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los autores de los trabajos publicados en su Revista.

Un teólogo célebre.

El Perú español tuvo sabios y artistas, guerreros y santos, magnates y nobles, de los que para el patriotismo es gustosa labor recoger datos; á fin de que su memoria no se pierda entre las nieblas del pasado, y para que ella nos aliente y consuele.

Como el que más, brilla por su ciencia y virtud el teólogo limeño Juan Pérez de Menacho, que vino al mundo en 1565.

Y cosa rara! ese humilde religioso, un tiempo orgullo de la Universidad Mayor de San Marcos y el oráculo de la Teología, considerado dentro y fuera del país como un portento de ingenio, no alcanzó el honor de que se imprimiesen sus voluminosos escritos, que existen incompletos en nuestra Biblioteca Nacional, como reliquias del archivo de la Compañía de Jesús; y ni aún se ha publicado su vida con algún deterimiento.

Yo pensaba llenar este vacío, poniendo á contribución las obras en que se habla por incidencia de ese Padre, cuando vino á mis manos una circular manuscrita, sin fecha y sin firma; pero que revela en su contexto ser del mismo año 1626, en que murió Menacho, y dirigida de aquí por el Provincial del Perú P. Juan de Frías Herrán á los colegios y casas de su dependencia.

Se conserva también manuscrito en latín, en tres hojas

OCT 10 47

JUL 19 '45

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en 4.0, un suscinto elogio del mismo Padre, que compuso ha cia 1720 el P. Francisco Rotalde; y que no contiene datos nuevos, ni contrarios á los que aparecen en la Carta de edificación que por primera vez se da á luz.

Después de terminada dicha Carta, hasta hoy inédita, pondré una razón de las obras que del docto Jesuita quedan en la Biblioteca, y de las otras cuyo paradero se ignora; y creo que así no será perdido el espacio que, en EL SIGLO, me ofrecieron bondadosos los señores redactores; aunque presumo, que sería más análogo á la índole de su periódico escribir sobre un sabio en ciencias humanas, que perteneciera al país, como Dávalos y Llano Zapata. Pero hoy por hoy nada puedo hacer á este respecto, aunque la voluntad sobra.

CARTA DE EDIFICACIÓN SOBRE EL PADRE

JUAN PÉREZ DE MENACHO

-

MS.

"Pax Christi ".

"A veynte del mes de Henero de este año de 1626. dia de los bienaventurados S. Sebastian y Fabian fue nuestro señor servido de llevar para sí al P. Juan Pérez de Menacho, de sesenta y un años de edad 44 de Compañía y de profesión de quatro votos 28: cuya muerte causó en todos los de dentro, y de fuera de casa gran sentimiento quanta es la falta que hace un varon tan raro, y eminente en letras, y virtudes. Nació el P. en esta ciudad de Lima (a) de padres principales y temerosos de nuestro Señor en tanto grado que su Padre era tenido por uno de los hombres sanctos, y de mayor verdad que havia en esta ciudad; y assí criaron á su hijo con es

(a) Nació año de 1564.

ta ley y buen exemplo, de suerte que 17 años que estubo en el mundo (porque de esta edad entró en la Compañía) fue un mozo ejemplar" (b).

"Siendo de tres años y medio pidió importunamente que le llevasen a la escuela, y enbiándole sin darle cartilla para que leyesse por ser tan pequeño, a los dos días de escuela trujo sabidas todas las letras del A, b, c. A los 6 años de su edad sabia leer, escrivir y contar y toda la doctrina christiana, tan bien que la enseñaba a todos los demás niños de la escuela. Desde niño fue tan serio en sus costumbres que jamas le vieron jugar con los otros muchachos. Con vivir en unas casas de sus padres que tienen ventanas á la plaza jamas quiso ver toros ni cañas ni otros entretenimientos y comedias. Las aborrecía sumamente escondiéndose a estudiar. "

"Era devotissimo del Sanctissimo Sacramento, siempre que se hazia señal en las Parroquias iba con gran diligencia. a acompañarle, y siendo de solo 10 años todos los salmos penitenciales tomó de memoria, para ir respondiendo al Cura quando llevava el Señor. Y el P. Leandro Phelipe de nuestra Compañía, que a la sason leia mínimos en este Colegio, visitando un dia a sus padres y hallando allí acaso al P. Menacho se le pidió para el estudio: tomóle con tantas veras que dice su madre que jamas dejaba el arte de la mano, y que aun quando le llamavan a comer le tenia sobre la mesa y iba estudiando y comiendo juntamente. No le pasaron al estudio hasta tener 14 años, y aprovechó tanto con su rara avilidad, que en solos ocho meses acabó toda la gramática, y passó a oyr artes; en las que salió tan bien que el mismo dia que le recibió en la Compañía el P. Baltazar de Piñasque entonces era Provincial, sustentó un acto público de todas las artes con general aplauso y admiracion. "

"Todo el tiempo de su noviciado y estudios procedió con singular edificación, y diligencia en el estudio, y assierto y juicio en todo quanto trataba, sin que dejasse de dar el tiempo posible al estudio y observancia de su distribución. Y viendo los superiores la fuerza de avilidad y de caudal de sa

(b) Entró en la Compañía año de 1581.

biduria que Dios havia puesto en el, aun antes de ordenarse porque no tenía edad sufficiente, le mandaron leer un curso de artes, lo qual hizo con grande aplauso de todos. Y despues prosiguió leyendo Theología en la ciudad del Cusco, y en esta por espacio de veynte y siete años. Fue de los subjetos raros que en materia de letras a avido en nuestros tiempos, y para contarse entre los más señalados sólo le faltó el concurso en las Universidades insignes del mundo, a donde pudiese derramar los rayos de su gran sabiduría: y este era el sentimiento de muchas personas graves que venian de Europa que comunicaban o oyan al Padre, diziendo era lástima estubiesse hombre semejante a donde no le gozase lo mejor del Mundo. Solia estudiar diez y doce oras al día, con tai comprehension, que se tiene por cosa cierta que lo que una vez leyó y estudió no lo olvidó. Y assí tenia tan a mano las materias y cosas que le preguntaban, que se acordaba dellas y sabia los libros y lugares donde las había leido, y visto. Llegó un Padre de cassa en estos últimos dias a preguntarle una cossa bien dificultosa y poco tratable en materia de spiritu, y aunque por razon de la enfermedad que padecía iva reccloso de que no le respondería, le dijo que se lo dejase pensar, y buelto a su celda el Padre le embió dos libros que trataban el punto como se podia desear. Y dijo al que los llebó: dé esto al P. Fulano, que con esso queda respondido á lo que pregunta, y a mas de veynte años que lo vi y lei. Es cosa cierta que tenia tan a mano, y era tan señor de las materias de Theología, assi escolásticas como morales, que para presidir á actos, ó replicar en concurso de gente muy grave jamas vio de próximo cossa, sino que se acordaba de lo que avia visto, y para el era como si lo hubiese leido inmediatamente. En confirmacion desto diré dos casos que le succedieron en el sancto Officio, los cuales refirió el Fiscal de aquel Tribunal con admiración. El uno fue que aviendo embiado á todos los calificadores cierta proposicion, en todos sus papel les le dieron calidad; y solo el P. Menacho la salvó, y juntándolos á todos para que oiessen mejor su dicho, porque so. lo el del P. Menacho y su autoridad parece que hazia contrapeso á todos oyeron al Padre, y habló de tal manera, que todos con notable admiración mudaron parecer, y se confor

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