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que se desposase con D. Pedro heredero de Portugal. En el 1339 principio del año de mil y trecientos

y treinta y nueve murió D. Vasco Rodriguez Cornado Maestre de Santiago. En su lugar fue eligido por votos de los caballeros del habito su sobrino D. Vasco Lopez. Pesóle mucho al Rey, y enojóse desta eleccion, como quier que deseaba el maestrazgo para su hijo D. Fadrique. Opusieronle al nuevo Maestre contra su persona muchos capitulos y defectos en la eleccion: si verdaderos, si falsos por hacer lisonja al Rey ¿quién lo averiguará? El Maestre por adevinar la tempestad que venía sobre él, se fue á Portugal, con que pareció darse por culpado: asi en ausencia fue privado de la dignidad; y dada por ninguna la primera eleccion, fue elegido de nuevo por Maestre D. Alonso Melendez de Guzman, tio hermano de madre del niño D. Fadrique, con asaz grande dolor y murmuracion de muchos, que echaban de ver una maldad y desconcierto tan grande, que no bastase el peligro grande del reyno para que echasen dél la ambicion y sobornos. Por este tiempo, quien dice dos años antes, D. Ruy Perez Maestre de Alcantara fue al tanto privado del maestrazgo, y elegido en su lugar D. Gonzalo Martinez, á quien otros llaman Nuñez; algunos por la disimilitud y diversidad de los nombres hacen diverso y dividen lo que no se debe apartar, porque en la lengua antigua de Castilla Nuño

Martin son una misma cosa. Lo sobredicho se hizo con autoridad de D. Juan Nuñez de Prado Maestre de Calatrava, á quien por sus antiguas constituciones estaban sujetos los caballeros de Alcantara. Tratabase con grande calor lo tocante á guerra de los Moros para ella de todo el reyno se juntaba grande exercito en Sevilla. Apercibióse brevisimamente el Rey de Castilla, 2 porque tuvo nuevas que Abomelique era de Afri

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ca pasado por el estrecho con cinco mil hombres de á caballo: era ya cumplido el tiempo de las treguas, y convenia que con la presteza se impidiese el intento de los Moros. Hizose entrada en el reyno de Granada, talaron los campos de Antequera y Archidona, y apenas las mismas ciudades se libraron desta furia. Lo mismo se hizo en los terminos de Ronda; y por el esfuerzo de D. Juan de Lara y de D. Juan Manuel y del Maestre de Santiago fue desbaratada gran multitud de Moros que salieron de aquella ciudad á dar y cargar en nuestra retaguardia, en que iban estos Capitanes. Executaron los vencedores el alcance: muchos Moros que se recogieron á ciertas breñas, forzados del miedo se despeñaron de aquellos riscos por salvarse, y se hicieron pedazos. Con esto los Christianos se volvieron á Sevilla, y de alli se enviaron muchas guarniciones para guardar las fronteras contra los Moros. Vino en esta sazon el Almirante de Aragon Gilaberto con doce galeras, y orden de su Rey que se juntase con la armada del Rey de Castilla, y guardase el estrecho de Gibraltar. La falta de dineros era grande para suplir esta necesidad en el mes de Setiembre fue el Rey á las cortes que tenia aplazadas para Madrid. Dexó por General en su lugar al Maestre de Santiago: repartió otrosi entre los demas Grandes, Ricos hombres y Capitanes el cuidado de lo que en su ausencia hacerse debia. En Nebrixa villa puesta á la boca de Guadalquivir, sentada en una campaña fertilisima, tenian juntada gran copia de trigo para el gasto de

de Marruecos pasado de Africa á España con ocho mil caballos, para juntarse con otros tres mil que tenia en Algeciras, Alhadra, el monte de Gibraltar y Ronda, y seis mil que habia armado el Rey de Granada. Con estas formidables fuerzas se dirigieron los Moros contra el reyno de Valencia ; y aun se creia que venia contra Denia su armada, compuesta de 40. galeras y navios. En esta inteligencia el Rey encargó que la Ciudad reparase sus murallas y fortificaciones, y que le enviase quatro prohombres con quienes pasó á poner á Denia en estado de defensa. Las fuerzas maritimas de los Musulmanes no eran á la sazon muy

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formidables; pero tomaban á su sueldo buques genoveses, que por interés servian á todos los potentados de Europa; y entonces con mayor razon por estar los Moros en guerra contra la Corona de Aragon, cuyo comercio maritimo daba zelos á Genova. Oderico Raynaldo publicó la epistola que con este motivo dirigió el Papa Benedicto XII. á la Republica de Genova dada en Aviñon á 18. de Octubre de 1339. para que sus subditos no sirviesen a los infieles, sino al Rey de Castilla, como los enviados de la Señoria lo habian ofrecido á presencia de los Cardenales.

la guerra. Los Moros, cobrada osadia con la partida del Rey, se concertaron de ir sobre esta villa y tomarla. Sabido esto por los nuestros, fueles forzado (puesto que era en el rigor del invierno) de sacar las guarniciones y compañias de los alojamientos. Abomclique resuelto de hacelles rostro asentó sus reales junto á Xerez, y envió mil y quinientos caballos á Nebrixa. Los de la villa se defendieron, robaron empero los Moros y estragaron los campos. Acudieron á la fama de lo que pasaba, de Tarifa Fernan Perez Portocarrero, y de Sevilla Alvar Perez de Guzman y D. Pedro Ponce de Leon, Señores principales; y el Maestre de Alcantara con su gente, con que entrara á hacer cabalgadas en tierra de Moros, se juntó con estos Capitanes: pequeño numero en comparacion de la grande muchedumbre de los Moros. Marcharon de dia y de noche: vinieron á alcanzar cerca de Arcos á los Moros, que caminaban muy despacio por ir embarazados con la grande presa que llevaban. Dieron con grande furia en ellos y los desbarataron: apenas escapó ninguno que no fuese muerto, ó preso, quitaronles toda la cabalgada que llevaban. Con tan dichoso y buen suceso animados los nuestros entraron en consejo si acometerian á Abomelique, hecho que no era proporcionado con el pequeño numero de gente que llevaban. Los pareceres variaban: unos considerada la gran multitud de los Moros, eran de parecer que no tentasen mas la fortuna: otros con animo feroz y generoso decian que no debian de tener miedo á los Moros, sino que confiados en Dios y en el valor y esfuerzo de sus soldados, no perdiesen tan buena ocasion como se les presentaba de hacer un hecho memorable : que no vence el numero sino el animo, y que no era razon que en semejante coyuntura dexasen de arriscar sus personas y vidas, que tan poco les podian durar. Siguióse al fin este parecer, la honrosa vergüenza pudo mas que la cobardia recatada. Los Moros descuidados con los prosperos sucesos pasados, levantado su real, con grandisimo desorden marchaban la via de Arcos sin llevar adalides ni centinelas : infinitas veces ha sido total perdicion menospreciar al enemigo. Los Christianos al amanecer entre

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dos luces, tocada la señal de arremeter, hirieron valerosamente en los Moros: á la pasada de un rio quinientos Moros hicieron un poco de resistencia, pero luego que los nuestros le pasaron, todo lo demas fue facil; en un momento los Moros fueron puestos en huida y destrozados. Abomelique (como suele acaecer en un repentino alboroto) huia á pie: asi sin ser conocido fue muerto por los que seguian el alcance, que cuidaron fuese algun soldado particular: su primo Aliatar al tanto murió en la batalla perecieron cerca de diez mil Moros, tal fama corria. Los nuestros robados los reales y el carruage de los enemigos, y alegres con las dos victorias que ganaran, con mucha honra y contento volvieron sus soldados á los alojamientos de que los sacaron. Este año el Arzobispo de Tarragona celebró Concilio provincial en Barcelona, y en él con una solemnisima procesion el cuerpo de Santa Eulalia se trasladó á otro mas honrado y conveniente lugar. El Rey de Aragon fue á Aviñon á dar al Papa la obediencia, y reconocerle, y hacer el homenage que estaba obligado como feudatario de la Iglesia por las islas de Cerdeña y Corcega.

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CAPITULO VII.

QUE LOS MOROS FUERON VENCIDOS JUNTO A TARIFA.

La muerte de Abomelique fue muy llorada y plañida en Africa. Su padre la sintió ternisimamente: dolianse y querellabanse que con su temprana y arrebatada muerte no habia podido llegar á ser tal Rey como prometian sus buenas partes. Con esto muy mas inflamados y deseosos de vengarle se dieron grandisima priesa á aprestar la jornada que tenian pensado hacer en España. Para ello hicieron por todo el reyno grandes llamamientos de gentes, y por toda la Africa enviaron asimismo ciertos hombres, que con muestra de santidad, con pretexto y color de religion y de un grande servicio de Dios incitasen los Moros á tomar las armas en defensa y aumento de la religion y secta de sus antepasados. Con esta voz se juntó un increible numero de soldados, setenta mil de á caballo y quaTom. VI.

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trocientos mil de á pie, muchedumbre tan grande, qual es cosa averiguada nunca alguno de los pasados Reyes juntaron para pasar en España. Recogieron tambien una flota de docientas y cincuenta naves y setenta galeras, armaronla de soldados, y bastecieronla de vituallas y de todo lo al. Estaba el Rey de Castilla con gran congoja y cuidado de la defensa que tenia de hacer á los Moros, quando le sobrevino otra nueva pesadumbre. Dieronle grandes querellas de D. Gonzalo Martinez ó Nuñez, Maestre de Alcantara. Acusabanle de muchos delitos, no sabré decir si fueron verdadera ó falsamente imputados; fue empero citado á que pareciese ante el Rey en Madrid á responder á la acusacion que le habian puesto, y descargarse. Tuvo en poco el mandato del Rey, y no quiso parecer, sino pasarse al Rey de Granada, que fue remediar una culpa con otra mayor. No se sabe si esto lo hizo por tener mal pleyto, ó con temor del poder y asechanzas de Doña Leonor de Guzman que le era contraria. Demas desto el General de la armada del Rey de Aragon, saltado que hobo con su gente en la playa de Algezira, 1 fue muerto con una saeta en una escaramuza que trabó con los Moros. Sin embargo, venida la primavera, se partió el Rey á la Andalucia, y los desiños del Maestre D. Gonzalo con la diligencia y presteza que se puso, fueron desbaratados. Cercaronle en Valencia, pueblo que cae en el distrito de la antigua Lusitania: rindióse al Rey, 2 fue preso y dado por traidor, y como tal degollado y quemado, á proposito todo que los demas escarmentasen con

I Fue muerto. Antes de esta desgracia habia el Almirante de Aragon hecho un importante servicio, combatiendo una esquadra de 13. galeras, 7. leños armados y 1. galera Genovesa, que tenian los Moros en Ceuta para pasar á España; y tomadoles algunas naves. Despues de la muerte del Almirante, la esquadra Aragonesa se volvió á la costa de Valencia, trayendo su cadaver, que el Rey D. Pedro permitió se enterrase, como absuelto de la fe y homenage que debia: » porque en aquel tiempo, dice Zu»rita lib. vii. cap. 51. Anales, no se per

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mitía enterrar hasta que el Rey diese li,,cencia, y constase que eran absueltos de » la fidelidad los que tenian semejantes car"gos"; esto es, de Almirante y de Teniente del castillo de Salvatierra, que servia D. Jofre Gilabert de Cruilles.

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