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tre otras cosas el César para sí que le ayudasen estos reinos en cien mil ducados de contado. Respondió el rey Católico que no se podia otorgar con esta demanda, por cuanto el patrimonio real se hallaba empeñado en ciento ochenta cuentos. Cosa maravillosa, las rentas no eran la mitad que al presente, las empresas las mayores que tuvo jamás España y las guerras; vencieron á los portugueses, ganóse el reino de Granada, abrióse la carrera de las Indias, las costas de Africa, reinos de Navarra y Nápoles conquistados, fuera de sosegar el rei

los ricos; así lo hizo Alejandro Severo en Roma, de que ha sido siempre muy alabado. Hágase así sobre tapicerías, imaginerías y telas de toda suerte que viene de fuera; porque o no vendrian, 6 dejarian al rey parte de las grandes ganancias que sacan de España. No me quiero extender mas en este punto que tengo tratado mas largo De reg. et reg. institut, lib. ni, cap. 7.o; solo añado que sin duda de cualquiera de estos arbitrios por sí se sacarán mas intereses que los doscientos mil ducados que promete cada un año el papel impreso que yo he visto en favor de la moneda de vellon, y aun no solo la ayudano y de las otras guerras de Italia, en que siempre se tuseria mejor sin ofension del pueblo, antes gran agrado de la gente y ayuda de los pobres y miserables. Si alguno dijere no es maravilla si de presente se acude al arbitrio de que tantos reyes de Castilla, como de suso dijimos, se ayudaron; podriamos responder que las rentas reales eran diferentes, no tenian alcabalas ni Indias ni millones ni estanques ni cruzadas ni subsidio ni maestrazgos; los aprietos eran mas graves; los moros á las puertas, debates y guerras con los reinos comarcanos, los ricos hombres alborotados; al presente todo sosegado dentro, en lo de fuera no me quiero embarazar. En Francia el rey Francisco, el primero de este nombre, el año de 1540 bajó los sueldos, moneda muy usada en aquel reino, como nuestros cuartillos ó tarjas; pasó en esto adelante el rey Enrique, su hijo, que la añadió mas liga, y aun su nieto Cárlos IX la bajó de ley y de peso; las apreturas eran grandes á la verdad; sin embargo, los daños tan graves por esta causa, que no tienen ni tendrán que llorar duelos ajenos, alterada en gran parte la religion, la gente pobre y consumida y forzada en gran número á desterrarse de su tierra y entrarse por puertas ajenas. No dejaré de acordar aquí lo que en mi Historia refiero, lib. xxix, tít. 21. Tra taba el emperador Maximiliano y el rey Católico de con. certarse sobre el gobierno de Castilla, que ambos pretendian por la muerte del rey archiduque don Felipe y la dolencia de su mujer la reina doña Juana; pedia en

vo parte. Con todo eso se queja el buen Rey de estar empeñado en quinientos mil ducados; como tan discreto media el gasto con el recibo, y no queria pasar un pié adelante. Ni basta responder que los tiempos están mudados, sino los hombres, las trazas y las costumbres y el regalo, que todo esto nos lleva á tierra si Dios no pone la mano; esto es lo que yo entiendo, así en este punto como en todos los demás que en este papel se tratan, en especial acerca del principal, que es este arbitrio nuevo de la moneda de vellon, «que si se hace sin acuerdo del reino, es ilícito y malo », si con él, lo tengo por errado y en muchas maneras perjudicial. Si acierto en lo que digo, sean á Dios las gracias; si me engañó mi buen celo, merece perdon, que por alguna noticia que tengo de cosas pasadas me hace temer no incurramos en graves daños, que con dificultad se pueden atajar. Si alguno se desabriere de lo que aquí se dice, advierta que no son peores las medicinas que tienen del picante y del amargo, y que en negocio que á todos toca, todos tienen licencia de hablar y avisar de su parecer, quier que sea errado, quier acertado. Yo suplico á nuestro Señor abra los ojos á los que ponen las manos en el gobierno de estos reinos y los dé su santa gracia, para que sin pasion se dejen convencer de la razon, y visto lo que conviene, se atrevan á ejecutarlo y aconsejario.

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DISCURSO

DE LAS

COSAS DE
DE LA
LA COMPAÑÍA.

Quem librum, qui legat, et hodiernum Hispaniae statum non ignoret, abesse haud quamquam possit quin MARIANAM divinum hominem fuisse agnoscat (qui, ea quae hodie Hispania experitur, tanto ante ut vales cecinerit, vel certè prudentiam genus divinationis esse intelligat. (BERN. GIRAL. in Apol. pro Senat. Venet. Edita an. 1634.)

ARGUMENTO.

1. Mi intento es, con la gracia de Dios, nuestro señor, poner por escrito en este papel, lo primero la manera de gobierno que tiene esta nuestra congregacion, lo segundo los yerros muchos y graves que en él intervienen, lo tercero los inconvenientes que de ellos resultan, lo cuarto los medios que se podrian tomar para repararlos y para atajarlos. Bien veo la dificultad y riesgo á que me pongo y que no todos aprobarán este asunto. Donde quiera á la verdad la mayor parte de la gente es vulgo, que como tal pone los ojos en lo presente sin cuidar mucho de lo de adelante.

2. Además de que en toda congregacion tiene gran fuerza la costumbre. Todos quieren ir por el camino trillado sin reparar en otros inconvenientes; si hay pantanos, procuran pasarlos como pueden; si cuestas, subillas aunque sea con sudor y fatiga; de pocos es mirar si se podria echar por otro camino mejor. Sin embargo, confio hay personas deseosas de acertar, que comienzan á barruntar y aun á entender claramente no es oro todo lo que reluce y parece tal, y que en nuestro gobierno hay cosas y puntos en que se puede reparar y de que resu'tan daños y inconvenientes, los cuales procuraré yo poner con tanta claridad, que ninguna persona de juicio sosegado y capaz deje de confesar la verdad.

3. No será necesario encargar al que leyere estos papeles se deje de juzgar de las intenciones, que es reservado á solo Dios, y que mire las cosas por sí mismas para hacer juicio acertado. Si todavía quisiere pasar mas adelante, puede pensar que el que esto escribe es

una de las personas mas antiguas de esta religion'y que mas sin tropezar ha pasado su edad, cosa semejante á milagro entre tantos alborotos como entre nosotros han pasado, y que no querrá al cabo de su vida mancillarla con hacer cosa que no deba y por donde Dios sea ofendido y que cause perjuicio á su misma religiou.

4. Item, que este negocio y avisos los tiene pensados y aun tratado de muchos años atrás con las personas mas graves de la Compañía, en particular y en juntas y congregaciones, y que si de presente no fuere el fruto el que se desea, podria ser que en ocasion aproveche saber las causas por dónde se encaminaron los daños que resultaron y lo que una persona por quien tantas cosas pasaron y que tantas provincias y libros vió, sintió de la manera y traza con que al presente nos gobernamos.

CAPITULO PRIMERO.

Que puede haber yerros.

5. Nadie se puede maravillar confesemos que hay yerros y faltas en nuestro gobierno, ni escandalizarse por ellos; tal es la condicion de nuestra fragilidad, que va á ciegas en muchas cosas. Extienda quien quisiere los ojos por todo el mundo y verá que donde quiera y en todas partes de él hay faltas y quejas. Esta comun falta tiene mas fuerza en los principios, en que todos los que comienzan á ejercitarse en algun arte siempre hacen borrones; el que aprende á escribir, pintar ó tañer ó cualquiera otro ejercicio. Homero dijo que siempre los mozos, es á saber, los que comienzan, son necios, y en particular de las artes dijo Columela que casi son las pri

meras de su obra: Usus et experientia dominantur in artibus, neque est ulla disciplina in qua non peccando discatur.

6. Esto que se halla en los particulares pasa lo mismo en las congregaciones, que cuando están en su niñez y como en pañales cometen yerros que el tiempo y la experiencia deben corregir y quitar; porque dado caso que el instituto y manera de vivir en comun sea bueno é inspirado de Dios, como quiera que las leyes particuJares queden por la mayor parte á la prudencia del fundador y de los que le succedieren, y esta de ordinario sea muy corta, como lo dice la sagrada Escritura, puede faltar y falta mas á los principios. Esto tiene aun mas fuerza en nuestras leyes; porque, como se dirá en su lugar, mas salieron de la especulacion que de la práctica, fuente caudalosa de yerros y cegueras. Sobre todo, que las demás religiones siempre tuvieron otras que imitar, casi todas, y á que arrimarse con su manera de vivir y por cuya huella se encaminaron para llegar al fin que pretendian sin temor de errar; mas los nuestros siguieron un camino, aunque bueno y aprobado de la Iglesia y muy agradable á Dios, como lo muestran los maravillosos frutos que de esta planta se han cogido, pero muy nuevo y extraordinario; traza muy sujeta á tropiezos, á la manera que los que caminan por arenales y por desiertos, donde no se ven pisadas ni camino, corren gran peligro de perderse y de no llegar al fin y paradero de su jornada.

7. Esto sospecho yo fué la causa por que casi todas las demás religiones en sus principios se arrimaron á alguna de las reglas antiguas de San Agustin, San Benito, etc.; tiene esta dificultad mayor fuerza en nuestra congregacion, por cuanto de propósito muchos de los nuestros, por no parecer frailes, se han apartado del todo de las costumbres, reglas, ceremonias y hasta de los vocablos que usan todas las demás religiones, de que por ventura, salvo su instituto, se pudieran aprovechar con humildad y ayudar.

8. No pretendo en este papel revelare oculta dedecoris; pues está claro que las faltas de mi madre forzosamente me han de causar vergüenza y pena, pero será el daño doblado si por excusalla no se descubriesen al médico las llagas para que se ponga el remedio antes que se encanceren y se hagan del todo incurables.

CAPITULO II.

De las dificultades que hay en remediar estas faltas. 9. Si es cosa fácil caer en yerros y faltas, en especial á los principios por las razones que quedan apuntadas, muy mayor es la dificultad que se halla en reparallas. Yo tengo por cierto género de ventura acertar en la fundacion de una congregacion y comunidad; porque lo que al principio parece bueno, la experiencia suele mostrar que es dañoso para adelante y que es forzoso retirarse por una parte, y por otra muy dificultoso el hacerlo, por no decir imposible, mayormente cuando el gobierno se reduce de todo punto á una cabeza, como se hace en nuestra religion.

10. Declaro esto: Las cosas del gobierno son escuras y varias, y de cualquiera camino que se tome resultan convenientes y inconvenientes. La prudencia pide que se abrace lo que tuviere menores daños y que se mire adelante, que los tiempos no son todos unos y lo que hoy reluce mañana desluce; pero como todo esto es tan dificil de averiguar si el que tiene el gobierno tan independiente y absoluto como nuestro general escoge un camino por el mas acertado, será muy dificultoso hacérsele dejar, aunque de verdad vaya errado; la causa es que cada cual favorece su opinion y la tiene por mas acertada.

11. Además de esto, arrímansele otros muchos y los mas; unos por ser del mismo parecer, otros por agradarle, muchos por no tener ánimo para contradecir y contrastar á lo que su superior se inclina, sea por vivir con ellos en paz, sea por no señalarse y desabrir á quien sobre ellos tiene tanto poder y mando. Dejo las pretensiones de conservarse en los oficios los que los tienen y de alcanzarlos los que los desean contra escuadron tan grande y tan cerrado como este ¿quién se atreverá? Quién se adelantará? Si bien fuere un san Pablo, siempre le tendrán por extravagante, por inquieto y perturbador de la paz.

12. Dirá alguno que siempre la razon tendrá su vez y su lugar; eso seria si las cosas del gobierno fuesen tan claras como las demostraciones. Todas ellas, ó las mas, son escuras y que sobre ellas se puede disputar. Pues en las tales bien se echa de ver si uno ó pocos que salen de través podrán prevalecer y convencer á tan gran número de contrarios, armados del poder y asistencia del general y de los demás que están puestos en los cargos, por donde me persuado será milagro atajar los daños hasta tanto que la agua llegue á la boca y que no se pueda pasar adelante, ni aun por ventura volver atrás, por estar todo desquiciado y estragado.

13. Es cosa averiguada que pocos hombres se gobiernan por providencia y los mas por pura necesidad; esto tiene mas fuerza en las comunidades, por ser tantas las cabezas y andar apoderados del gobierno, no los mas capaces, sino los mas entremetidos. Pongo ejemplo: Todos los profesos se debian hallar en las congregaciones provinciales; vieron graves inconvenientes, mudóse de parecer. Item, los profesos no estaban á obediencia de los rectores no profesos; comenzaron los profesos á no ser tan pacíficos ni el rector tan respetado; fué forzoso alterar esta constitucion. Lo tercero, los coadjutores espirituales debian de ser los rectores; experimentóse que los hombres doctos no llevaban bien ser gobernados por los indoctos; la costumbre, en contrario, tiene mudado del todo este punto. Lo cuarto, los coadjutores temporales, conforme al instituto, debian andar en hábito seglar de legos; comenzáronse ellos á amotinar; por ser muchos fué forzoso condescender. De suerte que todo lo que del instituto vemos alterado, que no es poco, todo ha sido por no poder pasar adelante y no por providencia.

14. Sospecho yo que como estos puntos se han alte

rado por ser claros y palpables los inconvenientes y no poder llevar adelante lo que las constituciones mandan, así puede haber otros que acarreen no menos daños, y por no ser tan claros, aunque mas hondos, se lleven adelante, y en los tales entiendo que es muy dificultoso el remediarse, repararse y atajallos; y así, que es manera de ventura acertar al principio á dar en el blanco y echar por el buen camino, que si una vez se yerra, con gran dificultad el yerro se repara, á la manera que una casa al principio mal trazada ó mal cimentada, por mas que despues la muden y desenvuelvan, nunca del todo se repara el primer daño. Peligro que obliga á los que fundan de nuevo á ir con mucho tiento y arrimarse, en cuanto ser pudiere, á los antiguos, á lo menos llevar siempre la sonda en la mano para no dar en alguna roca ciega ó en algun bajío donde se rompa el navío y todo se pierda.

15. Para entender mejor esto considero yo que muchas religiones se han levantado en la Iglesia en diversos tiempos, todas con grande fervor y no menor que la nuestra; de estas, unas se han conservado largo tiempo, otras se estragaron breve; creo yo que la causa de esta diferencia fué acertar las unas en su gobierno y echar por buen camino, y las otras por otros senderos en que se perdieron. Añado que entre las religiones que han seguido diverso camino del nuestro, que han sido todas de las que noticia se tiene, algunas se han conservado y aun muchas; mas no veo que tengamos noticia alguna siquiera de una que haya acertado por el camino tan particular como nosotros seguimos; que si alguna lo probó, como pudo ser y de ello tenemos rastros, todas, sin faltar alguna, lo dejaron y tomaron otro diferente, lo cual no se dice para poner dolencia en esta manera de vida, sino para advertir que debemos proceder con recato, sin arrojarnos á pensar ni á decir que en todo acertamos y que en ningun punto de buen gobierno hemos errado.

CAPITULO III.

De los disgustos que hay en la Compañía.

16. Cosa averiguada es que los hombres no conocemos las cosas por sí mismas de ordinario, antes por los efectos que de ellas proceden; gobernámonos por los sentidos, y por lo que á ellos es manifiesto pasamos al conocimiento de sus causas. Cuando la campana del reloj no da á sus tiempos las horas ó la mano no las señala conforme á lo que el sol pide, luego entendemos que hay daño en lo que no se ve ni se oye, que son las ruedas del reloj. Lo mismo digo del pulso del doliente, del color y de otros malos accidentes, que por estos se entiende y conjetura hay humores malos y crudos en el estómago. Es así, que muchas veces me he puesto á considerar de dónde han procedido y proceden tantos disgustos como de algunos años á esta parte se han visto en la Compañía, en quien se veia tanto gusto y union entre todos, que parecia, y lo era, un paraíso en la tierra. Y tengo por cierto que este daño tan notable no viene de los superiores, que antes son siervos de Dios y tan sua

ves, que antes se peca por esta parte que por rigor. No creo tampoco que sea la causa de esto la imperfeccion de los súbditos, porque dado que donde quiera hay gente imperfecta y puede ser haya pretensiones y ambiciones secretas que desasosieguen; pero considero que al principio habia tambien imperfectos y no menos en su tanto que al presente, y que estos disgustos no los tiene quien quiera, sino algunos de los mas virtuosos, y que por lo que se puede ver no pretenden ni descan cosa alguna.

17. ¡Válame Dios! ¿De dónde pues proceden estos disgustos? No de falta de lo necesario, que en salud y enfermedad se acude á todos con mucha caridad; los trabajos son mas medidos que al principio por ser mas la gente; las comodidades en todo mayores que nunca; y el fin principal que pretendemos cuando tomamos esta manera de vida, que es vacar á Dios y salvar nuestras ánimas, á ninguno por cierto esta comodidad falta. Pues entre tantos bienes y regalos de Dios ¿qué es lo que punza y duele?

18. Ofréceseme que como la Compañía todavía es tierna, nos acontece á los que en ella estamos lo que á los niños cuando adolecen, que preguntados por sus madres qué les duele, si la cabeza, si el estómago, no saben mas que quejarse y llorar, sin declarar ni responder otra cosa. Así, entre nosotros vemos y sentimos el dolor, mas no lo sabemos entender ni declarar qué es ni de qué procede. Yo gran sospecha tengo que efectos tan malos proceden de algunos yerros secretos que se cometen en el gobierno y que esta es la razon y raíz de las amarguras que experimentamos, que en nuestras trazas hay algunos paralogismos, de que resultan tan malas consecuencias.

19. Mírese si por ventura es falta de justicia por no repartirse los cargos á los mejores, sino á los mas confidentes, aunque tengan mil alifafes y pocas partes ó ningunas. Si falta castigo para los malos y disolutos, de que se podia decir mucho. Si haber perseguido y maltratado algunos hombres de bien, algunos, digo, y no muchos. Si falta de premios, que no los hay para los buenos, como se dirá adelante. Si en el gobierno fundado en sindicaciones, que es una hiel derramada por todo el cuerpo, que le atiricia, porque nadie se puede fiar de su hermano que no haga oficio de malsin y quiera á costa ajena ganar gracias con sus superiores y mas con el general.

20. Mirese si procede este dolor de alzarse el general y tres ó cuatro en cada provincia con el gobierno, sin dar parte á los otros, aunque sean personas de las mas graves y doctas que haya en la Iglesia; mírese si nuestro fundador y los primeros generales siguieron este estilo, ó si puede dar contento tratamiento semejante; mirese si nuestro padre general que hoy es se quiso-autorizar demasiadamente, y mas al principio, con desdeñar á los mas antiguos, escribiéndoles cartas con estilo seco y con desden, que fué grande impropriedad por muchas

razones.

21. Menudencias son estas, ya lo veo; pero de pequeños arroyos y aun de gotas se hacen las crecientes de los rios, y de pequeños disgustos, que son ordinarios,

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