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mas que de paso. Despues desto por embaxadores que en esta razon se enviaron, se acordó que el padre y el hijo se viesen y hablasen con seguridad que se dieron de ambas partes. Con esta resolucion el Rey don Alonso fue a Constantina, don Sancho á Guadalcana. Grande era la esperanza que todos tenian que por medio desta habla se podria todo apaciguar, ca muchas veces despnes de las injurias se suelen con el buen término soldar las quiebras y agravios. Ayudaba para esto que don Sancho fuera de usurpar el reyno, en lo demas se mostraba muy cortés, y hablaba con mucho respeto de su padre sin jamás usar de denuestos ó desacatos. Lo que se enderezaba saludablemente á bien, lo estorbaron y desbarataron personas muy familiares de don Sancho, que tenian mala voluntad á su padre. Pusiéronle muchas sospechas delante para que no se fiase ni asegurase. La verdad era que de las discordias de los Reyes y trabajo de la república muchos pretendian saçar para sí provecho; que fue causa que sin verse ni hablarse se partieron el Rey don Alonso para Sevilla, y don Sancho para Salamanca, si bien de consentimiento de ambos doña Beatriz Reyna de Portugal viuda á la sazon, y doña María muger de don Sancho en Toro, en que a la sazon parió una hija que se llamó doña Isabel, se juntaron con intento de componer estas diferencias: pusieron todo su esfuerzo en ello, mas no pudieron efectuar cosa alguna, antes cada dia se enconaban mas los odios y enemistades, y se aumentaba el afan y miseria del reyno. En este estado se hallaban las cosas quando al Rey don Alonso poco despues desto sobrevino la muerte, que fue algun alivio de tan grandes males. Falleció en Sevilla de enfermedad, recebidos los Santos Sacramentos de la Penitencia y Eucharistía como se acostumbra, quien dice á cinco, quien á veinte y un dias

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del mes de abril, a lo menos fue el año de mil y do- 1284. cientos y ochenta y cuatro. Por su testamento, que otorgó el mes de noviembre próximo pasado; nombró por herederos del reyno, primero a don Alonso y luego á don Fernando sus nietos: caso que los dos muriesen sin sucesion, llama á Philipo Rey de Francia, ca traía origen de los antiguos Reyes de Castilla como nieto que era de la Reyna doña Blanca, y bisnieto del Rey don Alonso el de las Navas. De sus hijos y hermanos no hizo mencion alguna por odio de don Sancho; antes por aquel testamento pretendia mover contra él las fuerzas de Francia. Verdad es que a la hora de su muerte á instancia de su hijo el infante don Juan le mandó á Sevilla y a Badajoz, y al infante don Diego el reyno de Murcia, a ambos con nombre de Reyes, pero como á feudatarios y movientes de los Reyes de Castilla. Su corazon mandó se enterrase en el monte Calvario movido de la santidad de aquel lugar, su cuerpo en Sevilla ó en Murcia: no se cumplió su voluntad enteramente: el corazon y entrañas estan en Murcia junto al altar mayor de la iglesia cathedral, el cuerpo está enterrado en Sevilla cerca del túmulo de su padre y madre. El sepulcro y lucillo no es muy rico, ni era necesario porque su vida (si bien tuvo falias) y las cosas que por él pasaron, merecian que su memoria durase y su nombre fuese inmortal. Grande y prudentísimo Rey, si hobiera aprendido á saber para sí, y dichoso, si en su postrimería no fuera aquexado de tantos trabajos, y no hobiera amancillado las dotes excelentes de su ánimo y cuerpo con la avaricia y severidad extraordinaria de que usó. El fue el primero de los Reyes de España que mandó que las cartas y contratos y instrumentos todos se celebrasen en lengua española, con deseo que aquella lengua que era grosera, se puliese y enriqueciese: con el

mismo intento hizo que los sagrados libros de la Biblia se traduxesen en lengua castellana. Asi desde aquel tiempo se dexó de usar la lengua latina en las provisiones y privilegios reales y en los públicos instrumentos, como antes se solia usar: ocasion de una profunda ignorancia de letras que se apoderó de nuestra gente y nacion, asi bien eclesiásticos como se. glares.

CAPITULO VIII.

De los principios del Rey don Sancho.

Por la muerte del Rey don Alonso, si bien el derecho de su hijo don Sancho era dudoso, sin contradicion sucedió en el reyno y estados de su padre. Estaba a la sazon en Avila apenas convalecido de una dolencia que poco antes tuvo en Salamanca, tan peligrosa que casi le desafiuciaron los médicos. Mucho le hizo al caso. la edad entera para que el cuerpo con medicinas saludables se alentase. Tomó el nombre de Rey, de que hasta entonces se habia obtenido por respeto y reverencia de su padre. El sobrenombre de Fuerte que le dieron, le ganó por la grandeza de su ánimo y sus hazañas hasta entonces mas dichosas que honrosas; y es asi que por la mayor parte los títulos magníficos mas se grangean por favor de la fortuna que por virtud: la honra verdadera no consiste en el resplandor de los nombres y apellidos, sino en la equidad, inocencia y modestia. Era sin duda osado, diestro, astuto, y de industria singular en qualquier cosa á que se aplicase. Reynó por espacio de once años y algunos dias. Su memoria quedó amancillada la manera como trató a su padre: quanto a lo demas se puede contar en el número de los buenos príncipes. El reyno que con malas mañas adquirió, le man

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tuvo y gobernó con buenas artes. En Avila hizo las honras de su padre magnífica y suntuosamente. En Toledo tomó las insignias y ornamentos reales, mudado el luto en púrpura y manto real. Los caballeros principales del bando contrario venian á porfia a saludar al nuevo Rey, muestra de querer recompensar los disgustos pasados con mayores servicios y lealtad: quanto mas fingido era lo que hacían algunos, tanto mostraban mas alegria y contento en el rostro y talante, que suele muchas veces engañar. Don Sancho con una profunda disimulacion pasaba por todo, si bien tenia propósito de derramar la ira concebida en su ánimo, y vengarse luego que hobiese asegu rado su reyno. Los pueblos, los grandes, toda la gente de guerra le juraron por Rey; y doña Isabel hija del nuevo Rey, de edad de dos años, fue declarada y jurada por heredera del reyno de consentimiento de todos los estados, caso que su padre no tuviese hijo varon. Esta prevencion se enderezaba contra los Cerdas, de quien algunos decian públicamente, y muchos eran deste parecer, que se les hacia notable injuria y agravio en despojallos del reyno de su abuelo: muchos, si bien en lo público callaban, de se creto estaban por ellos. El mayor cuidado que tenia don Sancho, era de grangear con nuevos regalos y buenas obras al Rey de Aragon, en cuyo poder los infantes quedaron; y á la sazon trataba de ir á cercar y apodararse de Albarracín, no pudiendo ya llevar en paciencia los disgustos que cada dia le daba don Juan de Lara, confiado en la fortaleza del sitio en el socorro que tenia cierto de los navarros. Era este caballero muy diestro, bien hablado, de grande maña para sembrar envidias y rencores entre los Reyes, po deroso en revolver la gente, y que acostumbraba vivir de rapiña y cabalgadas, con que tenia trabajadas

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las fronteras de Castilla y Aragon. Esto convidó al nuevo Rey don Sancho, ya que él do podia ir en persona por estar ocupado con los cuidados del nuevo reyno, á enviar un buen esquadron en ayuda del Rey de Aragon y contra el comun enemigo. Hecho esto, él se dió priesa á ir á Sevilla á causa que su hermano don Juan procuraba apoderarse de aquella ciudad conforme a lo que su padre dexó mandado en su testamento. Tenia el infante sus valedores y aliados: los ciudadanos no venian en ello, y claramente decian que aquella cláusula del testamento del Rey don Alonso en ninguna manera se debia cumplir. Ayudabanse, y alegaban la mucha edad del difunto, la fuerza de la enfermedad, la importunidad del infante para mues tra que no tenia a la sazon su entero juicio: que no era justo escurecer la magestad del reyno con quitalle una ciudad tan principal como aquella. Ayudaba a los ciudadanos que ya se aprestaban para tomar las armas, Alvar Nuñez de Lara como cabeza de los demas. Todos estos debates cesaron con la venida del nuevo Rey don Sancho, que hizo desistir a su herma no. Llegaron a aquella ciudad embaxadores del Rey de Marruecos para asentar con él nueva amistad, mas muy fuera de sazon y imprudentemente fueron despedidos con palabras afrentosas, de que resultó ocasion á los moros de pasar de nuevo en España y emprender una nueva guerra. Don Sancho para hacelles resistencia, por estar arrepentido de lo hecho, ó porque dé suyo estaba resuelto en hacer guerra á los bár baros, aprestó una grande armada. Eran en aquel tiempo los Ginoveses muy poderosos en el mar, y diestros y experimentados en el arte de navegar: llamó pues desde Génova, y convidó con grandes ofertas á Benito Zacharias para que viniese á servirle. Hízolo asi, y truxo consigo doce galeras. Nombróle el Rey

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