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Maestre de Santiago de una larga enfermedad, varon en paz y en guerra muy señalado, y en este tiempo por la privanza que tenia con el Rey, estimadisimo. Dióse esta dignidad en los mismos reales á D. Fadrique hijo del Rey, si bien por su poca edad aun no era suficiente para el gobierno de la Religion. En el mes de Octubre sobrevinieron tan grandes lluvias, que quanto tenían en los reales destruyó y echó á perder. Comenzaron asimismo á sentir muchas descomodidades, en particular era grande la falta de dinero; que por estar el reyno muy falto y gastado le fue forzoso al Rey de pedirle prestado á los Principes amigos, al Papa Clemente VI. que sucedió á Benedicto, á los Reyes de Francia Y de Portugal. D. Gil de Albornoz Arzobispo de Toledo fue para esto con embaxada á Francia: prestó aquel Rey cincuenta mil escudos de oro; de los quales veinte mil se dieron luego de contado, los demas en polizas para que á ciertos plazos se pagasen en bancos de Genova. El Papa Clemente VI. al tanto otorgó cierta parte de las rentas Eclesiasticas. Era esto pequeño subsidio para tan grandes empresas: pero la constancia grande del Rey lo vencia todo. Los cercados por entender que mientras el Rey viviese no podian tener sosiego ni seguridad, hicieron grandes promesas á qualquiera que le matase. Decian que se haria un grandisimo servicio á Mahoma en matar un tan grande enemigo de los Moros. No faltaban algunos que con semejante hazaña pensaban quedar famosos y ennoblecidos, sin temor del riesgo á que ponian sus vidas, que es lo que suele

quadra de galeras, para que el Rey de Aragon aprontase el socorro convenido con el de Castilla. La marina Valenciana baxo el nombre de Catalana sirvió siempre á sus Reyes con el mayor valor y grande numero de baxeles; y solo en el reynado de D. Pedro IV. hallo nueve Almirantes y Vice-almirantes Valencianos, que hicieron respetar el pavellon Aragones en el Mediterraneo con mucha gloria de su patria: tales fueron, Francisco de Carroz, Jofre Gilabert de Cruilles, Matheo Mercer, Jayme Escrivá, Ramon de Ripoll, Ramon de Vilanova, Beren

ser

guer de Ripoll (de quien se halla honrosa memoria en el Manual del n. x. pag. 62.) Berenguer Carróz y Olfo de Proxita, que fue Vice-almirante de Valencia, y despues Almirante de gran nombre. Francisco de Carroz ganó mucha fama con la rota que dió á los Pisanos y Genoveses en el año 1324. cuya victoria omitió nuestro Autor, y está indubitablemente acreditada en la carta de enhorabuena que le dirigió la ciudad de Barcelona en 18. de Enero de aquel año, la qual publicó Capmany en sus Memorias tom. 11. pag. 89.

que

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ser estorbo para que no se emprendan grandes hechos. Un Moro tuerto de un ojo, que fue preso, confesó venía con intento de matar al Rey, y que otros muchos estaban hermanados para hacer lo mismo. Asi lo confesaron dende á pocos dias otros dos Moros que fueron presos y puestos á question de tormento: pero á los Dios tiene debaxo de su amparo, los libra de qualquier peligro y desman. Los Reyes Moros deseaban socorrer á los cercados. El Rey de Marruecos estabase quedo en Ceuta por no estar asegurado de su hijo Abderrahman, al qual por este tiempo costó la vida el intentar novedades. El Rey de Granada no se atrevia con solas sus fuerzas á dar batalla á los nuestros; mas porque no pareciese que no hacia algo, envió algunas de sus gentes que corriesen la tierra de Ecija, y él fue á Palma, pucblo que está edificado á la junta de los dos rios Xenil y Guadalquivir, saqucó y quemó esta villa. No osó dexar en ella guarnicion, ni detenerse mucho en aquella comarca, porque tenia aviso que las ciudades vecinas se apellidaban contra él. La otra gente fue desbaratada por Fernando de Aguilar, que salió á ellos y les quitó una grande presa que llevaban. Era ya entrado el año de mil y 1343 trecientos y quarenta y tres, y en Algezira aun no se hacia cosa alguna que fuese de importancia: solamente se entendia en algunos pertrechos que Iñigo Lopez de Horozco por mandado del Rey solicitaba. Hicieronse fosos, trincheas, y en contorno de la ciudad se labraron unas torres ó castillos de madera, y trabucos y maquinas para batir los muros. Mas eran tantas las defensas, preparamentos y tiros que de antiguo tenia la ciudad, que con ellos todo el trabajo y diligencia de les nuestros era perdido y sin efecto, y las maquinas las hacian pedazos con piedras que de los muros arrojaban; especial, que el lugar no era á proposito para poder comodamente arrimar las maquinas á la muralla, y ni los soldados podian tenerse en pie por la aspereza del lugar, ni menos sin gran peligro podian andar ni estar en los ingenios. En el estrecho de Gibraltar hay dos senos en el tamaño desiguales, pero de una misma forma. Tarifa está puesta sobre el menor, y un poco

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apar

apartada estaba Algezira, asentada sobre el mayor en un cerro de subida agria y pedregosa. Y dexado en medio un espacio, dividiase en dos partes, en la vieja y en la nueva : cada qual tenia sus muros enteros y barbacana, como si fueran dos pucblos. Era esta ciudad en España la silla del imperio Africano, nobilisima y hermosisima. La grande diligencia del Rey y la guarda de los soldados hacia que no entraban á los cercados bastimentos, excepto algunos pocos que sin verlos, cubiertos con la obscuridad de la noche, les metian en algunas barcas: muy pequeño refrigerio para los que ya padecian hambre y necesidad.

CAPITULO XI.

DE LA TOMA DE ALGEZIRA.

Gastados muchos dias y trabajos en el cerco, no se hacia cosa de importancia. Los nuestros estaban dudosos y suspensos, pensaban de dia y de noche qual de dos cosas sería la mejor, si levantar el cerco porque era sin algun provecho el proseguirle y continuar, esperar el fin de la guerra, que en lo demas les era favorable. El Rey estaba temeroso de perder algo de su honra y reputacion, principalmente que ya tenia consumido el dinero que le prestaron el Papa y el Papa y el Rey de Francia (que el de Portugal ninguna cosa contribuyó) y tenia falta de bastimentos, y el numero de los soldados cada dia era menor. Los mas sagaces le aconsejaban que hiciese algun buen concierto con el enemigo. Siendo medianero, y llevando recaudos de una parte á otra Ruy Pavon, primero se trató de se trató de paz, y desde pues que se hiciesen treguas; pero todos estos tratados salieron vanos por estar puesto el Rey de Castilla en no hacer acuerdo ninguno con el Rey de Granada, si primero no dexaba la amistad de Africa, la qual quitada ¿qué le quedaba al que se sustentaba y entretenia mas con las fuerzas agenas que con las suyas proprias? El Rey de Granada, perdída ya la esperanza de concertarse con el Rey, acercó sus reales al rio Guadiarro á cinco leguas de Algezira, con lo qual antes

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daba á entender el miedo que tenia, que no que se pensase venía con animo de presentar la batalla. En el puerto de Ceuta estaba aprestada una gruesa armada, allegada de las fuerzas de toda la Africa, para luego que diese lugar el tiempo pasar en España. Venian estos de refresco y descansados: los Christianos estaban ya quebrantados con los continuos trabajos y'incomodidades. Las cosas de España que corrian gran riesgo, los santos Patrones della las ampararon, y la perpetua felicidad y constancia grande con que el Rey vencia todos los males y dificultades que ocurrian. Asi en unos mismos dias le vino un buen numero de gente de socorro de Ingalaterra, de Francia y de Navarra, lugares muy apartados los unos de los otros: acudieron muchos Señores y nobles á ayudarle. De Ingalaterra con licencia del Rey Eduardo los Condes de Arbid y de Soluzber: de Francia el Conde de Fox con su hermano D. Bernardo y otros que se les juntaron. El Papa Clemente. VI. Lemovicense, que el año antes fue electo en lugar de Benedicto, tenia concedida Cruzada á los que se hallasen en esta santa guerra. El Rey D. Philipe de Navarra en el mes de Julio, enviados delante muchos mantenimientos por mar, y dexando mandado le siguiese su exercito por tierra, vino con grandisima priesa por no dexarse de hallar en la batalla, de que corria fama sería muy presto. El Rey como era razon recibió muy gran contento con la venida de estos Principes, y á los nuestros con la cierta esperanza de la victoria les creció el animo y el aliento para pelear. Vinieron antes D. Juan Nuñez de Lara y D. Juan Manuel, y cada dia concurrian nuevas compañias de todo el reyno. Los Moros, como vieron tan reforzado el exercito del Rey, rehusaban dar la batalla. Afrentabalos Albohacen por ello, enviabales á preguntar la causa de su miedo. Respondieron que en la batalla pasada experimentaron harto a su costa quan grande fuese el esfuerzo y constancia de los Christianos, y que ahora tenian mayores fuerzas, por tener mayor numero de soldados que entonces tenian. Que de lejos no se podia dar consejo conveniente al tiempo y ocasiones que ocurrian; si tuviese por bien de

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pasar el estrecho, que ellos en ninguna cosa contradirian á su voluntad. Que conservar su exercito en tiempo tan peligroso y aciago les era mucha mas honra que pelear temerariamente con el enemigo, mas poderoso y mas bien afortunado. En el entre tanto no dexaban los Moros de pedir treguas con muchas embaxadas. Quisieron los Embaxadores ver los reales: otorgó el Rey con su deseo. Pusoles en admiracion el concierto y buena disposicion de los pavellones, los soldados repartidos por sus quarteles, las calles de oficiales, las plazas como en una ciudad llenas de provision: pareciales todo tan bien que confesaron que los nuestros les hacian grande ventaja en la disciplina militar y policia, y que ellos en su comparacion sabian poco de aquel menester. Por el tratado de las treguas no se dexaba de combatir la ciudad con muchas armas y piedras que le arrojaban con los tiros: de la ciudad hacian otro tanto, en especial tiraban muchas balas de hierro con tiros de polvora, que con grande estampido y no poco daño de los contrarios las lanzaban en los reales. Esta es la primera vez que de este genero de tiros de polvora hallo hecha mencion en las historias. En el mes de Agosto en Cervera en el condado de Urgel nació un niño con dos cabezas y quatro piernas. Creyeron aquellos hombres con supersticioso y vano pensamiento que el tal era prodigio que pronosticaba algun mal: por tanto para evitarle con su muerte le enterraron vivo. Sus padres conforme á las leyes fueron castigados como parricidas por executarse esta crueldad con su consentimiento. Este mismo año murió el Rey Roberto en Napoles más famoso por la aficion y estudio de las letras, que señalado por el exercicio de las armas. De este Rey fue aquel dicho: mas quiero las letras que el reyno. Volvamos á las cosas de Algezira. Los soldados extrangeros, en quien los primeros impetus son muy fervorosos y con la tardanza se resfrian, se fueron de los reales luego que vino el Otoño; los de Ingalaterra llamados de su Rey (asi quisieron se entendiese) y el Conde de Fox, que dió asimismo para irse

que

por escusa el poco sueldo á sus soldados se daba. Esto se decia: yo sospecho que les hizo volver á su tierra llevar mal

los

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