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chas, y que con el miedo se hizo eruel: de que resultó el odio que le tenian, y del odio procedió su perdicion y caida. Las bodas del infante don Sanche se celebraron en Toledo: el aparato no fue muy grande por estar en víspera de la guerra civil todo revuelto. El Rey don Alonso reducido a estos términos, por verse desamparado de los suyos, acudió á pedir socorro Y dineros prestados al Rey de Marruecos: envióle en prendas su real corona que era de gran vafor. Alonso de Guzman, señor de Sanlucar, por desabrimientos que tuvo con el Rey don Alonso, residia a la sazon en Marruecos: la causa en particular no se sabe, lo cierto es que era estimado en mucho de aquel Rey moro, y que le hizo capitan de sus gentes. Hoy dia se muestra una carta del Rey don Alonso para él muy humilde por el aprieto en que se hallaba, que fue la mayor miseria, estar forzado á rogar y humillarse á su mismo vasallo que le tenia ofendido. Por la carta le ruega se acuerde de la amistad antigua que entre ellos habia, y de su nobleza: ponga en olvido los desgustos y cosas pasadas, y le favorezca en aquel aprieto: sea parte para que se le envien dineros y gente de guerra, pues puede y alcanza tanto con el Rey moro. Prométele que tendrá perpetua memoria deste beneficio y servicio, y que en efecto podrá esperar de su benignidad qualquier cosa por grande y dificultosa que sea, que corresponderá en todo a su deseo. El Rey bárbaro lleno de esperanzas,' y por parecelle se le ofrecia buena ocasion de mejorar su partido á causa de las discordias de Castilla, hizo aun mas de lo que se le pedia. Con acuerdo del Rey don Alonso pasó en Algecira; y en Zahara villa del reyno de Granada se vio con él, Usaron entre los dos de grandes comedimientos y cortesías. Diósele al Rey don Alonso mas alto lugar y silla: honra que se

que

le hizo por ser huésped, y porque el de Marruecos ganó el reyno que tenia. Don Alonso procedia de casta de Reyes, y desde su niñez fue criado como quien habia de ser Rey; por tanto era mayor en dignidad: que fueron todas razones del mismo bárbaro. Tratóse en esta habla de la forma que se debia tener en hacer la guerra, pues la esperanza de hacer y asentar paces con su hijo era ninguna, aunque desto tambien se movió plática. De las ciudades de la Andalucía Sevilla se tenia por el Rey don Alonso, Córdova por don Sancho su hijo. Los moros tomaron a su cargo de cercar aquella ciudad como lo hicieron, despues de talar y robar los campos comarcanos. Acudió el Rey don Alonso desde Sevilla al cerco con la gente de guerra alli pudo ayuntar. Córdova se defendió valerosamente por el esfuerzo de los ciudadanos, y la buena diligencia de don Sancho, que se previno con presteza contra la venida de los enemigos. Asi el Rey mora á los veinte dias que puso el cerco, le alzó: para la priesa que traía, qualquier dilacion le era pesada.. Todavia con voluntad del Rey don Alonso pasó por Sierramorena, y llegó hasta Monticl: hizo gran daño en toda aquella tierra, y grandes despojos con que se volvió a Ecija, Este fue el fruto de la discordia civil y no otro. Acudió alli el Rey don Alonso; pero luego se retiró secretamente y se fue a Sevilla, de donde era venido por aviso que le dieron que el Rey moro trataba de le prender: si fue verdad ó mentira, no se sabe. Lo que consta es que el moro mostró gran sentimiento y pesar de que en su lealtad se pusiese duda, en tanto grado que dexada España se pasó cu Africa; restituyó empero a don Alonso mil caballos escogidos que con su licencia tiraban sueldo del Rey moro, que fue señal de no ir de todo punto desabri do. Era caudillo desta gente Hernan Ponce: cuénta

se, que como junto a Córdova se encontrasen con diez mil caballos de los enemigos, fue tan brava la carga que les dieron, que los rompieron y pusieron en huida: tan grande era su valor y esfuerzo, tan señalada su destreza, conocida y aprobada en muchas guerras. En Sevilla el Rey don Alonso en una solemne junta que tuvo, privó á su hijo don Sancho de la sucesion del reyno con palabras muy sentidas y graves, y mil denuestos y maldiciones que descargó sobre su cabeza, como se puede pensar de padre tan ofendido. Pasó esto a ocho dias del mes de noviembre. El infante don Sancho hacía poco caso de aquellas maldiciones y saña : renovó la confederacion con el Rey de Granada, y en la comarca de Córdova, donde estaba, se apercebia para todo lo que pudiese suceder: la gente de guerra para que invernasen, repartió por aquellos lugares.

CAPITULO VI

De la conjuracion que hizo Juan Prochita contra los franceses en Sicilia.

Este año fue notable no solamente por el desafuero que hicieron al Rey don Alonso, y las discor dias de Castilla, sino mucho mas por la conjuracion muy famosa de Juan Prochita. Este fue señor de la isla de Prochita, que cae junto a Sicilia, varon de grande ingenio, y que fue muy estimado y grande amigo del Rey Manfredo: los años pasados por no ser maltratado de los franceses, que entonces tenian el mando y buscaban todas las ocasiones de descompo+ ner la gente poderosa, se recogió á Aragon. Los Reyes de Aragon don Jayme y don Pedro holgaron de su venida por ser persona de tanto valor, por medio del qual podrian cobrar los reynos de Sicilia y Napo

les, que pretendian contra derecho les quitaron. No solo le recogieron con mucha alegria y muestras de amor, sino le heredaron de grandes posesiones con que pudiese sustentar su vida, parácularmente le dió el Rey don Pedro en tierra de Valencia & Lusen y Abeniaan, y á Palma. Los Gibelinos oprimidos por el mando que los franceses tenian en toda Italia, gente feroz y soberbia (asi lo publicaban ellos) comenzaron a volver los ojos á los aragoneses, ca tenian esperanza que con su ayuda podrian desechar aquel pesadísimo yugo y imperio. Vió Italia en aquella razon (lo que en el mas mísero cautiverio se puede esperar) que les vedasen el poder hablar libremente: señorio insu rible, y que se estendia hasta Roma, donde el Rey de Nápoles, puesto alli un su vicario ó teniente, tenia el gobier no de todo con nombre de senador. Nicolao Pontifice romano procuraba con todas veras librar á Roma de aquella sugecion. Para esto lo primero que hizo, fue declarar por un edicto ó bula que ninguno en Roma pudiese ser senador mas que por un año: quitó otrosí la facultad á los Reyes y á sus parientes de poder tener y exercitar aquel gobierno ó magistrado. A Carlos Rey de Sicilia le privó del nombre y autoridad de vicario, nombre de Italia como lugare que usaba en teniente de los Emperadores, con color que esta era la voluntad del Emperador Rodulfo. Todo esto aunque iba encaminado a enflaquecer las fuerzas del Rey Carlos, pero como era conforme a razon lo que se ordenaba, aun no se movian las armas ni se llegaba á rompimiento. Lo que algunos autores defienden ó portian, que el Papa Nicolao tenia determinado hacer de la familia y casa Ursina de que él descendia, dos Reyes en Italia, el uno en Lombardia y el otro en Toscana, para estorbar á los tramontanos la entradą de Italia, la mas freqüente fama y casi el comun con

sentimiento de todos lo condena como falso. De qualquier manera que esto sea, Carlos viudo de la primera muger casó con hija del Emperador Balduino desposeido con esto trataba de volver a aquella pretension, y ayudar con sus fuerzas á Philipo su cuñado para recobrar el imperio de Constantinopla. Procuraba para salir con este intento de hacerse amigo de don Alonso Rey de Castilla. Para mas prendalle procuró que le diese su hija doña Violante para casalla con el Emperador Philipo. Estas pretensiones se deshicieron con las artes de los aragoneses, y aun expresamente se estableció en el Campillo, donde como dicho es los Reyes se hablaron, que el Rey de Castilla no emparentase con franceses. A doña Beatriz hija del Rey Manfredo, hermana de doña Constanza Reyna de Aragon, la tenia el Rey Carlos presa sin querella en manera alguna poner en su libertad, aunque sobre ello habia sido importunado. Esto se juntaba con otras causas y razones de discordias y enojos. Juan Prochita con la ocasion destas disensiones y disgustos intentó de cobrar su patria y estado: fue una y segunda vez a Constantinopla en habito desconocido. Puso al Emperador Paleologo, que ya antes tenia recelo de sus cosas, en mayor sospecha y cuidado. Avisóle que el Rey Carlos de Nápoles, juntadas sus fuerzas con las de Francia, tenia una poderosa armada puesta en orden para ir contra él: que los franceses tenian sus fuerzas enteras : á los griegos enflaquecian los bandos que entre ellos andaban, demas de otras desgracias, de tal manera que no podian resistir al poder de aquellos dos Reyes., «Los sucesos de las guerras pasadas (dice) os pue>>den servir de aviso. Séame lícito decir la verdad: en >>vos no cabe soberbia, y es cosa muy loable y mag>>nífica saberse el hombre gobernar en el enojo y pe»ligro. Por ventura con estaros en vuestra casa entor

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