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que con beneplácito de los pontífices dicen misa mozárabe. Este fin tuvo entonces aquella controversia, á que empero otras muchas veces se volvió hasta tanto que, vencida la constancia ó porfía de los españoles, trocaron el oficio mozárabe con el romano, como se dirá en su lugar. Volviendo á las cosas del Rey, desde el tiempo que se dió la batalla en Junquera pareció ha berse mudado la fortuna de la guerra. Todavía el rey don Ordoño, con deseo de honra, y en su compañía el mismo rey de Navarra, entraron por tierra de moros, y en particular trabajaron los campos y pueblos de la Rioja. Con esto el rey don Ordoño dió vuelta á Zamora. No hay en las cosas humanas entero gozo y contento; toda aquella alegría se trocó en tristeza con la muerte de la reina Munina Elvira, señora de grandes prendas; dejó estos hijos, don Sancho, don Alonso, don Ramiro, don García y doña Jimena. Casó el Rey segunda vez con Argonta, hembra de alto linaje en Galicia, y no mucho despues por sospechas la repudió á tuerto y sin razon, como se entendió por el suceso de las cosas y arrepentimiento del Rey. En su lugar puso á Sanctiva, hija de don Garci Iñiguez, rey de

Navarra, con voluntad del rey don Sancho, su hermano. Juntaron los dos sus fuerzas, y en una entrada que hicieron de nuevo en la Rioja se apoderaron por fuerza de Nájara, que los antiguos llamaron Tricio, y de otro pueblo llamado Vicaria, en donde en tiempo de los godos se entiende hobo una chancillería, como lo dice don Rodrigo, y por esta causa le dieron este nombre. Hasta aquí las cosas del rey don Ordoño procedian de manera, que muchas dellas se podian alabar, y pocas reprehender cuales se disimulan con los reyes. Es muy dificultoso enfrenarse con la templanza los que tienen suprema potestad, y nunca tropezar en tanta diversidad de cosas casi imposible. La muerte que este Rey dió muy fuera de sazon y sin propósito á los con-des de Castilla pareció afear toda la gloria pasada. Este desórden en qué manera haya sucedido y por qué causas el Rey estuviese dellos ofendido se dirá tomando el negocio un poco de mas arriba con una nueva narracion que declare los principios y progresos que algunos señoríos, los mas principales, tuvieron antiguamente en España.

LIBRO OCTAVO.

CAPITULO PRIMERO.

De los principios del reino de Navarra.

DESPUES de aquel memorable y triste estrago con que casi toda España quedó asolada y sujeta por los moros, gente feroz y desapiadada, de las ruinas del imperio gótico, no de otra manera que de los materiales y pertrechos de algun grande edificio cuando cae, muchos señoríos se levantaron, pequeños al principio, de estrechos términos y flacas fuerzas, mas el tiempo adelante reparadores de la libertad de la patria y excelentes restauradores de la república trabajada y caida. Poner por escrito el orígen y progreso de todos estos estados y señoríos seria cosa dificultosa y mas largo cuento de lo que sufre la medida y traza de la presente obra. Declarar en breve los principios, aumentos y sucesos que tuvieron los mas principales y mas señalados entre los demás téngolo por cosa necesaria por andar de aquí adelante mezcladas sus cosas con las de los reyes de Leon. En particular será necesario tratar de los principados de Navarra, de Aragon, de Barcelona y de los condes de Castilla. Las reliquias de los españoles que escaparon de aquel fuego y de aquel naufragio comun y miserable, echadas de sus moradas antiguas, parte se recogieron á las Astúrias, de que resultó el reino de Leon, de que hasta aquí se ha hablado. Otra parte se encerró en los montes Pirineos en sus cumbres y aspereza, do moran y tienen su asiento los vizcaínos y navarros, los lacetanos, urgelitanos y los ceretanos, que son al presente Ribagorza, Sobrarve, Urgel y Cerdania. Estos, confiados en la fortaleza y fragura de aquellos lugares, no solo defendieron su li

bertad, sino trataron y acometieron tambien de ayudar á lo demás de España; varones sin duda excelentes y de mayor ánimo que fuerzas. Los tales creo yo pusieron su confianza en la ayuda de Dios, pues contra tantas dificultades ninguna prudencia era bastante. La ocasion para intentarlo no fué muy grande. Un cierto hombre religioso y ermitaño, por nombre Juan, con deseo de vida mas sosegada hizo su morada en el monte de Uruela, no léjos de la ciudad de Jaca, y para los oficios divinos levantó en un peñol una capilla con advocacion de San Juan Bautista. La fama de la santidad deste hombre comenzó á volar por todas partes. Juntáronsele cuatro compañeros, deseosos de imitar y seguir la vida que hacia. Asimismo muchas gentes de los lugares comarcanos acudian á visitarle cou intento de aplacar á Dios por medio de las oraciones deste santo varon, al cual, mientras que vivió, ayudaron con muchas buenas obras y limosnas que le hacian, y despues de muerto se juntaron los de aquella comarca á hacerle las honras. Acudió gran número de gente; entre estos seiscientos hombres nobles de propósito se juntaron, ó convidados de la soledad del lugar, comenzaron á tratar y consultar entre sí del remedio de la república y de sacudir la pesada servidumbre de los moros. La fortaleza de los lugares y sitio les ponia ánimo, y confiaban que si intentaban cosa tan gloriosa, no les faltarian socorros de Francia; convidábales el ejemplo de los asturianos, que, con tomar al infante don Pelayo por rey y por caudillo, no dudaron de tratar cómo ayudarian á la patria ni de irritar las armas de los moros; cosa que aunque al principio pareció temeridad, el efecto y remate fué muy saludable. Habiendo tratado mucho v

consultado sobre esto, pareció seria lo mas acertado escoger de entre si alguna cabeza, con cuya obediencia y autoridad atados, mejor pudiesen acometer empresa tan grande. Con esta resolucion nombraron á Garci Jimenez por acuerdo comun de todos para esto; porque si bien no era de la sangre de los godos, lo que se entiende por el nombre que parece mas de españoles que de godos, pero sin duda fué muy noble, de grande y antiguo solar y linaje, señor de Amescua y Abarsusa. Su mujer era doña Iñiga, de igual nobleza. En el tiempo que sucedió esto no concuerdan los autores, ni aun consta qué nombre tuviese el reino para que le nombraron ni qué apellido le dieron. Algunos dicen que se llamó rey de Sobrarve, otros de Navarra, los unos y los otros sin argumentos bastantes; y es toda antigüedad escura, principalmente la de España, á la manera que las corrientes de los rios son conocidas, los nacimientos y las fuentes de que proceden y salen no tanto. Las armas y insignias del nuevo Rey un escudo rojo sin alguna otra pintura. Ganó algunos pueblos de los moros, y entre ellos á Insa, principal villa de Sobrarve. La capilla del ermitaño Juan, aumentada y ensanchada con nuevos edificios que le arrimaron, poco a poco vino á ser semejable á un edificio real, señalada y noble por los sepulcros de los reyes antiguos que allí se enterraron. Por los milagros y antigüedad y mucha devociou de aquella casa de San Juan de la Peña, el rey Garci Jimenez y sus sucesores la escogieron para su sepultura. Murió este Rey el año 758. Sucedióle Garci Iñiguez, dicho así de los nombres de su padre y de su madre, príncipe verdaderamente grande y de felicidad señalada, pues por el esfuerzo deste rey de Navarra, que entre las armas y imperio de los franceses y moros andaba en balanzas, fué sujetada y quedó en perpetua posesion destos reyes. Pasó con las armas hasta aquella parte de Vizcaya que se llama Alava. En tiempo deste Rey otrosí tuvieron principio los condados de Aragon y Barcelona. El de Aragon con esta ocasion. Aznar, hijo de Eudon el Grande, venido que fué á aquellos lugares que bañan los rios Aragon ó Arga y Subordan y ganado que hobo algunos pueblos de los moros, con voluntad del rey don García se llamó conde de Aragon, comarca por entonces sujeta á los reyes de Navarra, despues exempta, como en su lugar se declarará. Su hijo se dijo tambien Aznar; su nieto Galindo, de cuyos hechos no hay cosa que de contar sea. Muerto Galindo, sucedió en aquel condado Jimeno Aznar. Lo de Barcelona sucedió desta manera. Ganóse Barcelona por las armas de Ludovico Pio, que adelante fué emperador, y á la sazon era vivo Carlo Magno, su padre. Dejó por gobernador de aquella ciudad á Bernardo, de nacion francés, el año de 801. De aquí tuvo principio el señorío de Barcelona y los condes, que en aquella parte de España alcanzaron gran poder. Este año pasado, y venido el siguiente, falleció el rey de Navarra Garci Iñiguez. Sucedióle Fortun García, su hijo, de cuyas hazañas los historiadores navarros cuentan grandes cosas y casi increibles. Lo que se tiene por cierto es que se halló en aquella batalla memorable de Roncesvalles, do la nobleza de Francia pereció á manos de los nuestros y quedó vencido en la pelea Carlo Magno, emperador y general en aquella jornada. De la alegría de aquella victoria no poco se quitó por la muerte de Jimeno Az

nar, conde de Aragon, que en aquella batalla pereció por haberse adelantado y con deseo de mostrar su esfuerzo metidose muy adelante entre los enemigos sin hacer caso de la muerte. Fué tanto mayor el lloro, que su hermana Teuda estaba casada con el rey Fortun. Al conde Jimeno Aznar sucedió Jimeno García ó Garcés, su tio, sin hacer cuenta de Endregoto, hermano del difunto, que parece tenia mejor derecho que el tio para heredar aquel estado; la causa no se sabe; por ventura la edad no era á propósito para encargarle el gobierno. Murió el rey Fortun el año 815; dejó por sucesor suyo á Sancho García, su hijo, que tenia en su mujer. En tiempo deste Rey los de Valderroncal, por lo mucho que trabajaron en la guerra de los moros, fueron libertados de tributos, como se ve por un privilegio que muestran deste tiempo y deste Rey. Bernardo, conde de Barcelona, á quien algunos llaman marqués, como fuese acusado por aquellos que eran tutores de Bernardo, nieto de Carlo Magno, hijo de su hijo Pipino, de cometer adulterio con la Emperatriz, mujer del emperador Ludovico, y por tanto haber caido en alevosía, movido del dolor desta calumnia, de Francia, do era ido, se volvió en España, do tenia grande autoridad y muchos aliados que en el tiempo pasado ganara. Falleció el año 839; y por su muerte Wifredo, primero deste nombre entre los condes de Barcelona, hobo aquel principado por merced de Ludovico Pio, no por juro de heredad por entonces, sino á voluntad del Emperador y por tiempo determinadó ó mientras que viviese, como se usaba en los demás gobiernos. Era señor de Aragon por el mismo tiempo García Aznar, sucesor de su padre Jimeno García ó Garcés, que por este tiempo habia fallecido, en la misma sazon que con las armas del rey Sancho García los navarros, que de la otra parte de los Pirineos estaban sujetos al imperio francés, fueron trabajados, y no los dejó antes sosegar que jurasen de guardar y tener perpetua amistad con los reyes de Sobrarve. Dícese que le mataron en la guerra de Muza, aquel de quien arriba se dijo haberse rebelado contra Mahomad, rey de Córdoba, que fué por los años del Señor de 853. Despues del rey don Sancho cierto autor nombra á don Jimeno García, su hijo. En los archivos del monasterio de San Salvador de Leire, que está en Navarra, metido y situado dentro en los montes Pirineos, se dice que está allí sepultado con su mujer Munia, sin decir otra cosa. A estos papeles, como quier que carezcan de mayor luz de historia y seguridad, cuánta fe se haya de dar cada uno por sí mismo lo juzgue; que no nos pareció determinarnos por la una ni por la otra parte. Muertos estos reyes, faltó la línea de la familia real, por donde se siguió una vacante de cuatro años; en el cual tiempo, antes que las voluntades de los naturales viniesen y se conformasen en uno, á quien nombrasen por rey y le pusiesen por gobernador de la república, los mas escritores navarros dicen que, comunicado el negocio con el Pontífice romano, que parece fué Leon, cuarto deste nombre, con los franceses y los lombardos, por su consejo tomaron de las leyes de aquellas naciones lo que juzgaron ser á propósito para mantenerse en libertad. El mayor cuidado era que en ningun tiempo los reyes pudiesen usar mal del poder que les daban para oprimir los vasallos. Escribiéronse las leyes que vulgarmente se llaman los Fueros de So

brarve, cuya fuerza principalmente está y se endereza á que, pues ellos pensaban dar al nuevo Rey lo que de moros se ganara, que tomado el poder y mando, ninguna cosa de mayor momento pensase que le era lícito determinar sin consejo y voluntad de doce hombres nobles que para este propósito se nombraron, ni disminuyese el derecho de la libertad, y que lo que se ganase de los moros fielmente lo dividiese con la nobleza. Para que todo esto fuese mas firmę pareció criar un magistrado á la manera de los tribunos de Roma, que en este tiempo se llama vulgarmente el justicia de Aragon; cargo que, armado de las leyes, autoridad y aficion del pueblo, hasta ahora ha tenido el poder del rey cerrado dentro de ciertos limites para que no viniese en demasía; y á los nobles principalmente se dió por entonces que no les fuese imputado á mal si alguna vez hiciesen entre sí juntas para defender su libertad sin que el rey lo supiese. Mas estos y otros privilegios del rey don Alonso el Tercero en este propósito fueron por Cortes generales revocados en tiempo del rey don Pedro, el postrero de Aragon. Ordenadas las cosas en esta forma, Iñigo Sanchez, conde de Bigorra, señorío que está en la Aquitania ó Guiena, llamado por su ligereza por sobrenombre Arista, fué nombrado por rey por voto de trecientos nobles que se juntaron; y como hobiese en Pamplona, en la iglesia de San Victorian, jurado los derechos, leyes y libertad de sus vasallos, le fué dado el gobierno y el mando. Añaden que dió poder á sus vasallos que si quebrantase lo que tenia prometido pudiesen llamar y llamasen en defensa de su libertad al rey que quisiesen, moro ó cristiano; pero que el pueblo, lo que tocaba llamar á los moros, por ser cosa torpe no lo aceptó. Todas estas cosas, que no solo el vulgo, sino algunos hombres eruditos las tienen por averiguadas, otros las tienen por fábulas, y piensan antes que el rey Arista sucedió á su padre el rey pasado. Porque ¿qué causa bastante hobo para hacer nuevas leyes y establecer aquel nuevo magistrado? O ¿cómo pudieron comunicar esto con los lombardos, cuya nacion años antes sujetó y oprimió el poder de Carlo Magno? No hay para qué adivinar en cosa tan dudosa; por ventura lo que sucedió en la eleccion de don Garci Jimenez, primer rey de Sobrarve, el vulgo de los historiadores, por ignorancia de los tiempos, lo aplicó al rey Iñigo Arista, que pensaban ser el primero de aquellos reyes. Esto consta, que el rey don iñigo Arista por este tiempo tuvo el reino en los montes Pirineos, y por mujer á doña Iñiga, hija del conde Gonzalo, de la sangre de los reyes de Oviedo. Tambien se casó con Teuda, hija de Cenon, duque de Vizcaya, como se tocó en otro lugar. Tuvo un solo hijo, no se sabe de qué matrimonio; pero llamóse Garci Iñiguez, y sucedióle en el reino. El monasterio de San Salvador de Leire, asentado entre los montes Pirineos, y que por su devocion, majestad de edificio y por sus gruesas rentas es muy principal, se tiene por obra y fundacion del rey Arista. En aquel monasterio están los cuerpos de las vírgenes Nunilon y Alodia, que no muchos años despues deste tiempo fueron muertas por la fe en un lugar llamado Bosca, cerca de Nájara; otros dicen en Huescar, la que está cerca de Baza. Verdad es que la ciudad de Boloňa, en la Lombardía, se atribuye la posesion destas santas reliquias; pero hace contra esto un privilegio que se

guarda en los archivos de aquel monasterio; y la vecindad de los lugares donde fueron muertas ayuda á esta opinion y á creer que sus reliquias están en aquel convento, á lo menos grande parte. Extendió el rey Arista los términos de su reino, añadió á lo que antes tenia, y ganó lo llano de Navarra, como quier que los reyes pasados se hobiesen estado hasta este tiempo dentro los montes. Pamplona y Alava, que con la revuelta de los tiempos volvieran á poder de los moros, por sus armas se recobraron. Así se llamó rey de Pamplona, como se muestra por los privilegios destos reyes. En el mismo tiempo Wifredo, llamado el Velloso, hijo del otro Wifredo, alcanzó el condado de Barcelona por juro de heredad por merced de Carlos, emperador, llamado el Craso, con retencion solamente para sí del derecho de las apelaciones, que fué el año de 884, despues que por mandado del emperador Ludovico II, á causa de la tierna edad deste Wifredo, Salomon, conde de Cerdania, gobernó aquella ciudad y estado por espacio de diez y nueve años. Hijos deste Wifredo, entre otros, fueron Miro, conde de Barcelona, y Seniofredo, conde de Urgel, que adelante en estos estados sucedieron á su padre. Por el mismo tiempo falleció García Aznar, conde de Aragon. Sucedióle su hijo Jimeno García. Del año en que murió el rey Iñigo Arista hay diferencia entre los autores, sin que se pueda averiguar la verdad con seguridad. Sospechamos, empero, lo que parece pedir la razon de los tiempos, que falleció en el que reinó en las Astúrias don Alonso, rey de Oviedo, llamado el Magno, cerca de los años del Señor de 888. Sucedióle su hijo Garci Jimenez, que era menor de edad y tenia á la sazon solos diez y siete años; pero en grandeza de ánimo y en las cosas que hizo en tiempo de paz y de guerra no reconoció ventaja á ninguno de los reyes sus antepasados; porque, llegado á mayor edad, ganó grande reputacion, y la conservó con muchas victorias que ganó de los enemigos del nombre cristiano y batallas que dió, que la brevedad que llevamos no sufre que se relaten por menudo. Su mujer se llamó Urraca, hija ó hermana de Fortun Jimenez, conde de Aragon. Digo esto porque los autores asimismo no van conformes en esto, en tanto grado, que algunos la hacen solo parienta de Fortun, nieta de Galindo y hija de Endregoto, aquel de quien se dijo que su tio Jimeno García le usurpó el señorío de Aragon. Lo que se averigua es que este rey de Navarra tuvo en su mujer dos hijos, que se llamaron, el uno Fortun y el otro Sancho, por sobrenombre Abarca, y una hija, llamada Sanctiva, que casó con don Ordoño, rey de Leon, siendo ya viejo, y que estuvo antes casado otras dos veces, como queda dicho en el libro pasado. Este rey de Navarra murió á manos de los moros en un encuentro que con ellos tuvo en el valle de Aivar (el arzobispo don Rodrigo le llama Larumbe), ca hizo muchas veces entradas en tierra de moros con intento de ensanchar su reino y deseo muy encendido que tenia de extirpar toda la morisma de España. Fué su muerte el año de 905, como se entiende del Cronicon alveldense. Sucediéronle en el reinado sus dos hijos, primero Fortun, y despues don Sancho, en cuyo tiempo, segun que se dijo al fin del libro pasado, los nuestros perdieron aquella famosa jornada del valle de Junquera. El monasterio de San Salvador de Leire pretende que el rey don Garci Iñiguez está allí sepultado; con

tradicen los de San Juan de la Peña por causa de un sepulcro ó lucillo que allí se ve entre los otros sepulcros de los reyes pasados con nombre del rey Garci Iñiguez. Para determinar este pleito ni tenemos tiempo ni lugar, ni creo yo que nadie podria averiguar la verdad. Sospecho que la ocasion desta y semejantes diversidades se tomó de diferentes sepulcros que pusieron á estos reyes por memoria en diversos lugares sin tener allí sus cuerpos, aquellos que á hacello se tenian por obligados por alguna merced dellos recebida, como se acostumbra tambien en nuestro tiempo. Esto haste por el presente de los principios del reino de Navarra. CAPITULO II.

De los condes de Castilla.

Los romanos antiguamente llamaban vaceos por la mayor parte á aquella comarca de España que llamamos Castilla la Vieja y parte términos con el reino de Leon por los rios Carrion, Pisuerga, Heva y Regamon; por otra parte toca las tierras de Astúrias, Vizcaya y Rioja; hácia mediodía tiene por aledaños los montes de Segovia y Avila, do casi por estos tiempos se remataba el señorío de los moros por una parte, y por la otra el de los cristianos. Los campos son fértiles de pan llevar, producen vino muy bueno, son á propósito para los ganados; pero por la mayor parte tienen falta de aceite, alguna mas abundancia de agua que en lo demás de España, así de lluvias como de fuentes y rios. La gente de mansos y grandes ingenios, buenos y sin doblez, de cuerpos sanos, de rostros hermosos; demás desto, son sufridores de trabajo. En aquella provincia, dado que al principio no la poseyeron toda, algunos señores, poderosos en riquezas y vasallos, comenzaron á defender sus fronteras de los moros con esfuerzo y con las armas y de cada dia ensanchar mas su señorío. Llarnábanse condes por permision, á lo que se entiende, de los reyes de Oviedo; verdad es que no se sabe si el tal apellido era nombre de principado ó solamente significaba gobierno. Por lo menos tenian obligacion de acudir á los dichos reyes, si se levantaba alguna guerra, con sus armas y vasallos; y si se juntaban Cortes del reino, de hallarse en ellas presentes. En los tiempos antiguos se acostumbró llamar condes á los gobernadores de las provincias, y aun les señalaban el número de los años que les habia de durar el mando. El tiempo adelante, por merced ó franqueza de los reyes, comenzó aquella honra y mando á continuarse por toda la vida del que gobernaba, y últimamente á pasar á sus decendientes por juro de heredad. Algun rastro desta antigüedad queda en España, en que los señores titulados, despues de la muerte de sus padres, no toman los apellidos de sus casas ni se firman duques, marqueses ó condes antes que el rey se lo llame y venga en ello, fuera de pocas casas que por especial privilegio hacen lo contrario desto. Como quier que todo esto sea averiguado, así bien no se sabe en qué forma ni por cuánto tiempo los condes de Castilla al principio tuviesen el señorío, mas es verisímil que su principado tuvo los mismos principios, progresos y aumentos que los demás sus semejantes tuvieron por todas las provincias de cristianos, á los cuales no reconocia ventaja ni en grandeza ni aun casi en antigüedad, porque hay muy an

tigua mencion de condes de Castilla, y en este número por los privilegios de los reyes antiguos se puede contar por primero el conde don Rodrigo, que floreció en el tiempo del rey don Alonso el Casto. En el número de los años y de las datas no hay para qué cansarse, porque tengo por averiguado está estragado en los mas de los privilegios antiguos. Despues de don Rodrigo las personas mas diligentes en rastrear las antigüedades de España ponen á don Diego Porcellos, bijo que fué del pasado, como lo señala en particular el Cronicon alveldense. Este vivió en tiempo de don Alonso el Magno, rey de Oviedo, por cuanto se puede conjeturar de memorias antiguas. Dió por mujer una hija suya, llamada Sulla Bella, á Nuño Belchides, que era de nacion aleman, y por su devocion era venido en romería á España y á Santiago. Este caballero, con deseo de adelantar las cosas de los cristianos, habiéndose emparentado con el conde don Diego, junto con él fundó la nobilísima ciudad de Burgos para que la gente que estaba esparcida y derramada por las aldeas hiciese un cuerpo y forma de ciudad; de que tomó el nombre de Búrgos, porque los alemanes flaman burgos á las aldeas. Habia demás de don Diego Porcellos en el mismo tiempo otros condes de Castilla, por estar, á lo que parece, aquella provincia dividida en muchos señores, como fueron Fernando Anzules, Almondar, llamado el Blanco, y su hijo deste, llamado don Diego. Mas entre todos el de mayor autoridad y poder era Nuño Fernandez, en tanto grado, que vino á tener por yerno al hermano de don Ordoño, el segundo rey de Leon, por nombre don García, que fué tambien rey. Por esto, y porque por las armas forzó á don Alonso el Magno, su consuegro, á renunciar el reino, tenia mas presumpcion que don Ordoño pudiese sufrir, como enemigo que era de toda insolencia y altivez. Fuera desto, malsines atizaban el fuego y avivaban el disgusto, cuales hay muchos en las casas de los príncipes, que tienen costumbre de subir á los mas altos grados, no por alguna virtud suya, sino derribando los que les están delante, maña muy mala, pero hollada y seguida por los prósperos sucesos que por este camino muchos han tenido. Con los aguijones deste odio movido el Rey, Hamó los condes á su corte. Fingió que queria con ellos comunicar los negocios mas graves del reino. Señalóse para la junta un pueblo llamado Regular, situado en medio del camino y á los confines de los señoríos de Castilla y de Leon. Acudieron el dia señalado los condes sin guarda bastante de soldados, por venir sobre seguro y confiados en la buena conciencia que tenian. Echáronles deslealmente mano por mandado del Rey, y fueron enviados en prisiones á la ciudad de Leon. El dolor que las ciudades y lugares de Castilla concibieron, gravísimo por esta causa, se acrecentó grandemente con el aviso que dentro de pocos dias sobrevino de la muerte impía y cruel dada á los condes. Temia el rey don Ordoño nuevas alteraciones y que aquellas gentes se resolverian de acudir á las armas para tomar emienda de aquel agravio; apercebíase para la guerra, juntaba soldados, armas y caballos cuando sobrevino su fin. Falleció en Zamora de su enfermedad año de nuestra salvacion de 923; fué sepultado en Leon en la iglesia de Nuestra Señora, que él mismo hiciera consagrar, como queda arriba apuntado. Hiciéronle las exequias como

á rey con grande solemnidad y aparato. En este tiempo por muerte de Sisnando, obispo de Compostella, sucedió en aquella iglesia Gundesindo, hombre principal, hijo de cierto conde, pero que escurecia con sus malas costumbres y afeaba la nobleza de su linaje. Muerto este, fué puesto en su lugar Ermigildo, igual en la nobleza al pasado y muy semejable en las costumbres y vida. De Nuño Belchides y de Sulla Bella, su mujer, nacieron dos hijos, Nuño Rasura y Gustio Gonzalez. Nuño Rasura fué abuelo del conde Fernan Gonzalez, á quien nuestras historias suben hasta las nubes por sus muchas hazañas y valor muy conocido; de Gustio fueron nietos los infantes de Lara; con que la sangre de don Diego Porcellos, mezclada con la real, como se dirá en su lugar, anda asimismo engerida en muchas casas y linajes principales de España y de fuera della, sin que haya faltado sucesion y línea de sus nietos y descendientes hasta esta nuestra era.

CAPITULO III.

De don Fruela el Segundo, rey de Leon. Muerto que fué el rey don Ordoño, su hermano don Fruela, segundo deste nombre, sucedió en el reino de Leon, no por alguna virtud que en él hobiese ni por voluntad de los grandes ó conforme á las leyes, sino por las armas en que muchos ponen el derecho de reinar. Conforme á los principios fueron los medios y los acabos. No le duró mucho el poder, reinó solos catorce meses. Señalóse solamente en afrentas, torpeza y crueldad, por lo cual le pusieron el nombre de Cruel. Forzosa cosa es tema á muchos á quien muchos temen. La seguridad de los reyes está en el amor de sus vasallos, y en el odio su perdicion. Dió la muerte á los hijos de un hombre principal, llamado Olmundo, cuyo hermano, llamado Fruminio, obispo de Leon, fué forzado á salir en destierro; que por ser persona eclesiástica no quiso el Rey poner en él las manos, dado que no era nada escrupuloso ni templado. Tuvo en su mujer Munia á don Alonso, don Ordoño, don Ramiro; y fuera de matrimonio á don Fruela, padre de don Pelayo, llamado el Diácono, con quien casó el tiempo adelante doña Aldonza ó Alfonsa, nieta del rey don Bermudo, llamado el Gotoso. Sepultóse don Fruela en Leon. Su memoria y fama quedó afea da, no mas por la enfermedad de lepra, de que murió, que por la cobardía de toda su vida, y por la rebelion y enajenamiento de Castilla que en su tiempo sucedió. Habia alterado las voluntades de los naturales la muerte indigna de los condes que el rey don Ordoño mandó hacer. Esta pena se acrecentaba de cada dia con nuevos agravios que les hacian, ca les forzaban á ir á pedir justicia y seguir sus pleitos delante los jueces de Leon, y cuando se tenian Cortes generales acudir á ellas. Así, lo que trataban en sus ánimos y no era fácil ponello en ejecucion, que era levantarse, tuvieron buena ocasion de apresurarlo por la poquedad del rey don Fruela; quitáronle públicamente la obediencia y se le rebelaron. Para dar órden en las cosas y para el gobierno escogieron dos personas de entre toda la nobleza que tuviesen cargo de todo con suprema autoridad. Diéronles nombre de jueces, y no títulos de otros principados mas grandes, porque no tomasen ocasion del apellido para oprimir la libertad.

Fueron nombrados para esto Nuño Rasura y Lain Calvo, dos varones en aquel tiempo muy nobles y poderosos. Lain era de menos edad y casado con Nuña Bella, hija de su compañero. A este se dió cuidado de la guerra por su mucho esfuerzo. A Nuño Rasura, que era persona de grande experiencia y de prudencia aventada, encargaron principalmente las cosas del gobierno y de la justicia, que administrabá estando en Búrgos, ciudad principal, las mas veces solo, y tambien en otros pueblos de la provincia. Dos leguas de Medina de Pomar hay un pueblo llamado Bijudico, y en él un tribunal de obra muy vieja, en que los naturales, por tradicion antigua, dicen que estos jueces acostumbraban á publicar sus leyes y determinar sus pleitos. Gobernábanse, es á saber, por un antiguo libro y fuero que contenia las antiguas leyes de Castilla, cuya mencion se halla muy ordinaria en los papeles y memorias deste tiempo, y que tuvo fuerza hasta el tiempo del rey don Alonso el Sabio, que le derogó, y en su lugar ordenó las leyes de Las Partidas. Cuánto tiempo hayan vivido estos jueces no se sabe, ni aun se tiene bastante noticia de sus hechos. Del linaje destos dos jueces sin duda sucedieron hombres muy nobles, muy valientes y señalados, porque Lain Calvo fué quinto abuelo del Cid Ruy Diaz; hijo de Nuño Rasura fué Gonzalo Nuño, que tuvo el cargo de su padre, no con menor gloria que él, por ser de ingenio fácil, de suavidad de costumbres y afabilidad singular, en todas sus cosas muy curioso. Demás desto, acordó y hizo que los hijos de los nobles se criasen y amaestrasen en su palacio, que era como un seminario y plantel de varones señalados en paz y en guerra; por la cual liberalidad ganó grandemente las voluntades de toda la provincia. Su mujer se llamó doña Jimena, hija del conde Nuño Fernandez, que fué con los demás condes de Castilla muerto por el rey don Ordoño. Deste matrimónio nació el conde Fernan Gonzalez, por la gloria de sus virtudes y proezas, y en particular por la grande constancia que mostró en tanta variedad de cosas como por él pasaron, igual á cualquiera de los antiguos caudillos y príncipes. Pero del conde Fernan Gonzalez se tratará luego en su lugar. Volvamos al cuento de los reyes.

CAPITULO IV.

De don Sancho Abarca, rey de Navarra.

Cosa averiguada y cierta es que las historias de Navarra están llenas de muchas fábulas y consejas, en tanto grado, que ninguna persona lo podrá negar que tenga alguna noticia de la antigüedad. Paréceme á mí que los historiadores de aquella nacion siguieron el afecto y inclinacion vulgar que muchos tienen de hermosear su narracion con monstruosas mentiras de cosas increibles y con patrañas. Por donde la historia, cuya principal virtud consiste en la verdad, viene á hacerse y ser semejante á los libros de caballerías, compuestos de fábulas y mentiras, en que hombres ociosos y vanos se entretienen y en ellos gastan su tiempo, falta que en todo lo demás de la historia se echa de ver, mas en lo que toca á este tiempo son las invenciones mas evidentes y claras, cuando muerto por los moros en un rebate el rey Garci Iñiguez, fingen que sucedió lo mismo á su mujer doña Urraca, que estaba preñada, y di

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