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EL CONDUCTOR ELECTRICO.

De Altamira nos remiten el siguiente comunicado o sea consulta al Pensador Mejicano.

Señor Pensador. Puesto que vd. tiene por cargo el pensar, es indispensable que el ejercicio de tantos años haya dado á vd. rectitud, precision y facilidad en esta empresa. Yo como tan nuevo en ella, ahora que con motivo de la Constitucion oi decir que todos debiamos pensar, quise hacerlo, pero en hora tan men guada que mi cabeza parece devanadera, y aun algu nos ratos tengo mis accesos de locura, de suerte que el otro dia arremetí con mis hijos y muger, que por milagro escaparon de mis uñas con vida, aunque bien arañados.

Confieso que yo tengo la culpa de mi desgracia pues debiendo comenzar el ejercicio del pensamiento por cosas fáciles, como en las otras artes, tuve la imprudencia de arrojarme á una tan dificil, que segun me dijo mi abuelo, soldado antiguo y que ha leido muchos tomos de gacetas y comedias en los ratos que deja el rosario, era capaz de volver la cabeza á un doctor borlado. Pero como yo no puedo ya prescindir de mi manía, y jerre que jerre he dado en entender lo que sobrepuja mis fuerzas: porque no acabe de perder el poco juicio que me queda, dicho mi abuelo me aconsejó ocurriera á vd, quien sin duda aclararia' mis dudas, y lo que no alcanzase se lo preguntaria al público, pues dice lo sabe vd hacer con valor y donaire. Con esta esperan. za voy a proponer á vd. las siguientes preguntas.

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Supuesto que el decreto de nuestro católico Mo narca de 9 de Marzo dice »He venido en mandar que desde hoy quede suprimido el referido tribunal en toda la Monarquía, y por consecuencia el Consejo de la Suprema Inquisicion, poniéndose inmediatamente en libertad á todos los presos que esten en sus cárceles por, opiniones políticas ó religiosas, pasándose á los Reverendos Obispos las causas de estos últimos en sus res pectivas Diócesis, para que las sustancien y determi nen con arreglo en todo al expresado decreto de las Córtes extraordinarias." Y esta Real órden impresa en Gaćeta de Madrid, era pública en Méjico á principios de Mayo: y por otra parte, solo estas noticias se juz garon auténticas y bastantes, sin esperar las órdenes de cficio para la jura de la Constitucion y cumplimien to de los otros decretos posteriores á este, que es el segundo: supuesto lo dicho pregunto ¿por qué la Inqui sicion no se dió por suprimida desde aquel momento? ¿Por qué continuó sustanciando las causas, sentenció á los reos y los mandó á sus destinos? Pregunto: estas sentencias pronunciadas sin autoridad, pues sabia bien el Tribunal su extincion, son válidas?

Y aun cuando lo fuesen, jeste modo de pro ceder, indica en el Tribunal aquella sinceridad y buena fe, propia de un hombre de bien? Si las causas de aquellos infelices estaban concluidas antes del arribo de estas noticias, ¿por qué no las sentenciaron sin pro longar á los reos la detencion en sus cárceles? Y si no lo estaban ¿como se dió sentencia sin acabarse el prò ceso? ¿Y será creible que en tan pocos dias, se pudieron sustanciar tantas causas, cuando antes tardaban años enteros?

Me parece, Señor Pensador, que vd. se me va atufando algo coa mis primeras preguntas; pues ten ga entendido que aun falta todavia la mitad de la purga: y asi silencio y paciencia. ¿Qué temieron los

Señores Inquisidores en pasar los reos y sus causas al Sr. Illmo? ¿seria porque debiendose proceder allí sin aquel secreto, que todo lo encubre, se habian de hacer públicas algunas cosas, que podian desacreditarlos? ¿Seria porque recelaron, que siendo el Señor Arzobispo pa dre y pastor de aquellos miserables, los habia de tra tar con aquella dulzura y amor que significan estos tiernos nombres y tal vez los mandarían al seno de sus familias, dando por bastante purgadas sus culpas, con la dura y larga prision que habian sufrido?

Pregunto tambien, Señor Pensador: ¿ si será bue. no que este proceder tortuoso é indigno de un tribu nal eclesiástico, lo sepa por medio de algun papel públi› co, el nuevo gobierno de uno y otro hemisferio, como la última prueba de la justicia con que se le ha supri mido, para que se castigue á los que con tal doblez pro. eedieron, puesto que ya todos los funcionarios públicos estan sujetos á responsabilidad, ó por lo menos para que á los infelices reos los indemnice el gobierno de los efec. tos que sufren de una sentencia, ó nula ó maliciosa? Ultimamente, Señor, pregunto: ¿ si habiendo muer. to la Inquisicion en la impenitencia final, pues al espi rar cometió esta última maldad, con que puso el colmo y corona á su criminal vida, se podrán hacer sufragios por ella, y será digna de sepultura eclesiástica ?

Estas son en parte las dificultades que me tie nen fuera de juicio, y que segun sospecho al llegar aquí tampoco vd. lo tiene ya muy cabal, verificandose que un loco hace ciento. Pero sea como fuere, vd. me las ha de satisfacer una por una con razones sólidas y efi. caces, y no con las declamaciones é injurias de moda, llamándome impio, herege, filósofo y otras necedades que dejan en pie toda la dificultad; y esté vd. en la firme persuacion, que si este negocio se ha de ventilar al uso de San Hipólito la victoria es mia; con que he che vd. en remojo su talento pensante para resolver to.

das mis dudas, y si por sus ocupaciones necesita el auxilio de otros, tiene mi permiso para consultar con el público, encargando á todos, como se supone el secre to natural.

Dios guarde á vd. muchos años, Señor Pensador.. Altamira y Julio 1 de 1820.

Joaquin Padron.

Esto se transcribe para que obre los efectos que haya lugar en derecho; y en efecto no es cosa chocantísima hasta para los lógicos de bodegon veer que al P. Mier lo sotérró la SANTA Inquisicion en sus calabozos tres años, al P. Lequerica dos y medio, y á otros: muchos aquí y en otras partes mas o menos tiempo, sin darle curso á sus causas, y apenas se extinguio el Tribunal, ó advirtieron que se iba á extinguir,› cuan • do contraviniendo al decreto del Rey, sin gota de autoridad, en horas, y con la mas escandalosa tropelia concluyeron los procesos, sentenciaron y confinaron á los reos. ¿Qué diremos de estos procedimientos? ¿ No es preciso que conozcainos que la venganza y la injus ticia tuvieron toda la parte en esta criminal morosidad, asi como de la prisa que se han dado fue la causa la promulgacion del Código divino, sin la cual los reos. de Inquisicion permanecieran hasta la consumacion de los siglos en las inmundas zahurdas de los alcazares de Neron y Diocleciano? ¡O Dios de la justicia y la ver. dad! Tú lees los corazones de los hombres: nada seesconde de tu vista, ora se pidan alas para remontar. se hasta los cielos, ora sea para trasladarse á la otra parte del occeano, ora para sumergirse en los abismos.. En todas partes estás, nada se te oculta, nada se teesconde, todo lo ves, registras y escudriñas. ¿Pues cómo, Dios mio, como has sufrido que los hombres, que los hombres déspotas, aduladores y sacrilegos, como si no vieras sus interiores, abusaran hasta hoy de tu miseri

cordia, de tu sabiduria y de tu justicia? ¿Cómo has tolerado que cara á cara hayan profanado tu sacrosanto nombie, y hecho odiosa tu bella religion, religion de paz, de union y de fraternidad, religion santa, verdadera, fundada y única que puede proporcionarle al hombre la solida felicidad aun en esta vida misera. bie? ¿Cómo en fin, Dios de la magestad, has permi tido que à la sombra de tu misericordia se perpetre la tiranía, invocandote á tí mismo para que autorizaras tan. tas y tan crueles iniquidades cometidas por la Inquisi. cion contra tus hijos? »Levantate, Señor, juzga tu ca s', decia este infame tribunal en los abolidos escudos de sus armas. ¡Horrible sacrilegio! ¡Maldad inaudita! ¡Hipocrecia falaz y refinada!

¿No advertian estos hombres que se echaban un terrible anatena con esta Santa, pero para ellos mal. hadada inscripcion? ¿Los reyes déspotas y crueles que fundaron y sostuvieron este negro tribunal, y los jueces subalternos que la servian ignoraron ú olvidaron que la causa de los indefensos es la causa de Dios, como se nos asegura en las divinas letras? Seguramente, y sin saber o decian: levantate, Señor, y juzga la causa de estos infelices á quienes oprimimos. Exsurge, Domine, judica causam tuam.

Esta maldicion les alcanzó á los inquisidores de toda España en nuestros dias. Se levantó el Señor del trono de su gloria, oyó los votos de los buenos, de aqueIlos justos que reclamaban su justicia, y en un instante deposuit superbos, hirió la santa piedra de la Contitu. cion la debil base de este infernal coloso y vino á tierra, para siempre sin fin, sí, para siempre, lo mismo que la estatua de Nabuco,

Almas piadosas, corazones cristianos y sencillos: no os escandaliceis cuando oigais hablar con esta acrimonia contra tan nefando tribunal. No os sorprenda que con tan viles procederes se haya llamado Santo.

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