Imágenes de páginas
PDF
EPUB

los, derramaron en él mucha sangre de sacrificios que allí hacian ordinariamente. Con esto los naturales, maravillados de tantas y tan nuevas ceremonias y de la majestad de todo el edificio, comenzaron á tener á esta gente por hombres venidos del cielo y por superiores á las demás naciones. Y es averiguado que ninguna cosa hay mas poderosa para mover al pueblo que el culto de la religion, quier verdadero, quier fingido, por el natural conocimiento que los hombres tienen de Dios y la reverencia que tienená su divinidad. El enmaderamiento deste templo era de enebro, madera no menos clorosa que incorruptible, tanto, que Plinio testifica se conservaba hasta su tiempo sin alguna corrupcion ni carcoma. Despues de la venida de los de Zacinto refieren que el otro Dionisio ó Baco, hijo de Semeles, como ciento y cincuenta años antes de la guerra de Troya, legó á lo postrero de España, y en las albuferas ó esteros de Guadalquivir, entre las dos bocas por donde en aquel tiempo se metia y descargaba en el mar, fundó á Nebrija, dicha asi de las nebridas, que en griego significan pieles de ciervo, de que Dionisio y sus compañeros se vestian comunmente, y mas en particular cuando querian ofrecer sacrificios. El sobrenombre de Veneria que tuvo Nebrija, los tiempos adelante se le dieron. Diodoro Siculo escribe que antiguamente hobo tres Dionisios ó Bacos. El primero fué hijo de Deucalion, que es lo mismo que Noé, el cual entiendo yo fué el mismo que arriba llamamos Osiris Egipcio, de cuya venida á España se trató en su lugar. El segundo fué hijo de Proserpina ó Céres, al cual acostumbraban pintar con cuernos para dar á entender fué el primero que unció los bueyes y enseñó por este modo arar y sembrar la tierra. El tercero fué hijo de Semeles, nació de adulterio, crióse en la ciudad de Mero, nombre que significa el muslo, de donde tomaron los poetas ocasion para fingir que su mismo padre Júpiter le encerró y crió dentro de su muslo. Deste postrero se dice que, á imitacion del primer Dionisio, emprendió de discurrir y conquistar muchas y diversas provincias; ennobleciólas con las victorias que ganó. En particular venido á España, la limpió de las maldades y tiranías que de todas maneras en ella prevalecian. En el mismo tiempo Milico, bijo de Mirica, por ventura uno de los descendientes de Siculo, dicen tenia gran poder, riquezas y autoridad entre los españoles, y que los descendientes deste Milico, no léjos donde al presente está Baeza, fundaron á Castulon, en los Oretanos, ciudad que antiguamente se contó entre las mas nobles de España, asentada y puesta donde al presente quedan como rastros de la antigüedad los cortijos de Cazlona. Al tiempo que Dionisio partió de España, dejó en ella dos de sus compañeros, que fueron el uno por nombre Luso, de quien procedieron los lusitanos, que son los portugueses, el otro Pan, al cual aquellos hombres groseros y dados á supersticion de gentiles pusieron en el número de los dioses, y dél y de su nombre, como lo testifican Varron y Plutarco, toda esta provincia se llamó primero Pania, y despues, añadida una letra, Spania, que es lo mismo que España. Jason Tesalo otrosí, encendido en deseo de adquirir honra y riquezas, poco adelante se hizo cosario en el mar, ejercicio á la sazon de mucho interés por estar las marinas sin guarnicion y los hombres á manera de pastores en chozas y cabañas, derramados por

los campos. Edificó para este efectó una nave de forma muy prima y capaz. El trazador y carpintero que la hizo se llamó Argos. Hecha y aprestada la nave tomó en su compañía á Hércules el Tebano, á Orfeo y á Lino, å Castor y Pollux, con otro buen golpe de gente. Con esto acompañamiento partió de Tesalia; en el discurso de su viaje, que fué muy grande, acabó cosas muy extraordinarias. En particular junto al promontorio de Troya, llamado Sigeo, libró de la muerte á Hesione, hija del rey Laomedonte. En Colcos, por industria de Medea, hurtó la riqueza de oro que su padre tenia muy grande; y porque acostumbraban con pieles de carnero coger y sacar el oro de los arroyos que se derribaban del monte Cáucaso, tomaron los poetas ocasion de decir que habia hurtado el vellocino de oro, tan famoso y nombrado acerca de los antiguos. Fué en su compañía la dicha Medea; desde allí pasaron el estrecho Cimmerio, llegaron á la laguna Meotis, y por el rio Tanais arriba, por donde las dos partes del mundo Asia y Europa parten término, llevaron á jorro la dicha nave todo lo mas que pudieron. Despues la desenclavaron, y la madera llevaron en hombros hasta dar en la ribera del mar Sarmático, donde se dice que de nuevo la juntaron y clavaron de sucrte, que por las riberas de Alemania, Francia y España no pararon hasta dar en la boca del estrecho de Cádiz. Allí, sobre el monte Calpe, que es en lo postrero del Estrecho hacia el mar Mediterráneo, afirman que Hércules levantó un castillo, que de su mismo nombre se llamó Heraclea, y hoy es Gibraltar. Desde aquel castillo salieron diversas veces por la tierra á robar, y pelearon con los españoles que les salieron al encuentro, cuando próspera, cuando adversamente. Pasado en esto algun tiempo, y puesta en el castillo buena guarnicion y los despojos en las naves, partieron primero para Sagunto, donde benignamente los recibieron, por ser todos de nacion griega y usar de una misma lengua. Desde Sagunto pasaron á la isla de Mallorca; allí prendieron al rey de aquellas islas, por nombre Bocoris; pero por entender que en ellas no se hallaba oro, hecho su matalotaje y puesto en las naves muy hermosos bueyes, cuales son los de aquellas islas, se encaminaron la vuelta de Italia. Allí Hércules dió la muerte en la cueva del monte Aventino á Caco, gran salteador, y que le habia hurtado los bueyes que llevaba; quitó asimismo la costumbre que tenian los de aquella tierra de echar cada un año, para aplacar á Saturno, en el Tibre desde el puente molle un hombre vivo, y hizo que en su lugar echasen ciertas estatuas de paja y de juncos. Acabadas estas cosas, por la Liguria, que hoy es el Genovés, se dice que, deshecha otra vez la nave, la pa saron en hombros primero al rio Po, y por él al ma Adriático ó golfo de Venecia. Por este mar, á cabo de tan largos caminos y de tantas vueltas como hicieron Jason y Hércules y sus compañeros, sanos y salvos volvieron á su tierra. Pero no es de nuestro intento tratar de cosas extranjeras, pues hay harto que hacer en declarar las que propiamente á España tocan. Un autor, por nombre Hecateo, niega esta venida en España de Hércules el Tebano, hijo de Anfitrion, que por otro nombre llamaron Alceo; mas Diodoro y todos los demás autores testifican lo contrario, demás de los rastros del camino que en España y en los montes Pirineos y en la Gallia Narbonense quedaron deste viaje y se con

servaron por largos tiempos, y aun en la misma entrada de Italia las Alpes Leponcias y Euganeas tomaron estos apellidos de dos compañeros de Hércules, con que se muestra, no solo que Hércules vino á España, sino que parte de su gente pasó en Italia por tierra, y dejaron en algunos lugares por donde pasaron nombres y apellidos griegos. Virgilio atribuye á este Hércules la muerte de los Geriones, de que se trató arriba con la libertad que suelen los poetas; y por la semejanza de los nombres entiendo se trocaron los tiempos. Despues de la venida de Hércules y despues de la muerte de Milico, reinó en España Gargoris, famoso por la invencion que halló de coger la miel, por donde asimismo le llamaron Melicola. En tiempo deste rey concurrió la guerra muy famosa de Troya, la cual concluida, las reliquias de los ejércitos griego y troyano se derramaron y hicieron asiento en diversas partes del mundo, en particular vinieron á España, y poblaron en ella no pocos capitanes de los griegos. Tal es la comun opinion de nuestros historiadores y gente, que muchas naciones antiguamente trasladadas á esta region, por la comodidad que hallaron, asentaron y poblaron en diversas partes de España. En este cuento tiene el primer lugar Teucro, el cual, despues de la muerte desgraciada de su hermano. Ayax, porque su padre Telamon no le permitió volverá su tierra solo, aportó primero á la isla de Chipre, y en ella edificó la ciudad de Salamina, hoy Famagosta, que llamó así del nombre de su misma patria. De Chipre pasó en España, y en ella, donde al presente está Cartagena, dicen edificó otra ciudad, que de su nombre llamó Teucria. No hay duda sino que Justino y san Isidoro hacen mencion desta venida de Teucro á España; y aun Justino, en particular, dice que se apoderó de aquella parte donde está situada Cartagena; pero que allí haya fundado ciudad, y que la haya llamado Teucria, puede ser verdad, mas ellos no lo dicen ni se hallan algunos rastros de poblacion semejante. Verdad es otrosí que todos concuerdan en que Teucro pasó el estrecho de Gibraltar, y vueltas las proas á manderecha, mas adelante del cabo de San Vicente y de las marinas de toda la Lusitania, paró en las de Galicia, y en ellas fundó la ciudad de Hellene, que es la que al presente se llama Pontevedra; y aun quieren que del nombre de uno de sus compañeros fundó otra ciudad llamada Amfiloquia, que los romanos llamaron Aguas Calientes, y los suevos que asentaron adelante por aquellas partes, la llamaron Auria; nosotros la llamamos Orense. Dicen otrosí que Diomedes, hijo de Tideo, aportó á las riberas de España; pero como en todas las partes los naturales le hiciesen resistencia, rodeadas todas las riberas del mar Mediterráneo y gran parte del Océano, pasó de la otra parte de la Lusitania, y allí fundó del nombre de su padre la ciudad de Tuy, que en latin se llama Tude 6 Tyde, entre las bocas de los rios Miño y Limia, á la ribera del mar. Estrabon asimismo en el libro 3.° refiere que Mnesteo Ateniense con su flota vino á Cádiz, y en frente de aquella isla á la boca del rio Belon, que hoy es Guadalete, por donde desemboca en la mar, se dice edificó una ciudad de su mismo apellido y nombre, donde al presente está y se ve el puerto de Santa María. Demás, que entre los dos brazos de Guadalquivir edificó un templo, que se llamó antiguamente Oráculo de Mnesteo, sobre el mismo mar, que fué de grande

momento para acrecentar en España la supersticion de los griegos. Por conclusion, Estrabon y Solino testifican que Ulises entre los demás vino á España, y que en la Lusitania ó Portugal fundó la ciudad de Lisboa; cosa de que el mismo nombre de aquella ciudad da testimonio, que, segun algunos, en latin se escribe Ulyssipo; si bien otros son de diferente parecer, movidos así del mismo nombre de aquella ciudad, del cual por antiguallas se muestra se debe escribir Olyssipo y no Ulyssipo, como tambien porque en las marinas de Flandes, en diversos lugares, se halla mencion de las aras ó altares de Ulises, dado que no pasó en aquellas partes. Por estos argumentos pretenden que, conforme á la vanidad de los griegos, pusieron á Ulises antiguamente en el número de sus dioses, y para honralle en diversas partes le edificaron memorias; lo cual, dicen, pudo ser sucediese en España, y que Lisboa por esta causa tomase el nombre de Ulises, sin que él ni su gente aportasen á estas partes.

CAPITULO XIII.

De las cosas de Abides y de la general sequedad de España. Por este mismo tiempo el rey Gargoris tenia su reino de los Curetes, como lo dice Justino, en el bosque de los Tartesios, desde donde los antiguos fingieron que los titanes hicieron guerra á los dioses. Este rey, las demás virtudes que se entiende tuvo muy grandes, afeó con la crueldad y fiereza de que usó con un su nieto, llamado Abides; nació este mozo de su hija fuera de matrimonio. El abuelo, con intento de encubrir aqueHla mengua de su casa, mandó que le echasen en un monte á las ficras para que allí muriese. Ellas, mudada su naturaleza, trataron al infante con la humanidad que el fiero ánimo de su abuelo le negaba, ca le criaron con su leche y le sustentaron con ella algun tiempo. No bastó esto para amansalle, antes por su mandado de nuevo le pusieron en una estrecha senda para que el ganado que por allí pasaba le hollase. Guardábale el cielo para cosas mayores: escapó deste peligro así bien como del pasado. Usaron de otra invencion, y fué que por muchos dias tuvieron sin comer perros y puercos para que hiciesen presa en aquellas tiernas carnes. Libróle Dios deste peligro como de los dos ya referidos: las mismas perras, con cierto sentimiento de misericordia, dieron al infante leche. Por conclusion, el mismo mar, donde le arrojaron, le sustentó con sus olas, y echado á la ribera, una cierva le crió con su regalo y con su leclie. Hace mucho al caso para mudar las costumbres del ánimo y del cuerpo la calidad del mantenimiento con que cada uno se sustenta, y mas en la primera edad; así fué cosa maravillosa por causa de aquella leche y sustento cuán suelto salió de miembros. Igualaba en correr los años adelante, y alcanzaba las fieras, y confiado en su ligereza, y por ser naturalmente atrevido y de ingenio muy vivo, hacia robos y presas por todas partes, sin que nadie se atreviese á hacelle resistencia. Todavía, molestados los comarcanos con sus insultos, se concertaron de armalle un lazo, en que cayó, y preso le llevaron á su abuelo, el cual, luego que vió aquel mancebo, por cierto sentimiento oculto de la naturaleza, de que muchas veces sin entendello somos tocados, y no sé qué cosa mayor de lo que se veia, resplandecia en su rostro, mirándole atentamente y las

señales que siendo niño le imprimieron en su cuerpo, entendió lo que era verdad, que aquel mozo era su nieto y que no sin providencia mas alta había escapado de peligros tan graves. Con esto trocó el odio en benignidad, púsole por nombre Abides, túvole consigo en tanto que vivió, con el tratamiento y regalo que era razon, yá su muerte le nombró por sucesor y heredero de su reino y de sus bienes. Suele ser ocasion de vencer grandes dificultades cuando el cuerpo se acostumbra á trabajos desde la mocedad; además que era de grande ingenio, por donde en industria y autoridad se aventajó á los demás reyes sus antepasados. Persuadió á sus vasallos, gente bárbara y que vivian derramados por los campos, se juntasen en forma de ciudades y aldeas con mostrarles cuánto importa para la seguridad y buena andanza la compañía entre los hombres y el estar trabados entre sí con leyes y estatutos. Con la comodidad de la vida política y sociable ayuntó el ejercicio de las artes y de la industria; con esto las costumbres fieras de aquellas gentes se trocaron y ablandaron. Restituyó el uso del vino y la manera de labrar los campos, olvidada y dejada de muchos años atrás; ca la gente se sustentaba solo con las yerbas y con la fruta que de suyo por los campos nacia sin labrallos ni cultivallos. Ordenó leyes, estableció tribunales, nombró jueces y magistrados para tener trabados los mayores con los menores y que todos viviesen en paz. Por esta forma y con esta industria ganó las voluntades de los suyos, y entre los extraños gran renombre. Vivió hasta la postrera edad, en que muy viejo trocó la vida con la muerte. Falleció el cuerpo, pero su fama ha durado y durará por todos los años y siglos. Dicese que sus sucesores por largos tiempos poseyeron su reino, sin señalar ni los nombres que tuvieron ni los años que reinaron. Solo se entiende que Abides y sus hazañas concurrieron con el tiempo de David, rey del pueblo judáico. Justino parece le hace del mismo tiempo de los Geriones, y que reinó, no en toda, sino en cierta parte de España. Esto es lo que toca á Abides. El tiempo adelante no tiene cosa que de contar sea y que haya quedado por escrito, fuera de una señalada sequedad de la tierra y del aire, que se continuó por espacio de veinte y seis años, y comenzó no mucho despues de lo que queda contado. Muchos historiadores de comun consentimiento testifican y afirman fué esta sequedad tan grande, que se secaron todas las fuentes y rios fuera de Ebro y Guadalquivir, y que consumida del todo la humedad con que el polvo se junta y se pega, la misma tierra se abrió, y resultaron grandes grietas y aberturas, por donde no podian escapar ni librarse los que querian, para sustentar la vida, irse á otras tierras. Por esta manera España, principalmente en los lugares mediterráneos, quedó desnuda de la hermosura de árboles y de yerbas, fuera de algunos árboles á la ribera de Guadalquivir, yerma junto con esto de bestias y de hombres, y se redujo á soledad, y fué puesta en miserable destruicion. El linaje de los reyes y de los grandes faltó de todo punto; que la gente menuda, con la pobreza y por no tener provision para muchos dias, se recogieron con tiempo á las provincias comarcanas y á los lugares marítimos. Añaden en conclusion que, despues de grandes vientos que se siguieron á esta seca y arrancaron todos los árboles de raíz, las muchas lluvias que sucedieron sazonaron la tierra

de tal suerte, que los huidos, mezclados con otras naciones, como luego dirémos, volvieron á España á sus antiguos asientos, y tornaron á restituir el linaje de los españoles, que casi faltara de todo punto. Esto dicen los mas. Otros autores de grande erudicion é ingenio han procurado quitar el crédito á esta narracion, que estriba en testimonio de nuestras historias y de nuestra gente con estos argumentos. Dicen que ningun escritor griego ni latino ni aun todas nuestras historias hacen mencion de cosa tan grande y tan señalada, como quier que declaren y cuenten muchas veces cosas muy menudas. Preguntan si han quedado rastros algunos, ó de la ida de los españoles ó de su vuelta, si letreros, si antiguallas; cosas todas que por menores ocasiones se suelen levantar y conservar para perpetua memoria. Añaden ser imposible que con tan grande sequedad, y de tantos años como dicen fué esta, se haya conservado alguna parte de humor en los rios que dicen de Guadalquivir y Ebro, si se considera cuán gran parte de humedad y de agua en el discurso del verano por la falta de las lluvias consume el calor del sol. En el cual tiempo muchas veces rios muy caudalosos se secan, mayormente si la sequedad y el calor son extraordinarios por la fuerza de alguna maligna constelacion y estrella. Dicen mas, que con sequedad tan grande y de tanto tiempo no se abriera la tierra, antes se desmenuzara en polvo, pues con la humedad se cuajan los cuerpos, y con la sequedad se deshacen y resuelven; de que da bastante muestra el suelo de Africa y de Libia, donde consumida la humedad de la tierra con el ardor del cielo, hay arenales tan grandes que con los vientos, á la manera del mar, se levantan olas y montes de polvo. Esto es lo que dicen ellos; á nos no parecia dejar la opinion recibida, la fama comun y tradicion de nuestra gente y el testimonio conforme de nuestras historias sin razon que fuerce para ello. Puédese entender y sospechar para excusar á los antiguos que la fama solamente declara la suma de las cosas sin guardar el órden y razon dellas, trastrueca las personas, lugares y tiempos y por lo menos aumenta todas las cosas y las hace mayores de lo que á la verdad fueron; ca es semejante á los grandes rios, los cuales, mudadas las aguas, tanto cuanto mas se alejan de su nacimiento y primeras fuentes, y mudado todo lo al, solo conservan el apellido, y nombre primero; y es cosa averiguada que, no solo el intervalo del tiempo, sino la distancia de los lugares no muy grande altera á las veces la memoria. Todo esto entendemos sucedió en el negocio presente; que ni la seca de aquel tiempo fué tan grande ni tan larga como refieren, antes que llovió algunas, aunque pocas veces y escasamente, de suerte que bastase para que la tierra no se resolviese en polvo y no faltasen de todo punto y se consumiesen los rios; pero no para que la tierra pudiese producir y sazonar los frutos y mieses ni para cerrar las aberturas y grietas que al principio se hicieron. Puédese demás desto creer que lo que sucedió en tiempo de Faeton en las otras provincias, esto es, que. por el ardor del sol y la seca extraordinaria las tierras se abrasaron, que fué el fundamento de la ficcion y fábula de Faeton y del sol, la misma afliccion padeció España en el mismo tiempo, y aun mayor, por ser mas sujeta que las otras tierras á la sequedad del aire y falta de lluvias.

CAPITULO XIV.

Cómo los celtas y los de Rodas vinieron á España.

La fama desta desolacion de España movió á misericordia y á compasion á las gentes comarcanas, que consideraban la mudanza y vuelta de las cosas humanas. Junto con esto, pasado el trabajo, fué ocasion que gran muchedumbre de gente extranjera viniese á poblar en esta provincia; parte de los que con sus ojos en tiempo de su prosperidad vieron los campos, policía y riquezas de los españoles; parte los que por dicho de otros habian comenzado á estimar y desear esta tierra. Así, venida la ocasion, con mujeres, bijos y hacienda vinieron los pueblos enteros á morar en ella, y de la provincia yerma cada cual ocupó aquella parte que entendia ser mas á su propósito, sea para los ganados que traia, ó por ser aficionado á la labor de la tierra. Por la industria destos y por la mucha y abundante generacion que tuvieron, no en mucho tiempo se restituyó la antigua hermosura, policía y frecuencia de las ciudades, y con un nuevo lustre que volvió, cesó la avenida de tantos males. Desde la Gallia comarcana, pasados los Pirineos, los celtas se apoderaron para habitacion suya de todo aquel pedazo de España que se extiende hasta la ribera del Ebro, y por la parte oriental del monte Idubeda, que goza de un cielo muy apacible y alegre, la ciudad de Tarazona, que hoy se ve, Nertobriga y Arcobriga, que han faltado, estaban en aquella parte. Destos celtas y de los españoles que se llamaban iberos, habiéndose entre si emparentado, resultó el nombre de Celtiberia, con que se llamó gran parte de España. Multiplicó mucho esta gente, que fué la causa de dilatar grandemente sus términos lácia mediodía, de que dan bastante prueba Segobriga, Belsino, Urcesía y otros lugares distantes entre sí, que de graves autores son contados entre los celtiberos. Lo mismo acacció á muchas partes y pueblos de España, que con el tiempo tuvieron sus distritos, ya mas estrechos, ya mas anchos, segun y como sucedian las cosas. A la parte del septentrion, á los confines de los Celtiberos, caian los Arevacos, que eran donde al presente están asentadas Osma y Agreda, y con ellos los Duracos, los Pelendones, los Neritas, los Presamarcos, los Cilenos, todos pueblos comprehendidos en el distrito de los Celtiberos y emparentados con ellos. Y aun se entiende que todos estos pueblos á un mismo tiempo vinieron de la Gallia y se derramaron por España, por conjeturas probables que hay para creello, pero ningun argumento que concluya. Lo que tiene mas probabilidad es que los de Rodas, por la grande experiencia que tenian en el marear, con que se hicieron y fueron señores del mar por espacio de veinte y tres años, así en las otras provincias como tambien en España, para su fortificacion y para tener donde se recogiesen las flotas cuando la mar se alterase, demás desto, para la comodidad de la contratacion con los naturales, edificaron castillos en muchos lugares. Particularmente á las baldas de los Pirineos fundaron á Rodope ó Roda, que hoy es Roses, junto á un buen seno de mar, ciudad que antiguamente creció tanto, que en tiempo de los godos fué catedral y tuvo obispo propio; mas al presente es muy pequeña, y que fuera de las ruinas y rastros de su antigua nobleza, pocas cosas tiene que sean de ver. Los rodios,

asimismo refieren, fueron los primeros que enseñaron á los españoles hacer gomenas y sogas de esparto y tejer la pleita para diversas comodidades y servicios de las casas. Refieren otrosí que enseñaron á hacer las atahonas para moler el trigo con mayor facilidad que antes; cosa que, por ser la gente tan ruda y por su poca maña, costaba mucho trabajo. Dicen demás desto que fueron los primeros que trajeron á España el uso de la moneda de cobre, con gran maravilla y risa al principio de los naturales, que con un poco de metal de poco ó ningun provecho se proveyesen y comprasen mantenimientos, vestidos y otras cosas necesarias. Fué sin duda grande invencion la del dinero, y semejante á encantamento, como lo toca Luciano en la Vida de Demonacte. Finalmente, á propósito de dilatar el culto de sus dioses y á imitacion de los saguntinos, edificaron un templo á la diosa Diana, en que usaban de extraordinarias ceremonias y sacrificios, sin declarar qué manera de sacrificios y ceremonias eran estas. Puédese creer que, conforme á la costumbre de los tauros, sacrificaban á aquella diosa los huéspedes y gente extranjera. En particular dicen que edificaron á Hércules un oráculo, y ordenaron se le hiciesen sacrificios, los cuales no se celebraban con palabras alegres ni rogativas blandas de los sacerdotes, sino con maldiciones y denuestos; tanto, que tenian por cierto que con ninguna cosa mas se profanaban que con decir, aunque fuese acaso, entre las ceremonias solemnes y sacrificios alguna buena palabra. De que daban està razon: Hércules, llegado á Lindo, que es un pueblo de Rodas, pidió á un labrador que le vendiese uno de los bueyes con que araba, y como no quisiese venir en ello, tomóselos por fuerza entrambos. El labrador, por no poder mas, vengó la injuria con echarle maldiciones y decirle mil oprobrios, los cuales por entonces Hércules, estando comiendo, oyó con alegría y grandes risadas; después de ser consagrado por dios, pareció á los ciudadanos de Lindo de conservar la memoria de este hecho con perpetuos sacrificios. Para esto edificaron un altar, que llamaron Bucigo, que es lo mismo que yugo de bueyes; criaron junto con esto al mismo labrador en sacerdote, y ordenaron que en ciertos tiempos sacrificase un par de bueyes, renovando juntamente los denuestos que contra Hércules dijo. Esta costumbre y ceremonia, conservada por los descendientes destos, se puede entender vino en este tiempo á España tomada de la vanidad de los griegos, y que la trajeron los de Rodas con su venida. Está Roses asentada en frente de Empúrias, y apartada della por la mar espacio de doce millas á las postreras haldas de los Pirineos. Del cual monte se dice que por el mismo tiempo se encendió todo con fuego del cielo, 6 por inadvertencia y descuido de los pastores, ó por ventura de propósito quemaron los árboles y los matorrales con intento de desmontar y romper los campos para que se pudiesen cultivar y habitar y apacentar en ellos los ganados. Lo cierto es que este monte por los griegos fué llamado Pirineo del fuego, que en griego se llama Pir, sea por el suceso ya dicho, sea, como otros quieren, por causa de los rayos que por su altura muchas veces le combaten y abrasan; porque lo que algunos fingen que vino este nombre y se tomó de Pirene, mujer amiga de Hércules, y falleció en estos lugares, ó de un Pirro, rey antiguo de España, los mas

inteligentes lo reprueban como cosa fabulosa y sin fundamento. Lo que se tiene por mas cierto es que con la fuerza del fuego las venas de oro y de plata, de que así aquellos montes como todo lo de España estaba lleno, tanto, que decian que Pluton, dios de las riquezas, moraba en sus entrañas, se derritieron de suerte, que salieron arroyos de aquellos metales y corrieron por diversas partes. Los cuales, apagado el fuego, se cuajaron, y por su natural resplandor pusieron maravilla á los naturales, si bien los menospreciaron por entonces, por no tener noticia de su valor; mas las otras naciones, entendido lo que pasaba, se encendieron en desco de vcnir á España con esperanza que los de la tierra, como ignorantes que eran de tan grandes bienes, les permitirian de muy buena gana recoger todo aquel oro y plata, por lo menos les seria cosa muy fácil rescatallo por dijes y mercaderías de muy poco valor.

CAPITULO XV.

De la venida de los de Fenicia á España.

De los de Fenicia se dice fueron los primeros hombres que con armadas gruesas se atrevieron al mar, y para enderezar sus navegaciones tomaron las estrellas por guia, el carro mayor y menor, en especial el norte, que es como el quicio ó eje sobre que se menea el cielo. Estos, despues que quitaron el señorío del mar á los de Rodas y á los de Frigia, partiendo de Tiro, plaza nobilísima del Oriente, se dice que navegaron y vinieron en busca de las riquezas de España. Pero á qué parte de España primeramente llegaron, no concuerdan los autores. Aristóteles dice que los de Fenicia fueron los primeros que, llegados al estrecho de Cádiz, rescataron á precio del aceite que traian tanta copia de plata de los de Tarteso, que hoy son los de Tarifa, cuanta ni cabia en las naves ni la podian llevar; de suerte que fueron forzados á hacer de plata todos los instrumentos de las naves y las mismas áncoras. Pudo ser que el fuego de los montes Pirineos se derramó por las demás partes de España, ó de las minas, de que la Dética era abundante, se sacó tanta copia de oro y plata. Lo que lleva mas camino es que los de Fenicia en esta su empresa tocaron primero y acometieron las primeras partes de España, y que aquella muchedumbre de plata la tomaron de los Pirineos, que los naturales les dieron por las cosas que traian de rescate. Puédese tambien creer que Siqueo, hombre principal entre aquella gente, vino, como lo dicen nuestros historiadores, en España por capitan desta armada, 6 no mucho despues, por continuar y hacerse siempre nuevas navegaciones y armadas; y que della llevó las riquezas que primeramente le fueron ocasion de casar con la hermana del rey de Tiro, llamada Dido, y despues le acarrearon la muerte por el deseo y codicia que en Pigmaleon, su cuñado, entró del oro de España. Mas quedó en su intento burlado, á causa que Dido, muerto su marido, puestas las riquezas, que ya el tirano pensaba ser suyas, en las naves, se huyó y fué á parar á Társis, que hoy se llama Túnez, ciudad con quien tenian los de Tiro grande amistad y contratacion. Siguiéronla muchos que, por la compasion de Siqueo y por el odio del tirano, mudaron de buena gana la patria en destierro. Para proveerse de mujeres de quien tuviesen sucesion,

en Chipre, donde desembarcaron, robaron bastante número de doncellas, y con ellas fueron á Carquedon, lugar antiguamente edificado por Carquedon, vecino de Tiro, y que estaba asentado doce millas de Túnez. Allí concertaron con los naturales les vendiesen tanta tierra cuanta pudiesen cercar con un cuero de buey; vinieron los africanos en lo que aquella gente les pedia, sin entender lo que pretendian. Mas ellos, cortada la piel en correas muy delgadas, con ellas cercaron y rodearon tanta tierra, que pudieron en aquel sitio hacer y levantar una fortaleza, de donde la dicha fuerza se llamó Birsa, que significa cuero de buey. Esto escribe Justino en el libro 18, dado que nos parece mas probable que birsa en la lengua de los fenices, que era semejante á la hebrea, es lo mismo que bosra, que en lengua hebrea significa fortaleza ó castillo, y que esta fué la verdadera causa de llamarse aquella fortaleza Birsa. Para juntar la fortaleza con el lugar de Carquedon, tiraron una muralla bien larga, y toda así junta se llamó Cartago. Sucedió esto setenta y dos años antes de la fundacion de Roma. Concertaron de pagar á los africanos comarcanos ciertas parias y tributo, con que les ganaron las voluntades. Pero dejemos las cosas de fuera, porque la historia no se alargue sin propósito, y volvamos á Pigmaleon, de quien se dice que, habiéndose por la muerte de Siqueo dejado algunos años la navegacion susodicha, con nuevas flotas partió de Tiro la vuelta de España, surgió y desembarcó en aquella parte de los Turdulos y de la Andalucía, donde hoy se ve la villa de Almuñecar. Alli edificó una ciudad, por nombre Axis ó Exis, para desde ella contratar con los naturales. Cargo con tanto la flota de las riquezas de España, volvió á su tierra, tornó segunda y tercera.vcz á continuar la navegacion, sin parar hasta tanto que llegó á Cádiz, la cual isla; como antes se llamase Eritrea de los compañeros de oro, segun que de suso queda apuntado, desde este tiempo la llamaron Gadira, esto es, vallado, sca por ser como valladar de España contrapuesto á las hinchadas olas del mar Océano, ó porque el pueblo primero que los de Fenicia en ella fundaron, en lugar de muros le fortificaron de un seto y vallado. Levantaron otrosí un templo en el dicho pueblo á honra de Hércules en frente de tierra firme, por la parte que aquella isla adelgazaba hasta terminarse en una punta ó promontorio, que se dijo Herculeo, del mismo nombre del templo. Cosas muy extraordinarias se refieren de la naturaleza de esta isla; en particular tenia dos pozos de maravillosa propiedad y muy á propósito para acreditar entre la gente simple la supersticion de los griegos: el uno de agua dulce, y el otro de agua salada; el de la dulce crecia y menguaba cada dia dos veces al mismo tiempo que el mar; el de agua salada tenia las mismas mudanzas al contrario, que bajaba cuando el mar subia, y subia cuando él bajaba. Tenia otrosí un árbol llamado de Gerion, por causa que cortado algun ramo distilaba, como sangre, cierto licor, tanto mas rojo cuanto mas cerca de la raiz cortaban el ramo; su corteza era como de pino, los ramos encorvados hácia la tierra, las hojas largas un codo y anchas cuatro dedos, y no habia mas de uno destas árboles, y otro que brotó adelante cuando el primero se secó. Volvamos á los de Fenicia, los cuales fundaron otros pueblos, y entre ellos á Málaga y á Abdera, con que se apoderaron

« AnteriorContinuar »