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§. 74.

Monitorio contra los Obispos de Canarias y Lugo. - Batalla de San Quintin y sus consecuencias para lograr la paz.

Era Melchor Cano muy querido de Felipe II y de la Real familia. Su padre, buen jurisconsulto. se había metido fraile francisco y era confesor de la Infanta. Él misino exhortó á su hijo á escribir su gran obra de Locis Theologicis, en la que deplora su muerte en Viena de Austria. De paso para allá había el padre franciscano abrazado en Trento á su hijo dominico durante su estancia en aquella poblacion y en la segunda época del Concilio, en que brilló mucho por su grande, sólida y clara doctrina. Por desgracia, la impetuosidad de su carácter y vivacidad de su genio algo cáustico le habían atraido grandes enemistades. Su odio contra los Jesuitas rayaba en fanatismo: su emulacion con Carranza había dividido en bandos la provincia de Castilla, que por ser la más antigua en la Península se apellidaba de España por antonomasia.

Hase llegado á dudar si al cabo fué consagrado; pero hay ya documentos que acreditan que tomó posesion y cobró las rentas, pero que no llegó á residir y que renunció el obispado.

En Roma no fué difícil hacer creer las hablillas que corrían contra él y pintar con feos colores sus dictámenes sobre la exencion de los Cabildos y guerra contra el Papa. Así que en el Monitorio de Paulo IV contra Melchor Cano y el Obispo de Lugo se ve claramente la calumnia, pues habiendo dicho éste que era cosa muy fea lo que había hecho el Papa en quitarla, no cmbargante que de su poder no había que hablar (esto es, que era indudable que podía hacerlo), en el Monitorio se le achacaba haber sostenido que se podía cobrar, á pesar de la prohibicion (1).

El Cardenal Pacheco, Obispo de Sigüenza, residente in

(1) Publicè prædicare Antechristum venisse et praticam (platicam?) in ecclesia Segoviensi contra auctoritatem, potestatemque Summi Pontificis facere ausum fuisse... super concessione quarta partis fructuum, eo quod a Casare acceptatum fuisset, revocare non potuisse. Lleva el monitorio la fecha de 21 de Abril de 1856. El aviso del Obispo de Sigüenza es de 1.o de Mayo.

Curia, avisó lo que pasaba, y que se llamaba al Obispo de Lugo y á Fray Melchor Cano, á quien ni el Cardenal ni el Papa llaman Obispo de Canarias. Si hubiera ido á residir no le hubieran desconocido como tal, y se hubiera ahorrado muchos disgustos, puesto que el Rey mismo le exhortaba á que fuese. El Cardenal Silicéo, á quien vino el Monitorio, lo remitió al Cabildo de Salamanca para que lo intimara. El Consejo, sea por aviso de Cano ó del Cardenal de Sigüenza, propuso (7 de Julio) que se retuvieran y se prohibiese á los dos citados salir de España. «Razon tan injuriosa y de nota como la que se fizo, se paresce bien averse tenido fin como en todo lo demas y apretar este negocio por todas vías y en la cabeza y ejemplo de los llamados poner temor á los otros... y que allende de ser cosa ordinaria en estos reynos, no permitir el efecto de semejantes breves, mandándolos traer originalmente, y mandando á los citados no salgan del reino.»

Dios en su alta sabiduría dispuso mejor las cosas. Despues de varias vicisitudes el ejército español é inglés, al mando de Filiberto de Saboya, derrotó en San Quintin al ejército francés (10 de Agosto de 1557), quedando prisioneros varios generales y nobles de Francia. El Duque de Alba, á quien había querido burlar Cárlos Caraffa, se preparaba á dar el asalto á Roma, á pesar del Duque de Guisa y el ejército francés, cuando éste recibió órden de regresar á Francia, desguarnecida por la pasada derrota. El Papa despidió al de Guisa con palabras muy duras pero poco justificadas (1), pues él tenía la culpa de que los franceses hubiesen roto la tregua.

Los Cardenales suplicaron al Papa hiciese la paz. Hizose en efecto, y el Duque de Alba devolvió todas las plazas que tenía ganadas: entró en Roma de paz y besó el pié del Papa por mandato del Rey, pero á disgusto suyo. El Papa, vencido, ganó más que si hubiese salido vencedor. Absuelto Felipe II ya no había por qué perseguir á Melchor Cano.

(1) Idos... habeis hecho poco por vuestro soberano, menos por la Iglesia: nada absolutamente por vuestra honra.»

(1) Es fama que el duque dijo con gran altanería á los Cardenales, ántes de entrar, que de mejor gana hubiese llevado al Papa á Bruselas, á que le besase la mano al Rey de España. ¡ A tales ódios y desmanes dió lugar el funesto nepotismo de Paulo IV !

TOMO V.

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§. 75.

Muerte de Paulo IV: exclusiva en el Conclave.

El funesto nepotismo de Paulo IV fué muy perjudicial á la Iglesia, y eso que la gran piedad de Felipe II hizo que no tuviese todas las consecuencias que quizá produjera si chocara con otro Rey ménos católico. De hipócrita y fingidor de santidad trata á Paulo IV el Sr. Sandoval, Obispo de Pamplona. Cantú apenas se atreve á juzgarle: otros muchos españoles y extranjeros le maltratan á porfía, y las apologías no satisfacen. Decir que defendía la independencia de Italia, ni es cierto, ni le autorizaba á valerse de medios espirituales para fines temporales. Digamos francamente que el Papa no es infalible en política, y que Paulo IV se equivocó lastimosamente; pero que Dios le concedió reparar ántes de morir sus extravíos con oportuno y sincero arrepentimiento. No ha sido Paulo IV el único virtuoso á quien se le fué la cabeza por subir á gran elevacion: dichoso él si no pasara de Arzobispo de Theati. Prefiero juzgar de él con el piadoso Illescas, que despues de acusar sus excesos, culpando á sus sobrinos y salvando sus intenciones, vuelve por el honor del Papa refiriendo su santa muerte y sincero arrepentimiento (1).

«Tomóle la muerte á Paulo en muy buena coyuntura, porque como ya había echado de sí á todos sus deudos y á todos los que le traían engañado, habíase vuelto á sus buenas y santas costumbres, y ya no entendía sino en reformar su córte y áun su propia casa, y en castigar los pecados públicos... Relaxó asimismo muchos tributos y gabelas que sus malos consejeros le habían hecho inventar. >>

Despues de añadir otras cosas en elogio de su inculpable vida antes de ser Papa, pues no le tuvo Illescas por hipócrita, como Sandoval, sino solamente como engañado, añade: «Fué dichoso cierto con haber caido en la cuenta del engaño en

(1) Illescas, que tenía un hermano secretario en Valladolid, debió ver el memorial de agravios contra Paulo IV, pues cási lo extracta al hablar de éste.

que le traían sus parientes, y dichosísimo en que le tomase la muerte en tan buen estado y en tiempo que ya por su medio los Reyes quedaban en toda paz y sosiego y la república cristiana en buenos términos, para que con la quietud en lo temporal se pudiese proseguir el negocio de la Religion, llevando al cabo el Santo Concilio. Murió Paulo IV á 15 dias del mes de Agosto del año de 1559.»

El Conclave para la eleccion de sucesor fué largo y laborioso, pues duró cuatro meses. Como se había puesto en tela de juicio la validez de la eleccion de Paulo IV (1) y se vieron los funestos resultados de ella por su intemperancia contra España, los Cardenales creyeron conveniente escuchar los votos de los Príncipes, que consideraban á varios de los electores como enemigos declarados de su país, y que por tanto se oponían enérgicamente á la eleccion de los politicomaníacos. Porque, á la verdad, ¿cómo podía Felipe II dejar de oponerse á la eleccion del inmoral é indigno Cárlos Caraffa, causante de todas las desgracias en el Pontificado anterior? Es cierto que los Cardenales no le hubieran elegido; pero Felipe II debía prever y combatir, por bien de la Iglesia y de España, hasta la posibilidad de que se le eligiera. Mas á su vez el Emperador de Alemania y el de Francia se quejaban de la hostilidad y politicomanía de otros Cardenales, que consideraban como adversos; y de aquí tambien sus protestas contra ellos. De ahí vino á surgir el derecho llamado de exclusiva en su desconocido origen. En vano se ha buscado por los archivos el supuesto privilegio en que se concedía esto á los Reyes de España y Francia y al Emperador de Alemania. No hay tal Bula ni concesion, ni consta que ningun Papa lo haya sancionado. Está basado solamente en un mero derecho consuetudinario, frecuentemente tolerado por el Colegio Cardenalicio y no siempre practicado del mismo modo (2).

Por esta vez triunfó en el Cónclave la influencia del Em

(1) En el memorial de agravios presentado por el Consejo contra Paulo IV se habla de estas nulidades.

(2) En la Biblioteca de la universidad de Salamanca encontré un dictámen del P. Martinez, jesuita español, catedrático del colegio romano, en que explica así el origen de la exclusiva. Publicóse en las Revistas de Jurisprudencia y la Cruz.

perador y del Rey de España, siendo elegido el Cardenal de Médicis Juan Angelo, afecto á éstos, como que había debido muchos favores á Cárlos V.

<< La primera cosa notable que Pio hizo fue prender al Cardenal Carlos Garrafa y al Duque Paliano, su hermano, por muchos y enormes delitos que se les averiguaron á uno y al otro, y principalmente por las cosas escandalosas que al Papa Paulo, su tio, habían hecho hacer. Al Cardenal hizo darle garrote en el castillo de Santángelo, y al Duque cortarle la cabeza públicamente en Bancos, y restituyéronle á Marco Antonio Colona sus bienes. Por haber puesto á disposicion del Rey de España dos galeras pontificias, que antes habían estado al servicio de Francia, estuvieron para decapitar al Cardenal Camarlengo, y tuvo el Rey que devolverlas porque no le dieran garrote en el castillo de Santángelo, como deseaban hacerlo, sin pensar que con eso firmaban para sí igual trato cuando muriese su tio.

Dicese que más adelante se revisó su sentencia y se les declaró inocentes. Esto es muy fácil cuando se han olvidado los agravios, cambiado la política y vuelto á la influencia ciertas familias prepotentes. La historia, que no siempre se aviene con los fallos de los tribunales, suele volver á condenar á los reos y á los jueces que los absolvieron (1). De todos modos, por lavar la mancha de un Cardenal infame se mancha la fama de un buen Pontífice como Pio IV; pues si los Caraffas eran inocentes, la sentencia del Papa Pio IV fué inícua. Elíjase entre ellos y éste.

El Conde de Beaufort, escritor imparcial y católico (2), despues de referir las intrigas de aquellos contra España, dice: «Los Caraffas cerraron la lista deplorable de los sobrinos de los Papas que trastornaban el estado de la Iglesia, y á veces la Europa por subir á la cumbre de los honores.»

(1) El fiscal Pallantier, que pidió la excomunion y destronamiento de Cárlos V y Felipe II, se dice que fué el que luégo pidió la pena capital contra los Caraffas á quienes había servido como dócil instrumento. (2) Historia de los Papas, tomo V de la traduccion española: página 104.

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