Imágenes de página
PDF
ePub

desente havitación asignándole á este competente congrúa para su subsistencia.

Funda capellanía dándole por primer capellán al Doctor Don Andrés de Munive Canonigo Doctoral de la Santa Iglesia de Quito, Provisor y Vicario general de su Obispado, y Asesor general de su Excelencia é Ilustrísima y por segundo al Padre Juan González, de Casta mulato, hijo lexítimo de Pedro Arenas Mulato Asambado ofizial le Platero, y de María conocida por la Redentora Mulata Aquarteronada, señalando perpetua y considerable limosna para cien Pobres cada año en el día de aquel Sagrado hallasgo.

Nota. En esta capilla en donde después fundaron los Padres de la Buenamuerte, el convento que existe. y en el lugar donde está el altar mayor es donde estuvieron las formas enterradas; en esto se verá que en todos tiempos ha habido hombres malos que cometen grandes crímenes, tanto en lo político, como en lo que toca á la religión, en esta virtud deben cesar de chalar los declamadores fanáticos de afirmar que en estos tiempos no más se ven crímenes, este cometido debe persuadir que las virtudes y los vicios no son inhere ates sólo á una clase de gente sino es dón de los hombres atendida su malicia y perversidad, educación etc.

DON JUAN DOMINGO DE ZAMÁCOLA Y JÁUREGUI

Entre los varones prominentes que ilustraron el suelo de Arequipa y prestaron importantes servicios á la Iglesia y al Estado, con laudable abnegación, en los últimos dos siglos XVIII y XIX, descuella la figura del progresista y laborioso Don Juan Domingo Zamácola y Jáuregui, cura propio del pueblo de Caima, en la provincia de Arequipa, á cuya vene. randa memoria consagramos estas deficientes líneas, fruto de nuestras prolijas indagaciones.

Bien habríamos querido publicar una biografia completa de tan insigne varón que, entre los muchos méritos que lo enaltecen se cuenta haber sido el fundador de la primera escuela en el suburbio de esta ciudad, y el iniciador entre nosotros de los estudios de historia patria. Mas la falta de los datos necesarios y la imposibilidad cada día mayor de obtetenerlos, á parte de nuestra incompetencia, nos privan de la satisfacción de cumplir este deber, limitándonos á verter en el papel esta pequeña gota de tinta, que ojalá el tiempo no seque ni borre.

I

Vizcaya, una de la tres provincias marítimas de la costa cantábrica, que se conocen con el nombre de vascongadas, fué la patria de Don Juan Domingo. Sus legítimos padres, don Santiago Zamácola y doña María de Jáuregui, cuidaron de darle una educación correspondiente á sus inclinaciones, y en sus tiernos años lo llevaron á Valladolid, donde adqui. rió las primeras nociones de las lenguas castellana y latina.

[graphic][subsumed][merged small]

II

Hallábase por aquellos días en todo su apogeo la renombrada Universidad de Salamanca, en la que los catedráticos eran hombres doctísimos, los estudiantes, que pasaban de dos mil, afluían de todas partes, de dentro y fuera del reino, y los grados académicos, que se conferían á mérito de rigurosas previas que principiaban por la tarde y terminaban á más de la media noche, revestían toda la solemnidad de las más espléndidas fiestas; y eran celebradas con paseos públicos á caballo, corridas de toros y mesas de refresco, ocasionando un grado de Doctor el gasto de más de veintidos mil reales de vellón, como lo atesta el mismo Zamácola.

En este ilustre claustro, emporio entonces de la ciencia sagrada, debió don Juan Domingo hacer sus estudios completos, en los cuales alcanzó, con aplauso general, los grados de Bachiller y Licenciado en Cánones.

Terminados sus estudios, abrazó el estado eclesiástico, y, después de ordenarse de presbítero y ser nombrado individuo de la Real Sociedad Vascongada, pasó á Madrid y recorrió algunas ciudades de España.

Impulsado por el deseo de conocer tierras y tratar con muchos hombres, para atesorar experiencia y servir con provecho á los demás, vino á la América. Estuvo en Montevideo, en Córdova, en Buenos Aires, en Salta; y llevado de su espíritu de investigación, visitó las ruinas de Santiago del Estero, ciudad destruida totalmente por un terremoto.

"Yo llevado de la curiosidad-dice el Licenciado Zamácola-fuí al mismo paraje donde estuvo la desolada ciudad del Estero, en compañía de un oficial de ejército llamado don José Aldivert, hombre sumamente curioso y observativo, y á poca diligencia reconocimos todo el sitio que ocupaba la ciudad, y levantamos un plano de toda ella, con sus arrabales, plaza, igiesia, acequias, jardines, etc. Luego descubrimos, en el suelo del casco de la ciudad, varias vigas muy labradas, pintadas y doradas, que demostraban haber sido de algunas otras galerías, y á poco de haber quitado algu. nos escombros y arado algún tanto la tierra, reconocimos algunas basas y capiteles de piedra, plintos, cornisas, ba

« AnteriorContinuar »