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inevitables efectos de la reforma. Todo fué inútil: las Córtes se vieron obligadas, como se dirá mas adelante, á reprimir con actos de vigor los audaces intentos de la liga, la cual esperaba conseguirlos todos, si lograba disolverlas pronto, fuese como fuese.

No fueron menores las consideraciones que se observaron con el clero siempre que ocurrió tratar materias pertenecientes á su estado. Las Córtes, hasta la época de que se va hablando, no solo no habían hecho la menor reforma en el inmenso establecimiento de la iglesia, sinó que, respetando su autoridad temporal, todas sus immunidades, riquezas y privilegios, dejaron espresamente para cuando se presentase el proyecto de constitucion, el arreglo de cualquiera punto que conviniese alterar. Para este caso, medios legales tenía de oponerse en las mismas Córtes donde jamas había conseguido entrada el clero inferior. Y, á no estar ciego de ambicion y fanatismo, no podía desconocer cuánto le importaba aparecer moderado en sus pretensiones, ilustrado y prudente en contradecir reformas, no solo justas sinó reclamadas en todos tiempos por muchos y muy respetables varones dentro de su mismo estado.

Por desgracia no tardó en dar públicamente nuevas pruebas de no estar dispuesto á seguir esta conducta. Varios obispos de la península se habían refugiado á la isla de Mallorca, huyendo del compromiso en que se consideraban, permaneciendo en sus iglesias. Desde este asilo dirigieron de comun acuerdo una instruccion pastoral al clero y pueblo de sus diócesis, que imprimieron y circularon con estraordinaria profusion y diligencia, sin haber comunicado siquiera su intencion á la regencia del reino, como lo exigía el miramiento debido á la autoridad encargada y responsable de la tranquilidad pública en aquella situacion tan crítica

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tan peligrosa. La pastoral era una declamacion acerba y llena de pasion, cuyo designio no se podía ocultar á nadie por las circunstancias en que aparecía.

Tres años iban corridos desde que Napoleon había, no reformado, no modificado, sinó abolido la inquisicion, suprimido totalmente las comunidades religiosas, y sujetado al clero secular de las provincias ocupadas por sus tropas, al régimen proconsular de sus gefes militares, sin que los obispos refugiados hubiesen recurrido á este medio para atajar el mal, y confirmar en

TOM. II.

C

la fe á sus ovejas. Dirigirse ahora al clero y pueblo de sus diócesis, que se hallaban en poder de los enemigos, diciéndoles, que la iglesia estaba ultrajada en sus ministros, combatida en su disciplina, atropellada en su inmunidad y fundamentos, atacada en su doctrina con otras esclamaciones no ménos capaces de sobrecoger á los incautos y pusilánimes que de irritar á sus crueles opresores; provocar á estos y enfurecerlos todavía mas, cuando ellos no habían querido arrostrar el peligro personal de permanecer al lado de su grey, no obstante que su ministerio era la carrera de la persecucion y del martirio, se oponía demasiado á las reglas mas comunes de discrecion Ꭹ de prudencia para que se desconociese el objeto de una composicion tan desacordada.

La pastoral era un rayo lanzado contra las Córtes, y su título una mera evasion preparada con todo artificio para eludir la responsabilidad de sus autores; bien persuadidos de que sus declamaciones no podían tener significado, ni servir ya á ningun propósito, no haciendo aplicacion inmediata y directa á los sucesos coetáneos. En realidad esta incendiaria homilía era como él eco del grito de alarma que habían dado

en las Córtes algunos clérigos diputados, pidiendo que se restableciese la inquisicion, y por eso correspondían con tan piadoso celo los prelados retraidos en Mallorca, clamando arrebatados de santo furor por la cooperacion de aquel tribunal de sangre y esterminio. Este hecho es demasiado importante en la reforma constitucional para omitir aquí su orígen.

Habiendo un periódico * de Cádiz recomendado el desprecio de la muerte á los que peleaban en defensa de la patria, un diputado le denunció á las Córtes. Señalado por la ley de la libertad de imprenta el curso de estas acusaciones no debía el congreso mezclarse en este negocio. Por desgracia era entonces presidente † un eclesiástico recien llegado de América, que ademas de profesar todas las doctrinas ultramontanas, conocía mal el reglamento y práctica de las discusiones. Así, consintió que algunos diputados, enardecidos contra el periódico, le declarasen impío y grandemente injurioso á la religion, que inducía al ateismo y materialismo, con otras calificaciones no mas

La Triple Alianza.

+ Don Antonio Joaquin Pérez, diputado por la provincia de la Puebla de los Angeles en nueva España.

circunspectas y piadosas, y que jamas dejan de producir el efecto á que entonces se aspiraba. No contento el presidente con tolerar tan incongruente controversia, olvidando la circunspeccion con que debe proceder el que dirige un congreso numeroso y agitado, y desconociendo del modo mas lastimoso, las circunstancias políticas de la península, propuso que: "Sin per

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"juicio de las penas civiles se remitiese el "número del periódico denunciado al tribunal "de la inquisicion, para que reconocido usase "de las facultades á que prestase mérito, infor"mando á las Córtes, á la mayor brevedad." Es indecible con que exaltacion se arrojaron á asirse de la proposicion y sostenerla los acusadores del periódico por la utilidad que podía traer á su causa. Validos de la sorpresa en unos, y de la repugnancia que otros tenían á desairar al presidente, pesar de que este había hecho la propuesta en calidad de diputado, lograron arrancar una resolucion que estaba muy lejos de espresar el juicio y voluntad de las Córtes respecto á restablecer la inquisicion.

El editor del periódico acudió á las Córtes, ofreciendo esplicar el sentido de las espresiones denunciadas, allanándose ademas á cuanto el

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