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semblante: «Cuidaba que los enemigos habian en
>>trado la ciudad:" y con tanto se volvió a comer con
su muger sin dar muestra alguna de ánimo alterado.
En tanto grado pudo aquel caballero enfrenar el afec-
to paterno y las lágrimas: digno de ser comparado
con los varones entre los antiguos mas señalados. Con-
siderado esto los bárbaros que por ningunas artes ni
fuerza podria ser vencido el que por amor de su úni-
co hijo no quiso torcer un punto ni apartarse del de-
ber, desconfiados de la victoria se volvieron á Afri-
ca; demas que de su voluntad restituyeron al Rey
de Granada la ciudad de Algecira con gran contento
de los nuestros, que se recelaban de aquella entrada
y paso que los de Africa tenian, podría resultar al-
gun grave daño de España. Por este tiempo puesto en
libertad aportó á España el infante don Enrique, tio
del Rey don Sancho, que muchos años estuvo preso
en Nápoles. Holgó el Rey mucho con él, y juntos se
fueron desde Burgos á Vizcaya contra Diego Lopez
de Haro que con ayuda de Aragon pretendia reco-
brar aquella provincia. Apaciguados aquellos movi-
mientos, y echado don Diego de aquella tierra, se
tornaron a Valladolid, y desde alli á Alcalá de He-
nares. Alli llegó la nueva al Rey de lo sucedido en
Tarifa, por lo qual el mes de enero del año de mil 1295:
y docientos y noventa y cinco escribió a Alonso Pe-
rez de Guzman una carta en que alaba mucho su
la sa-

constancia y su lealtad, pues por 'ella pospuso
lud y vida de su hijo: compárale al Santo Abraham,
y el sobrenombre de Bueno que por sus virtudes y
favor de la gente ganára, manda se le ponga entre
sus títulos, y se lo llamen: promete de gratificar tan-
tos servicios y tantos trabajos: convídale á que le ven-
ga á ver, que su vista le dará gran contento: que
él por estar impedido de enfermedad no lo podia ha-

TOMO III.

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y

que

le

cer, puesto que mucho lo deseaba. Esta carta original conservan los duques de Medina Sidonia para memoria y en testimonio de la fé y lealtad de sus antepasados: tesoro de mas estima que el oro y las perlas de Levante. Tres meses despues desto á veinte cinco dias del mes de abril el Rey recebidos los Sacramentos falleció en la ciudad de Toledo. Sobrevínole en Alcalá la dolencia de que finó: : por ver si mejoraria se hizo llevar en hombros á Toledo con gente que de trecho en trecho se mudaba: : poco prestó la mudanza del cielo y del ayre. Reynó once años y cuatro dias. Fue igual á los príncipes mas señalados en fortaleza, justicia y prudencia: grandemente astuto y sagaz en muchas cosas y en muchas partes dexó rastros y muestras de crueldad : falta hizo odioso á los presentes, y su memoria poco agradable á los de adelante. Declaró por su sucesor a su hijo don Fernando el Quarto deste nombre, y señaló á la Reyna por su tutora y para el gobierno del reyno, sin embargo que no era su legítima muger por el impedimento del parentesco en que nunca se dispensó. Despues de la Reyna mandó que tuviese el segundo lugar en todo don Juan de Lara: cláusula que puso contra su voluntad por acordarse de las revueltas pasadas, pero era forzoso ganalle con hacer dél confianza, y aplacalle con buenas obras como quien echaba bien de ver quantos males amenazaban al reyno por su muerte: su cuerpo fue sepultado en aquella ciudad en la capilla real, que en aquel tiempo estaba detrás del altar mayor. Enterróle y dixo la missa el arzobispo don Gonzalo las honras fueron muy solemnes: grandes alabanzas se dixeron del difunto sin duda tuvo valor para sobrepujar la fuerza de una recia tempestad hacer rostro á la fortuna ; y que y si bien su derecho para la corona no era muy cierto, y que los

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pareceres no sé conformaban con las armas, en que al fin suele consistir el derecho de reynar, aseguró el reyno para sí y para sus descendientes. En tiempo del Rey don Sancho florecieron dos juristas muy fa Guillen Galvan en Aragon, y en Castilla García Hispano, que compuso comentarios sobre las epístolas Decretales.

mosos,

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Como alzaron á don Fadrique por Rey de Sicilia.

Tenia á la sazon la silla de San Pedro Bonifacio VIII. sucesor de Celestino V. aquel que traido del yermo por voto de todos los cardenales, y puesto en el gobierno de la iglesia, como el peso fuese mayor que sus fuerzas, a cabo de seis meses despues que entrő en el pontificado, voluntariamente le renunció: exemplo de que los venideros se maravillasen, todos le alabasen, y ninguno le imitase. Tanto mas digno de reprehension fue su sucesor, que tornándose al yermo para gozar de la acostumbrada soledad, le estorbó sú camino y le hizo poner en prision. Recelábase no se levantase algun alboroto á causa que muchos no tenian por válida ni legal aquella renúnciacion: murió en la prision año y medio adelante. Canonizóle el Papa Clemente Quinto y pusole en el número de los Santos. Lo mismo este presente año hizo tambien Bonifacio de San Luis Rey de Francia. Hay un elogio de Petrarcha en el libro segundo de la Vida solitaria en alabanza del Papa Celestino por estas palabras: «Quién » (dice) hobo jamás de tan admirable corazon qué me>>nospreciase el Pápado? la mas alta dignidad que hay »en la tierra: cosa tan deseada y tan admirable, que quieren decir que este nombre de Papa se deriva de

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» Pape, palabra de admiracion en latin. Quién jamás >> en especial desque comenzó á ser tenido en tanta es>> tima, hizo tan poco caso del como Celestino? aquel >> Celestino digo que con tanta codicia apetecia el antiguo nombre y lugar de ermitaño, y la mansa po>> breza amiga de las buenas costumbres. A muchos κοί contaban habelle visto huir con tanto gozo y que >> con tales muestras de alegria espiritual que daba con >> los ojos y con todo el rostro, quando salido del con>>sistorio finalmente vuelto en sí se vió libre, como si >> verdaderamente no hobiera librado sus hombros de >> un liviano peso, sino su cuello de un cruel alfange." Hasta aqui Petrarchâ. Por la buena maña de Bonifacio, que era muy exercitado en negocios, de muchas letras y doctrina, lo que tantas veces se habia intentado en vano, se concertó la paz entre los aragoneses y franceses. En Anagni para concluirlo se juntaron con el Papa Carlos Rey de Nápoles y los embaxadores de Francia y Aragon, personages de gran cuenta. Las capitulaciones fueron estas: Blauca hija del Rey de Nápoles case con el Rey de Aragon: lleve en dote setenta mil libras de plata: Sicilia y todo lo demas de que los aragoneses estan apoderados en Calabria, vuelva y se restituya á la iglesia romana: si los sicilianos no vinieren en este asiento, el Rey de Aragon acuda con tanto número de gente para sugetallos quanto los jueces árbitros señalaren: Carlos de Valoes renuncie el derecho que pretende á la corona de Aragon: el Pontífice quite el entredicho y censuras á todos los que por razon destas diferencias estan en ellas enlazados: los rehenes se pongan en libertad. Tratóse del Rey de Mallorca, -y á grande instancia del Pontífice y del Rey de Fraucia se alcanzó que fuese restituido en su reyno. Esto fue lo que se dixo en público de secreto el

Pontífice dió intencion al Rey de Aragon de entregalle las islas de Cerdeña y Córcega, que por estar y caer mas cerca de España eran muy a propósito para las cosas de Aragon. Hay hoy dia bula de Bonifacio sobre este concierto, su data á veinte y siete de junio. Esta nueva, luego que se publicó por la fama, hinchó de alegria todas las demas partes de la christiandad; solo a los sicilianos fue muy pesada, ca tenian por lo último de los males tornar al señorío de franceses. El mismo infante don Fadrique, á quien el Rey su hermano quando se partió dexó el gobierno de Sicilia, y con él Rugier Lauria, Juan Prochita y Manfredo Lanza, todos caballeros principales, por mandallo asi el Pontífice y por el cuidado en que aquellas capitulaciones los tenian puestos, fueron á hacelle reverencia en una armada que aportó a las marinas de Roma. Prometia el Pontífice a don Fadrique de casalle con Catarina hija de Philipo y nieta de Valduino Emperador que fue de Constantinopla, con tal que no contradixese a lo que tenian asentado, y en dote le ofrecian el imperio de Grecia, que pensabau recobrar todos juntos con sus armas y poder. No era este partido de desechar, si las obras se conformáran con las palabras. El Rey de Aragon desque una y segunda vez fue requerido por los sicilianos no los desamparase en aquel aprieto, como no les acudiese por el deseo que tenia de la paz, y por parecelle no era lícito hacello; finalmente en la ciudad de Palermo sobre esta razon juntaron cortes generales, en que alzaron los estandartes de aquel reyno por el infante don Fadrique: sin embargo don Jayme su her mano casó con la nueva esposa, las bodas se celebraron en Villabeltran por el mes de octubre. Doña Isabel con quien antes se desposára, fue enviada a Castilla. Publicóse un edicto en que mandó á los sol

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