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grande crédito: pretendian que sirviese como de fuerte para reprimir las correrías de los bárbaros; pero ellos por aviso que tuvieron que los moros con grande esfuerzo en muy gran número le querian poner cerco, perdída la esperanza de podelle defender, le volvieron al Rey. No se hallaba entre los grandes alguno, que de su voluntad o convidado por el Rey se ofreciese y atreviese á ponerse al peligro de la defensa: solos dos monges del Cistel, que venidos por otras causas á la corte, se hallaban a la sazon en Toledo, se atrevieron á esta empresa: estos eran fray Raymundo abad de Fitero junto al rio de Pisuerga (yerran los que atribuyen esta loa á otro monasterio de Fitero que está en Navarra cerca de Tudela, pues consta que no estaba edificado en este tiempo) y el compañero que traía, llamado fray Diego Velazquez: este habia sido soldado viejo del Emperador don Alonso, afamado por muchas cosas que en la guerra hiciera: despues cansado, y por menosprecio de las cosas humanas se metió monge, y al presente, como era de gran corazon, con muchas y buenas razones persuadió al abad se encargase de la defensa de aquella plaza: consejo al parecer temerario, pero en efecto inspirado de Dios, como yo pienso, porque contra tantas dificultades como se presentaban, ninguna razon ni prudencia era bastante. Fue esta oferta muy agradable primero al Rey, despues á don Juan arzobispo de Toledo, que estaban antes tristes y faltos de consejo en aquel aprieto tan grande. El dicho arzobispo demas desto porque Calatrava era de su diócesi ayudó con sus dineros, y desde el púlpito persuadió asi á los nobles, como a los del pueblo, que debaxo de la conducta del abad se ofreciesen al peligro y á la defensa, porque no pareciese que desamparaban en aquel trance, y faltaban al deber y á las cosas de

los christianos: quanto menos perdonasen á sí y á sus haciendas, tanto estarian y serian mas seguros: perdido aquel pueblo, que era como baluarte, la llama y el fuego pasaria a las haciendas particulares y tierras de cada qual. Sucedieron estas cosas al principio del 1158. año mil y ciento y cincuenta y ocho. El Rey hizo donacion del señorío de Calatrava y de su tierra á Santa María de la orden del Cistel, y en su nombre al abad Raymundo y compañeros para siempre. Es de grande momento la fama para qualquier negocio ; que las mas veces es mayor que la verdad. Asi como se divulgase el ruido deste apercebimiento que se hacía para defender aquel pueblo, los moros perdida la esperanza de ganalle, ó embarazados en otras cosas, no vinieron sobre Calatrava. Este fue el principio dichoso y bienaventurado de aquella milicia y orden, porque muchos soldados siguieron al abad y tomaron el hábito que él les dió, señalado y á propósito para no impedir el uso de las armas; y luego vuelto a Toledo, hinchó al Rey y á los ciudadanos y corte de alegria por lo que acometiera y hiciera: juntamente de su monasterio do era prelado, traxo gran copia de ganado, y de los lugares comarcanos hasta veinte mil personas, a quien repartió los campos y pueblos cercanos á Calatrava para que en ellos poblasen y viviesen por estar yermos de moradores: con esta diligencia el pueblo de Calatrava quedó muy bien fortificado para qualquier cosa que sucediese. El abad Raymundo falleció algunos años despues en Ciruelos, aldea en que tambien estuvo sepultado. La gente de aquel lugar por la diligencia que usó en defender á Calatrava, le hace tanta honra que se persuade haber hecho milagros, y le ponen en el número de los Santos. Dende fue trasladado el año mil y quatrocientos y sesenta y uno á Nuestra Señora de Monte Sion, monasterio de

Bernardos junto a Toledo, por bula de Paulo II. expedida á instancia del doctor Luis Nuñez de Toledo arcediano de Madrid y cauónigo de Toledo. Diego Velazquez despues que vivió muchos años adelante, falleció en Gumiel en el monasterio de San Pedro en que está enterrado. Destos principios la sagrada mili cia y orden de Calatrava ha llegado al lustre que hoy tiene y vemos. Alexandro III. la confirmó con su bula, siendo un caballero llamado don García el primer maestre de aquella orden, que fue el año mil y ciento y sesenta y quatro: a don García sucedió Fernando Escaza, á este don Martin Perez, á don Martin Nuño Perez de Quiñones; á estos otros. El convento que la primera vez fue puesto en Calatrava, despues le pasaron a Ciruelos, y mas adelante á Buxeda, y de alli á Corcoles y á Salvatierra, últimamente á Covos en tiempo de Nuño Fernandez el maestre duodécimo de aquella orden. Hay otros menores conventos de aquella orden fundados en otros lugares, pero este es el principal. Esta milicia adquirió adelante ri quezas, autoridad y señorío de muchos lugares por sus servicios y por la gran liberalidad de los Reyes. Estos lugares y encomiendas se daban antiguamente á los soldados viejos de aquella orden para que con aquellas rentas sustentasen honestamente la vida, sin que los pudiesen dexar en su testamento a los herederos, al presente con la paz mudadas de lo antiguo las cosas, sirven por voluntad de los Reyes á los deleytes, estado y regalo de los cortesanos: asi ordinariamente las cosas de la tierra de buenos principios suelen trocarse cou el tiempo y alterarse.

CAPITULO VII.

Como el Rey don Sancho de Castilla falleció.

A este tiempo don Ramon príncipe de Aragon por entender que con la muerte del Emperador espiró la confederacion pasada, en cuya virtud tenia como en feudo la parte de Aragon que cae desta parte del rio Ebro, acordó de verse con el Rey don Sancho. Señalaron para estas vistas un pueblo llamado Naxama: alli en presencia de los grandes y de don Juan primado de Toledo se trató desta diferencia. El aragones pretendia que Zaragoza, Calatayud y otros pueblos y ciudades quedaban libres de toda jurisdiccion de Castilla; mas como quier que no pudiese alcanzar esto, por conclusion se concertaron que el de Castilla no poseyese en aquella comarca algunos castillos ó lugares, y sin embargo los Reyes de Aragon les hiciesen homenage por aquellas ciudades, y fuesen obligados quando los llamasen de venir a las cortes del reyno de Castilla: demas desto la liga que tantas veces se hiciera contra el Rey de Navarra, se renovó y confirmó, sin que fuese de mayor efecto que antes, dado que la fresca memoria de la guerra pasada estimulaba a don Sancho, a don Ramon el dolor de habelle quitado á sinrazon aquel reyno. Acabadas estas vistas, que fueron por el mes de febrero, los aragoneses movieron guerra contra el Rey de Navarra. Las armas de Castilla no pudieron acudir, como quedó concertado, a causa de las muertes que sucedieron casi a un mismo tiempo del Rey y de la Reyna. La Reyna falleció á veinte y quatro de junio el año mil 1158. y ciento y cincuenta y ocho de Christo. Fue sepultada en Najara en el monasterio real de Santa María, en que estaban los sepulcros de los Reyes de Navarra;

J ella poco antes le habia hecho donacion de un pueblo llamado Nestar, por la qual causa todos los años le hacen alli un aniversario el dia de su muerte. El Rey aquexado del dolor que recibió muy grande por la muerte de su muger, ó de otra dolencia que le SObrevino, falleció en Toledo postrero de agosto luego siguiente en sazon que se apercebia para la guerra sagrada, que juntados socorros y gentes de todas partes, con todo su poder pensaba hacer contra los moros. Sepultaronle junto al sepulcro de su padre en la iglesia mayor de la misma ciudad, a la qual iglesia dexó á Illescas y Hazaña. Reynón año y once dias: fue esclarecido en la guerra y en la paz, y que se igualára con la gloria de sus antepasados, si tuviera mas larga vida. Dexó sin duda increible deseo de sí, que parece encendieron mas las desventuras y alteraciones del reyno que por su muerte resultaron y se siguieron; con todo esto las gentes que tenia apercebidas, con la divisa que cada uno llevaba de la Cruz, y por tanto espantosas á los enemigos de la religion christiana, aunque el Rey era fallecido, luego que entraron por el Andalucía, vencieron en una grande batalla á Jacob Miramamolin que iba la vuelta de Sevilla. Fue grande el destrozo de la morisma: el moro pasado este peligro, rehaciéndose de fuerzas, acometió á otros Reyes moros que no le querian obedecer, y dando la vuelta, hizo guerra al Rey de Va lencia y de Murcia; mas no pudo salir con su intento porque le defendió don Ramon príncipe de Aragon y Barcelona, á cuya devocion estaba. Desde alli vueltas sus fuerzas contra Alhagio Rey de Mérida, le puso en término que se le rindió, aparejado á hacer lo que se le mandase, y ayudar y servirle en todas las cosas. Pusieron sus asientos: con que dos hijos de Alhagio. Rey de Mérida, llamados Fadala y Omar, ayudados

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