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bierno de España Abderraman, que debió ser el mismo que nombramos arriba. Las cosas deste Gobernador fueron muy famosas, y el remate que tuvieron muy alegre para los cristianos. Esto pide que se haga relacion y memoria por menudo de todas ellas. Aventajóse grandemente en la guerra, demás de las otras partes en que ninguno de los de su nacion se le adelantó en aquel tiempo. Solo fué cruel de su condicion y áspero, no mas con los españoles que con los moros, que por la libertad del tiempo estaban estragados en muchas maneras. De aquí muchos tomaron ocasion de aborrecerle; en particular Muñiz, hombre principal, poderoso y animoso entre los moros, determinó de declararse contra él y alborotar la Gallia Gótica, que, con ocasion de estar léjos y por el mal tratamiento de los que la gobernaban, le siguió con facilidad. En España otrosí se le juntó lo de Cerdania, que está puesto entre los montes Pirineos. Eudon, duque de Aquitania, por valerse dél contra los franceses y moros que le molestaban, hizo con él liga. Fué Eudon en aquellos tiempos hombre grave, diestro y sabio, como se saca de las memorias antiguas; pero todo lo afeó con casar á este Muñiz con una bija suya con intento de obligalle mas con aquel parentesco. Era aquel casamiento ilícito, y siempre fué vedado en las leyes de los cristianos; así, no solo le fué mal contado, sino tambien le salió desgraciado, porque Abderraman, avisado de lo que Muñiz pretendia y de las alteraciones de aquellas gentes, marchó con su campo á lo postrero de España. Puso cerco sobre la ciudad de Cerdania; Muñiz, perdida la esperanza de defenderse contra enemigo tan poderoso y de huir si lo intentaba, y mas de perdon si se entregaba, acordó de despeñarse. Su mujer, que dejó en edad florida y era de notable hermosura, junto con la cabeza de su marido fué enviada á Africa en presente muy agradable al supremo emperador de los moros. Muchos presumian que el desastre de Muñiz fué en venganza de las injurias que él habia hecho á la religion cristiana y de la mucha sangre de cristianos que con fiereza de bárbaro derramara. En particular hizo morir á fuego al obispo Anabado, varon muy santo, y que en la edad de mozo que tenia representaba costumbres de viejo. Ensoberbecido Abderraman con esta victoria, rompió por la Francia con gran espanto de los franceses y godos que por aquella provincia moraban. Pasó por donde se tienden las riberas del mar Mediterráneo hasta el rio Ródano sin hallar quién le hiciese resistencia. Puso cerco sobre Arlés, ciudad principal en aquella comarca. Allí acudió Eudon con su gente y vino á las manos con los bárbaros, pero perdió la jornada con tan grande estrago de los suyos cuanto ninguno en aquella edad fué mayor; de que por largo tiempo dieron bastante muestra los inontones de huesos que quedaron cerca de aquella ciudad en el sitio do se dió la batalla. Revolvió despues desto á mano izquierda, y paseada con sus armas vencedoras gran parte de lo mas adentro de Francia, cargó sobre la Aquitania, y pasado el rio Garona, á las riberas del mar Océano, asoló la inclita ciudad de Burdeos y talóle los campos, allanóle los templos, sin otros infinitos daños que hizo. En aquella parte con gente que de nuevo recogió Eudon, tornó á probar ventura y presentó la batalla al comun enemigo del nombre cristiano. El suceso fué el mismo que antes, contrario á

los nuestros, próspero á los moros. Los de Angulema, los de Perigueux, los de Jantone y los de Potiers fueron asimismo trabajados con la llama desta guerra. En grande aprieto se hallaban las cosas de los cristianos, porque ¿quién pudiera hacer rostro á los vencedores de Asia y de Africa, y que poco antes habian deshecho el imperio de los godos? Quién se atreviera á ponerse al riesgo de la batalla, pelear con las invencibles fuerzas de aquellos paganos? La misma fama y la nombradía tenia puesto espanto á las demás naciones, y las tenia acobardadas y casi vencidas. Era á la sazon mayordomo mayor de la casa real de Francia Cárlos Martello, el cual, movido del peligro comun, con grandes levas de gente que hizo de Francia, Alemaña y Austrasia, que es hoy Lorena, formó un grueso ejército. Muchos le acudieron de su voluntad y como aventureros por el deseo que tenian de apagar aquel fuego perjudicial. Con estas gentes partió en busca del enemigo determinado de darle la batalla. Llegó por sus jornadas á Turs, ciudad muy conocida por el templo y sepulcro de San Martin, obispo de aquella ciudad, de asiento muy apacible, campo fértil, cielo saludable, do soplan ordinariamente los vientos de poniente y mediodía, y entonces estaba sujeta y pertenecia á la Aquitania. Fortificó sus estancias de la otra parte del rio Loire, sobre que está edificada aquella ciudad, y esto para tener seguras las espaldas, que los enemigos, por ser casi innumerables, no los pudiesen cercar. Eudon, olvidado de la enemistad y diferencias que con Martello tenia, por el peligro comun que todos corrian, juntó con él sus fuerzas, cosa que fué de grande importancia para la victoria. Los historiadores franceses dicen que los moros entraron y pasaron tan adelante en la Francia llamados de Eudon, que pretendia con el daño comun satis facerse de sus particulares agravios; que tal es la costumbre de los hombres mal considerados. Dicen mas, que al presente mudó de parecer á causa que los moros sin tenerle algun respeto corrieron los campos de la Aquitania ó Guieua. Los historiadores españoles callan esto, y es forzoso que lo uno ó lo otro se haya hecho en gracia ó por odio de la nacion española, ca Eudon era señor de Vizcaya, y lo de Aquitania le dieron en dote con su mujer. Eu negocio dudoso parece lo mas cierto que los moros no fueron llamados por Eudon, y que la fama en contrario no es verdadera, pues peleó antes desto por dos veces con ellos á gran riesgo de su vida y estado. Iban los bárbaros en busca de los nuestros con tanto orgullo, que les parecia nadie se les pondria delante; llegaron donde los nuestros alojaban. Dióse la batalla de poder á poder, que fué de las mas dudosas y señaladas del mundo. Eran los moros cuatrocientos mil, que convidados de la fertilidad de Francia y por ser gente vagabunda, con sus hijos, mujeres y ropa habian pasado la mar para hacer en ella su asiento. El número de los cristianos era muy menor, pero aventajábanse en el esfuerzo y destreza del pelear, y lo que era mas principal, tenian á Dios y la justicia de su parte. La esperanza por ambas partes era grande, y el miedo no menor. Acométense entre sí las haces, cierran y trábause los es➡ cuadrones, embravécese la batalla por todas partes, que por gran espacio estuvo suspensa sin declarar la victoria por los morosni por los cristianos; pero en fin, la valentía y valor prevaleció contra aquella gran canalla.

Grande y casi increible fué la matanza; murieron trecientos y setenta mil moros, y lo que hizo mucho al caso para que la victoria fuese mas alegre, el mismo Abderraman quedó tendido entre los demás cuerpos muertos. De los vencedores faltaron hasta mil y quinientos, pequeño número para victoria tan grande, si bien eran de los mas señalados, unos en valor y hazañas, otros en la nobleza de sus linajes. La alegría por causa desta victoria fué colmada para todo el cristianismo, no solo por sí misma, que fué muy señalada, sino por la muestra que se dió y esperanza que todos cobraron de que aquella gente, hasta entonces invencible, podria por el esfuerzo de los cristianos ser vencida. Entre todos se señaló en esta batalla á dicho del mismo Martello el duque Eudon, que en lo mas recio de la pelea, como lo tenian antes concertado, con los caballos ligeros y gente mas suelta rodeó los escuadrones con tanta presteza, que antes que mirasen en ello cargó sobre los enemigos por las espaldas y los puso en confusion. Dióse esta dichosa batalla el año de nuestra salvacion de 734, que era el veinte y uno despues de la pérdida de España. En este tiempo tenia el imperio de oriente Constantino, llamado Coprónimo. De las cartas de Eudon al pontifice romano Gregorio se supo en Roma y se tuvo aviso de la victoria y del número de los muertos; de que se entiende asimismo que el Papa les envió tres espongias benditas, es á saber, á la manera que se bendicen los Agnus Dei, y que todos los que alcanzaron alguna partecica dellas salieron de la batalla sin lesion alguna; cosa maravillosa como verdadera. Los mas cuentan á este pontifice Gregorio por el segundo de aquel nombre; la razon de los tiempos convence que no fué sino el tercero. Abdelmelich sucedió en el lugar de Abderraman, y tuvo el gobierno de los moros en España y en todo lo que della dependia por espacio de cuatro años siguientes, sin señalarse en cosa alguna, sino en crueldad y en cohechar la gente, que volvia en sí despues de tantos trabajos; tacha que, no solo afea á los príncipes y amancilla á los que gobiernan el pueblo, sino es muy grave delito. Como él era, así le sucedieron las empresas. Tuvo comision y órden de acometer la Francia; pero, perdida mucha de su gente á la pasada de los montes Pirineos, fué forzado de volver atrás. En el mismo tiempo, es á saber, el año 737, don Pelayo, primero rey de España, cargado de años y esclarecido por sus proezas, pasó desta vida en Cangas. Su cuerpo sepultaron en Santa Olalla Velaniense, iglesia que él mismo habia fundado en tierra de Cangas. Allí tambien sepultaron su mujer la reina Gaudiosa. Sucedió en el reino sin contradicion don Favila, su hijo, y le goberró por espacio de dos años; príncipe mas conocido por su desa strada muerte y por la liviandad de sus costumbres que por otra cosa alguna; pues sin embargo de las muchas guerras que tenia entre las manos, y que su nuevo reino estaba en balanzas, y mas se conservaba por la flaqueza de los moros y revuelta de los tiempos que por las fuerzas de los cristianos, mostraba cuidar poco del gobierno y tener mas cuenta con sus particulares gustos que con el bien comun; en especial era dema. siadamente aficionado á la caza, y en ella un oso que seguia desapoderadamente le mató, sin que dejase ninguna loa ni en vida ni en muerte. Fué sepultado en la iglesia de Santa Cruz, que él mismo edificó en tierra de

Cangas, en que se via otrosí antiguamente el sepulcro y lucillo de Froleva, su mujer. Un cierto diácono, llamado Juliano, griego de nacion, docto en las dos lenguas griega y latina, por estos tiempos escribia en Toledo las antigüedades de España y las cosas que hizo don Pelayo. Dicelo cierto autor. Hay quien diga que fué tesalonicense y arcediano de Toledo; item, que se llamaba Juliano Lúcas; item, que comenzó su historia desde el año 455. Urbano, prelado de Toledo, en lo postrero de su edad, Evancio, arcediano de aquella iglesia, Fredoario, obispo de Guadix, varones excelentes por la santidad de sus costumbres y por su doctrina, resplandecian en aquella escuridad de todas las cosas á la manera que las estrellas entre las tinieblas de la noche. Contemporáneo dellos fué Juan, prelado de Sevilla, que tradujo la Biblia en lengua arábiga con intento de ayudar á los cristianos y á los moros, á causa que la lengua arábiga se usaba mucho y comunmente entre todos; la latina ordinariamente ni se usaba ni se sabia. Hay algunos traslados desta traduccion, que se han conservado hasta nuestra edad, y se ven en algunos lugares de España.

CAPITULO IV.

Del rey don Alonso, llamado el Católico.

Falleció don Favila sin sucesion; don Alonso por tanto y Ormisinda, su mujer, segun que estaba dispuesto en el testamento de don Pelayo, fueron recebidos y declarados por reyes con grande alegría de pueblo y en gran pro de todo el reino. Corrian en don Alonso á las parejas las artes de la guerra y de la paz, maravilloso por la constancia que mostró en las adversidades, señalado por la felicidad que tuvo ordinariamente en sus empresas, tan dado al culto de la religion, que por esta causa le dieron renombre de Católico, apellido que antiguamente en el Concilio toledano tercero, en el tiempo que se redujo á la Iglesia católica toda la nacion de los godos, desechadas las herejías de Arrio, con mucha razon se dió al rey Recaredo. Desusóse despues por muchos siglos hasta que Alejandro VI, suno pontífice, le renovó en don Fernando de Aragon, rey Católico de España, y hizo que se perpetuase en los reyes sus sucesores. Florecia en aquel tiempo España con los bienes de una muy larga paz; Africa y Francia ardian en guerras civiles. Cárlos Martello, por la muerte de Eudon, su competidor, se apoderó del grande estado que tenia en Francia. Tres hijos que quedaron del difunto, Aznar, Hunnoldo y Vayfero, como herederos de la enemistad de su padre y con intento de satisfacerse de su contrario, acudieron á las armas. Aznar en aquella parte de España que cae cerca de Navarra tomó á los moros la ciudad de Jaca con otros muchos castillos y plazas, por donde fué tronco y fundador del reino y gente de Aragon, nombre que se tomó del rio Aragon, que pasa por aquella comarca, y junto con el rio Ega mezcla sus aguas con las de Ebro, como en otro lugar se declara. Hunnoldo y Vayfero acudieron á lo de Francia, rompieron con su gente por toda aquella provincia que corrieron hasta pasar el rio Ródano. En todas partes pusieron grande espanto, no perdonaron á varones ni á mujeres, á niños ni á viejos, como acontece que las pasiones de los prínci

pes descargan de ordinario sobre la gente menuda. Cargó principalmente este daño sobre los allobroges, que son las partes de Saboya y del Delfinado. Viena con grande dificultad se pudo defender. Dende revolvieron contra lo de mas adentro de Francia que cae desta parte del Ródano. Los moros, movidos del deseo que tenian de satisfacerse de la afrenta pasada, demás desto llamados por Mauricio, conde de Marsella, y de Hunnoldo y Vayfero, que pretendian por este camino apretar á Martello y á los franceses, tornaron á hacer guerra en la Francia. Gobernaba por este tiempo los moros de España Aucupa; este tomó á su llegada residencia á Abdelmelich, y con color que no se descargaba bastantemente de lo que le achacaban, le puso en prisiones. Fué Aucupa muy noble entre los suyos, gran celador de su supersticion, de tal guisa, que ningunos delitos castigaba con tanta severidad como los cometidos contra ella. Concertóse pues con Mauricio, conde de Marsella, y con los hijos de Eudon; y con su ayuda y las gentes que metió en Francia pasó tan adelante, que se apoderó de Aviñon, ciudad puesta sobre el rio Ródano, muy ancha y muy noble. Los pueblos comarcanos padecieron quemas, talas y robos. Todo esto sucedió cinco años despues que se dió la batalla muy famosa de Turs, es á saber, el año 739, que fué el primero del reinado de don Alonso. Miserable el estado en que las cosas estaban, grande la avenida de males; pero el valor de Martello sustentó lo de Francia, porque echó los enemigos de aquella provincia, y los arredró desta parte de los Pirineos. Apoderóse de Aviñon y de Narbona, de suerte que casi no quedó por los godos ni por los moros cosa alguna en toda la Francia. La guerra de Africa se hacia y continuaba con mayor calor y pertinacia. Fué así, que Belgio Abenbejio, capitan de gran nombre entre los moros, levantó los del pueblo contra su señor y miramamolin Iscam; no se declara la causa; á muchos les parece bastante para acometer cualquier maldad el deseo de reinar. Diéronse muchas batallas en Africa, los trances fueron variables, la victoria de ordinario quedó por los levantados, con que finalmente Belgio se determinó de pasar en España. Abdelmelich á la sazon era vuelto al gobierno que antes tuvo, por orden de Aucupa que falleció, y por su muerte dejó dispuesto le sacasen de la prision do él tenia y le restituyesen el cargo, lo cual fué para su mal, ú causa que Abderraman, enviado delante por Belgio con un grueso ejército para que le allanase la tierra, le prendió dentro de Córdoba y le hizo morir con todo género de tormentos el año 743, en que murió eso mismo el miramamolin Iscam. Sucedió en aquel grande imperio Alulit, hijo de Izit, segun que lo tenian antes asentado. Tuvo sobrenombre de Hermoso; las esperanzas que al principio dió fueron grandes, el suceso diferente. Poníanle en cuidado la guerra que Belgio hacia en Africa, ca volvió, segun parece, de España, y las alteraciones que Doran por parte de los levantados continuaba en España. Los movimientos de Africa no hacen á nuestro propósito, ni hay para que relatallos; basta saber que el emperador Alulit al principio de su imperio proveyó para el gobierno de España un hombre principal y prudente llamado Albulcatar, que con su buena maña y con enviar los revoltosos á Africa para que ayudasen en la guerra que allá se ha

cia, sosegó las alteraciones de España; pero poco despues fué muerto por conjuracion de Zimael, con que Roba, compañero de Zimael y el principal atizador de aquella conjuracion, se apoderó del gobierno y aun del reino de España, sin que nadie le pudiese ir á la mano, porque el emperador Alulit falleció el segundo año de su imperio, que fué el de 744. Quedó por sucesor suyo Ibrahem, su hermano, que no tuvo mejor suceso, ni le duró el señorío mas tiempo que á su predecesor. Fué así, que Maroan, sin embargo que era de su misma parentela y de la nobilísima alcuña entre los moros de los Humeyas, con el ayuda de aquella parcialidad degolló á Ibrahem dentro de su palacio el año segundo de su imperio; y con tanto quedó por señor de todo. En tiempo deste emperador por muerte de Roba, que le mataron en cierta batalla, tuvo el gobierno de España Toba; y muerto este dentro de un año, Juzef, hombre de grandes partes, fué proveido y enviado de Africa en lugar de los dos. Era de grande edad, y sin embargo muy dado á mujeres; pero recompensaba en parte esta falta la destreza que tenia en las armas y la fama de sus proezas. En tiempo deste gobernador de España, en Asia Abdalla, que era de los Alavecinos, casa y linaje nobilísimo entre los moros, se conjuró con los desta parcialidad, y dió la muerte á Maroan el año del Señor de 750. Pareció justa su pretension por la venganza que tomó de la muerte que dieron á su señor; pero en premio de su trabajo se quedó con el imperio, y con intento de asegurarse en él procuró destruir de todo punto y acabar la parcialidad de los Humeyas, linaje y casta de los emperadores pasados. Como lo intentó, así en gran parte lo puso en efecto. En España el año de 753 en Córdoba se vieron tres soles, cosa que causó grande espanto por ser la gente tan grosera y ruda, que no alcanzaba como en una nube de igual grosura y densidad á la manera que en un espejo se pueden representar muchos soles sin algun otro misterio. Como estaban azorados con el miedo, les parecian y se les representaban otras visiones diferentes, como de hombres que iban en procesion con antorchas de fuego. Aumentóse la maravilla y el espanto por causa de una muy grande hambre que por el mismo tiempo se siguió en España por la sequedad que á veces padece y falta de agua. En el entre tanto el rey don Alonso, con intento de aprovecharse de la buena ocasion que se le representaba para ensanchar los términos de su reino, que eran muy angostos, por la discordia de los moros y sus revueltas tan grandes, además que los cristianos estaban cansados de su señorío, juntó las mas gentes que pudo para hacer entrada en las tierras comarcanas. Sucedióle muy bien su pretension y la jornada, porque en Galicia recobró á Lugo, Tuy, Astorga; en la Lusitania la ciudad de Portu, asentada sobre un puerto por la parte que el rio Duero desagua en el mar, y las de Beja, Braga, Viseo, Flavia, y mas adentro á Bletisa y Sentica, pueblos que hoy se llaman Ledesma y Zamora. Tomó otrosí por aquella comarca á Simancas, Dueñas, Miranda y las ciudades de Segovia y Avila y á Sepúlveda, puesta á las haldas del monte Orospeda á la ribera del rio Duraton, asentada en un sitio muy fuerte, y que antiguamente se llamó Segobriga, y mas adelante Sepúlvega, como consta de sus mismos fueros de que antiguamente usa

ba, y que era pueblo muy grande y de muy grande autoridad. Demás desto, con las armas vencedoras y en prosecucion de victorias tan nobles, revolvió sobre las comarcas de Briviesca y de la Rioja, pueblos que antiguamente se contaban entre los várdulos, y se apoderó de aquellos distritos. La Rioja está en un lado del monte Idúbeda por la parte que el rio Ogia, que se derriba de aquel monte, pasa y se mezcla con el rio Ebro; es tierra muy apacible y muy fértil. Lo mismo hizo de Pamplona en Navarra, y de lo que hoy se llama Alava, parte de Vizcaya. Verdad es que muchos destos pueblos por el vario suceso de las guerras tornaron á perderse, á causa que el poder de los reyes moros de Córdoba en gran perjuicio de los cristianos comenzó á levantarse por este tiempo, segun que poco despues se dirá, y creció adelante mucho en autoridad y fuerzas. Procuró el rey don Alonso y bizo que en las ciudades catedrales que se ganaron fuesen puestos obispos, que reformaban las costumbres de aquellos cristianos y las limpiaban de la maleza que de la conversacion de los moros se les habia pegado. Cultivaban los pueblos con el buen ejemplo, con nuevas leyes que hacian, con declaralles y predicalles la palabra de Dios. Reedificábanse los templos do estaban caidos, y los profanados con la supersticion de los moros los reconciliaban ó consagraban de nuevo. Reparaban los ornamentos de las iglesias por cuanto lo sufria la pobreza de la gente y las rentas reales, que eran muy ténues. Finalmente, una nueva luz se mostraba por todas partes, muy gran materia al presente de alegría, y de mayor esperanza para lo de adelante. Los antiguos geógrafos situaron los várdulos en la Cantabria por aquella parte que es bañada del mar Océano; los antiguos historiadores de España, como hombres de corto ingenio y pequeña erudicion, los pusieron en aquella parte de Castilla la Vieja que antiguamente llamaron los vaceos. Desta opinion procedió otro nuevo engaño, y fué que como don Alouso ganase gran parte de Castilla la Vieja, la cual nuestros historiadores llamaron várdulos, otros se persuadieron que desta heclia quitó á los moros toda la Cantabria ó Vizcaya. Pero por bastantes testimonios se puede mostrar que los moros en ningun tiempo pasaron de un lugar que en Vizcaya vulgarmente se llama la Peña Horadada. El Rey, despues que concluyó cosas tan grandes, falleció en Cangas en edad de setenta y cuatro años, el año que se contaba 757 de nuestra salvacion. Fué príncipe esclarecido y señalado entre todos. Reinó por espacio de diez y nueve años; quién dice de diez y ocho. Dejó cinco hijos, los cuatro de Ormisinda, su mujer, que fueron Froila, Bimarano, Aurelio y Usenda. De otra mujer baja, y aun esclava, tuvo fuera de matrimonio á Mauregato. Hiciéronle exequias y enterramiento muy solemne, no tanto por el aparato y gasto cuanto por las verdaderas lágrimas y sentimiento de todos sus vasa llos y por las voces del cielo que dicen se oyeron en el enterramiento de ángeles que cantaban aquellas palabras de la divina Escritura: «El justo es quitado, y nadie pone mientes en ello; es quitado por causa de la maldad, y será en paz su memoria. » Sepultaron estos Rey y Reina en Cangas en el monasterio de Santa María. Tuvo don Alonso un hermano, por nombre Froila, mas conocido por dos hijos suyos, Aurelio y Vere

mundo ó Bermudo, que por otra cosa que dél se sepa. Volvamos á las cosas de los moros, que por estar mezcladas con las nuestras, no se pueden olvidar del todo. En particular será bien declarar la ocasion, los principios y aumento de la discordia muy grande que entre aquella gente se encendió por este tiempo y los cimientos que con esto se echaron de un nuevo y muy poderoso reino de moros que se levantó en España.

CAPITULO V.

De dos linajes los mas principales entre los moros. Por las armas de los sarracenos y por el vergonzoso descuido de los nuestros la mayor y mas noble parte de la redondez de la tierra quedó vencida y sujeta á los enemigos del nombre cristiano crueles y fieros, los cuales tienen por abominable y por ilícito todo lo que nosotros tenemos por santo. Al principio obedecian todos á una cabeza y á un príncipe, que cuidaba de todo, de la guerra y del gobierno, hacia y deshacia leyes, administraba justicia, hasta las mismas cosas sagradas y pertenecientes al culto de Dios estaban á su cargo. En las historias de los árabes á veces le llaman califa, que en romance quiere decir sucesor, á veces miramamolin, que es lo mismo que principe de los que creen. El amor de la nueva supersticion hizo que al principio las cosas estuviesen quietas; adelante con el grande aumento que tuvieron y por sus muchas riquezas resultaron alborotos, y de uno se hicieron muchos imperios. Las causas destas discordias y los sucesos no hacen á nuestro propósito, solo por lo que toca á nuestro cuento me pareció necesario declarar el origen y progreso de dos familias y casas las mas nobles que hobo entre los moros, y por cuyas diferencias resultaron en este tiempo grandes alteraciones. Mahoma, fundador de aquella secta y maestro de la nueva supersticio", dió á muchas provincias guerras, en que siempre le sucedió prósperamente. Fué hombre de ingenio déspierto, astuto y malo; usaba de una profunda ficcion y aparencia de santidad, cosa muy á propósito para enga nar á la gente; y no hay cosa mas poderosa para ganar las voluntades de la muchedumbre que la máscara do la religion; así fueron innumerables los que engañó en toda su vida. A la muerte, de muchas mujeres con quien ilícita y torpemente se casó, dejó solamente tres hijas, y ningun hijo varon, ca uno que tuvo se le murió de duce años. La mayor de las hijas se llamó Fatima, las otras, Zeinebis y Imicultis; quedaron casadas con hombres principales, y todavía por la muerte de Mahoma los suegros dél se encargaron del gobierno, primero Abubacar, y despues Homar, en lugar de sus hijas y nietos. Despues destos Atuman, marido de Fatima, tuvo el imperio, que por ser la mayor tenia mejor derecho para suceder á su padre. Deste tuvo origen el linaje de los Alavecinos, gente muy poderosa en riquezas y en señorío. A Atuman, no sin contradiccion de muchos y grande alteracion del pueblo, sucedió Moabia, marido de la segunda hija de Mahoma, llamada Zeinebis, fundador que fué del otro linaje muy valido de los Benhumeyas. La causa destos nombres y apellidos no se sabe ni lo que significan. Lo cierto es que á Moabia sucedieron por órden su hijo Izit, y Maula, su nieto, que perdonó á sus vasallos y les descargó de

CAPITULO VI.

De los reyes Froila, Aurelio y Silon.

la tercera parte de los tributos con que acostumbraban á servir. Muerto Maula, los moros divididos en dos parcialidades, los unos siguieron á Maroan, y los otros á Abdalla, que era, segun yo pienso, del linaje y alcuña de los Alavecinos. Sea lícito usar de conjeturas en cosas tan escuras como son las de aquella nacion. Por lo menos en tiempo del rey Moabia fué maestro de la milicia, que es como entre nosotros condestable, con que tuvo ocasion de granjear muchas riquezas y aliados, y de presente tuvo manera para echar al contrario del reino y quedar solo por señor de todo. Mas con su muerte la corona y cetro volvieron á Abdelmelich, hijo de Maula, que ganó gran renombre por conquistar, como conquistó, toda la Africa, con que él y sus sucesores se hicieron mas poderosos que antes. Las discordias de los emperadores romanos dieron lugar á este daño, que fué una miserable ceguera y una locura de los hombres muy grande; pero mejor será apartar el pensamiento destas cosas, cuya memoria, á manera de cierto aguijon, punza y duele. Falleció Abdelmelich de su enfermedad, y en su lugar sucedió su hijo Ulit, aquel por cuyo mandado Tarif pasó en España, y vencido y muerto el rey don Rodrigo, se apoderó del reino de los godos. En lugar de Ulit sucedió primero su hermano Zuleiman, despues Homar y Izit, hijos de Ulit por adopcion de su tio, para que juntamente y con igual poder gobernase aquel imperio. A estos dos sucedió otro hermano tercero, llamado Iscam. A Iscam Alulit, hijo de Izit. Despues de Alulit, con gran voluntad de toda aquella nacion, Ibrahem, su hermano, tomó el gobierno. A este dió la muerte Maroan, dado que era del mismo linaje de los Humeyas, y por fuerza de armas, como queda dicho, se apoderó de todo. Las discordias destos príncipes dieron ocasion á los Alavecinos, que eran del linaje de Fatima, para levantar cabeza y prevalecer como los que tenian sus fuerzas enteras y unidas, y los contrarios al revés divididas y flacas. Abdalla pues, hombre de grande industria y no menor corazon, muerto que hobo á Maroan, que á causa de aquellasrevueltas se hallaba con pocas fuerzas, restituyó últimamente á los que descendian de Fatima el imperio de los moros, como queda ya tocado; y para aseguralle mas y perpetualle en sus descendientes hizo gran carnicería en el linaje de los Humeyas, por ningun otro delito sino por sospechar pretendian el imperio que ya tuvieron; camino por donde de presente se hizo odioso, y para adelante su nombre fué tenido por infame como de cruel y tirano. Fuera desto, Abderraman, que era de los Benhumeyas, fué puesto en necesidad, por escapar de aquella carnicería, de pasar á España para intentar cosas nuevas, por entender que los moros comunmente en aquella provincia eran aficionados á los emperadores pasados y al linaje de los Benhumeyas, á causa de las muchas mercedes que dellos tenian recebidas; con la ayuda de los cuales y el esfuerzo y buena maña de Abderraman se fundó un nuevo reino de moros en aquella provincia, exempto y libre del señorío de los miramamolines de Africa y de los califas de Asia; su asiento en la ciudad de Córdoba, do las demás ciudades acudian como á su cabeza y metrópoli, segun que adelante se entenderá mejor.

Por la muerte de don Alonso el Católico su hijo mayor, llamado Froila ó Fruela, se encargó del gobierno y del reino de los cristianos en España, como era razo: y derecho, el año de 757. Tuvo el reino once años y tres meses; su gobierno y fama tuvo mezcla de malo y de bueno. Fué áspero de condicion, inclinado á severidad, y aun mas aficionado á crueldad que á misericordia. Los príncipes con la grande libertad que tienen pocas veces se van á la mano, y de ordinario siguen sus inclinaciones y pasiones. Los aduladores, de que hay gran número en las casas de los reyes, hacen que el mal pase adelante; que no hay quien se atreva á decir la verdad. A los vicios dan nombres de las virtudes á ellos semejantes, y hacen creer que la crueldad es justicia, y que la malicia es prudencia, y así de lo demás, con que todo se pervierte. Verdad es que tuvo algunas cosas de buen príncipe, porque lo primero fundó y edificó á Oviedo, ciudad principal y roble en las Astúrias, si bien algunos atribuyen esta fundacion á su padre el rey don Alonso, pero sin bastantes fundamentos. Dió á la nueva ciudad derecho y honra de obispado. Demás desto, apartó los casamientos de los sacerdotes, costumbre antiguamente recebida por ley de Witiza, y despues muy arraigada por el ejemplo de los griegos, con que se encendió la ira de Dios contra España y incurrió en tan graves desastres y castigos, como lo entendia la gente mas cuerda. Con esta resolucion cuanto fué el amor y benevolencia que ganó con los buenos, tanto se desabrió gran parte del pueblo y de los sacerdotes, porque los hombres ordinariamente quieren que lo antiguo y lo usado vaya adelante; y la libertad de pecar es muy agradable á la muchedumbre. Desta severidad procedió gran parte del odio que en su vida muchos le tuvieron; y despues de su muerte su nombre quedó acerca de los decendientes amancillado y afrentado mas de lo que merecia. Así se puede sospechar, pues fuera de las demás virtudes, en lo que toca á la guerra procuró seguir las pisadas de su padre. En particular el segundo año de su reinado en una gran batalla desbarató á Juzef, gobernador de España por los moros, viejo capitau, y que con un grueso ejército talaba y destruia les tierras de Galicia. Ninguna victoria hobo en aquella era ni mas esclarecida ni de mayor provecho para los cristianos, ca quedaron muertos cincuenta y cuatro mil moros. Esta pérdida fué causa que Juzef, que por espacio de cuatro años hacia resistencia á Abderraman para que no se apoderase de España como pretendia, se acabase de perder; porque como se viese trabajado por el linaje de los Humeyas, huyó de Córdoba; mas por diligencia de sus enemigos fué preso en Granada, de donde escapó y se huyó á Toledo, confiado en la fortaleza de aquella ciudad y con esperanza que aquellos ciudadanos le acudirian. Sucedióle al revés, que como á caido todos le faltaron, y los mismos en quien mas confiaba le dieron la muerte con intento de ganar á su costa la gracia del vencedor. Desde este tiempo, que fué el año de nuestra salvacion 759, y conforme á la cuenta de los árabes 142, todos los moros de España se tornaron á unir debajo de una cabeza y gobierno; y Abderraman Abenhumeya, que tuvo ade

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