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nero de calzado de que usaban los soldados, y en latin se llamaba caligae, tuvo sobrenombre de Caligula. Señalóse solo en la locura, que le duró toda la vida, y en la fea muerte con que acabó, porque pasados tres años, diez meses y ocho dias, que gastó en maldades y y deshonestidades extraordinarias, fué muerto por Querea, tribuno de una cohorte pretoria, que es lo mismo que capitan de una compañía de su guarda. Emilio Régulo, cordobés, intentó antes lo mismo; el ánimo fué grande, y no menor que el de Querea; la fortuna le fué contraria, porque fué descubierto y pagó con la vida. Al tiempo que murió Tiberio, Agripa (san Lúcas en los Actos de los Apóstoles le llama Heródes) se hallaba por su mandado en prision en Roma, á causa que en cierto convite mostró deseo que Cayo sucediese en el imperio. Recompensóle él este amor, no solo con sacalle de la prision, sino con hacerle rey de Iturea en lugar de Filipo, su tio, que falleció poco antes, y era tetrarca de aquella provincia. Fué grande la envidia que á esta causa concibió contra él otro tio suyo llamado Heródes, tetrarca de Galilea, el que mató á san Juan Bautista y se halló en Jerusalem á la muerte de Cristo; tanto, que con intento de hacerle mal y daño se partió para Roma. Pero Agripa, su sobrino, se dió tal maña, que le acusó por sus cartas de cierta traicion que tramaba, y hizo tanto, que le desterraron á Leon de Francia, como lo sienten los mas autores por testimonio de Josefo en las Antigüedades Judaicas, dado que en otra parte dice que huyó por la crueldad del Emperador á España. Averiguase que le hizo compañía la famosa Herodiade, y que en el destierro dió fin á sus dias con muerte semejante á la vida, que fué torpe y sin concierto. Despues de la muerte del emperador Cayo Claudio, su tio, hermano de su padre, el cual por miedo no le matasen estaba escondido, fué de allí sacado para ser Emperador el año del nacimiento de Cristo de 42. Deseó el Senado romano y aun acometió á cobrar la libertad, mas no pudo salir con su intento, principalmente que el rey Agripa, á á la sazon de su reino vuelto á Roma, hizo grande negociacion, y fué mucha parte para que Claudio saliese con el imperio. Él, en remuneracion deste servicio, le acrecentó el señorío con nuevas tierras que le dió. Muchos vicios reinaron en este Emperador, y sobre todos el descuido fué tan grande, que Mesalina, su mujer, se le atrevió casi á vista de sus ojos de casarse públicamente con un mancebo principal llamado Silio. Verdad es que, aunque con dificultad, en fin fué ejecutada y muerta por ello; con que el Emperador hizo otro nuevo desórden, que se casó con Agripina, sobrina suya, hija de su hermano Germánico y de Agripina, bisnieta del emperador Augusto. Estaban tales matrimonios por derecho romano prohibidos; para dar color á su torpeza hizo primero una ley, en que se daba licencia que los tios libremente pudiesen casar con sus sobrinas. Al principio de su imperio envió desterrado á Séneca á la isla de Córcega; despues le llamó á Roma para hacerle inaestro de su entenado Domicio Neron, que á la sazon era de cinco años, y á persuasion de su mujer pretendia nombrarle por su sucesor y anteponelle á su mismo hijo, llamado Británico, que le quedó de Mesalina. Tuvo el imperio casi catorce años. En este tiempo Turanio Grácula, español, floreció en

Roma con fama de hombre erudito; asimismo Lucio Moderato Columela, natural de Cádiz, cuyos libros de agricultura andan comunmente. Séneca en sus declamaciones hace mencion de otros dos oradores españoles que vivieron por este tiempo en Roma: el uno se llamó Cornelio, el otro Clodio Turino. El mas famoso fué Porcio Latron, de quien se habló poco antes, y dél dice Quintiliano que al principio de sus razonamientos y oraciones solia alterarse y temblar mas de lo que su edad pedia y el grande ejercicio que tenia en orar. Eusebio dice que murió de cuartanas. Anda una declamacion suya contra Lucio Catilina. Algo mas viejo que todos estos era y vivia en Roma Sextilio Hena, natural de Córdoba, mas conocido por la desigualdad de su estilo y rudeza de sus versos que por su erudicion y poesía. Gobernaba por estos tiempos con nombre de despensero la España citerior Drusilano Rotundo, liberto del emperador Claudio; la Bética un hombre principal llamado Umbonio Silio. Junto con esto se abrian en España las zanjas y se echaban los cimientos de la religion cristiana; porque Jacobo, hijo del Cebedeo, por sobrenombre el Mayor, despues que predicó en Judea y en Samaria, como lo testifica Isidoro, vino en España. Publicó la nueva luz del Evangelio primero en Zaragoza, donde por su amonestacion se edificó un templo con advocacion de la Virgen sagrada, que hoy se dice del Pilar: así lo tiene comunmente aquella gente como cosa recebida de sus antepasados y venida de unos á otros de mano en mano. Nosotros no teniamos propósito de alterar opiniones semejantes. Concuerdan en que vuelto de España á Jerusalem, la causa no se sabe; pero que en aquella santa ciudad fué martirizado en los dias de los ácimos á 25 de marzo por Heródes Agripa, que pretendia por esta manera dar un principio agradable al reino que Claudio le habia dado de los judíos. Sobre el año en que padeció hay alguna diversidad; mas del ciclo hebreo se saca que el año 42 de Cristo los judíos celebraron su Pascua sábado á 24 de marzo, y comenzaron los dias de los ácimos ó pan cenceño, en los cuales dice san Lúcas en los Actos que le dieron la muerte. Su cuerpo fué tomado por sus discípulos, y puesto en una nave, costearon la mayor parte de España. Finalmente, á 25 de julio aportó á la ciudad de Iria Flavia, que en lo postrero de Galicia hoy se llama el Padron; de donde á 30 dias de diciembre, aunque el año no se sabe, le trasladaron á Compostella, lugar consagrado y venerado de todo el mundo por estar allí aquel sagrado sepulcro. En toda España se hace fiesta y memoria deste santo Apóstol el dia que llegó á España, y el en que fué trasladado; pero en el mes de marzo, cuando fué muerto, no se le hace fiesta por estar la Iglesia ocupada con el ayuno de la Cuaresma y con las lágrimas de la penitencia, costumbre muy guardada antiguamente de no celebrar en aquel tiempo fiesta de ningun santo. Estuvo el cuerpo deste Apóstol olvidado por largos tiempos hasta tanto que en tiempo del rey don Alonso el Casto, por los años del Señor de 800, fué descubierto por amonestacion divinal, y en el mismo lugar edificaron en su nombre un muy famoso templo, donde ha sido siempre muy reverenciado. Acrecentóse esta devocion cuando el rey don Ramiro, que reinó poco despues de don Alonso, en la famosa batalla de Clavijo, con la ayuda deste glorioso

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Santo venció una innumerable morisma, y por medio
desta victoria libró á los cristianos de un gravísimo tri-
buto, que cada un año entregaban á los moros por pa-
rias cien doncellas escogidas, que era una servidum-á
bre miserable. Por esta causa desde entonces se dió
principio á la costumbre que tienen los soldados espa-
ñoles de apellidar el nombre de Santiago y invocar su
ayuda al tiempo del pelear. Asimismo en memoria des-
te beneficio por voto se obligaron de pagar cada un año
al templo de Santiago de cada yugada de tierras cierta
medida de trigo; costumbre que, por haberse alterado
muchas veces, los pontifices romanos con diversas
bulas expedidas á este propósito la han renovado, y
hoy dia en gran parte de España se guarda. Tiénese
por cierto que el tiempo que estuvo Santiago en Espa-
ña se le llegaron muy pocos discípulos; los que mas
dicen, cuentan nueve escogidos entre los demás; es á
saber, Pedro, obispo de Ebora en Portugal, en cuyo
lugar otros ponen á Tesifonte, obispo bergitano, que
fué una ciudad no léjos de la que hoy llamamos Alme-
ría; Cecilio, eliberritano, que era una ciudad cerca
de donde hoy está Granada; Eufrasio, illiturgitano;
Secundo, obispo de Avila; Indalecio, urcitano (Urci
se entiende era un pueblo que hoy se llama Verga en
los confines de Navarra); Torcuato, accitano, que es
lo mismo que obispo de Guadix; Hesiquio, cartesano,
no léjos de Astorga; por conclusion, Atanasio y Teodo-
ro, guardas que fueron del sepulcro sagrado, como se
tiene por fama, y aun sus sepulcros se muestran del
uno y del otro lado del en que está el Apóstol. Algunos
escritores piensan que todos estos que llaman discí-
pulos de Santiago, fueron enviados en España por los
sagrados apóstoles san Pedro y san Pablo para predi-
car en ella el Evangelio de Cristo. Pelagio, obispo de
Oviedo, que escribió su historia habrá quinientos
años, cuenta por discípulos de Santiago á los siguien-
tes: Calocero, Basilio, Pio, Grisogono, Teodoro,
Atanasio y Máximo. La antigüedad destas cosas y de
otras semejantes, junto con la falta de libros, hace
que
no nos podamos allegar con seguridad á ninguna des-
tas opiniones ni averiguar con certidumbre la verdad.
Quedará al lector libre el juicio en esta parte.
CAPITULO III.

Del emperador Domicio Neron.

A Claudio mató con yerbas que le dió un eunuco que le servia de maestresala y le hacia la salva; otros dicen que Agripina, su mujer, por ver emperador á su hijo Domicio Neron, deseo muy perjudicial para ella misma. Lo que consta es que pasó desta vida el año de 55 de Cristo. Domicio, su entenado y sucesor, gobernó el imperio catorce años, los cinco primeros muy bien, como lo testificaba el mismo Trajano; despues con la edad se despeñó en todo género de torpezas y crueldades, no de otra manera que cuando una bestia fiera se suelta de donde está encerrada, que todo lo asuela, en tanto grado, que dió la muerte á su misma madre, con la cual primero habia pretendido usar deshonestamente. Lo mismo hizo con una su tia y dos mujeres que tuvo, Octavia y Popea, sin perdonar á Séneca, su maestro, ni al ínclito poeta Lucano, hijo que fué de Mella, hermano de Séneca, ni á otro gran número de gente principal: cruel carnicería y fea. Pero en lo que mas

se señaló su torpeza fué que, á manera de mujer, tomó
el velo y se casó públicamente con un mozo, como si
fuera su marido; y al contrario, hizo abrir un muchacho
manera de mujer para casarse con él : tanto puede un
apetito desenfrenado. En el teatro, á manera de repre-
sentante, cantaba y tañia delante de todo el pueblo mu-
chas veces. Pasó tan adelante su locura, que para hol-
garse y como por burla pusó fuego á la ciudad de Roma,
con que se quemó casi toda. Fué grande la indignacion
del pueblo por sospechar lo que era; para remedio im-
puso á los cristianos haber causado aquel daño, y así,
fué el primero de los emperadores romanos que los per-
siguió y afligió con todo género de tormentos. Derra-
maba por una parte las riquezas que decia solo debian
servir de dallas; por otra codiciaba y tomaba contra
razon las ajenas, como monstruo compuesto de vicios
contrarios. De la hacienda pública era pródigo, codicio-
so de los bienes particulares. Por este tiempo el famoso
encantador Apolonio Tianeo, entre otras provincias
por donde discurrió, vino tambien á España. Lo mismo
hizo el apóstol san Pablo despues que se libró en Roma
de la cárcel, segun que en la Epistola á los romanos
mostró desearlo y pretenderlo. Así lo dicen graves auto-
res, y aun se tiene por cierto que en este viaje puso do
su mano por obispo de Tortosa á Rufo, hijo de Simon el
Cireneo, aquel que ayudó á llevar la cruz á Cristo, y
hermano de Alejandro. Asimismo Beda y Usuardo tes-
tifican que dejó por obispo de Narbona á Sergio Paulo,
al cual, de procónsul que era en la isla de Chipre, con-
virtió en siervo de Cristo, segun que en los Actos de los
Apóstoles se refiere. Y aun no falta quien diga que lle-
vó consigo á Jeroteo, por sobrenombre el Divino, maes-
tro de Dionisio Areopagita, de España donde era natu
ral y tenia cargo del gobierno, como persona que era de
grande autoridad y prudencia. Otros contradicen todo
esto por razones que aquí no se refieren. Porque lo
que el Metafraste afirma que el apóstol san Pedro asi-
mismo vino á España, los mas eruditos lo tienen por
engaño y cosa sin fundamento; verdad es que desde
Roma envió á san Saturnino por primer obispo de Tolo-
sa la de Francia, al cual sucedió Honorato, cántabro
de nacion, que envió á Firmino, hijo de Firmo, á predi-
car el Evangelio en lo mas adentro de Francia. Obede-
ció él, y predicó primero en Angers, despues en Beoves,
y últimamente en Amiens; y fué el primer obispo de
aquella ciudad, y en ella derramó su sangre, y como á tal
le hacen fiesta y tienen templo consagrado en su nom-
bre. Honesto, sacerdote de Saturnino, enviado por él
á Pamplona para enseñar en aquella ciudad y su co-
marca el Evangelio, fué maestro de Firmino, y le ensc-
ñó en su tierna edad, ca era natural de Pamplona; pero
esto sucedió algo adelante. Habia Servio Sulpicio Gal-
ba gobernado la España citerior por espacio de ocho
años. Era ya muy viejo y de mas de setenta años cuando
le nombraron emperador con esta ocasion; Julio Vindi-
ce, á cuyo cargo estaba la Gallia Narbonense, alterado
por las crueldades de Neron y por las demás torpezas
suyas, convidó á Galba como persona de grande autori-
dad, y le requirió por sus cartas que acudiese al reme-
dio de tanto mal con aceptar el imperio. Excusóse Galba
de hacer esto por su mucha edad y por la grandeza del
peligro; por esto el mismo Vindice se declaró y tomó las
armas contra Neron. Sabido lo que pasaba en la Gallia,

Galba asimismo en una junta de personas principales que de toda España tuvo en Cartagena, con un razonamiento muy cuerdo relató las causas por donde le parecia, no solo lícito, sino necesario acudir á las armas en aquella demanda y socorrer á la república. Dijo que Neron era un cruel monstruo y fiero, cuyos vicios con ningun sacrificio se podian mejor atajar que con su misma sangre; que todos ayudasen á la madre comun afligida y echada por tierra, antes que con aquel fuego se abrasasen todas las provincias, con el cual casi toda la nobleza romana y muchas otras familias estaban acabadas; tan grande era la crueldad y fiereza de aquel hombre, si se debía llamar hombre, y no antes bestia fiera. Lo que por los otros pasaba podia tambien avenir á los demás y á cada cual de los que allí presentes se hallaban, pues ni la inocencia de la vida ni la honestidad de las costumbres eran parte para librar á ninguno de aquel tirano, que se gobernaba, no por razon, sino por fuerza y antojo. Si su propio peligro no bastaba para despertarlos, mirasen á lo menos por sus hijos, por salvará los cuales las mismas bestias se meten por el hierro y por las llamas, forzadas del amor natural que tienen á los que engendraron. Acaso se hallaba presente un niño que, sin respeto de su tierna edad, habia sido desterrado á Mallorca por Neron. Encendidos pues los que presentes estaban con tal espectáculo y con el razonamiento que les hizo Galba, con grande alarido, que todos se levantaron, le apellidaron Augusto y emperador; mas él no quiso aceptar el tal nombre, antes protestó que seria capitan del pueblo romano y lugarteniente del Senado contra Neron, que fué una modestia notable. Macho ayudó para llevar adelante estos intentos Oton Silvio, gobernador que á la zazon era de la Lusitania, y los años pasados tuvo grande cabida con Neron; que aprobó el consejo de Galba, y resuelto de correr la misma fortuna con él, acuñó todo el oro y plata, que tenia en gran cantidad, para los gastos de la guerra y paga de los soldados. Por todo lo cual fuera digno de inmortal renombre si acometiera tal empresa en odio del tirano, y no pretendiera vengar sus disgustos particulares y la afrenta que le hizo Neron en tomarle por su combleza á Popea Sabina, su mujer; para gozar de la cual mas á su voluntad con muestra de honrar á Oton le alejó de Roma y le hizo gobernador de la Lusitania, que era lo postrero de España y del mundo. Hecho esto y despues de la muerte que dió Neron á Octavia, su mujer, hija del emperador Claudio, se casó con Popea, que fué nuevo dolor para el otro marido y nueva afrenta. Tuvo Oton, así por esta ayuda como por ser persona de ingenio, el primer lugar acerca del nuevo Emperador, aunque en competencia de Tito Junio, su lugarteniente; bien que se le adelantaba en ser mas amado del pueblo, porque sin mirar á interés daba la mano á los necesitados, y Junio acostumbraba á vender los favores del nuevo Prínci.pe, por donde tenia ofendida gran parte de la gente y de los soldados. Julio Vindice en la Gallia, donde se declaró contra Neron, vencido en batalla, se dió á sí mismo la muerte. Virginio Rufo, que fué el que le desbarató, no quiso tomar el imperio para sí como pudiera; antes lo remitió todo á la voluntad del Senado, que fué una señalada templanza y modestia. Esto mandó que despues de su muerte se declarase en un dístico cortado en su sepultura y lucillo en latin, que hace este sentido:

¿QUIÉN YACE AQUÍ? RUFO.

¿EL QUE AL TIRANO VINDICE VENCISTE? sí;

MAS NO EL SCEPTRO

TOMÉ. ¿PUES QUIÉN?

MI PATRIA DE MI MANO.

Mucho se alteró Galba con las nuevas del desastre dej Vindice; parecia que la fortuna ó fuerza mas alta era contraria á sus intentos. Recogióse casi perdida la esperanza á la ciudad de Clunia (este nombre está corrompido en Plutarco, que pone colonia por Clunia, Como se entiende por las monedas que se hallan en España de Galba, por las cuales se ve que en aquella ciudad le dieron el imperio ); pero no tardó de llegar otra nueva de la muerte de Neron, con que volvió sobre sí y cobró ánimo. El caso pasó de esta manera. Luego que el Senado tuvo aviso de lo que Julio Vindice en la Gallia y despues Galba en España hicieron, que fué levantarse contra Neron y tomar las armas, entraron en pensamiento que podrian derribar al tirano. Con este intento hicieron un decreto en que declararon á Neron por enemigo de la patria. Llegó el negocio á que sus mismas gentes y criados le desampararon, como suelen todos aborrecer á los malos. Huyó él y escondióse cerca de Roma en una heredad de un su liberto llamado Faonte; allí, perdida la esperanza de salvarse, por no venir á las manos de sus enemigos, se dió á sí mismo la muerte en edad que tenia de treinta y dos años. Desta manera acabaron las maldades deste príncipe, y en él la alcuña de los Césares y Claudios, que tantos años tuvieron el imperio de Roma. Túvose por entendido, principalmente entre los cristianos, que sanó de la herida, y que á su tiempo se mostraria al mundo con oficio de Antecristo. Lo cierto es que Galba, avisado de lo que pasaba, acordó de partir sin dilacion para Roma; llevó en su compañía para guarda de su persona y para todo lo que sucediese una legion de soldados escogidos de todas las partes de España. Llevó otrosí á Fabio Quintiliano, natural de Calahorra, que fué aventajado en la profesion de la retórica. Sus instituciones oratorias estuvieron perdidas por mas de seiscientos años. Hallólas y sacólas á luz Pogio Florentin en tiempo del concilio de Constancia en cierto monasterio de aquella ciudad. Las declamaciones que andan al fin de aquella obra en su nombre, por el mismo estilo, 'se entiende fueron de otro autor. A la sazon que acabó Neron era cónsul en Roma Silio Itálico, que fué el año de Cristo de 69. Los mas sienten que este cónsul fué español; Crinito dice que nació en Roma, pero que su descendencia era de España; Gregorio Giraldo afirma que en lo uno y en lo otro hay engaño, y que fué natural de los Pelignos, pueblos del reino de Nápoles, y nació en un lugar de aquella comarca llamado Itálica, de que procedió el engaño de los que le hicieron de España por haber en ella otra ciudad del mismo nombre. La verdad es que con la edad, dejado el gobierno de la república, se retiró en cierta heredad que tenia camino de Nápoles, en que pasaba la vida y se entretenia en los estudios de poesía; y en particular escribió en verso heróico la segunda guerra Púnica que hicieron los romanos contra los cartagineses. Por el mismo tiempo floreció en Roma Séneca, llamado el Trágico, de las tragedias que compuso muy elegantes, á diferencia de Séneca

oriente tomaron ocasion para probar tambien ellas ventura y nombrar emperador, como lo hicieron con mayor acierto y prudencia que las demás.

CAPITULO IV.

De los emperadores Flavio Vespasiano y sus hijos.

el Filósofo, con quien no se sabe si tuvo algun deudo, bien que muchos lo sospechan por convenir en el nombre y ser casi del mismo tiempo. Quintiliano hace mencion de una sola tragedia que andaba en nombre de Séneca el Filósofo, que debió perderse con el tiempo. Volvamos á Galba que, llegado á Roma, gobernó el imperio por espacio de siete meses; al cabo dellos los soldados de su guarda, que llamaban pretorianos, en un motin que levantaron le dieron la muerte. Estaban irritados por no darles el donativo de que les dieran intencion, y que ellos esperaban. Principalmente se ofendian de la severidad de Galba, cosa que costumbres tan estragadas no llevaban bien; y en particular los alteró cierta palabra que se dejó decir, es á saber, que él no compraba, sino que escogia los soldados. El que los alborotó últimamente fué Oton, por ver que Galba adoptó poco antes por su sucesor en el imperio á Pison, mancebo de grandes prendas y partes. Dolíase que lo que á él se debia por lo mucho que le ayudara y sirviera se hobiese dado á otro que no lo merecia. Concertóse con algunos de aquellos soldados, y á cierto dia señalado se hizo llevar en una silla á los alojamientos de los pretorianos, donde sin tardanza fué saludado por emperador. Desde alli revolvió contra Galba, y le dió la muerte juntamente con Pison y Tito Junio; pero el poder adquirido por maldad no le duró mucho, ca soJamente tuvo el imperio por espacio de noventa y cinco dias. Fué asi que las legiones de Alemaña, á ejemplo de lo que hiciera el ejército de España, pretendieron que tambien podian ellos dar emperador á la república, y en efecto, nombraron por tal á su general Aulo Vitellio. Juntósele la Gallia sin dificultad; España andaba en balanzas. Acudió primero Oton, y por tenella de su parte, le otorgó que tuviese jurisdiccion sobre la Mauritania Tingitana; de que resultó por largos tiempos que los de aquella tierra acudian con pleitos á la audiencia ó convento que los romanos tenian en Cádiz, y aun quedó sujeta á los godos el tiempo que fueron señores de España. Sin embargo, Lucio Albino, gobernador de la Mauritania, para asegurar mas el partido de Oton, pasó en España; pero fué rechazado y forzado á dar la vuelta por Cluvio Rufo, al cual Galba dejó en el gobierno de España, y despues de su muerte estaba declarado por Vitellio. La conclusion y el remate destas diferencias fué que Oton, rodeado de grandes dificultades, salió al encuentro á los enemigos hasta Lombardía, do los suyos fueron vencidos cerca de un pueblo llamado Bebriaco, situado entre Verona y Cremona. Y él, luego que llegó la nueva deste desastre, en Brijelo donde se habia quedado, se dió la muerte con sus mismas manos en edad que era á la sazon de treinta y ocho años. Parecióle que con esto se excusaba que no fuese adelante aquella guerra cruel y perjudicial para ambas las partes y para todo el imperio. Con el aviso desta victoria, Vitellio desde la Gallia, en que se entretenia, pasó los montes y se metió por Italia; llegó por sus jornadas á la ciudad de Roma, en que hizo su entrada armado y rodeado de soldados no de otra manera que si triunfara de su patria. Esto y ser el progreso de su gobierno semejante á estos principios le hizo muy odioso. Habia pasado su edad en torpezas, y con el poder continuaba la libertad de los vicios y mayores maldades; por esta causa comenzó á ser tenido en poco, y las legiones del

Flavio Vespasiano, cabeza que fué y fundador del linaje nobilísimo de los Flavios, en tiempo del emperador Claudio y por su mandado hizo la guerra en Ingalaterra y en una isla llamada Vecta, puesta entre Francia y la misma Ingalaterra, que dejó del todo sujeta. Con esto y con las muchas victorias que ganó en esta empresa se hizo muy conocido; pero por correr adelanto los temporales muy turbios, se retiró y se fué á vivirá cierto lugar apartado, de do el año penúltimo de Neron le llamaron para encargarle la guerra contra los judíos, gente porfiada y que con grande obstinacion andaban alborotados. Grandes dificultades tuvo en esta empre sa, mas al fin salió con lo que pretendia. Tenia sujetada casi toda aquella provincia cuando sus mismos soldados le nombraron y hicieron emperador. Muciano, gobernador que era de la Suria, por una parte, y por otra Tiberio Alejandro, á cuyo cargo estaba lo de Egip◄ to, le convidaron y exhortaron á tomar el imperio; y tomada resolucion, hicieron cada cual á sus legiones que le jurasen por tal, que fué abrir comino á las otras provincias para que con grande voluntad se declarasen. Era necesario lo primero acudir á Italia, donde Vitellio estaba apoderado. Tomó este cuidado Muciano; mas anticipóse Antonio Primo, que estaba en Pannonia ó Hungría, y fué el primero que por parte de Vespasiano rompió por Italia, y cerca de Verona desbarató un ejército de Vitellio. Sucedieron otros muchos trances, que se dejan; en conclusion, el mismo Vitellio el nono mes de su imperio fué en Roma muerto en edad de cincuenta y siete años. Con esto Vespasiano, dejando á su hijo Tito para dar fin á la guerra judaica, pasó á Egipto, y desde Alejandría se hizo á la vela con buenos temporales; aportó á Italia, y llegó el año 72 de Cristo. En Roma, con gran voluntad del Senado y del pueblo, entró en posesion del imperio, que estaba para para perderse por la revuelta de los tiempos y por la mala traza de los emperadores pasados. Gobernó la república por espacio de diez años enteros con tanta prudencia y virtud, que fuera del conocimiento de Cristo, casi ninguna cosa le faltaba. Algunos le tachan de codicioso; pero excúsale en gran parte la grande falta de los tesoros públicos y los temporales tan revueltos, demás de grandes edificios que levantó en Roma, entre los demás el templo de la Paz y el Anfiteatro, dos obras de las mas soberbias del mundo. Fué el primero de los emperadores romanos que señaló salarios cada un año á retóricos latinos y griegos para que enseñasen aquel arte en Roma. Acabó su hijo de sujetar la provincia de Judea, entró por fuerza y asoló la santa ciudad de Jerusalem, triunfó en Roma juntamente con su padre. La pompa y aparato fué muy grande; llevaban delante, entre otras cosas, el candelero de oro y los demás vasos y ornamentos muy ricos y muy preciosos del templo de Jerusalem. Grande fué el número de los judíos cautivos; parte dellos, enviados á España, hicieron su asiento en

la ciudad de Mérida. Así lo testifican sus libros; si fué así ó de otra manera, no lo determinamos en este lugar. Lo que consta es que les vedó morar de allí adelante ni reedificar la ciudad de Jerusalem; demás desto, que al principio de su imperio, con intento de granjear á España y sosegarla, que estaba inclinada y aun declarada por Vitellio, otorgó á todos los españoles que gozasen de los privilegios de Latio ó Italia para que fuesen tratados como si hobieran nacido en aquellas partes. Por este tiempo Licinio Larcio era pretor de la España citerior. Deste se refiere que fué tan aficionado á las letras, y en particular por esta misma razon hacia tanto caso de Plinio, que al tanto vino á la sazon con cargo de cuestor á España, que deseaba comprar algunos de sus libros, como su Historia natural y otros algunos por gran suma de dinero. Deste Licinio se entiende que edificó la puente de Segovia, obra de maravillosa traza y altura, tanto, que el vulgo piensa que fué edificio del demonio; otros atribuyen esta puente al emperador Trajano, pero ni los unos ni los otros alegan razon concluyente. Lo mas cierto es que un pueblo de Galicia, que hoy se llama Betanzos y antiguamente Flavio Brigancio, y otro que se llama el Padron, y antes se llamó Iria Flavia, demás desto el municipio llamado Flavio Axatinano, hoy Lora, con otros pueblos de semejantes apellidos, fueron fundados por personas del linaje de Vespasiano, que todos se llamaban Flavios, por lo menos en gracia deste emperador ó de alguno de sus hijos tomaron los apellidos sobredichos que antiguamente tuvieron. Pocos años ha que en los montes de Vizcaya se halló una piedra con esta letra :

HIC IACET CORPUS BILELAE SERVAE IESU Christi.

que quiere decir: «Aquí yace el cuerpo de Bilela, sierva de Jesucristo.» Y porque tiene notada la era 105, algunos entienden que falleció por este tiempo, y aun quieren ponerla en el número de los santos sin bastante fundamento, antes en perjuicio de la autoridad de la Iglesia, que no permite se forjen libremente nuevos nombres de santos, ni es razon que así se haga. Yo tengo por mas probable que aquella piedra no es tan antigua, antes que le falta el número milenario, como se acostumbra á callarle, y que solo señalaron los demás años; y es cierto que en tiempo de Vespasiano no estaba introducida la costumbre de contar los años por eras; fuera de que la llaneza de aquel letrero no da muestra de tanta antigüedad ni tiene la elegancia y primor que entonces se usaba, como se pudiera mostrar por una epístola de Vespasiano, que pocos años la se halló en Cañete, pueblo que antiguamente se llamó Sabora, cuyas palabras cortadas en una plancha de cobre no me pareció poner aquí, ni en latin, porque no las entenderian todos, ni en romance, porque perderian mucho de su gracia. En nuestra Historia latina la hallará quien gustase destas antiguallas. Llegó el emperador Vespasiano á edad de setenta años; falleció en Roma de su enfermedad á 24 dias del mes de junio, año de nuestra salvacion de 80. Fué dichoso, así bien en la muerte que en la vida, por dejar en su lugar un tal emperador como fué Tito, su hijo, ca en todas las virtudes se igualó á su padre, y se le aventajó mucho en la afabilidad y blandura de condicion y en la liberalidad de que siempre usaba, tanto, que decía no era razon que ninguno

de la presencia del príncipe se partiese descontento." Acordóse cierta noche que ninguua merced habia hecho aquel dia; dijo á los suyos: Amigos, perdido hemos este. dia; y es así, que los príncipes han de ser como Dios, que ni se cansa de que le pidan, ni sin pedille de hacer á todos bien. Con estas virtudes granjeó tanto las voluntades, que comunmente le llamaban regalo y deleite del género humano. Cortóle la muerte los pasos muy fuera de sazon, ca no pasaba de 42 años. Tuvo el imperio solos dos años, dos meses y veinte dias. Falleció á 13 del mes de setiembre, año de Cristo de 82. No se averigua que haya por este tiempo sucedido en España cosa alguna notable; parece estaba sosegada, y con la paz reparaba y recompensaba los daños del tiempo pasado. Tenia tres gobernadores, como se dijo arriba; el de la Bética, el de la Lusitania y el de la España Tarraconense; todos se llamaban pretores, que ya se habia tornado á usar este nombre. En la Bética se contaban ocho colonias romanas y otros tantos municipios, que eran menos privilegiados que las colonias, á lá manera que entre nosotros las villas respecto de las ciudades. Las audiencias para los pleitos eran cuatro : la de Cádiz, la de Sevilla, la de Ecija y la de Córdoba. La Lusitania tenia cinco colonias y un municipio, que era Lisboa, llamada por otro nombre Felicitas Julia; tres audiencias: la de Mérida, la de Badajoz, la de Santaren, que entonces se llamaba Scalabis. La España citerior ó Tarraconense tenia catorce colonias, y aun algunos señalan mas, trece municipios, siete audiencias, es á saber: la de Cartagena, la de Tarragona, la de Zaragoza, la de Clunia, que es Coruña, la de Astorga, la de Lugo, la de Braga. Acostumbraban asimismo los pretores, acabado el tiempo de su gobierno entre tanto que aguardaban el sucesor, á llamarse legados ó tenientes, y no propretores como se usaba antiguamente. Echóse de ver y campeó mas la bondad del emperador Tito con el sucesor que tuvo y sus desórdenes, que fué su hermano Domiciano, persona desordenada y que degeneró mucho de sus antepasados, y fué mas semejable á los Nerones que á los Flavios. Sus vicios y torpezas fue-. ron de todas suertes; su locura tan grande, que, lo que ninguno de sus predecesores hiciera, mandó que á su mujer diesen nombre de Augusta, y á él mismo de señor y de dios. Publicó un edicto, por el cual desterró de Roma y de toda Italia á todos los filósofos, como lo dice Suetonio. Yo por filósofos entiendo los que abrazaban la filosofía cristiana, por señalarse en costumbres y bondad, á la manera que los filósofos se aventajaban en esto á los demás del pueblo; por lo menos es cosa averiguada que Domiciano persiguió á los cristianos de muchas maneras. A san Juan Evangelista envió desterrado á la isla de Patmos; dió la muerte á Marco Acilio Glabrion cuatro años despues que fuera cónsul; asimismo quitó la vida por la misma causa á Flavio Clemente, persona otrosi consular, y á su mujer Flavia Domicila envió desterrada á la isla de Ponza, sin respeto del deudo que tenia con entrambos. Deste destierro fué adelante esta señora traida á Terracina, y por mandado del emperador Trajano dentro de su aposento la quemaron con todas las criadas que le hacian com-pañía. Esta carnicería que hacia Domiciano de cristianos, se entiende le aceleró la muerte, que pronosticaron muchos rayos que cayeron por espacio de ocho

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