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humano, recto y generoso? Cuanto mayor se quisiese suponer el influjo de un partido que aspiraba á conservar su dominacion por tales medios, no era por lo mismo mas urgente ¿ arrancarlo para siempre de sus manos, y precaver que la nacion volviese á caer bajo su intolerable yugo y tiranía? Y ¿quién no compadecería á una asamblea combatida al mismo tiempo por las artes y esfuerzo de un indómito é insaciable conquistador, encaprichado en someter el mundo con el terror militar al imperio de sus armas, y los ardides y astucia de una confusa bandería de fanáticos, y cortesanos, cubriendo con capa de religion su codicia, y su desenfrenada ambicion de oprimir y dominar?

Las Córtes sin embargo, inalterables en sus principios de moderacion y prudencia á fin de no tener parte en este monumento de ignominia y oprobio para la ilustracion y dulzura del siglo, y de respetar al mismo tiempo la libertad de todas las opiniones, declararon, segun la fórmula de costumbre, no haber lugar á deliberar sobre las proposiciones contra su bibliotecario. Treinta diputados que disintieron de esta resolucion, usando del derecho que les daba el reglamento, insertaron su voto contrario en las actas.

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ello no solo tranquilizaron su conciencia, sinó que dieron un público testimonio de su religiosidad y firmeza, si las creían comprometidas.

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Pocos dias despues se empezó á circular impresa una carta misiva en los términos siguien"Muy Señor mio; aunqué no hay por "ahora autoridad alguna que pueda juzgar á las "Córtes, no puede dudarse que, si quiere, podrá "la nacion exigir de sus representantes la res

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ponsabilidad de su encargo. Si esto se verifica, se hallará justificada la conducta de los "infrascritos sobre el asunto que espresa la proposicion del Señor Don Simon López, inserta "en el adjunto periódico, por que los treinta primeros insertaron su oposicion al acuerdo "del congreso en las actas de la sesion pública "de 20 de noviembre de este año. No obstante "esta precaucion, creen mancillado su honor "mientras que no conste á V. S. que no han

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podido evitar que continuara sirviendo á la “nacion en el encargo de Bibliotecario de las "Córtes Don Bartolomé Gallardo, autor del "Diccionario crítico-burlesco, censurado por mas de diez obispos con la nota de herético, ateista, subversivo, &c.-Dios guarde á V. S. "m' a'. Cádiz, y noviembre de 1812.-Dipu

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"tados que insertaron su voto en las actas." Aquí seguían sus nombres, con la espresion de la provincia que representaba cada uno; y los de nueve mas que, segun advertía la carta habían aprobado las proposiciones desechadas, aunqué sus nombres no constaban en el acta.

Denunciada en las Córtes esta carta como atentoria á su autoridad y á la libertad de los debates, el presidente y otro diputado, cuyos nombres aparecían en la misiva, declararon que no tenían directa ni indirectamente la menor participacion, ni aun noticia de su publicacion. Es inesplicable el sentimiento y disgusto con que oyeron las Córtes mas adelante la revelacion judicial de que era un diputado* el autor de tan repugnante superchería; y mas aun por ser eclesiástico constituido en dignidad, que no podía alegar en su defensa ignorancia, fanatismo, ni aun celo indiscreto, habiendo gozado siempre el concepto de ilustrado así en su ministerio, como en el carácter de escritor con que tambien era conocido.

La doctrina de esta carta no es tal vez lo que mas debe llamar la atencion. La malignidad con que procuraba su autor sobrecoger y seducir * Don Manuel Ros; despues obispo de Tortosa.

al incauto vulgo, haciéndole creer, con la artificiosa ambigüedad de las frases, que estaba dirigida por los mismos diputados, hace digna la impostura de los mejores tiempos de la compañía.

Este rasgo del encono y rabia de un partido implacable, unido á tantas otras pruebas de su furia teológica, acabó de convencer, aun á los diputados mas circunspectos y detenidos, que era necesario arrostrar una cuestion eludida tantas veces con el prudente fin de atraerle y obligarle á que por su propia reputacion renunciase á pretensiones incompatibles con el espíritu de la época. La comision encargada del espediente de inquisicion había concluido su trabajo; y muchos que veían en este tribunal la autoridad que apelaba la carta misiva para juzgar á las Córtes, creían que no se debía diferir mas ilustrar á la nacion sobre este establecimiento, examinando su origen, sus facultades, sus reglamentos y la influencia en el estado moral, político y administrativo de la monarquía. La importancia de esta discusion exige preferencia entre muchas otras cuestiones, graves ciertamente, pero que no pueden competir con el interes de aquella esclarecida controversia.

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La tempestad que empezó á levantarse con las tentativas para restablecer la inquisicion no se disipó porqué se remitiese el espediente al exámen de la comision de Constitucion. Esta providencia solo pudo suspenderla, mas no impedir que descargase con mayor estruendo y violencia, cuando se tratase directamente de este negocio. Para entonces estaban reservados los esfuerzos acumulados en el intermedio, y para entónces se temía con razon que la tormenta fuese desecha y causase estragos. La comision, no pudiendo dudarlo, se había preparado á resistir con vigor, segura del triunfo, al considerar la ilustracion que habían derramado sobre la materia muchos escritores, el estado de la opinion general, la sabiduría y firmeza del congreso.

Cuando la comision emprendío su trabajo todavía no estaba Madrid libre, de donde esperaba muchos materiales que necesitaba para que su dictámen comprendiese todos los documentos pruebas y noticias que se requerían, para que se formase idea exacta y cabal del orígen, progresos y actual estado de una institucion tan singular y famosa. Sin embargo había adquirido los principales, y durante la discusion todavía recibió nuevos y preciosos comprobantes que

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