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envie a Roma sus embaxadores é humildemente pida perdon de la contumacia é inobediencia pasada: peche en cada un año a la iglesia romana treinta onzas de oro en razon de tributo y feudo, como su bisabuelo lo prometió: con una buena armada pase en favor de la Tierra-santa; a la vuelta aconseje a su madre y hermano, y procure partan mano de las cosas de Sicilia: por conclusion publique un edicto riguroso en que mande á todos los aragoneses soldados y caballeros salgan de aquella isla: Carlos de Valoes renuncie el derecho que el Papa le dió sobre el reyno de Aragon: demas desto se añadió que el Padre Santo recibiria en su gracia al Aragones, y enviaria un prelado á quitar el entredicho que tenia puesto en todo aquel reyno; al qual el Rey de Aragon entregaria los rehenes que de parte del Rey Carlos de Nápoles tenia en su poder. Al concluir estos conciertos no se hallaron los embaxadores de Sicilia, y esto por industria del Rey de Aragon con intento que no les desbaratasen todo, ca sabia cierto no vendrian en aquellas condiciones: maña de que el Rey don Jayme y toda Sicilia se agraviaron en gran manera. Quexábanse los hobiese engañado y desamparado quien mas que todos los debiera favorecer; sin embargo querian llevar adelante lo comenzado, y poner las vidas y la sangre en la demanda antes que volver al señorío de franceses: la reso→ lucion fue tal y tan grande, que al fin salieron con su intento. Por esta causa la esperanza que tenian de recobrar á Sicilia, salió vana á los franceses; y aun la ida del Rey de Aragon á la Tierra-santa no se efectuó á causa que á la misma sazon vino nueva que Elpis Emperador de Egypto y su hijo Melesayte con un cerco muy apretado que pusieron sobre Ptolemayde, ciudad que solo quedaba alli en poder de christianos, la combatieron de suerte que la entraron por fuerza, y

todos los moradores y soldados pasaron á cuchillo: los edificios al tanto los abatieron por tierra hasta no dexar rastro ni señal alguna de ciudad. Este fue el remate de la guerra sagrada, y de aquella empresa de la Tierra-santa. Tal fue la voluntad de Dios. La pereza y poquedad de los fieles vergonzosa acarreó esta mengua y daño. Viéronse segunda vez los Reyes el de Aragon y el de Nápoles en Junquera: tornaron á tratar de la paz: á que el uno y el otro mucho se inclinaban por estar cansados de los trabajos pasados, y temerosos de lo por venir. Por esta causa luego que se despidió esta junta, el Rey Carlos casó su hija mayor llamada Clemencia con Carlos de Valoes, y por dote el condado de Anjou y el estado de Maine; con tal condicion empero que partiese mano de la pretension de Aragon. Estaba al tanto muy resuelto el Rey de Aragon. en cumplir todo lo puesto y concertado quando la muerte muy fuera de lo que pensaba, le atajó los pasos; que le sobrevino en Barcelona en sazon que se aprestaba para hacer traer a doña Leonor su esposa, y todo andaba lleno de fiestas y contento. Falleció en la flor de su juventud en edad de veinte y siete años a diez Y ocho dias del mes de junio. Si tuviera mas larga vida, fuera muy señalado príncipe, conforme a las grandes muestras que daba de valor y de virtud. Ante todas cosas merece ser alabado por mostrar como mostró la paz al mundo, bien que no se la pudo dar. Su cuerpo enterraron en el monasterio de San Francisco de aquella ciudad y en el hábito de la misma orden: las exêquias y houras como era razon con grande aparato y muy solemnes.

CAPITULO XV.

Como los tres Reyes de España emparentaron entre sí.

Con el aviso de la muerte del Rey de Aragon, porque no dexaba hijos, su hermano don Jayme luego desde Sicilia acudió y vino á Aragon á tomar posesion de aquel reyno que le pertenecia asi por el derecho de parentesco, como por el testamento de su hermano, ca le nombró por su sucesor. Asi sin contradicion en Zaragoza á veinte y quatro dias del mes de setiembre fue ungido y coronado en la iglesia de San Salvador con las ceremonias acostumbradas. Tocante al testamento de su hermano, en que dexaba por heredero del reyno de Sicilia á don Fadrique su hermano menor, no quiso pasar por esta cláusula, ni consentir que saliese de su poder el reyno que los sicilianos le dieron con mucha voluntad y á instancia de su-mismo padre. Pretendian á la misma sazon su amistad don Alonso de la Cerda que presente se halló, y el Rey don Sancho por sus embaxadores, ambos con muchas veras. En esta competencia pareció inclinarse mas el Aragones a la parte de don Sancho, y aficionarse mas a la fortuna que a la justicia de las partes, sin memoria de la voluntad que su padre y hermano mostraron en aquel caso. A la verdad las fuerzas de los Cerdas, que con presteza y calor por ventura prevalecieran, con la tardanza estaban flacas: las del bando contrario de cada dia se acrecentaban mas y prevalecian, mayormente despues que don Juan Nuñez de Lara por industria de la Reyna, como ya se dixo, trocó parecer y partido, tanto mas que en aquel mismo tiempo el Rey don Sancho, puesta su alianza y amistad con Portugal, concertó á don Fernando su

hijo mayor y heredero de sus estados con doña Constanza hija del Portugues. Para seguridad de que se efectuaria, el casamiento, entregó algunos castillos y villas de Castilla para que hasta tanto que se celebrase, estuviesen como en tercería. Asentaron pues los Reyes de Aragon y Castilla su amistad por medio de sus embaxadores; y para que fuese mas firme, acordaron de verse en Montagudo, villa á propósito para esta habla por estar á la raya de los dos reynos. Alli á veinte y nueve de noviembre se concertaron los Reyes de tal guisa que los mismos tuviesen por amigos y por enemigos; y que en ninguno de los dos reynos se diese acogida, favor ni ayuda á los foragidos del otro, antes los entregasen á su señor. Demas desto porque a la sazon el Rey de Marruecos sin embargo de las treguas tenia cercada á Beja, pueblo que algunos tienen que Ptolemeo y Tito Livio llaman Bigerra en la comarca de los Bastetanos, en particular se acordó que para ayuda de aquella guerra, si fuese necesario, acudiese el Aragones con veinte galeras. Para que todo fuese mas firme concertaron que doña Isabel hija del de Castilla, si bien no pasaba de nueve años, casase con el de Aragon. Los despesorios se celebraron en Soria á primero de diciembre, y la niña fue entregada en poder de su esposo con esperanza de alcanzar dispensacion sobre el parentesco de los novios, la priesa que los Reyes tenian, no sufria mas dilacion. Celebrados los desposorios, los Reyes pasaron á Calatayud: alli se hicieron grandes regocijos, tiestas y convites. Hobo justas y torneos, en que Rugier Lauria que en compañía del Rey de Aragon era venido desde Sicilia, se señaló entre todos y se aventajó por la gran destreza que tenia en las armas. Los grandes de Aragon desde los años pasados andaban alborotados, asi entre sí como contra los Reyes, en tanto

grado que pretendieron reformar los gastos de la casa real en tiempo del Rey don Alonso, y porfiaban en hacer mudar las leyes y magistrados, y dar una nueva traza en el gobierno. Todas estas porfias eran demasiadas, como sea verdad que asi la libertad como el señorío y mando tienen su tasa y medida no menos que las demas cosas del mundo. Estos caballeros por medio del Rey don Sancho se reconciliaron, y alcanzaron perdon de lo pasado. Los Reyes se despidieron á la salida del año, quando el Rey bárbaro, alzado el cerco que tenia puesto, dió la vuelta para Africa por recelo de una grande armada que Benito Zachârías aprestaba en la costa de Galicia, demas que la villa por su fortaleza y por el valor de los nuestros hacía grande resistencia. Con tantas cosas como en tiempo se acabaron, tornó la paz á España despues de tan largo tiempo, y quedaron apaciguados los enemigos domésticos y estraños. Solo don Juan de Lara no sabia sosegar, y parece que maquinaba novedades: ni se fiaba del Rey, ni del todo dexaba las armas ; por lo qual la guerra se volvió contra él, y por fuerza le quitaron a Moya y Cañete, pueblos de que el Rey le hizo merced quando se tornó de Aragon, y se concertó el casamiento de su hijo. Don Juan desconfiado de sus fuerzas y por no quedar en España á quien acudir á causa de los conciertos pasados, se fue desterrado á Francia. En su seguimiento partió luego don Gonzalo arzobispo de Toledo, enviado por embaxador del Rey don Sancho para aplacar aquel Rey, y preve, nille que por medio de don Juan y por sus siniestras informaciones no diese lugar á que se enturbiase la amistad antigua; en particular llevaba orden de dar razon de la concordia que se asentára con los aragoneses: que dixese fue pura necesidad para sosegar los suyos, y escusar las guerras civiles que de nuevo

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