Imágenes de páginas
PDF
EPUB

I.

El fin principal de la libertad de imprenta, san

cionada como ley fundamental por la constitucion del año de 1812 y restablecida con la misma por nuestro católico monarca en el de veinte, es el de que se ilustre la nacion, particularmente en los asuntos de mas importancia, utilidad y trascendencia. Todo ciudadano está autorizado para ofrecer al público sus ideas: y este no podrá menos que recibirlas con benignidad y aun con gratitud, cuando versándose sobre materias gravísimas en que todos son interesados, no se propone otro designio que ser útil, aun cuando por desgracia ó poca habilidad no lo consiga.

2. Yo voy á tratar un asunto de la mayor gravedad é interés, por sí mismos y por sus consecuencias. Nadie puede tener firmeza y estabilidad en el nuevo órden de cosas, mientras la opinion pública no sea una misma acerca de dos puntos fundamentales, en que estriba todo lo demas: estos son la soberanía de la nacion y las leyes con que esta se obliga á protejer la religion católica, que debe ser la única de todos los españoles. Es claro que sobre esto ha sido el choque terrible de las opiniones, dividiéndose los ingenios y tambien las -voluntades, que es lo mas peligroso y sensible. Aquí, pues, donde está el mayor mal, se debe aplicar el remedio, procurándo con escritos en que resplandezca la verdad, presentar estos objetos en tal punto de vista, que la suma razon no pueda negarles el asenso: instruir con argumentos firmes, claros y convincentes, omitiendo aquellas vivezas y rebatos que solo pueden

*

servir para dañar á la causa; pero dejándo al mismo tiempo rodeos y disimulos, indignos de un filosofo cristiano y hombre de bien; pues solo la verdad propuesta sencilla y pura, como es en sí misma puede producir una conviccion perfecta.

3. Estoy bien distante de creerme con suficiencia para ejecutar lo que digo; con todo insisto en escribir, con la esperanza de que mi produccion imperfecta incite algun sabio que llene y perfeccione mis deseos; y con solo esto tendré por bien recompensado mi trabajo. No pienso hablar por ahora de la soberanía del pueblo, y mi discurso se contraerá solamente al otro punto, por lo relativo á la Inquisicion, suprimida por las córtes.

4. Es notorio á todos que el año de doce, en cumplimiento de lo que habia prometido el augusto congreso, de auxiliar la religion con leyes justas y convenientes, despues de largas y profundas discusiones renovó la ley de partida contra los hereges, declarándo al mismo tiempo, que la nacion no quería ser juzgada en materias de fe, sino por los tribunales establecidos generalmente en la iglesia, esto es, por los obispos; y que de consiguiente el llamado santo oficio, que es un tribunal privilegiado, que no se introdujo ni se ha conservado sino por la voluntad de la nacion, manifestada por sus reyes, no tenia ya lugar, cesando por razonės gravísimas, entre ellas la de ser incompatible su modo de proceder y enjuiciar, con la libertad civil que acababa de sancionarse.

5. Bien sabido es el resultado de tan sabia determinacion. Muchos tomaron la defensa del tribunal; y persuadidos que el estinguirlo era un atentado contra la religion, virtieron por palabra y por escrito que esta era una conspiracion de los impios, con el perverso fin de arruinar la iglesia, y con esto ocasionaron en el corazon sencillo y piadoso de un pueblo tan cató.

lico, las impresiones mas funestas y peligrosas. Es verdad que muchos literatos tomaron la pluma, y con razonės eficaces y mucha elocuencia, respondieron á las acusaciones injustas, aclararon la materia y la pusieron en aquel punto que debia mirarse; pero como varios de estos escritos junto con los argumentos, quizá contenian mas acrimonía y fuego del que convenia en asunto tan peligroso, ya sea porque los autores lo juzgaron necesario por naturaleza y estado de la llaga, ó que el calor de la disputa los arrebató mas allá de lo que pensaban; lo cierto es que el éxito fue contrario á las esperanzas, y se verificó cabalmente lo que un célebre escritor del siglo pasado predijo suce dería en tales casos.

$ 6.

» La verdad, dice este sábio, es semejante á aquel elemento útil y terrible, que es preciso ma"nejar con prudencia, porque si resplandece, tambien » abrasa, y puede devorar al mismo que no se sirve » de él sino para el bien público. El hombre inesper"to cree imprudentemente que siempre puede ser útil » y se entrega sin desconfianza al dulce sentimiento que "le arrastra. Muchas veces la verdad misma le inspi» ra un ardor generoso. Entonces el entusiasmo se apo", dera de su alma: sus ideas se elevan: sus espresio" nes se animan: cree poder llevar en triunfo la ver"dad y quebrantar las barreras que se hallan en el " camino. ¡ Error vano de un corazon engañado! To"do se alarma, las pasiones se irritan, el orgullo ame" paza, el interes combate, despierta la envidia y acu» de la calumnia; entonces la verdad se huye y n " deja en el corazon marchito del que la anunciaba, "sino el sentimiento triste y profundo de su impru"dencia y del mal hecho á los hombres. Por el in» teres de la verdad misma es preciso proponerla sin " fanatismo, pero tambien sin debilidad. Su lengua" je debe ser tan sencillo y penetrante como ella. La

» verdad no solicita admiraciones, no habla á los hom"bres con imperio ni menos insulta con desden aun los » errores que combate. Ella tiene ya bastante con ser » la verdad para que los hombres la resistan; que me"rezca, pues, á fuerza de dulzura ser tratada con " indulgencia." (*)

7. Hallándose en este estado las cosas, volvió nuestro deseado monarca, por quien tantas lágrimas y sangre se habian vertido, llenos de los mas sinceros deseos de hacer feliz una nacion, á quien debia la libertad y el trono; pero como la faccion anticonstitucional tuvo la astucia de sorprenderlo con perversos informes, haciendole creer que las nuevas instituciones eran aun tiempo la ruina de su autoridad, de la religion y de toda la monarquía; su corazon recto cayó en el lazo que habia urdido la intriga, y abolió la constitucion, restituyendo las cosas al órden antiguo.

8 Entonces fue cuando los apasionados del tribunal viendose dueños absolutos del campo y sin antagonistas que les contestáran, no guardaron ya modo ni consideracion alguna; y arrebatados de un furor, que sería reprensible aun para la defensa de un artículo de fe, atacaron á sus contrarios con todas las armas y máquinas que pudieron haber á las manos, sin detenerse en que fuesen justas ó injustas, con tal que condujeran á su fin. Así en vez de argumentos verdaderos y sólidos, que no tenian, usaron de la sospecha, de la calumnia, de suposiciones falsas y declamaciones exageradas, viniendo á concluir por inducciones infieles y violentas, que la constitucion era un código de anarquía e impiedad, y los que la sancionaron una conspiracion de fracmasones, impios y desalmados, que intentaban destruir el trono y el altar.

9. Las profundas y malignas impresiones que ta

(* Mr. Tomas. Discours á l' Academie.

les escritos han producido por seis años en el zon del pueblo, son bien notorias á todos: y creo que si sus autores hubieran previsto, como debieron hacerlo, el descubierto en que dejaban la religion y el estado con unas producciones tan imprudentes, por no decir mas, hubieran preferido el silencio y la

ridad al desastroso cargo de escritores, que, en mala hora tomaron para daño del público y confusion de sí mismos.

10. Porque finalmente, el voto general de la nacion prevaleció como debia esperarse. La verdad y la justicia, rompiendo las densas nubes con que se ha bia procurado oscurecerlas, se dejaron ver en todo su esplendor: sus rayos hirieron los ojos de nuestro benéfico monarca, á los que no habian llegado antes por los ostáculos que ponian los que le rodeaban, y no por falta de disposicion, como lo demostró el afecto, pués en el momento que víó la luz, la siguió con aqueIla generosidad propia de un corazon recto y sabio, que tiene por gloria mudar de consejo cuando advierte el engaño. Juró, pues, la constitucion y mandó se hiciera lo mismo en toda la monarquía, restableció en todo y por todo cuanto las córtes habian sancionado para la felicidad pública.

4

[ocr errors]

II. Este memorable suceso no estaba en el cálcu. lo de aquellos escritores de que trato, aunque en realidad no era necesario ser profeta para haberlo previsto; pero en esta crisis es donde se está palpando en toda su estension la grandeza del mal que causaron sus plumas imprudentes, Ellos persuadieros al pueblo que la constitucion era un aborto de impiedad y anarqufa; sus autores unos hombres perdidos, sin religion y sin moral: que el restablecimiento de las instituciones antiguas, y en particular de la inquisicion, era el triunfo de la religion, que por su falta iba á perderse en España. Y el mismo pueblo ve ahora, que

« AnteriorContinuar »