Imágenes de páginas
PDF
EPUB

gares de su jurisdiccion, que estan ácia el reyno de Murcia á la y del de Valencia. Andaba su parraya tido en balanzas, y su ánimo dudoso entre el miedo y la esperanza: por esto no le parecia vergonzoso y feo comprar su seguridad á costa de tantas promesas, Don Juan Nuñez de Lara en aquellos tiempos varon grave y poderoso segun se vee en las historias, era señor de Albarracin por via de dote con doña Teresa hija de don Alvaro de Azagra que fue señor de Albar racin, y por consiguiente nieta de don Pedro Rodriguez de Azagra. Dende alli por la fortaleza del lugar, y for estar a las rayas de Aragon y Castilla tenia costumbre de hacer correrías en ambas partes y solia llevarse muchos despojos, ademas que recebia debaxo de su ampato y proteccion a todos aquellos que de los dos reynos acudian á el por delitos que hobiese cometido. Particularmente don Hope Diaz de Haro, señor tan poderoso, se vino y metió en aquella ciudad por estar muy mal enojado con don Sancho y con el Rey de Castilla a causa de la muerte del infante don Fadrique y del señor de los Cameros. Trataron entre sí don Sancho y el Rey de Aragon en Tarazona de dar orden de conquistar aquella ciudad y deshacer a don Juan de Lara. El Rey don Alonso se fue á Burgos á celebrar las bodas de sus hijos don Pedro y don Juan. A don Pedro dió por muger una hija del señor de Narbona, y a don Juan una hija del marques de Monferrat; que fue lo mas que se sacó y se efectuó con tantas juntas y coloquios y vistas de Reyes, tantos gastos y trabajos. España a esta sazon sosegaha, si bien parecia que la amenazaban alguna cruel tempestad, a causa de estar todas las voluntades asi bien de los grandes, como de los pequeños, muy alteradas y desabridas, y la pretension que andaba sobre la sucesion del reyno,

CAPITULO V.

Como don Sancho se rebeló contra su padre.

Las vehementes sospechas que entre don Saneho y su padre el Rey don Alonso se despertaron, de pequeños principios poco a poco como acontece virieron á parar en discordia manifiesta y en guerra. Llevaba mal el Rey don Alonso verse a causa de su vejez poco estimado de muchos: dabale pena el deseo que sentía en sus vasallos de cosas nuevas. Para acudir á este daño tan grande, y ganar reputacion entre los suyos, con gente de guerra que juntó, se determinó hacer una nueva entrada en tierra de moros, con que les robó y taló la campaña y les hizo otros daños, dado que su edad era mucha, y el cuerpo tenia quebrantado por los muchos trabajos y pesadumbres. Ninguna cosa mas le aquexaba que la falta del dinero, cosa que desbarata los grandes intentos de los príncipes. Trataba de hallar algun medio para recogello. Parecióle que el camino mas facil sería batir un nuevo género de moneda, asi de cobre como de plata, de menor peso que lo ordinario, y mas baxa de ley, y que tuviese el mismo valor que la de antes: mal arbitrio, y que no se sufre hacer sino en tiempos muy apretados y en necesidad estrema. Resultó pues desta traza un nuevo daño, es a saber que se encendió mas el odio que públicamente los pueblos tenian concebido contra el Rey, mayormente que se decia por cosa cierta que en las causas civiles y criminales y en castigar los delitos no tenia tanta cuenta con la justicia como con las riquezas que las partes tenian; y que a muchos despojaba de sus haciendas por cargos y acusaciones fingidas que les imponian: cosa que no se puede escusar con ningun género de necesidad,

ό

y con ninguna cosa se ganan mas las voluntades de los vasallos para con su príncipe, que con una entereza y igualdad en hacer a todos justicia. Envió por embaxador a Francia á Fredulo obispo de Oviedo, frances que era de nacion. Echaron fama que para visitar al Rey Philipo, y por su medio alcanzar del Sumo Pontifice la indulgencia de la Cruzada para los que fuesen á la guerra de los moros: el principal intento era comunicar y tratar con él la manera cómo pondrian en libertad a sus nietos, fuese por la compasion que tenia de aquella inocente edad, y por la aficion que tenia a los infantes como á sus nietos, lo que yo mas creo, por el aborrecimiento que habia cobrado á don Sancho su hijo, por cuyo miedo los años pasados mas que por su voluntad, los privó de la sucesion del reyno. No se le encubrieron á don Sancho las pretensiones de su padre como quiera que no pueda haber, secreto en semejantes discordias domésticas, Acordó de prevenirse, en particular para ayudarse del socorro de los moros se partió para Córdova: alli asentó confederacion con el Rey de Gra nada, y para ganalle mas le soltó las dos partes del tributo que pagaba, partido que poco antes pretendió el moro del Rey don Alonso, y él no lo quiso aceptar. Demas desto por negociacion del infante don Juan, que ya era del bando, del infante don Sancho su hermano, los grandes de Castilla y de Leon, que muy de atrás andaban desabridos por la severidad del Rey y su aspereza, se declararon por su hijo. La memoria fresca del triste suceso del señor de los Cameros y del infante don Fadrique atizaba mas estos desabrimien1282. tos. Tralabanse estas cosas al principio del año de mil y docientos y ochenta y dos del nacimiento de Christo Nuestro Señor. En el mismo año por el mes de agosto en la villa de Troncoso se celebraron las bo

das entre Dionysio Rey de Portugal y doña Isabel bija mayor del Rey de Aragon. Esta es aquella Reyna doña Isabel que por sus grandes virtudes y notable piedad es contada entre los Santos del cielo, y su memoria se celebra en aquel reyno con fiesta particular. Este Rey sin tener respeto a su abuelo, atraido con la destreza y mañas de dou Sancho, se juntó con él y se declaró por su amigo y aliado sea por algun enojo que tenia con su abuelo, sea por tener por esta via esperanza de mejor partido y remuneracion. El Rey don Alonso miraba poco las cosas por venir asi por su larga edad, como por la comun tacha de nuestra naturaleza, que en sus propios negocios cada qual es menos prudente que en los agenos: estorba el mie

do, la codicia y el amor propio, y ciega para que no se vea la verdad. Hizo llamar á cortes para la ciudad de Toledo, por ver si en alguna manera se pudieran sosegar las voluntades de su hijo y de la gente principal sin poner mano a las armas. Por seguir el camino mas blando, que era apaciguallos amigablemente, ni se apercibió como fuera menester, ni usó de bastante recato. Don Sancho por otra parte confiado en el favor y ayuda de la nobleza, y por estorbar la traza y ardid de su padre llamó asi, mismo á cortes para Valladolid: acudió a su llamado mucha mas gente que a Toledo. Teuia, deseo de dexar sucesion: casó con doña María hija de don Alonso señor de Molina, que era su parienta en tercero grado. Deste matrimonio le nacieron don Fernando su primogénito y otros hijos. En aquellas cortes todo lo que se hizo, fue conforme al parecer de los grandes que alli se juntaron, porque don Sanchio les otorgó todo aquello que se atrevieron a pedir asi en pro de cada qual dellos, como para el público, ademas de muy mayores mercedes que les prometió para adelante : camino que le

[ocr errors]

pareció el mejor de todos para ganar las voluntades de grandes y pequeños. Provey éronse nuevos oficios y cargos, hicieronse nuevas leyes: quanto cada uno tenia de fuerzas y autoridad, tanta mano metia en el gobierno del reyno. Cundió el deseo de cosas nuevas y de levantarse contra su Rey, y llegó hasta la gente vulgar. Tal era la disposicion de los corazones en aquella sazon, que hazaña tan grande como quitar el ceptro a su Rey unos se atreviesen á intentalla, muchos la deseasen, y casi todos la sufriesen: sin faltar quien enmedio del aplauso y vocería llamase Rey á don Sancho, y le diese nombre de padre de la patria con todos los demas títulos de príncipe. Mas él constantemente lo desechó con decir que mientras su padre fuese vivo no sufriria le quitasen el nombre y honra de Rey, hora fuese por mostrarse modesto y despreciar un vano apellido pues en efecto todo lo mandaba, ó por encender mas las voluntades del pueblo con entretenellos. Pasó el negocio tan adelante que sin embargo el infante don Manuel tio de don Sancho en nombre suyo y de los grandes por sentencia pública que se pronunció en las cortes, privó al Rey don Alonso de la corona. Castigo del cielo sin duda, merecido por otras causas y por haberse atrevido con lengua desmandada y suelta, confiado en su ingenio y habilidad, á reprehender y poner tacha en las obras de la divina providencia, y en la fábrica y compostura del cuerpo humano: tal es la fama y voz del vulgo desde tiempo antiguo continuada de padres a hijos. Este atrevimiento castigó Dios con tratalle desta manera: revés que dicen él habia alcanzado el por arte de astrología en que era muy exercitado, si arte se puede llamar, y no antes engaño y burla que siempre será reprehendida, y siempre tendra valedores. Añaden que deste conocimiento procedieron sospe

« AnteriorContinuar »