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dado fin á las resultas de las guerras de Africa, pasaria con todos sus exercitos en España; de presente le parecia sería bien enviar delante á su hijo Abomelique con un buen golpe de gente de á caballo : que sería meter tales prendas en la empresa para continuar lo que entre ellos quedaba asentado. Entretanto que esto pasaba en Africa, los Moros de Granada y por sus Ĉapitanes Reduan y Abucebet entraron en tierra de Murcia, talaron y robaron los campos, destruyeron en particular y quemaron 3 á Guardamar. Este es un pueblo llamado asi porque está sobre el mar, edificado á la boca del rio Segura. Con esta cabalgada llevaron cautivas mil y docientas personas. Venido el Rey Mahomad á Granada, D. Juan Manuel y los demas sediciosos se determinaron á tratar con él de conciertos: hicieronse las amistades y alianza por medio de Pedro Calvillo, que andaba de una parte á otra en estos tratos. Estaban los pechos de todos tan llenos de una diabolica discordia, que sin tener memoria de la Christiana Religion ni misericordia de los suyos, por hacer pesar á su Rey y vengar sus particulares enojos no echaban de ver ni curaban destos grandisimos apercebimientos de guerra que contra la misma Christiandad se hacian, ni la tempestad que se armaba.

CAPITULO II.

QUE ABOMELIQUE VINO A ESPAÑA.

Vivia todavia Doña Isabel Reyna de Portugal; la qual aunque en lo postrero de su edad, tenia corazon y buen animo para tomar qualquier trabajo por la comun salud y paz pu

3 A Guardamar. Este pueblo está en la costa de Valencia, á quien pertenece : atacaronle los Granadinos con cinco mil caballos y quince mil infantes, entre ellos cinco. mil ballesteros. En esta irrupcion usaron los Mahometanos de unas maquinas para batir las murallas, que lanzaban con fuego pelotas de hierro las que al parecer eran cañones de artilleria, de cuya invencion y uso es esta la primera noticia que hallamos en

bli

España. Zurita, á quien la debemos, v ̊ó sin duda la carta que los de Alicante escribieron al Rey D. Alonso IV. de Aragon, dandole cuenta de los tiros de fuego, con que los enemigos arruinaban sus muros. Copia de esta carta se halla en poder del sabio D. Juan Antonio Mayans Canonigo de esta Santa Iglesia; y Yo la he visto en manos de D. Manuel Peris, Bibliotecario que fue de la Biblioteca Arzobispal de esta Ciudad.

blica. Rogó al Rey de Castilla fuese á Badajoz. Destas vistas ningun mayor provecho resultó que visitar el Rey y acariciar con todo genero de respeto y benevolencia á una santisima muabuela suya. ger, suya. Venía el Rey desta ciudad quando D. Alonso de la Cerda, el que en vano tanto tiempo y tantas veces con grave peligro de la republica movió guerra sobre el derecho del reyno, con la edad mas cuerdo, sin pensarlo nadie se encontró con él en el lugar de Burguillos, y echandose á sus pies le besó la mano, señal entre los Castellanos de honra y protestacion de vasallage. Fue este hecho gratisimo al Rey, y á D. Alonso saludable y de importancia, ca fue restituido en su tierra, y se le dieron ciertas villas con cuyas rentas pudiese sustentarse. Habiase casado en Francia con una nobilisima Señora llamada Madelfa, de la sangre de los Reyes de Francia, en quien tuvo dos hijos, á D. Luis y á D. Juan. D. Luis que era el mayor, vino con su padre á España: á D. Juan como á pariente tan cercano el Rey de Francia dió el ducado de Angulema, y despues le hizo su Condestable, dignidad que hoy en Castilla ha quedado solo en una sombra y vano titulo casi sin poder ni jurisdiccion alguna; pero en Francia en las cosas de la guerra es la suprema potestad y autoridad despues de la Real. Llegó el Rey á Talavera, villa que está en la Carpetania hoy reyno de Toledo; en esta sazon Santolalla, que es un pueblo puesto en la mitad del camino entre Talavera y Toledo, era de D. Juan Manuel. Deste pueblo salian bandas de gente perdída á saltear los caminos, mataban los hombres, y robaban los campos: estos fueron presos por mandado del Rey, y convencidos de sus delitos, los castigaron con pena de muerte. Un semejante exemplo de justicia mandó hacer en Toledo, de donde se fue á Madrid y á Segovia y á Valladolid. En esta villa Doña Leonor le parió un hijo que llamaron D. Pedro, á quien dió el señorio de Aguilar del Campo. Para remediar la falta del dinero que padecia, con malo é imprudente acuerdo acuñó un genero de moneda baxa de

I

Moneda baxa de ley. Es menester hablar con distincion de los hechos. D. Fer

ley

nando IV. en el segundo año de su reynado, baxo la administracion de su madre la Reyną

Do

2

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ley , que llamaron cornados, de que se siguió gran carestia y falta en los mantenimientos en grave daño y enojo del pueblo, porque falseada y adulterada la moneda, luego cesaron los tratos y comercio. Estando el Rey en Burgos, le vinieron Embaxadores de aquella parte de Cantabria ó Vizcaya que llaman Alava, que le ofrecian el señorio de aquella tierra que hasta entonces era libre, 2 acostumbrada á vivir por sí misma con propios fueros y leyes, excepto Victoria mucho Treviño y tiempo antes eran de la corona de Castilla. En los llanos de Arriaga, en que por costumbre antigua hacian sus concejos y juntas, dieron la obediencia al Rey en persona : alli

que

la

no muchos ganados, et mucho pan et muchas mercaderias, como refiere la misma Cron. cap. 101. Estos hechos acreditan que habia en Castilla en aquella edad poco conocimiento del arte de beneficiar las minas, pues se conducian de fuera los metales en pasta; y mucho menos de la ciencia del comercio, quando apenas se sabia otra, que la de mantener los valores de las cosas á precios baxos, sin atender al interés del labrador y menestral.

2

Acostumbrada á vivir por sí. Esto se entenderá mejor por lo que dice la Cronica cap. 100. Acaesció que antiguamente, des

Doña Maria, mandó labrar una moneda de cobre, que por tener en el sello una corona se llamó de coronados: su valor era la octava parte de un maravedi noven, que valia cada uno cinco maravedis y medio de los actuales, conforme calculó Cantos Benitez Escrut. de mon. pag. 66. A imitacion de estos mandó D. Alonso XI. batir otros coronados; pero catando manera, dice su Cronica cap. 98. que por la labor de esta moneda non veniese encarecimiento en las cosas de se comprar et vender en el regno. En esta atencion reduxo el valor del marco de plata á cien maravedis y no mas y mandó que la dobla no valiese mas de veinte y cinco ma- · que fue conquistada la tierra de Alava ravedis, segun que valia ante que se comenzase ,, et tomada á los Navarros, siempre ovo a labrar la moneda. Mientras que se guardó ", señorio apartado: et este era qual se lo esta orden, no sufrió alteracion el comer- "querian tomar los fijosdalgo et labradocio; pero habiendo el Judio Simuel Aben- "res naturales de aquella tierra de Alava. huer Medico del Rey comprado el derecho ,,Et á las veces tomaban por Señor alguno de labrar aquella moneda por cierto servi- "de los fijos de los Reyes; et à las veces cio ó dinero que ofreció, subió el valor " al Señor de Vizcaya, et á las veces al de del marco á 125. maravedis: de que se ,, Lara, et á las veces al Señor de los Caoriginó haber tomado mayor precio los ge- meros. Et en todos los tiempos pasados neros y comestibles; señaladamente porque ningun Rey non ovo señorio en esta tierlos Judios comisionados de acopiar plata de "ra, nin puso y oficiales para facer justicia; fuera, los encarecieron para sacarlos. D. Juan, salvo en las villas de Vitoria et de TreManuel aumentó el mal al tiempo que esta- " viño, que eran suyas: et aquella tierra ba desavenido con su Soberano D. Alonso: "sin aquestas villas llamabase Confradria pues con el fin de perjudicar al Rey en el de Alava. Et aquel á quien ellos daban beneficio que le dexaba el sello, dispuso el señorio, dabanle servicio muy gralabrar en Cañavate lugar suyo coronados de nado, demas de los otros pechos fore"ros, que decian ellos el semoyo et el boy , de Marzo. “

inferior valor; y para tener plata en pasta en que acuñarlos, facia levar fuera del reg

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la libertad, en que por tantos siglos se mantuvieron inviolablemente, de su propia y espontanea voluntad la pusieron debaxo de la confianza y señorio del Rey: concedióseles á su instancia que viviesen conforme al fuero de Calahorra; confirmóles sus privilegios antiguos, con los quales quales se conservan hasta hoy en un estado semejante al de libertad, ca no se les pueden imponer ni echar nuevos pechos ni alcabalas. De todos estos conciertos hay letras del Rey D. Alonso, su data en Victoria á dos dias de Abril del año de nuestra salvacion 1332 de mil y trecientos y treinta y dos. En esta ciudad instituyó el Rey un nuevo genero de caballeria que se llamó de la Banda, de una banda ó faxa de quatro dedos en ancho que traian estos nuevos caballeros, de color roxo ó carmesi, la qual por encima del hombro derecho y debaxo el brazo izquierdo rodeaba todo el cuerpo, y era el blason de aquella caballeria, y señal de honra. No se admitian en esta milicia ó caballeria sino los nobles ó hijosdalgo, y que por lo menos diez años hobiesen servido en la guerra y en el palacio Real. No se recibia otrosi en ella los mayorazgos de los caballeros y Se→ ñores. El mismo Rey fue elegido por Maestre de toda esta junta y caballeria: honra y traza con que los mancebos nobles y generosos se inflamaban y alentaban á acometer grandes hechos y acabar cosas arduas. 3 Esta caballeria mucho tiempo

3 Esta caballeria. No sé que hasta aho-
ra hayan visto la luz publica las ordenan-
zas de la caballeria de la Banda, aunque
se halla freqüente memoria de ellas en nues-
tros historiadores. El Caballero Frankenau,
ó sea D. Juan Lucas Cortés, hace men-
cion del ordenamiento m. s. que el Rey D.
Alonso XI. aprobó para el gobierno de
aquella orden, distinto de los estatutos y
leyes que dio el mismo Soberano y acaso
este ultimo m. s. será el que nuestro Ilus-
trisimo Sabio D. Francisco Perez Bayer in
dica en la nota 1. pag. 165. tom. 11. de la
inmortal Bibliot. vetus de D. Nicolas Antonio

(que acaba de imprimir é ilustrar en Madrid)
hallarse en la Escurialense, con el catalogo

fue

de los primeros caballeros de la Orden. Yo
no he podido hasta ahora ver otros estatu-
tos que
los que inxirió el celebre D. Alon-
so de Cartagena en su Doctrinal de Caballeros
lib. III. cap. 5. Son por el estilo caballe-
resco , aunque llenos de maximas christia-
nas y politicas. Tienen notables obligacio-
nes, y entre ellas las de mostrar los caba-
lleros delante del Rey el derecho de las
dueñas fijasdalgo agraviadas, es decir, de las
damas ó mugeres nobles; y la de prestar
homenage y juramento de permanecer en
servicio del Rey y de sus hijos. De esta ley
nacia, que todo Caballero que no era va-
sallo del Rey, esto es tenia sueldo, acos-
tamiento ó gages de algun Rico hombre, no

po

fue tenida en grande estima: despues por descuido de los Reyes que adelante reynaron, y por la inconstancia de las cosas se desusó de manera que al presente no ha quedado della rastro ni señal alguna. Visitó el Rey la Iglesia del Apostol Santiago en Compostela, y en ella se armó caballero, y en Burgos él y la Reyna fueron coronados por Reyes. Hizo en ambas ciudades el oficio y ceremonia D. Juan de Lima Arzobispo de Santiago. La Reyna por su honestidad no fue ungida, demas que estaba preñada. Halláronse presentes gran numero de Prelados: armó el Rey caballeros á muchos Señores y nobles, que le presentaron delante armados de todas piezas de punta en blanco; y aun se ordenó para adelante, y se guardó, que desta misma suerte se diese siempre y tomase la orden de la caballeria. El publico regocijo y contento que desto resultó, destemplaron y menoscabaron dos cosas de desgusto que sucedieron : la primera fue que se comenzó á tratar divorcio entre Doña Blanca y D. Pedro Infante de Portugal: la segunda, que pretendia en lugar de Doña Blanca recebir por muger y casarse con Doña Costanza hija de D. Juan Manuel : ambas á dos cosas eran pesadas y desabridas para el Rey de Castilla. Doña Blanca era enfermiza y mañera, que no no podia tener hijos. El principal autor y movedor deste divorcio Fernan Rodriguez de Balboa Prior de S. Juan aconsejaba á la Reyna, cuyo Chânciller era, lo procurase para vengarse en esta forma del amancebamiento tan continuado y feo de su marido. En esta sazon el Rey tuvo en la Reyna á D. Fernando, que si viviera, fuera sucesor en el reyno, y en Doña Leonor su combleza á D. Sancho á quien dió la villa de Ledesma. Los dos nacieron en un mismo tiempo en Valladolid. 4 Demas desto Abomelique hijo del Rey de Tom. VI.

podia serlo de aquella Orden, ó debia renunciar sus fueros. Por ello el Rey D. Pedro mandó á Pedro Carrillo (segun refiere su Cronica año IV. cap. 8.) que se quitase la banda, respeto de no ser su vasallo. Nuestro Mariana copiando á Garibay previno que las insignias de, la Orden eran una banda de color roxo ó carnesi; mas en el cap. 100 de la Cronic. se dice, que el vestido de los Ca

B

Mar

balleros era de paños blancos, y la banda prieta, ó negra. Quando Pedro Carrillo se desnudó de las insignias de la caballeria de la Banda por obedecer ál Rey D. Pedro, cuenta la Cronica de este Soberano, que tiró las sobreseñales que traia, é eran de un tapete colorado con una banda de oro.

4 Demas desto Abomelique. Como las armas Musulmanas amenazaban á la Christian

dad

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