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blo español no ha jurado ni jurará jamás sostener la Inquisicion; antes al contrario en el mismo acto de ju. rar la Constitucion ha jurado virtualmente la abolicion perpetua de este odioso y sanguinario tribunal como incompatible con la Constitucion, como diametralmente opuesto á sus derechos y libertad civil. Mas yo dije tambien que la Inquisicion es no solamente perjudicial á la prosperidad del estado, sino contraria al es píritu del evangelio que intenta defender.

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Tírese una rápida ojeada sobre la faz de la Península despues del establecimiento de la Inquisicion, y se verá que desde aquella desgraciada época desaparecieron de entre nosotros las ciencias útiles, la agricul tura, las artes, la industria nacional, el comercio. examínese la estadística de esta vasta y rica nacion y se notará progresivamente su decadencia y despoblacion hasta llegar á poco mas de diez millones y medio de habitantes, la mayor parte miserables, cuando por la be nignidad de su clima, por su localidad y feracidad de su terreno puede sustentar mas que doble número. Degradados los españoles de la altura de su antiguo poder y sabiduría, al mismo tiempo que perdian su energía y libertad, caian en el mas espantoso abatimiento, perdian su preponderancia y se entregaban insensiblemente al apocamiento y esclavitud. No es fácil calcular hasta que punto de decadencia hubiera llegado esta magnánima y heróica nacion sin la convulsion política originada de la invasion del tirano de la Europa. Pero aun hay mas. De una devocion ilustrada, apoyada en la sagrada Escritura, en los escritos de los padres y otros autores nacionales eminentes en virtud y literatura, vino á parar en una agradable supersticion y en un orgulloso fanatismo que tanto ultrajan á la magestad y santidad

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de la religion. Se vió abandonada por lo general la pre dicacion del evangelio, se descuidó la instruccion pú blica y desapareció la práctica de las virtudes sociales. que deben formar el carácter del ciudadano católico, y en su luger se dió acogida á las mas pueriles devociones, á prácticas ridículas, á libritos y folletos atestados de cuentos, de visiones, de revelaciones falsas y de mila gros fingidos, cuyo conocimiento está reservado exclusivamento á los supremos pastores de la iglesia.

¿No se encuentra mas copia de sagrada erudi. cion, mas uncion y energía en las obras inmortales de un Fr. Luis de Granada, de un Fr. Luis de Leon, del venerable Avila, de Santa Teresa de Jesus, que en tan tos folletos ridículos que casi todos tiran á la supersti cion y fanatismo? Pero ¡ay de mi! dos de aquellos varones fuertes, de aquellas almas justas que veneramos -como á nuestros padres no solo en la pureza y elegan. cia del idioma, sino en la doctrina y religion, santa fue. ron á parar á los calabozos de la Inquisicion. Niégenlo si se atreven los abogados y patronos de este despóti‹ cỏ tribunal. Si la memoria de aquellos ilustres héroes, de aquellos claros varones, que han sido el ornamen. to y gloria de la patria no quedó manchada con el borron de la infamia á que los expuso la Inquisicion, fué porque el explendor de sus virtudes triunfo demasiado de las negras sombras que adornan á ese feroz establecimiento. ¡ Desgraciada virtud si se han de apreciar sus quilates por la ignorancia y presuncion de los mandones! No es creible el influjo de autoridad y preponderancia de poder que se adquirió la Inquisicion con es tos golpes maestros de su politica. A vista de estás prisiones detestables se apoderó un terror pánico del espíritu docil y piadoso de los españoles. Atónitos y sor prendidos al notar que ni las personas mas respeta bles y visibles por su saber, por su santidad y sus virtudes estaban libres de la vara de hierro de este horri.

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ble tribunal ¿qué español por virtuoso que fuera se cretria seguro de caer en sus garras? Yo quisiera que tɔdos los que me oyen se detuvieran sobre esta reflex on: mas no dudo que V. M. con su imparcialidad y sabiduría le dará todo el peso que se merece.

No fueron estos los únicos personajes de virtud y literatura que sufrieron el yugo inquisitorial. S. Fran. cisco de Borja, S. Josef Calasanz, padre y fundador de las escuelas pías, fueron tambien victimas de la In quisicion. Y cuantos sábios, cuantos literatos de primer órden no experimentaron la misma triste suerte! Las ciencias y las artes son tan incompatibles con la Inquisicion como lo es la luz con las tinieblas. Bastaba distinguirse un sabio para ser el blanco de este tribunal; y á fe que su cálculo era bien fundado, porque debiendo su origen impuro á un siglo de tinieblas, y sostenido siempre por la mano de hierro de los déspotas, se alarmaba á la menor ráfaga de ilustración que pudiera con el tiempo descubrir al mundo su sistema de opresion y tiranía. Este ídolo no pudo sostenerse sino en medio de la obscuridad y del error.

Darébuna idea sucinta de los sábios y literatos, ya, nacionales, ya extrangeros, que este tribunal sacrificó á su furor y estupidez. A principios del siglo XVII apareció en el teatro de Italia un hombre extraordina rio por su saber, á quien las ciencias deben infinito, y al instante fué sepultado en las cabernas de la Inqui sicion: el inmortal Galiléo. Este grande hombre recti• ficó el verdadero sistema del mundo que en la antigüedad habia promovido Pitágoras, que resucitó despues Nicolás Copérnico, y que últimamente adoptó Newton. Aquí está todo el pecado del filósofo Florentino. Es verdad que los inquisidores de aquel tiempo no eran apropósito para entrar en los arcanos de esta filosofía, y pro• curaron vengarse del filósofo que sabia mas que todos ellos. Fue tal la impresion que este bárbaro atropella

miento hizo en el espíritu del célebre Descartes, que segun se explica el autor de su vida, pensó quemar todas sus obras filosóficas para que no cayesen en ma nos del tribunal. Y ¡qué pérdida hubieran sufrido las ciencias si llegaran á quemarse los escritos del padre de la filosofia moderna! Pico de la Mirándula, á pesar de su alto nacimiento y profunda sabiduría, fue tambien víctima de la Inquisicion. Pedro Ramos sufrió la mis ma suerte, Ello es que ya sea en persona, ya en sus escritos apenas hay sábio de nombre que no haya sido perseguido por este tribunal. Entregado por muchos años á la astuta política de los Jesuitas, toda obra contraria al sistema tortuoso de la compañía era pros cripta al momento, Diganlo las famosas provinciales de Pascal que por haber descubierto al mundo el go. bierno despótico y máximas corrompidas de la compañia, fueron proscriptas en el expurgatorio como prohi bidas en primera clase, al mismo tiempo que corrian impunes las obras de los casuistas donde rebosaba la mas relajada moral. Digalo la historia pelagiana del sa pientisinio cardenal de Noris que fué prohibida por la suprema. En esta obra insigne se trata del sistema de la gracia segun los principios de San Agustin que adop tó la iglesia, pero era contraria á los principios del jesuita Luis de Molina, y fué por tanto condenada al expurgatorio. Ni bastó la suprema autoridad de Benedicto XIV, para arrancar del índice una obra tan or todoxa, pues tambien la Inquisicion se atrevió mas de una vez á eludir los decretos del Romano Pontifice. Fué necesario que Fernando VI., indignado del atrevimien to y desobediencia inquisitorial, mandase que el inqui sidor general levantara el furioso anatema.

¿Y qué necesidad tenemos de ir á buscar sábios extrangeros perseguidos por la Inquisicion Hay tal abundancia en nuestra España que seria imposible enumerarlos todos. Yo veo en sus garras al diligente

y sabio restaurador de nuestra lireratura, Antonio de Nebrija, á Fr. Juan de Villagarcia, catedrático de Oxfort, al elegante y culto historiador Fr. Josef de Sigúenza, á Alfonso de Zamora, catedrático de hebreo en Alcalá, á Cantalapiedra, catedrático de Salamanca, á Diego de Zúñiga, catedrático de Osuna: y el muy docto Francisco Sanchez de las Rosas, reputado en todo el orbe literario por padre y maestro de las instituciones latinas, fué á morir en las cabernas de la Inquisicion de Valladolid. Con su infame prision quedaron sepultadas para siempre sus elegantes traducciones de varias obras de la antigua Grecia. Así fueron presos los Vergaras, Tovares..... ¿Qué mas? Hasta el incomparable Arias Montano, gloria y honor inmortal de nuestra literatura, estuvo ya para caer en las garras del terri ble y sombrio tribunal. Le valió á este sabio de primer orden la consideracion de haber presentado en el Vaticano á Gregorio XIII la real biblia poliglóta,

Cuando no podia arrastrar con las personas de los autores prohibia ó suspendia sus obras para purifi carlas, ¡Que inmensa copia de escritos ortodoxos no ha suspendido la Inquisicion sin encontrar en ellos la me nor tacha; en prueba de lo cual ó los devolvió á sus autores ó les dió curso despues de su muerte! Que hablen las obras de Fernan Perez de la Oliva, las del insigne Ambrosio Morales, padre de nuestra historia, las de Gaspar Juenin.... no acabaria si hubiera de enu. merarias todas, ya sean de filosofia, ya de teología ora de política, ora de moral. Pero donde se apuró mas nuestra paciencia fue al ver que nos prohibió por mu chos siglos la lectura de la sagrada Escritura en castellano, como si nuestra hermosa lengua no fuera tan digna de la pureza y magestad de la religion, á ma- nera que lo fueron la hebrea, la griega, la caldea. Ꭹ . la latina: como si la sagrada Escritura no fuera una carta en que el supremo criador habla a sus criaturas se.

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