Imágenes de páginas
PDF
EPUB

ses. Los aragoneses al contrario afirman que primero fue desafiado el Rey don Pedro del Frances, y que el mensagero fue Simon Leontino de la orden de los Predicadores: lo que se sabe de cierto es que aceptado el riepto, se concertaron que peleasen los dos Reyes con cada cien caballeros. Altercóse sobre señalar โล parte en que se haria el campo: al fin se escogió Bordeaux cabeza de la provincia de Guiena en Francia, que pareció á propósito por estar entonces en poder de Eduardo Rey de Ingalaterra: señalóse el dia de la pelea, y juraron las condiciones de una parte y otra. El Padre Santo como supiese todas estas cosas, y lo que en Sicilia pasaba, amonestó al Rey de Aragon dexase aquella empresa: que no perturbase la paz pública con desenfrenada ambicion. Finalmente porque no quiso obedecer, á los nueve dias del mes de noviembre le declaró por descomulgado: en Montefiascon se pronunció la sentencia. Al Rey de Ingalaterra le envió á mandar con palabras muy graves que no diese campo á los Reyes ni lugar para pelear en su tierra. No aprovechó esta diligencia. La Reyna doña Constanza por mandado de su marido se fue á Sicilia por ser la señora natural, y porque con la ausencia del Rey no se mudasen los sicilianos. Llegó á Mecina á veinte y dos dias del mes de abril del año del Señor de mil y docientos y ochenta y tres. Acom- 1283. pañóla don Jayme su hijo, a quien el padre pensaba dar el reyno de Sicilia. Los Reyes se aprestaban para su desafio. El Rey Carlos pasó en Francia, do tenia cierta la ayuda y favor de su gente, y las voluntades aficionadas. El Rey don Pedro con su armada pasó en España. A primero de junio que era el dia aplazado para la batalla, el Rey don Carlos con el esquadron de sus caballeros se presentó en Bordeaux. E Rey don Pedro no pareció. Los escritores franceses

[ocr errors]

atribuyen este hecho a cobardía; y que quisieron enga ñar los ánimos sencillos de los franceses con aquella muestra de honra que les ofrecieron, como quier que el Rey de Aragon en aquel medio tiempo pretendiese fortalecerse, juntar armas y gente, Nuestros historiadores le escusan: dicen que fue avisado el Rey don Pedro del gobernador de Bordeaux se guardase de las asechanzas de los franceses: que le tenian armada una zalagarda, y que el Rey de Francia venia con grande exército; por ende hiciese cuenta que los cien caballeros aragoneses habian de combatir contra todo el poder de Francia. A la verdad los franceses mas cercano tenian el socorro que los aragoneses. Con este aviso dicen que el Rey de Aragon entregó al gobernador de Bordeaux el yelmo, el escudo, la lanzaą y la espada de su mano a la suya en señal que era venido al tiempo señalado, y por la posta se libré dẹ aquel peligro, y se pasó á Vizcaya, que cae cerca, Dexó por lo menos materia á muchos discursos, opi niones y dichos: ocasion y aparejo para nuevas guer ras y largas.

CAPITULO VII.

De la muerte de don Alonso Rey de Castilla.

Luego que el Rey de Aragon volvió a su tierra, trató en un mismo tiempo de efectuar dos cosas: la una era echar a don Juan Nuñez de Lara de Albarracin, á causa que por la fortaleza de aquella ciudad muchas veces corria libremente las fronteras de Aragon; la otra apaciguar los señores aragoneses y catalanes que en tiempo tan trabajoso, en que tenian entre manos tantas guerras con los forasteros, y tan fuera de sazon andaban alborotados. Quexábanse que eran maltratados del Rey, casi como si fueran esclavos: que

[ocr errors]

no se tenia cuenta con las leyes, antes les quebrantaban todos sus fueros y libertad, finalmente que los desaforaba. No faltaban entre ellos lenguas sueltas para alborotar los pueblos so color de defender la libertad de la patria. Para acudir a estas revueltas se juntaron cortes primero en Tarazona, despues en Zaragoza, y últimamente en Barcelona: ofreció el Rey de emendar los daños y desórdenes pasados, y expedir en esta razon nuevas provisiones; con que la gente se apaciguó. Fuéronles muy agradables aquellos halagos y blandura, si bien sospechaban que otro tenia en el pecho, y que no procedian tanto de voluntad quanto del aprieto en que el Rey se hallaba. La guerra con los franceses, que era de tanta importancia, le tenia puesto en cuidado; y el recelo que si se ocupaba en las cosas de Italia y Sicilia, no se alborotasen en Aragon sus vasallos, le hizo ablandar. Demas desto la descomunion que contra él fulminó el Papa, como poco antes se dixo, le tenia muy congoxado; y mas en particular una nueva sentencia que en veinte y uno del mes de marzo pronunció en Civitavieja, en que como inobediente á sus mandamientos le privaba de los nos de su padre, y dada la conquista dellos á Carlos de Valoes hijo menor del Rey de Francia: rigor que á muchos pareció demasiado, y que no era bastante causa para esto haberse apoderado de Sicilia, pues los mismos sicilianos puestos en aquel aprieto le llamaron y convidaron con aquel reyno para que los ayudase; demas que le pertenecia el derecho del Rey Manfredo, ultra de la voluntad y consentimiento que tenia por su parte del Pontífice Nicolao Tercero, que se allegaba á lo demas. Si los negocios de Aragon andaban apretados, en Castilla no tenian mejor término por las alteraciones que prevalecian entre el Rey don Alonso y su hijo, La mayor parte seguia a don Sancho: don

rey

[ocr errors]

Alonso por verse desamparado de los suyos acudia a socorros estraños: segunda vez hizo venir al Rey de Marruecos en España, si bien porque la sonada no fuese tan mala, dió á entender que era contra el Rey de Granada que favorecia á sus contrarios y tenia hecha liga con don Sancho. Esta empresa no fue de efecto memorable á causa que los africanos hallaron á los contrarios mas apercebidos de lo que pensaban; y el Rey de Granada con tener puesta guarnicion en sus ciudades y plazas huía de encontrarse con el enemigo, y no queria ponello todo al trance de una batalla: con tanto el de Marruecos dió la vuelta para Africa. El Rey don Alonso ya que esta traza no le salió como pensaba, acudió a otra diferente: solicitó al Frances para que le acudiese contra su hijo, demas desto procuró ayudarse de la sombra de religion y christiandad: fue asi que por sus embaxadores acusó a don Sancho delante el Pontífice Martino Quarto de impío, desobediente y ingrato; y que en vida de su padre le usurpaba toda la autoridad real sin querer esperar los pocos años que le podian quedar de vida, por su mucha ambicion y deseo de reynar. Dió oidos el Pontífice á estas quexas. Expidió su bula en que descomulgó todos aquellos que contra el Rey don Alonso siguiesen a su hijo don Sancho. Nombró jueces sobre el caso, los cuales en todas las ciudades y villas que le seguían, pusieron entredicho como se acostumbra entre los christianos: de suerte que en un mismo tiempo, aunque no por una misma causa, en Aragon y Castilla estuvo puesto entredicho y tuvieron los templos cerrados: cosa que dió gran pesadumbre a los naturales, y todavia se pasó en esto adelante sin embargo que don Sancho amenazaba de dar la muerte á los jueces y comisarios del Papa, si los hobiese a las manos. Todo esto y el escrúpulo y miedo de las censuras fue causa

que muchos se apartaron de don Sancho; entre los primeros sus hermanos los infantes don Pedro y don Juan conforme a la inclinacion natural comenzaron á condolerse de su padre. Entendió esto don Sancho: entretuvo á don Pedro con promesa de dalle el reyno de Murcia: don Juan dado que dió muestras de estar mudado de voluntad, de secreto se partió, y por el reyno de Portugal se fue a Sevilla do su padre estaba. Muchos pueblos arrepentidos de la poca lealtad que á su Rey tuvieron, buscaban manera para alcanzar perdon y salir de la descomunion en que los enlazaron; y luego que lo alcanzaron, se le rindieron con todas sus haciendas. En este número fueron Agreda y Treviño; y muchos caballeros principales como don Juan Nuñez de Lara y don Juan Alonso de Haro, y el infante don Diego se juntaron con el campo de Philipo Rey de Francia que venia en ayuda del Rey don Alonso, y con él entraron por tierras de Castilla, robaron y talaron los campos hasta Toledo sin hallar resistencia. Tenia el Rey Philipo un hijo llamado tambien Philipo , por sobrenombre el Hermoso, que este presente año (otros dicen el siguiente) casó con la Reyna de Navarra doña Juana, y por este casamiento en dote hobo aquel reyno. Este príncipe conforme al desordenado apetito de los hombres comenzó á alegar el derecho de los Reyes sus antecesores, y por él pretendia ensanchar los términos de aquel nuevo reyno, para el cual intento no poco ayudaban las discordias de los nuestros. Don Sancho, quanto le era concedido en tantas revueltas y avenidas de cosas acudia á todas partes con diligencia: sosegó la ciudad de Toro que se le queria rebelar, salió al encuentro á don Juan Nuñez de Lara que con su gente y un esquadron de navarros destruía los campos de Calahorra, Osma y Sigüenza y sus distritos: hízole retirar á Albarracin

« AnteriorContinuar »