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otras partes dize lo contrario, empezó á referir el órden de los Tratados del santo; y preguntó el número del capítulo que acotavan le refirió de memoria, y mandando traer se halló no avia semejantes palabras, sino las que el padre decia. Y a este modo le succedieron otros muchos casos que fuera cosa larga hablar de esta materia. Concluirla es con el modo de estudio que tenía en esta enfermedad última en que estando Perlático, y sin poder menear las manos para escrivir y revolver un libro, y con muchos dolores ordinarios estudiava como si estubiera bueno y sano y pedia á su compañero tal ó tal libro; y vez hubo que sobre una cosa que iba escribiendo le leyeron veinte auctores, y luego prosiguió dictando sumando y citando los auctores, y refiriendo sus dichos con tan gran puntualidad como si actualmente los estuviera leyendo. Por esta tan grande sabiduria fue estimado siempre sobremanera de toda suerte de gente, y de todos los Tribunales, Obispos, Religiones, Universidades y hombres doctos, pero en especial de los señores Virreyes que alcanzó y el Tribunal del Santo Oficio. Argumento es de lo primero el haberse aprovechado tanto el señor D. Luis de Velasco Virrey de estos Reynos del Parecer del P. Menacho que se sabe que en ninguna cosa ponía la mano sin su consejo, y en especial en calificación de servicios para dar rentas, y premiar beneméritos, que parece que eran propios hijos ó de sus deudos según estaba en ellos, por lo mucho que para este effecto avia leydo de historias y papeles de estos Reynos. Y el señor marqués de Montesclaros se ayudó tanto del consejo del Padre que apenas avia cosa que no se la enbiasse á consultar. En el Tribunal de la Sancta Inquisición era de tanta importancia su assistencia y parecer, que dijo un dia el señor Inquisidor Gaytan, que era visible la falta que les hacia el Padre Menacho en no acudir á él por su enfermedad, y que con faltar parescė avia faltado la misma piedad que tanto estima este Tribunal en sus calificaciones. Concluyo este punto de la capacidad del P. Menacho con referir en breve a lo que acudió mncho tiempo sin interrupcion. Leya en este colegio la Cáthedra de prima, resolvía casos dos vezes en la semana, acudía muy frecuentemente al Sancto Officio, y a las consultas de Provincia a que de ordinario le llama

ban. A las consultas que le hazian los señores Virreyes, y pareceres que de todo el Reyno le pedian. Y juntamente a predicar algunos sermones, y a otros ministerios de confesar, teniendo muchos penitentes de respeto, y en todo una tan grande rectitud de corazon que no le faltaba tiempo para

nada. "

"Con esta eminente sabiduría juntó muchas y admirables virtudes que le hizieron mas raro y eminente en los ojos de Dios, y de los hombres, y empezando por su humildad me atrevo á asegurar fue tan grande que con ella cubrió mas de lo que descubría en materia de sabiduría. Y con ser tan sabio no se fiaba de su propio parecer, antes en sus dudas llegaba a preguntar, y consultar a los que le eran inferiores. Y daba sus pareceres para que los viessen y corrigiessen con una verdad y llaneza tan grande, que se echaba de ver cuan bajamente sentia de si. "

"Estando un dia dictando á un hermano de Casa, discípulo suyo, una lección, parece se divirtió, y dijo: Borre eso que soy ignorante. Replicó el hermano: Y como dice V. R. esso sabiendo que le ha dado Dios tanta sciencia? Tomó el P. la mano, y con grande humildad, y verdad se puso a persuadir al hermano su ignorancia con razones, y que lo poco que sabia lo avia puesto Dios en él como en un sujeto inutil. Huía tanto las honras y los aplausos del mundo, que no te nia ratos mas pesados que los que se via obligado a gastar con personas de cumplimiento. Y assi llamándole un día el Sr. Marques de Montesclaros para que le ayudasse y aconsejasse, le dijo: Yo serviré á V. Exa en todo cuanto me mandare con solo se sirva hazerme una merced. Y offreciéndosela dijo el P.: "V. Ex me mande por escrito y no paresca yo en Palacio." Y assi es que si no era en caso muy forzoso no le llamaban, consultándole todas sus cosas por escrito. Cuando estaba en los actos literarios no reparaba en los lugares, dejando á los discípulos mayores tomassen los primeros, y las primeras réplicas, enseñando él mas con su silencio que otros con cuanto dezian. No hablaba palabra hasta que le viniese la vez de replicar, y parecía según callaba que no entendía que se trataba, pero sí replicava hablava tan altamente, y con tanta agudeza y modestia que su réplica daba

auctoridad á un acto. Apenas se le oyó decir probo evidenter; antes cuando tenia casi concluyente su argumento, el mismo apuntava la solución y la alababa como si fuera del maestro y sustentante. Estuvo un dia en acto capitular, a que se halló el S. Marques de Montesclaros en cierto convento de esta ciudad, y habiendo replicado todos a porfía, solo el P. Menacho calló, y siendo ya de noche y tratando de levantarse el auditorio, hizo silencio el Marques, y pidió al P. Menacho replicasse: escussose con que era de noche y estaba todo dicho: hicieron encender hachas, y porfiáronle por su réplica, y la hizo con la admiracion de todos que siempre. Nunca respondió a caso alguno que le presentassen sin estu. diarlo primero, y si alguna vez le importunaban con priesa decia: Esto se me offrece, pero no me fio de mi mismo hasta verlo. Con ser hombre de tanta auctoridad gustava del trato de los hermanos mas humildes, y con ellos se sentava en las quietes, y assuetos a hablar con una civilidad tan grande que de ordinario dezían que el P. Menacho era el alegría de la casa. Embiole una vez un doctrinero de este Reyno, discípulo suyo, quatro mil pesos para ayuda de imprimir algu nas obras suyas, con deseo de que saliessen a luz, y el P. se los volvió, diciendo que no era digno lo que sabia de imprimirse ni trataba de esso. Rehusó siempre el ser superior con grandissima instancia, y con tener la mano que tenia con los Virreyes no pidió cosa para un Hermano suyo, y preguntándole un dia el S. D. Luis de Velasco que como no le pedia para un Hermano que sabia tenia alguna cosa, respondió: Que el no tenia méritos para importunar a su Exa por cosa que le tocasse."

"Effecto de esta humildad fue la pobreza singular que ejercitó en su persona y aposento. Nunca tuvo curiosida alguna en su vestido, de ordinario era raido y roto, el vestido interior tan pobre que quando se venía a quitar un jubon era para caersele a pedazos de puro viejo. Siempre tenia pleytos con el ropero y su compañero quando habia de mudarse cualquier género de vestido, y no a muchos dias que fue nece. sario interviniesse el Superior para que mudase un bonete que avia dos años que traia. En su celda no tuvo mas que sus libros y algunas estampas de papel y una lámina que no

ha mucho le pusieron la estrañó. No se le halló despues de muerto cosa alguna curiosa ni relicario ni cosa que pudiera otro apetecer sino summa pobreza. Quando estaba en la fuerza de estimacion tenia aposento inferior y bien pobre para huir de gente que impertinentemente le buscaba y acudir mejor a sus estudiantes. "

"Era obedientissimo y tanto que en las mayores difficul. tades y repugnancias que sentia en su enfermedad, ó en otros cosas en mandándole el Superior lo contrario lo hazia con grandísimo gusto y presteza: y assi jusgando la obediencia que aunque estaba enfermo para cobrar salud era necessario salir a alguna parte fuera del lugar iva. Una vez fue a Quito que son mas de 300 leguas, y otras a Guamanga y otras partes, aunque pareciéndole impossible subir a caballo lo facilitaba todo la obediencia. En salud siguió la comunidad con notable puntualidad: solo tenia de exempcion el comer á la segunda messa por tener algun tiempo mas con que satisfacer á sus muchas ocupaciones, y jamas dejó de yr de noche y de dia al Refectorio, contentándose con ser un hombre de tan gran cuerpo con solo lo que davan á la comunidad: y todo el tiempo que estubo enfermo siempre que pudo iba al Refectorio a comer.

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"Y como el estaba tan sujeto a sus superiores en todo, se le sujetaban sus passiones tanto que parecía un hombre en quien Adam no avia peccado por la uniformidad de su semblante, y apacibilidad que con todos mostrava, teniendo siempre tanta paz con todos en todas las occasiones que jamas se vió que la perdiesse, y esto se puede testificar. En trecosas es adonde los que mas blasonan la suelen perder. La 1o es en el trato de pretendientes, que como los mueve tanto el interés importunan y affligen a aquellos de quien dependen, y como se sabia la mano que el P. tenia con los Virreyes y personas graves, todos acudian a el oyendoles con grande paz, procurándolos ayudar y remediar en sus dificultades y negocios, sin que jamás se notasse que ninguno de quantos trató uviese perdido su paz exterior. Y quanto mas pobres eran tanto mas los ayudava. Y assí quando algunos le vían tan flaco, y le topavan por la casa dezian: P. mio, yo soy aquel Pobre que oy come por su mano, y por lo que V. P. le

dió; mire en q. quiere que le sirva. Y se sabe repartió el S. D. Luis de Velasco por mano del Padre ochenta y quatro mil pesos de renta, tan justificadamente que fué con aplauso de todos. La 2a cosa en que mostró su paz es que ni en conferencias ni en lición ni en las dudas que se le preguntavan por sus estudiantes le vió hombre alguno impaciente o menos compuesto, antes con una serenidad de semblante que capti. vava y componía a todos. Y acudia con tanta puntualidad al officio de maestro que dejava las mas graves occupaciones por occupar el tiempo en repasar á algun discípulo sus questiones para algún acto, ó instruirle para algún argumentoY nunca por negocios que tuviesse y occupaciones mudó la hora de su licion previniendo no le llamassen a semejante hora, porque era su principal officio. La 3a cosa en que más mostró su paciencia fué en la larga y grave enfer medad de más de quinze años que padeció. Originose de una cayda que dió huyendo de un grande temblor que en esta ciudad ubo por Octubre del año de 1609, y a ella le fueron recreciendo tantos achaques que le vinieron a impedir de tal manera el uso de sus miembros que era fuerza para todo ayudarse de manos agenas, y solía algunas veces dezir que no avia miembro en todo su cuerpo que no le doliesse gravissimamente. Y en el era todo de mayor consideración por que con la enfermedad se havia privado del ejercicio del talento de las letras que Dios le havia dado. Tenía un notable deseo de vivir, y Dios le mortificaba con acrecentamiento de achaques, de suerte que en lugar de dar la vida le daba una muerte continuada. Y cuando vía á otros affligidos y a su misma madre que con el affecto de tal le lloraba, decia: Dios lo quiere assí, haré su sancta voluntad. Muchos actos de paciencia se pudieran contar con tan larga enfermedad adonde no faltan occasiones ya de soledad, ya de dolores, ya de falta de muchas cosas de gusto, pero en todas estuvo tan constante el Padre Menacho que solo decía: Dios lo quiere hágase su voluntad. En la última calentura de que murió se hizo llevar a la enfermería, y allí estuvo quinze días con tal paz, con tan gran silencio, tan puesto su corazón en Dios que no parecía possible que un cuerpo humano alcanzase tan gran constancia, y paciencia en sufrir tanto dolor, y

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