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Suelen durar cuatro y cinco meses; hasta que comienzan á secarse no cesan de doler, y al cabo vienen á resolverse, y los que las han tenido quedan limpios y sanos. Piensan los de aquellas tierras, que aquellas verrugas y otras enfermedades que hay se causan por estar aquella región y paraje debajo de la línea equinocial, y que vienen á hacerse por causa de algunas constelaciones que allí hay y tienen mas fuerza en aquella región que en otra parte por do pasan” (15).

1548

Garcilaso, después de hablar de la peste de Caracha que, en los años de 1544 y 45, sufrieron las llamas, huanacos y vicuñas, dice que esa enfermedad la experimentaron también las zorras en 1548,

Son estas sus palabras: "No perdonó (este mal contagioso) las Zorras, antes las trató cruelisimamente, que Yo vi el Año de 1548 Estando Gonçalo Piçaro en el Cozco, victorioso de la batalla de Huarina, muchas Zorras que heridas de aquella peste, entravan de noche en la Ciudad, y las hallavan en las Calles, y en las Plaças, vivas, y muertas, los cuerpos con dos, tres, y mas horados, que les pasavan de un cabo a otro, que la Sarna les avia hecho" (16).

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Hubo en Chile una epidemia mortífera de fiebre tifoidea, que apareció en la Imperial, á la que llamaron los araucanos chavolongo (dolor de cabeza): de chavo, redondo, y longo cabeza; porque era una fiebre soporífera que traía dolor de cabeza.

(Vicuña Mackenna.—Médicos de antaño: pág. 14).

(15) Vida de Don Pedro Gasca--Madrid, 1889, 8.°-Tomo I, 1. III, cap. IX, pág. 454.)

(16) Com reales: !. VIII, c. XVI.

1558-1559

Montesinos, en sus Anales del Perú, al referir los sucesos del año 1558, dice: "Ubo peste general de viruelas y saampión", sin añadir pormenor alguno. El antiguo Mercurio Peruano, del 6 de enero de 1791, dice: "Hubo en esta capital una epidemia, que hizo cruel estrago en los habitantes de ella, y en los alrededores".

El Padre Cobo se limita á escribir (17): "El año de mil quinientos cincuenta y nueve hubo en esta ciudad una enfermedad aguda que se tenía por género de pestilencia, de que morian muchos". Luego habla de la fundación, el 26 de setiembre de ese año, del Hospital de San Cosme y San Da mián (de la Caridad), y de la creación de la "Hermandad de la Misericordia."

Mendiburu repite lo mismo (18); y pondera los beneficios que, de esta Hermandad y la de la Caridad, que existía desde 1552, reportaron los pobres dolientes.

1560

En octubre de este año y en el siguiente hubo una epidemia mortífera en Potosí, que hizo muchas víctimas. Duraban 24 horas los enfermos: unos se hinchaban de los pies al estómago, y morían; otros sufrían fiebre maligna; y otros se llenaban de ampollas, que reventaban en un humor amarillo, Hubo sequía, y terminó la peste al principiar la lluvia (19).

1585

"Este año ubo en la ciudad del Cuzco, dice Montesinos, una peste muy grande de viruelas y sarampión y dolor de

(17) Fundación de Lima: cap. XXVII.

(18) Diccionario hist. biogr.: t, V, pág. 49.

(19) Núñez Vela-Anales de Potosí, en el ‘Archivo Boliviano" pág. 302.

costado, y venia con tanta malicia, que á los que daba esta peste los llenaba de lepra y morian dello muchas persouas, y esto solo era en tierra del Cuzco, y se pegaba con todo rigor, de modo que las ciudades se guardaban y velaban con todo cuidado. Consta de un Cabildo de la de Guamanga en que se recibió informacion de lo dicho, y se mandó quebrar el camino de Vileos por la cuesta grande, de modo que nadie pudiese pasar á pie ni á caballo del Cuzco á Guamanga, y que se despoblase el tambo de Vilcos, y que a nadie que viniese del Cuzco se le diese recaudo; el Cabildo fue á 25 de Mayo deste año” (20).

En los Anales del Cuzco, publicados por don Ricardo Palma, en 1902, se dice: "Durante el mes de abril (1585) corrió en esta ciudad una peste de tabardillo y paperas que, aunque duró poco tiempo, dió bastante cuidado. Hiciéronse las rogativas acostumbradas al glorioso mártir san Sebastián, por patrón y abogado contra la peste". (Pág. 231).

1586

En la Historia Ms. de la Compañía de Jesús en el Perú del P. Jacinto Barrasa, muerto el año 1704, hay una descripción de la peste que hubo aquí el año 1586; descripción á la que, aunque extensa, le doy cabida por ser de interés y desconocida. Está á continuación de la historia del terremoto del 9 de Julio del mismo año, que he publicado en 1889, en mi Sinopsis de temblores y volcanes en el Perú. Dice Barrasa:

"Tal fue los años siguientes la peste de viruelas, que como ya diximos en las fundaciones de las Casas de Juli, y Arequipa corrió mas de mil y doscientas leguas de tierra desde Cartagena, que dista de Lima Norte Sur mas de 600, y talando las provincias del Nuevo Reyno, y Quito llegó á Chile, y quisá al Estrecho sin que los largos despoblados, diversidad de temples, unos frigidissimos, y otros en gran manera calientes fueran parte para impedirla el passo, ya con

(20) (Anales del Perú: t. 2° pág 100).

densando el frio el vapor pestifero, que inficionaba el ayre, ya resolviendolo el calor de suerte que no tuviesse fuerza para comunicarse, antes parece que uno y otro les servian də carroza ligera para que volase atropellando con las ruedas de su furia toda, o la mas gente moza, niños, y jóvenes, naturales de la tierra, ya Españoles, ya Indios, ó de otras especies escapando pocos, y muriendo los mas, privilegiados (sin saberse por que) de pagar este miserable vasallage todos los nacidos en Europa, como tambien los de madura edad; que parece estan bastantemente avisados de ella para disponerse á morir, y assi sobran para su muerte las pestes, y los temblores. Consideracion que pocos desengañados logran, y malogran los mas tolerados de el tiempo, y de Dios para acabar peores”.

"Importó mucho en esta peste para los que morian de ella tener de antemano el aviso, sabiendo los rigores con que trataba á otros pueblos, y ciudades, acercandose á ellos, pues con el se disponian maravillosamente asegurando en quanto se puede entender la vida del alma, ya que no escapassen con la del cuerpo, y aunque llegado el mal no eran uniformes los plazos que daba á los que acometia, porque algunos no los alcanzaban demas, que de dos o tres días; con todo lo regular era de diez o doce, en los cuales viendo el Hermano morir al Hermeno, y el amigo á su amigo tenian en la muerte de cada vno un vivo recuerdo de la cercania de la suya con que la aguardaban tan prevenidos, y pertrechados de los espirituales presidios y socorros del alma, que parece no sentian la muerte del cuerpo”.

"Pero como el enemigo del linage humano continuamente da bueltas buscando á quien tragar; de estos mesmos á quienes Dios por enfermedad tan penosa queria atraer mas apriessa á si, el con su perversidad tiraba a estragar algunos, enfermandolos en el alma, como lo estaban en el cuerpo, ya con la impaciencia y desesperación, ya con la aversión y desgano de los Sacramentos. Aqui entraban nuestros operarios exercitando su zelo, consolando, exortando y aun aliviando sus fatigas con algunos refrescos ó regalos, que de limosna recogian para los pobres. Quietabanse con esto los

impacientes. toleraban con paciencia los desesperados, y los aversos á los remedios del Cielo pedian la confesión y comunión sagrada, y algunos de los neófitos el Santo Baptismo, que en la opinion vulgar corrian por Baptizados ocultando ellos la malicia, o ignorancia de no haber recebido aquel baño santo. Tambien administraban los nuestros con licencia de los curas el sacramento de la extremauncion, llevandole consigo quando iban á confesar los enfermos, que no recibieran los mas, si por sola una mano se hubiera de administrar, por el embarazo, que ocasionaban los ascos, y fatigas del achaque".

"Los dos hospitales de Señora Santa Ana, y San Andres Apostol, que son aquel de Indios, y este de Españoles estaban colmados de enfermos, sin embargo que cada dia morian muchos. De los Indios (dice una relacion) se daban a la sepultura todos los dias de catorce a diez y seis, y esto por dos meses enteros; pero fue para alabar a Dios, que ninguno de tantos murió sin Sacramentos. Tambien fue providencia de los superiores de nuestro Colegio que en San Andres asistiessen todo el dia de la mañana a la noche un P. y un Hermano, aquel para que en lo espiritual socorriese a los enfermos, y este en lo corporal, que en todo avia arto que hacer. Mas en el hospital de Señora Santa Ana, donde era mayor la necesidad, como mas en numero los enfermos, assistieron continuamente, de dia y de noche, dos Padres que se remudaban por dias como era necesario: y assi ninguno faltó asta que cessó la peste de servir en obra de caridad tan cristiana los de la compañía".

"Picó en nuestro Colegio la peste; enfermaron casi a un tiempo todos los que de la tierra avia pero con tan especial providencia de Dios que conservó siempre entera la salud á uno de ellos gran Sangrador que de dia y de noche estuvo ocupado en su officio, y en servir á los enfermos sin que caiesse como los demas. Sesenta contaba sujetos el Colegio, y fue N. Sr. servido de elevar el diezmo para si en seis, que de las viruelas murieron, quando ya amainaban en la Ciudad, y comensaban a combalecer los que avian escapado, salieron dos PPs. y un Herm? a los pueblos de Indios cerca

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