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Pero pése á los déspotas, á los aduladores é ignorantes, la Soberanía reside esencialmente en la Nacion, y la su prema autoridad en sus Monarcas. De manera que en la Nacion reside la Soberanía, y en el Rey la autoridan suprema; con la diferencia de que la soberanía de la Nacion es esencial, propia é independiente, y la auto. ridad del Rey es accidental y dimanada de la Nacion, sin que esto ceda en demérito alguno de su alta dig. nidad por dos razones: la primera, porque nadie se degrada por no tener lo que no le pertenece, y la se gunda: porque aunque la autoridad suprema del Rey dimane de la Nacion, una vez que ésta se la ha da do, está en obligacion de conservársela escrupulosamente. De manera que nadie puede atentar contra la persona del Rey. ¿qué es atentar? pero ni injuriarlo ni faltarle al respeto por ningun caso. Esto quiere decir, que la persona del Rey es inviolable, (tit, IV, cap. I. art. 168) y no puede perder esta Soberanía sino dejando de reinar, lo que puede suceder por una de tres razones: porque abdique la corona, por un trastorno de juicio que lo constituya incapaz de gobernar ó por la muerte, con que todo concluye en este mundo.

Sin embargo de lo dicho, hay muchos que se confunden con estas distinciones: no saben como conciliar. las entre si no entienden como la Soberanía absoluta resida esencialmente en la Nacion, ni como ésta sea la que á los reyes autoriza tan altamente; mas esta clase de personas poco instruidas, se convencerá y lo entenderá facilmente leyendo lo que sigue.

Los hombres en el estado natural eran absolutamente independientes uncs de otros: desfrutaban una libertad sin limites: no reconocian mas ley que su capricho, ni mas superior que la fuerza, de modo que cada uno era su soberano, y no solo suyo sino del mas débil á quien podia oprimir.

En efecto: apenas se fueron multiplicando los

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hombres, cuando los fuertes abusaron de su libertad natural con manifiesto daño de los débiles. Estos se reu nieron en sociedades, así para ayudarse mútuamente, como para defenderse de sus injustos opresores.

Ya reunidos, advirtieron que necesitaban de unas leyes que defendieran sus derechos, á las que llamaron civiles, y de otras que contuvieran por medio del cas tigo, á los que las quisieran infringir. A estas apellida

ron criminales.

Mas estas leyes, ora fuesen formadas por to dos, ora por los mas equitativos y avisados, no podian hacerse ejecutar por todos, porque todos eran iguales y nadie tenia un derecho para hacerse respetar ni obe decer de otro de quien no era superior.

¿Qué remedio habia para salvar esta dificultad? No otro que quitar la igualdad comun, autorizando á uno particularmente para que fuera el superior de todos.

Para esto era indispensable que cada uno de los electores (que eran todos) cediera una parte de sus derechos, de su libertad, y aun de sus propiedades en el elegido, para que éste le consarvara los que le que daban, que eran los mas, pues nadie pierde lo mas por asegurar lo ménos.

De este modo quedó este superior (llamárase rey, juez, emperador, césar ó lo que se quiera) constituido en una alta dignidad, superabundantemente autorizado sobre todos en lo particular, y con muy fundados de rechos para reclam ir la obediencia que le habian ofre: cido,, tal vez desde los principios con juramento.

Siendo este el origen de los primeros reyes, se deduce que entre ellos y los pueblos hubo cierto pac to social, y mediante él se dividió el poder, quedando el rey obligado á sostener la Soberanía del pueblo, y el pueblo la autoridad del Rey.

Como la persona Real era inviolable, la Sobe-..

Real autoridad. Desde este estado, los reyes fueron autorizados infinitamente sobre cada uno de sus súbditos; mas con una autoridad limitada, respecto á la Nacion que los habia constituido en gerarquía tan elevada, sin que estas ventajas ni limitaciones tuvie sen nada de violentas, sino muy puestas en el órden natural. Me explicaré con mas claridad con una com paracion muy sencillita, para los que no me hubieren entendido.

Supongamos una ciudad compuesta de cien mil habitantes. Cada uno tiene cuatro pesos: á pesar de su pobreza, cada rato se ven acometidos de ladrones que saquéan sus cortos bienecillos: para precaverse de este daño, resuelven fosearse y construir sus puentes leva dizas. La determinacion es buena; pero ¿quién la pone por obra? cada uno tiene solos cuatro pesos, cantidad rateramente corta para un proyecto tan grandioso que lo ménos exige cien mil pesos para llevarlo al cabo.

En tal estrecho convinieron en habilitar á algu no de todos con un peso del que se privaba cada uno por el bien general. Este uno fué César, á quien desde lue go dieron la cantidad estipulada.

He aquí á César con una riqueza exhorbitante respecto de cada uno de sus habilitadores, pues él se ha Ilaba con cien mil pesos, cuando cada uno de estos contaba solo tres pesos de caudal; pero al mismo tiem po se hallaba con un numerario limitado, respecto á la masa general, pues entre todos tenian trescientos mil pesos, cuando el contaba solo con cien mil.

Todo está bien aclarado en el cuentecito. César es el Rey la Nacion la Soberana, cedió una parte de su dignidad al Rey, y este quedó autorizado en su premo grado sobre cada uno de sus súbditos; pero sin embargo, esta dignidad se la confirió la Nacion, quien se quedó con la mayor parte.

La historia de todos los siglos confirman hasta la evidencia que la Soberanía reside esencialmente en la Nacion. Sabemos que siempre ha habido y aun hay coronas electivas. ¿Quién las ha elegido? el pueblo. Así que han fallecido; qué ha hecho el pueblo? reasumir en sí la autoridad que habia dado á uno, para darsela despues á otro, y á veces para retenerla en sí como sucedió en Roma. Cuando ha habido dos ó mas pretendientes á la corona en quien se ha puesto? En quien ha sido la volun tad del pueblo. Y ha podido tanto que en España á Wam. ba, hombre bueno, humilde y que se resistia á reinar, llegaron á obligarlo, presentándole la corona y la punta de una espada, de suerte que para librar su vida no pudo ménos que aceptar el trono, en el que goberno con entereza y prudencia ocho años, al cabo de los cua les abdicó en Hervigio la corona y se retiró al claustro,

Esta Soberanía nacional la han conocido hasta los pueblos incivilizados En Méjico, apenas murió Moctezuma, eligieron por Emperador á Guatzimozin.

Ultimamente: la voluntad del pueblo es tanta y su Soberanía tan respetable, que parece que la ha re conocido el mismo Dios, si me es lícito explicarme de este modo. Lo que no tiene duda es que ha condescen⚫ dido con ella.

Cuando Samuel envejeció, dejó á sus dos hijos por jueces del Pueblo de Israel. No imitaron estos los bue nos ejemplos de su padre; sino que corrompidos por la avaricia, trastornaron en cuanto pudieron la justicia, Entonces se congregaron los principales de Israel, fueron á Samuel y le dijeron: tú estás incapaz de go. bernar por tu edad: tus hijos no van por los caminos que les has enseñado; y así danos rey que nos juzgue. Oró Samuel al Señor, quien se desagradó de es ta peticion. Sin embargo, dijo á Samuel: anda y diles cual será el derecho ó la dominacion del rey que ha de reinar sobre ellos.

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'Fué Samuel, en efecto, y de parte de Dios les hizo la pintura de un rey déspota y tirano, que tal habia de ser el que los gobernara.

Parece que era muy natural que el pueblo oyen do de la boca de un Profeta lo que se les preparaba con el rey que querian, desistiese de su pretencion. Pues nada menos sucedió. El pueblo empeñado en tener rey, despreció los avisos de Samuel, y le dijo: de ninguna manera desistiremos de nuestra primer solicitud. He. mos de tener rey como todas las naciones. Nequaquam: rex enim erit super nos, et erimus nos quoque sicut omnes gentes.

Entonces dijo Dios á Samuel: be oido la voz del Pueblo anda y dáles Rey Samuel, instruido de la vo• luntad del Señor, dijo á los de Israel: váyase cada uno á su ciudat, que fué como mandar que se disolvieran las Córtes, pues estaba otorgado lo que pedian. (2) Esto es del Lib. 1. de los Reyes, cap. 8.

Ahora bien: Dios se disgustó con la peticion del Pueblo, y tanto que dijo á Samuel: á tí no te ban despreciado, sino á mi para que no reine sobre ellos: sabía que el primer rey que tuvieran les habia de salir malo: se los manda advertir: el Pueblo se encapricha, se obstina en querer rey, y Dios se lo concede como contra su voluntad, pues despues de hecho rey Saul, dijo: me pesa de haber constituido rey á Saut.

¿No es esto condescender con la voluntad del Pueblo? ¿Y en el uso libre de esta voluntad no consiste la Soberanía de una Nacion? Si: luego la Sobe

(2) Se juntaron á pedir rey todos los principales de Israel, y luego les dice Samuel que se vaya cada uno á su ciudad. Esto me bace creer que de cada ciudad fue uno á Ramatba donde estaba Samuel, á representar la voluntad de los que no podian ir. Estas son Cortes,y së esto es asi, son muy antiguas en el mundo.

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