Imágenes de páginas
PDF
EPUB

reinos, frustró las lisongeras y dulces esperanzas que se habían concebido.

La muerte prematura que arrebató sucesivamente á los príncipes Don Juan y Don Miguel, hijo y nieto de los Reyes católicos, jurados ya ambos en Aragon y en Castilla, llamó al trono de los dos reinos á una infanta casada en pais estrangero. Esta funesta traslacion de la corona á una raza estraña, y sin haber tomado ninguna precaucion que asegurase la libertad contra el influjo de príncipes, nacidos y educados fuera de la nacion, produjo el gérmen de la discordia civil que sumió á España en un abismo de males, y con ellos, en la ignominiosa y dura esclavitud en que gimió tres siglos.

El breve reinado de Felipe el hermoso, bastó para escitar el descontento en todas las clases, y predisponer los ánimos á la funesta lucha que se declaró abiertamente algunos años despues. Si la firmeza del Rey católico, mientras administró en Castilla como gobernador, pudo reprimir los partidos, su muerte los dejó sin freno que los contuviese. Puestas, al fin, las riendas del gobierno en manos de un príncipe estrangero, jóven, inesperto y mal aconsejado, bien pronto se llenó el reino de disensiones disturbios, que

y

acabaron por dividir á la nacion en dos bandos. La alta nobleza con el clero superior, despues de promover activamente, con sus quejas y amenazas contra los ministros, el descontento y furia popular, separó sus intereses de los de las demas clases, y se adhirió abiertamente al partido de la corte. Mas feliz en la suerte de las armas venció á los que seguían la bandera de la libertad. No contenta con triunfar en el campo de batalla, y satisfacer ampliamente sus resentimientos, haciendo degollar sin forma de proceso á los gefes de sus adversarios, lo entregó todo á discrecion del rey, sin reparar que estaba ausente y rodeado de los mismos cortesanos que habían provocado la guerra civil; sin reflexionar que estos, enconados contra la nacion, porqué había resistido vigorosamente sus estorsiones y violencias, llevarían la venganza hasta donde quisiesen llegar su saña y sus pasiones.

Su inconsideracion todavía pasó mas adelante, poniendose ella misma en sus manos sin ninguna estipulacion ni reserva.

El rey, aunqué disimuló por el momento, no podía olvidar, que sus celos y desavenencias con los ministros flamencos, no habían contribuido ménos á inflamar á la nacion, que las reclama

ciones y protestas de los procuradores. El reconocimiento mismo, á que le obligaba la victoria ganada por su esfuerzo, pesaba demasiado para que agradeciese con sinceridad el beneficio recibido de súbditos tan poderosos. Destruidos los fueros y derechos de la nacion, el tiempo y las circunstancias no podían dejar de ofrecerle oportunidad de privar tambien á los privilegiados de las prerrogativas políticas, que son las únicas que dan influencia y poder en el estado. No pasaron muchos años sin que esto sucediere.

Ufano el rey y desvanecido con los progresos de sus armas en todas partes; engolfado en controversias teológicas con los reformadores Ꭹ los papas, y arrastrado por los compromisos en que le había colocado la dignidad imperial, llevaba con impaciencia y disgusto las dilaciones y obstáculos, que hallaba todavía en el gobierno de España, por su artificio demasiado lento para un príncipe educado en máximas de estado, tan diversas de las que regían y se veneraban en la herencia de su madre.

Estrechado por las urgencias en que le ponían de contínuo sus empresas militares, convocó para Toledo en 1538, á los tres estados de Leon y Castilla, á fin de que le sirviesen con

TOM. I.

D

un subsidio estraordinario y general. Propúsoles la sisa como medio mas espedito de reunirle pronto y con facilidad. Los grandes y caballeros de ambos reinos resistieron vigorosamente el impuesto, fundandose para ello en sus privilegios; y para que su oposicion tuviese mas peso, solicitaron, con el mayor empeño, reunirse con los procuradores á fin de tratar este negocio; sin acordarse de que ellos mismos habían destruido una autoridad y una influencia, que echaban de ménos cuando el daño era ya irreparable.

No habiéndose consentido que se juntasen los dos brazos, el de la nobleza negó resueltamente el subsidio. Irritado el rey con esta conducta, reprendió severamente su tenacidad, y despues de enviarles á decir con altanería y desprecio, que la junta no eran Córtes, ni había brazos,—que lo que necesitaba era ayuda de presente, y no consejo para adelante*, los despidió con propósito firme de no volver á convocar jamas á Córtes á los estamentos privilegiados, no obstante que el eclesiástico había consentido en el impuesto, sin reclamar en este caso su inmunidad.

* Sandoval, Histor. de Carlos V, lib. xxiv, par. 8.

Así terminaron en Castilla los privilegios aristocráticos de la nobleza y alto clero que les daban participacion directa en la autoridad política del estado; y en esto vino á parar el que, diez y siete años ántes, estas dos clases hubiesen vencido y humillado á la nacion con una guerra inconsiderada y cruel con que abrieron la puerta á todas las usurpaciones y violencias que consumaron la ruina del gobierno mas libre, tal vez, que existía en Europa en aquella éra *.

Desde entónces estas clases perdieron la importancia política que habían tenido en el estado. Los reyes, en lo sucesivo, se dirigieron en Castilla únicamente á los procuradores de las ciudades y villas para el otorgamiento de contribuciones y tributos, promulgacion de nuevas leyes, y para resolver sobre otros negocios de utilidad é interes general. La nacion, desde la misma época, puso en ellos solos su vista, esperando de sus esfuerzos proteccion y defensa, y la conservacion de los

[ocr errors]

* Un grave historiador estrangero, hablando de esta época, no duda decir: "Los castellanos habían adquirido ideas mas estensas respecto á sus propios privilegios, habían mani"festado conocimientos políticos mas profundos, y entendido mejor los principios de libertad que ningun otro pueblo de "Europa de aquel tiempo."-Robertson, Vida de Carlos V, lib. 3, año 1522.

[ocr errors]
« AnteriorContinuar »