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apercebida de soldados y de todo lo demas. Antes que se pusiese en camino, á ruego de su hija doña Violante volvió desde Valencia al monasterio de Huerta. Despedido de sus hijos y de sus nietos, sin dar oidos á los ruegos con que pretendian de nuevo apartalle de aquel propósito, volvió donde surgia la armada, en que se contaban treinta naves gruesas y algunas galeras. A quatro de setiembre dia miércoles año de mil y docientos y sesenta y nueve, hechas sus plegarias y 1269. rogativas como es de costumbre, alzó anclas y se hizo á la vela. Era el tiempo poco á propósito y sugeto á tormentas: en tres dias llegaron á vista de Menorca; mas no pudieron tomar puerto á causa que cargó mucho el tiempo, y una recia tempestad de vientos desrotó las naves y la armada: dexáronse llevar del viento, que las echó á diversas partes. El Rey arribó á Marsella en la ribera de Francia, y desde alli por mudarse el viento aportó al golfo Agathense ó de Agde. Algunas de las naves que pudieron seguir el rumbo que llevaban, llegaron á Acre pueblo de Palestina, entre las demas las naves de Fernan Sanchez hijo del Rey. Movido las amonestaciones de los suyos el Rey se rehizo en Mompeller por algunos dias del trabajo del mar; y arrepentido de su propósito, á que parecia hacer contradiccion el cielo ofendido y enojado contra los hombres y sus pecados, puesto que menospreciaba cosas semejantes como casuales, ni miraba en agüeros, volvió a Cataluña sin hacer otro efecto. En Castilla el Rey don Alonso llegó hasta Logroño, en su compañía Eduardo hijo del Rey de Ingalaterra, para recebir á su nuera, que concertado el casamiento en Francia, por Navarra venia a verse con su esposo. Las bodas se celebraron en Burgos con aparato el mayor y mas real que los hombres vieron jamás: don Jayme Rey de Aragon abuelo del desposa

por

do á persuasion del Rey don Alonso, y junto con él don Pedro su hijo mayor, Philipe hijo mayor del Rey de Francia, Eduardo príncipe y heredero de Ingala terra, el Rey de Granada, el mismo Rey don Alonso, sus hermanos y hijos, y su tio don Alonso señor de Molina se hallaron presentes. De Italia, Francia y España acudieron muchos señores, entre ellos Guiİlen marques de Monferrat, de quien dice Jovio (1) era yerno del Rey don Fernando. Hallóse otrosí el arzobispo de Toledo don Sancho: quien dice que veló á los desposados. Con estas bodas se pretendia que el Rey San Luis en su nombre y de sus hijos se apartase del derecho que se entendia tenia a la corona de Castilla, como hijo que era de doña Blanca hermana mayor del Rey don Enrique, como arriba queda dicho y juntamente refutado. Concluidas las fiestas, el Rey don Alonso acompañó al Rey don Jayme su suegro para honralle mas hasta la ciudad de Tarazona.

CAPITULO XIX.

San Luis Rey de Francia falleció.

Los ingleses y franceses pasaron mas adelante que los aragoneses en lo que tocaba á la guerra de la Tierra-santa; pero el remate no fue nada mejor, salvo que por esta razon se hizo confederacion entre Ingalaterra y Francia. En París en una grande junta de príncipes compusieron todas sus diferencias antiguas: este fue el principal fruto de tantos apercebimientos. Señaláronse de comun consentimiento en Francia los términos y aledaños de las tierras de los franceses y

(1) Jovio en los Vicecom. en Othon. Zurit. 1. 3. c. 75.--

á

ingleses. Púsose por la principal condicion que en tanto que San Luis combatía á Tunez, do pretendia pasar a persuasion de Carlos su hermano Rey de Napoles, que decia convenir en primer lugar hacer la guerra a los de Africa que siempre hacían daño en Italia y en Sicilia y en la Proenza, y á todos ponian espanto; que en el entretanto el Ingles con su armada que era buena, pasase á la conquista de la Tierrasanta. Hízose como lo concertaron, que Eduardo hijo mayor del Ingles con buen número de baxeles, rodeadas y costeadas las riberas de España y de Italia, á cabo de una larga navegacion surgió en aquellas riberas, y saltó con su gente en tierra de Ptolemayde. Los primeros dias la ayuda de Dios le guardó de un peligro muy grande: un hombre en su aposento le acometió, y le dió antes que le acudiesen, una ó dos heridas: mataron aquel mal hombre alli luego: no se pudo averiguar quién era el que le enviára; díxose que los asesinos, que era cierto género de hombres atrevidos y aparejados para casos semejantes. San Luis con tres hijos suyos primero de marzo año de mil y 1270. docientos y setenta desde Marsella se hizo a la vela. Theobaldo Rey de Navarra, puesto a su hermano don Enrique en el gobierno del reyno, con deseo de mostrar su valor y ayudar en tan santa empresa acompañó al Rey su suegro. Padecieron tormenta en el mar y recios temporales: finalmente desembarcaron en Tunez; asentaron sus ingenios, con que comenzaron a combatir aquella ciudad. Los bárbaros atrevieron á pelear, por dos veces quedaron vencidos, despues de esto como se estuviesen dentro de los muros llegó el cerco á seis meses. Los calores son estremos, la comodidad de los soldados poca: encendióse una peste en los reales, de que murieron muchos, entre los demas primero Juan hijo de San Luis, y poco

que

se

y

y

despues el mismo Rey de cámaras que le dieron, falleció á veinte y cinco de agosto. Esta grande cuita afan se acrecentara, y hobieran los demas de partir de Africa dexar la demanda con gran mengua y daño (en tanta manera tenian enflaquecidas las fuerzas) si no sobreviniera Carlos Rey de Sicilia que dió ánimo á los caidos. Hízose concierto con los bárbaros que cada un año pagasen de tributo al mismo Rey Carlos quarenta mil ducados, que era el que él debia por Sicilia y Nápoles á la iglesia romana y al Papa: con esto embarcadas las gentes, pasaron a Sicilia. No afloxaron los males: en la ciudad de Trapana, que es en lo postrero de aquella isla, Theobaldo Rey de Navarra falleció a cinco dias de diciembre. Esta fue la ocasion que forzó á dexar la empresa de la Tierrasanta, que tantas veces infelizmente se acometiera, y de dar la vuelta a sus tierras y naturales. Las entrañas de San Luis sepultaron en la ciudad de Monreal en Sicilia: el cuerpo llevaron a San Dionysio, sepultura de aquellos Reyes cerca de París. El cuerpo del Rey Theobaldo embalsamado llevaron á Pervino ciudad de Campaña en Francia, y pusieron en los sepulcros de sus antepasados. Su muger la Reyna doña Isabel el año luego siguiente á veinte y cinco de abril falleció en Hiera pueblo de la Proenza: enterráronla en el monasterio llamado Barra. A todos se les hicieron las honras y exequias como á Reyes, con grande aparato, como se acostumbra entre los christianos. Volvamos la pluma y el cuento á Castilla.

CAPITULO XX.

De la conjuracion que hicieron los grandes contra el Rey don Alonso de Castilla.

El ánimo del Rey don Alonso se hallaba en un

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mismo tiempo suspenso y aquexado de diversos cuidados. El deseo de tomar la posesion del imperio de Alemaña le punzaba, á que las cartas de muchos con extraordinaria instancia le llamaban. Los grandes y ricos hombres del reyno andaban alterados y desabridos por las ásperas costumbres y demasiada severidad del Rey, á que no estaban acostumbrados. Rugíase demas desto por nuevas que veniau, que de Africa se aparejaba una nueva guerra con mayores apercebimientos y gentes que en ninguno de los tiempos pa sados. Dado que Pedro Martinez almirante del mar el año pasado acometió y sugetó los moros de Cadiz que halló descuidados; era dificultoso mantener con guarnicion y soldados aquella ciudad y isla: por esta causa la dexaron al Rey de Marruecos de cuyo señorío antes era, resolucion á propósito de ganar la voluntad de aquel bárbaro y sosegalle. El Rey don Alonso de Portugal envió a don Dionysio su hijo que era de ocho años, á su abuelo el Rey de Castilla para que alcanzase del libertad y exêncion para el reyno de Portugal, y que le alzase la palabra que dió los años. pasados y los homenages. Tratóse deste negocio en una junta de grandes : callaban los demas, y aun venian en lo que se pedia, por no contrastar con la voluntad del Rey que a ello se mostraba inclinado. Don Nuño Gonzalez de Lara, cabeza de la conjuracion y de los desabridos y mal contentos, se atrevió á hacer, rostro y contradiccion. Decia que no parecia cosa razonable diminuir la magestad del reyno con qualquier color, y mucho menos en gracia de un infante. Sin embargo prevaleció en la junta el parecer del Rey, que Portugal fuese exênto, y con todo esto la libertad de don Nuño se le asentó mas altamente en el corazon y memoria que ninguno pensára. Juntado este desabrimiento con los demas fue causa que don Nuño y

á

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