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A Bucar sucedió su hijo Hiaya. Por muerte deste, que falleció en su pequeña edad, su tio Jacob Abenjuzeph que gobernaba el reyno en su nombre, hombre de gran ingenio y de gran experiencia en las armas, no solo quedó por señor de lo de Fez, sino con facilidad increible ganó para su familia y decendientes el imperio de Marruecos y casi de toda la Africa. Ninguna nacion hay en el mundo mas mudable que la africana, que es la causa porque ningun imperio ni estado puede entre aquella gente durar largo tiempo. Budebusio, que era del linage de los Almohades, moro de grande poder, por estar sentido que Almorcanda le hobiese sido preferido para ser Rey de Marruecos (que no era mas pariente que él, ni tenia deudo mas cercano con los Reyes Almohades difuntos) se determinó probar ventura si podia salir con aquel imperio; y como le faltasen las demas ayudas, acudió á Jacob Rey de Fez. Prometióle, si le ayudaba, mas tierras de las que tenia, y en particular todo lo que hay desde tierra de Fez hasta el rio Nadabo. No era de desechar este partido, en especial que se ofrecia ocasion por la discordia de los Almohades de apoderarse él de todo el imperio de Africa: bastante motivo para intentar la nueva guerra: asi que, juntadas sus gentes, marcharon contra el enemigo. Almorcanda, que no estaba bien arraygado en el imperio, ni tenia fuerzas bastantes, desamparada la ciudad de Marruecos, dexó tambien el reyno a su contrario. Con esta victoria apoderado de aquel estado, no quiso pasar por lo que concertó con Jacob, aunque muchas veces le hizo sobre ello instancia; y ordinariamente los que en el peligro se muestran mas humildes, en la prosperidad usan de mayor ingratitud, en tanto grado que el nuevo Rey Budebusio daba muestra de querer acometer con las

armas la ciudad de Fez. Por esta manera una nueva guerra se despertó y se hizo por espacio de tres años. El pago de quebrantar la palabra fue que Jacob, ganado que hobo una victoria de su enemigo y contrario, se apoderó de Marruecos: despues desto como quier que todo le sucediese prósperamente, quedó por Rey de toda Africa, sacadas dos ciudades la de Tremecen y la de Tunez. En aquella revuelta dos señores del linage y secta de los Almohades las tomaron, y con las fuerzas de su parcialidad, y por caer lexos, asi ellos como sus decendientes las defendieron con nombre de Reyes, bien que de poco poder y fuerzas. Deste linage sin que faltase la línea, decendió Muleasse Rey de Tunez, aquel que pocos años ha echado de su reyno, si con justicia ó sin ella no hay para que tratallo aqui, pero ahuyentado, y que andaba desterrado sin casa y sin ayuda, el Emperador Carlos V. con las armas y poder de España le restituyó en el reyno de sus padres despues que echó de Tunez con una presteza admirable á Aradieno Barbaroxa gran cosario, por merced de Soli man Emperador de los turcos, y en su nombre señor de aquella ciudad y reyno ocasion, a lo que parecia, para hacer que toda Africa volviese al señorío de christianos.

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CAPITULO XV.

Que se renovó la guerra de los moros.

estaban

Estos eran los linages de los moros que apoderados de Africa. En España Mahomad Alhamar era Rey de Granada, de Murcia Hudiel: pequeñas sus fuerzas, y muy menoscabada la magestad de su estado, y el uno y el otro eran tributarios de don

Alonso Rey de Castilla. Estos cansados de la amistad de los nuestros, y con esperanza del socorro de Africa á causa que el nombre de Jacob Rey de Marruecos comenzaba á cobrar gran fama, trataron entre sí de levantarse. Los que poco antes eran competidores y enemigos muy grandes, al presente se confederaron y hicieron alianza, como suele acontecer que muchas veces grandes enemistades con deseo de hacer mal á otros se truecan en benevolencia y amor: quexábanse de los agravios que se les hacían, de los tributos muy graves que pagaban, de la miseria de su nacion: que se hallaban reducidos á grande estrechura y á un rincon de España los que poco antes eran espantosos y bienaventurados: : que no les quedaba sino el nombre de Reyes, vano y sin reputacion: miserable estado, servidumbre intolerable estar sugetos á las leyes de aquellos a quien antes las daban; ademas que cuidaban no pararian los christianos hasta tanto que con el odio que los tenian, echasen de España las reliquias que de su gente quedaban: menguado y envegecido el esfuerzo con que sus antepasados vinieron á España, lo que e ellos ganaron, no lo podian sustentar sus decendientes: falta y afrenta notable. Concluían que el linage de los Merinos nuevamente se despertára en Africa, y alli prevalecian: que sería á propósito hacellos pasar en España, pues ellos solos podian dar remedio y reparar sus pérdidas y trabajos. Trataban estas cosas en secreto y por embaixadores, porque si el negocio fuese descubierto, no les acarrease su perdicion, por no estar aun apercebidos de fuerzas bastantes. El Rey don Alonso ó por no ignorar estas práticas y intentos, ¿ con deseo de desarraygar los moros de todo punto de España, de dia y de noche pensaba cómo volveria á la guerra contra ellos. Pretendia con las armas en el Andalucía sugetar algunas ciudades y

castillos que rehusaban obedecer, y no se le querian entregar, y era razon sugetallos. Para este efecto el Pontífice Maximo Alexandro Quarto dió la Cruzada, que era indulgencia plenaria para todos los que, tomada la señal de la Cruz, fuesen á aquella guerra y la ayudasen á sus expensas. Tratóse con los Reyes comarcanos que enviasen socorros, y en particular por sus embaxadores pidió al Rey de Aragon, con quien tenia mas parentesco que con los demas, diese licencia á sus vasallos para tomar las armas y con ellas ayudar intentos tan santos; pues constaba que en la confederacion hecha en Soria poco antes quedó este punto asentado. El Rey de Aragon ni precisamente negó lo que se le pedia, ni otorgó con ello absolutamente: solo sacó desta cuenta á los señores que por sus estados ó por tirar gages dél los tenia obligados; asi los vasallos destos como los pero concedió que demas del pueblo, si quisiesen, pudiesen tomar para el dicho efecto las armas y alistarse. Pretendia en esto este príncipe, como viejo y astuto, que los grandes de cuya voluntad no estaba muy asegurado, si pasaban a Castilla, no se apercibiesen de fuerzas y ayudas contra él. Con esta respuesta el Rey don Alonso se irritó en tanta manera que dexada la guerra de los moros, trataba de emplear sus fuerzas contra Aragon: detúvole de romper el respeto del provecho público,

У el deseo que tenia de dar principio a la empresa contra los moros. Con esta determinacion los castillos que en la confederacion de Soria quedó concertado diese para seguridad, y hasta entonces se dilatára, sin embargo por la instancia que sobre ello le hacían, los entregó á don Alonso Lopez de Haro: para que los tuviese en fieldad le alzó el homenage, como era necesario, con que estaba obligado a los Reyes de Castilla: los castillos eran Cervera, Agreda, Aguilar, Arnedo,

Autol. Entretanto que con estas contiendas se pasaba la buena ocasion de comenzar la guerra, los moros que no ignoraban dónde iban á parar tantos apercebimientos, acordaron ganar por la mano, y se apoderaron del castillo de Murcia, y de otros pueblos por aquella comarca en que tenian puestas guarniciones de christianos: sobornaron otrosí á los moros de Sevilla, que con engaño ó por fuerza dentro del palacio real matasen al Rey. Como este intento se estorbase porque los Santos patrones de España apartaron tanto mal, ellos con gentes que de todas partes juntaron, por otra parte acometieron las tierras de christianos. con tal denuedo y priesa que la ciudad de Xerez, Arcos, Bejar, Medina Sidonia, Roda, Sanlucar, todos estos pueblos volvieron en un punto á poder de moros. En esta guerra se señaló mucho el esfuerzo y lealtad de Garci Gomez alcayde de la fortaleza de Xerez, que muertos ó heridos todos los soldados que tenia de guarnicion, no quiso todavia entregar la fortaleza, ni le pudieron persuadir á hacello por ningun partido que le ofreciesen, puesto que ninguna esper ranza le quedaba de podella defender: hombre señalado y excelente. Los moros maravillados de tan grande esfuerzo, sin mirar que era enemigo, con deseo que tenian de salvar la vida al que de su voluntad con tanta obstinacion se ofrecia á la muerte, con un garfio de hierro que le echaron, le asieron, y derribado del adarve, con gran diligencia y humanidad le hicieron curar las heridas y le salvaron la vida. El Rey Alonso que era ido a lo mas dentro de España con intento de aprestar lo necesario para la guerra, él año siguiente acudió con gentes a aquel peligro. En este viage no lexos de las ruinas de Alarcos en una aldea que se llamaba el Pozuelo de San Gil, en los oretanos una legua del rio Guadiana, en un muy buen

don

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