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jeras, sus mas leves faltas denunciadas, su insuficiencia demostrada por obras posteriores, destinadas, al parecer, á reemplazarla: el libro sigue gozando, sin embargo, de una popularidad inmensa que permite repetir una tras otra las ediciones y agota hasta los ejemplares de excesivo coste. Figura en los estantes de los literatos y es aun obra de consulta. Recibe todavía homenajes hasta de los que mas reconocen sus defectos. ¿De qué puede depender esto sino de que el lector halla sin saberlo explicado en aquellas páginas, no solo la historia de su patria, sino las mas de sus creencias y una gran parte de las convicciones que han constituido hasta ahora su manera de juzgar acerca de la política que han seguido sus gobiernos? Ve, á la vuelta de una narracion tal vez desaliñada, censurados con severidad los actos de los reyes, reprobados con el sello de la maldicion de Dios los cortesanos que vendan los ojos de los príncipes para que no vean la miseria de sus pueblos, condenado todo robo hecho en nombre de la ley y la justicia, aplaudida la muerte á mano armada de un monarca cuya tiranía acaba de hacer estremecer sus carnes, vituperada la imposicion de un tributo innecesario, ensalzados los hechos de cuantos han dado al país dias de gloria, presentadas en toda su fealdad la hipocresía y la infamia, revelados con ira los manejos traidores de súbditos y reyes, señalada á cada momento la accion de una providencia que rige los destinos de las naciones y las conduce al bien por entre los mismos precipicios en que caen impulsadas por la fuerza de los sucesos, consignada con dignidad y nobleza la libertad que nos hace hombres y el derecho que tenemos de defenderla contra toda clase de invasiones, atribuidas à una desigualdad injusta las grandes calamidades sociales, demostrada la futilidad de las grandezas humanas, elevadas siempre las miradas á un Dios remunerador que cuenta una por una las lágrimas que vertemos y los suspiros que exhalamos; y no bien llega á una de estas observaciones, cuando se siente dispuesto, no ya simplemente á perdonar las incorrecciones del lenguaje y la afectacion del estilo y los vicios de la narracion y la monotonía é inverosimilitud de las arengas y las faltas históricas y las patrañas referidas con aire de verdades y los largos paréntesis y las sentencias pueriles de fin de cláusula, sino hasta á proseguir con brio y fe la lectura del hecho mas indiferente, la del capítulo que empezó tal vez con mas disgusto y repugnancia.

Las ideas filosóficas y políticas abundaban en MARIANA cuando acometió la vasta empresa de componer su obra; su audacia luego en traducirlas y aplicarlas, sus instintos de independencia, su afan por formar con ellas el ánimo del príncipe á quien dedicó su libro, todo le hizo dar mayor interés á muchas de sus páginas, escritas manifiestamente con una valentía de que no son comunes los ejemplos.

Para nosotros pues la Historia general de España no es un libro despreciable, es un libro que tiene, como el que mas, su mérito. No merece el nombre de historia filosófica en el sentido que damos hoy á estas palabras; pero es indudablemente, si no el desarrollo, la aplicacion de un sistema bastante general, que el autor se ha encargado de explicar despues mas detenidamente en obras especiales. Confunde MARIANA bastante frecuentemente, por desgracia, con la verdad la fábula, y con la tradicion la historia; mas es preciso antes de censurarle tener tambien en cuenta su época. Hay tradiciones que venian tan acompañadas del favor de los cronistas, que era casi peligroso tocarlas en un tiempo en que los pueblos conservaban integra la fe de sus mayores; hay hechos que, á pesar de hacerse repugnantes á la razon, venian confirmados por documentos tan auténticos, que no solo hubiera sido peligroso negarlos, sino históricamente hasta imposible. La falta de MARIANA no está tanto en que haya prohijado fábulas como en que haya rechazado otras sin mas razon que por exigirlo así su simple buen sentido. Debia haberse trazado

de antemano reglas de criterio histórico, y juzgar por ellas de todos los sucesos; no lo hizo, procedió á capricho y ha dejado campo abierto á censuras agrias, pero justas.

Repréndese, además, á MARIANA porque apenas se ocupó sino en referir los hechos de los reyes. Nosotros le reprendemos tambien; pero haciéndonos cargo de que si es cierto que pudo hacer algo mas, no podia tanto como algunos creen. Una Historia general de España no es aun posible ni hoy en que tenemos algunos períodos tocados con singular detenimiento por escritores concienzudos, y disponemos de un sin número de datos, cuya existencia no pudo siquiera sospechar MARIANA. Una historia general como la exige la instruccion de un pueblo no se hace posible sino despues que han sido investigados y publicados los instrumentos históricos de todos los archivos; recogidos los hechos relativos á la vida particular de cada raza, de cada arte, de cada ciencia, de cada institucion social, de cada institucion política; examinado el origen y significacion de cada costumbre; buscada la mas recta interpretacion de cada tradicion y cada fabula; razonados y examinados bajo todos los puntos de vista posibles todos los sucesos. Una historia general no es la obra de uno ó mas hombres; es, como las grandes epopeyas y los grandes monumentos arquitectónicos, la obra de los siglos. ¿Qué materiales habia ni para empezar á construir el edificio en tiempo de MARIANA? ¿De qué podia este echar mano sino de viejas crónicas cuyos hechos no eran mas que los de los reyes y cuyas fechas no podian sino hundirle à cada paso en un abismo de contradicciones? El mismo MARIANA ha dicho que no fué su ánimo escribir historia, sino poner en órden y estilo lo que otros habian recogido; con hacer esto solo ¿no prestó acaso un servicio eminente a los que habian de ser sus sucesores? ¿Quién nos ha dicho, por otra parte, que al resolverse á esta confesion MARIANA no tocase esa misma imposibilidad que ahora tocamos? Creemos que al escribir no se propuso este objeto, que él mismo revela en unos puntos y contradice en otros; pero tenemos una seguridad casi completa de que faltó muy poco para que hiciera cuanto las circunstancias permitian.

Otro cargo se ha dirigido aun á MARIANA, que nos vemos en la precision de atenuar, á pesar de nuestra inclinacion á agravarlos cuando los consideramos justos. MARIANA, se ha dicho, es mas historiógrafo que historiador, es decir, hace mas de su historia una obra literaria que una obra verdaderamente histórica. Se detiene en la pintura de los caractéres, que exagera algunas veces segun costumbre de los poetas, pone en boca de sus principales personajes discursos en que trabaja por dejar ver sus dotes oratorias, sus rasgos de elocuencia. ¿Para qué sirve todo esto? Es, á no dudarlo, bastante fundado el cargo; mas ¿cómo no se advierte que en su tiempo. no habia mas modelos históricos que las obras de los griegos y latinos, y estas participaron siempre mas del carácter de obras literarias que de obras rigorosamente históricas? ¿Algunas no tienen acaso un aspecto marcadamente poético? ¿No son las mas decididamente dramáticas, deján– dose descubrir en muchas narraciones y descripciones el deseo que tuvo el autor de producir

efecto?

Literariamente considerada la Historia general de España, deja ya menos lugar á la diversidad de pareceres. Su principal defecto de estilo es la falta de unidad; lo bien sostenida que está la gravedad propia de la historia, su principal belleza. No mienta el autor una ciudad antigua sin que, ya en la misma, ya en otra cláusula, indique su situacion y su etimología y hasta se detenga en examinar las opiniones emitidas sobre aquel asunto; no narra un hecho que no lo recargue bien de incidentes, que solo sirven para oscurecerlo, bien de sentencias muchas veces frivolas, que, lejos de encarecer su importancia, la atenúan. Encabalga á menudo de una manera lastimosa hasta los mas discordes pensamientos, introduce en sus mas cortos períodos larguísi

mos paréntesis que no siempre están unidos lógica ni gramaticalmenie & la idea dominante. Recorre por medio de conjunciones y relativos todo lo que va despertando en él la asociacion de ideas, llega con frecuencia á hacer perder la memoria de lo que se ha propuesto referir á fuerza de acumular mas o menos interesantes accesorios. Cambia cien veces de sugeto en una cláusula, aun cuando no lo exijan lo rápido de la narracion ni la naturaleza especial del argumento, sucediendo no pocas que deba dudar el mas avisado lector de á quién puede referirse lo que va leyendo.

Produce, como es natural, esta falta de unidad, en ninguna parte menos perdonable que en una obra histórica, cierta confusion, aumentada desgraciadamente por la demasiada libertad sintáxica que se ha tomado el autor, gracias á no haberse hecho debidamente cargo de lo diversa que es la índole de la lengua castellana con respecto á la latina, por mas que de esta y sobre esta se haya aquella derivado y constituido. Emplea los relativos á larga distancia de sus antecedentes, sin tomarse siquiera el trabajo de determinar por medio de artículos la vaguedad que ha de resultar forzosamente de una práctica para nosotros tan inusitada como inaceptable; intercala entre casos regidos y regentes palabras cuya identidad de género con las mas próximas acaba de oscurecer el sentido de todo un pensamiento; violenta de un modo extraño la construccion, ya para imitar un giro de Tácito, ó poner como todo escritor latino el verbo al fin del período, ó cuando menos al fin de alguno de sus miembros. Las lenguas, como todos los instrumentos de que se sirve el hombre para traducir sus conceptos, tienen una flexibilidad determinada; quererlas doblar mas de lo que esta permite es destrozarlas, como hubiera hecho indudablemente MARIANA, si conociéndola á fondo no hubiera procurado con bellezas aun mayores que sus defectos subsanar la falta. Agrégase aun á esto para que llegue la confusion al colmo el uso de voces anticuadas ya en su tiempo, uso que en MARIANA degeneró en abuso, como ha sucedido entre nosotros en escritores como Martinez de la Rosa y el conde de Toreno. ¿De qué puede servir tanto arcaismo? ¿Se ha de condenar acaso al lector à que no empiece la lectura de una obra sin armarse antes de su diccionario? Las voces anticuadas, no solo hacen el estilo oscuro: producen el mismo mal efecto que los anacronismos que observamos, ya en los trajes de los actores, ya en las decoraciones de los

teatros.

Es, por otra parte, el padre JUAN DE MARIANA bastante áspero y duro; en los similes y en las alegorías feliz, pero monótono; en el lenguaje algo incorrecto; demasiado vulgar en algunos pasajes, si bien en otros, y son los mas, majestuoso y noble; brusco en las transiciones; unas veces sobradamente conciso, y otras por demás prolijo. ¿Quién empero mas culto en cambio que él ni mas castizo? Quién mas vigoroso en diseñar el carácter de los que han influido directamente en la marcha de los negocios públicos? Quién mas elocuente al poner en boca de los vencidos palabras, si por una parte llenas de sumision, llenas por otra de dignidad y de grandeza? Quién mas afortunado en sostener la gravedad histórica privándose de los recursos de la imaginacion que tanto contribuyen á dar belleza y variedad al estilo? Quién mas diestro en traducir con las menos palabras posibles los mas profundos pensamientos? Quién mas oportuno en la aplicacion de los epí-> tetos cuando los usa solos y con el exclusivo objeto de caracterizar un individuo? Sus arengas son poco variadas y parecen no pocas veces forjadas en un mismo molde; pero son, á no dudarlo, los mas bellos modelos de lenguaje y de estilo que se pueden entresacar de la Historia generat de España. Hay en ellas nervio, espíritu, precision, soltura. Los paralelos suelen ser tambien enérgicos y están llenos de concision y brio; la degeneracion de ciertas familias, la condicion de ciertos reyes, pintados con valentía y con destreza.

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Podriamos citar, en comprobacion de tantas bellezas y defectos, abundantísimos ejemplos, pero los omitimos, ya porque fácilmente ha de dar con ellos todo lector capaz de apreciar las buenas y malas dotes literarias, ya porque profesamos hasta aversion al estudio demasiado nimio de las formas.

Deseamos además concluir, deseamos dejar caer de nuevo la losa sobre la tumba de MARIANA. Otros se hubieran detenido en referir los sucesos de su vida pintando con brillante estilo, ya sus triunfos como profesor, ya sus vicisitudes como escritor, ya sus trabajos como examinador sinodal, como consultor del Santo Oficio y como consultor del arzobispo de Toledo; nosotros hemos } abierto con respeto su sepulcro solo para sorprender las ideas filosóficas y políticas que debieron agitar su grave y espaciosa frente. Satisfecho nuestro objeto, la pluma se nos cae de la mano, y no podemos ya sin violentarnos sostenerla por mas tiempo (1).

(1) Hay obras de MARIANA de que no hemos hecho mencion; mas nos reservamos dar al fin de esta coleccion un catálogo completo de las que de él se conservan, catálogo en que continuarémos un ligero resúmen de las materias de que traten y un corto juicio crítico que dé á conocer el

F. P. Y M.

valor é importancía de cada una. Están las mas en latin, y por esto no pueden todas formar parte de esta Biblioteca de Autores Españoles, en la cual, sin embargo, vamos á publicar traducida, por ser obra de grandísima importancia, la De Rege et regis institutione.

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