. n. XII. dice por autoridad del Fortalitium fidei (obra atribuida á Fr. Alonso de Espina) que Rabí Mair Medico del Rey D.En rique II. mató con veneno á este Principe; pero Colmenares Hist. de Segob. pag. 3 24. quiere que el Soberano emponzoñado por este Hebreo fue Enrique III. no su abuelo el II. Mas en mi juicio es una de aquellas calum niosas fabulas que forjó el vulgo por el odio que tenia á las usuras y pertinacia Judayca. Que si enfrenara sus apetitos, El M. Florez en el tom. II. de las Reynas Catholicas, tratando de los hijos que tuvo el Rey dice: que los conocidos hasta el presente fueron

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de

de

los Infantes D. Juan, Doña Leonor y Doña Juana habidos en su muger la Reyna Doña Juana Manuel; y que fuera de matrimonio tuvo de diferentes amigas á D. A lonso, D.Fadrique, D.Enrique, D.Fernando y D. Pedro, á Doña Constanza, Doña Juana, Doña Beatriz, otra Doña Juana, Doña Maria, Doña Leonor, Doña Isabel y Doña Ines; y puede conjeturarse que fueron mas, respeto de advertir el mismo Rey en su testamento, que habia algunos hijos é hijas, á quienes no habia dado cosa alguna, ni hecho merced; por lo qual encargó al Infante su hijo heredero y á la Reyna que los criasen, y diesen casas, y les hiciesen mandas, aquellas que ellos entendieren que deben haber, porque ellos lo puedan pasar, como á Nos pertenece é á su bonra.

de la herencia de aquellos estados que dió, á los deudos transversales, y admitir solamente á los descendientes, hijos y nietos: traza con que gran parte de los pueblos que por esta causa se enagenaron, y de las donaciones Enriqueñas, han vuelto á la corona Real. Hallóse á su muerte D. Juan Manrique Obispo de Sigüenza con él comunicó sus cosas, y nombradamente con él envió á D. Juan su hijo los avisos siguientes. Que en el scisma que corria, no se inclinase facilmente á ninguna de las partes: traxese siempre ante sus ojos el santo temor de Dios. y el amparo de su Iglesia: conservase con todas las fuerzas Y con toda buena correspondiencia la amistad de Francia, de donde les vino en sus cuitas el remedio: pusiese en libertad todos los cautivos Christianos: `procurase buenos ministros y criados, que son el todo para gobernar bien. Advirtióle empero, que de tres raleas y suertes de gentes que se hallaban en el reyno, los que siguieron su parcialidad, los que al Rey D. Pedro, y los que se mantuvieron neutrales : á los primeros conservase las mercedes que él les hizo, mas que de tal suerte se fase dellos, que se recelase de su deslealtad y inconstancia: á los segundos podria cometer qualesquier oficios y cargos, como á personas constantes, y que procurarian recompensar con sus buenos servicios las ofensas pasadas, y hacer con toda lealtad y cuidado lo que les encomendase: á los terceros mantuviese en justicia, mas no les encargase cuidado alguno ni gobierno del reyno, como á personas que mirarian más por sus particulares que por el pro comun. Llevaron su cuerpo de aqueÎla ciudad en que falleció, á la de Burgos. Acompañóle su hijo D. Juan yà Rey. Depositaronle en el sagrario de la Iglesia mayor en la capilla de Santa Cathalina. Las honras le hicieron con Real aparato y toda muestra de magestad. De alli le pasaron á Valladolid, y al fin del mismo año á una capilla que se labró á costa del Rey en Toledo en aquella parte de la Iglesia mayor que estaba junto á la torre principal, en que por tradicion de padres á hijos se tiene por cierto que puso los pies la sagrada Virgen quando baxó del cielo para honrar á su siervo Ilefonso. Esta capilla en tiempo del Emperador

D.

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