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1590, del Provincial de la Compañía de Jesús en el Perú al General; y cuya parte he encontrado útil traducir.

1590

"Fue este año,-dice Montesinos, -la peste universal en el Pirú de sarampión y viruelas: creese que fue general en todo el orbe, por las conjeturas que entonces ubo y relaciones que despues se trajeron de diversas partes. Pasó a este reyno de México y Tierrafirme; llegó al Nuevo Reyno, á Quito, á Lima, Cuzco y Chile; duró tres meses la furia; en todo él se cubría de lepra el cuerpo, y le ponía mas feo que el mal de San Lázaro; murieron infinitas personas del, especialmente indios y criollos, y en la ciudad del Cuzco mas que en otras” (28).

Salvo el error del año, en que incurre Montesinos, esta es la misma epidemia del año 89, de que acabamos de hacer la historia, y en la que desplegaron los jesuitas la mayor solicitud y caridad.

Todavía el año 1591, probablemente en setiembre, murieron muchos en el curato de San Francisco de Luren de Ica (Kurin-Ica), de sarampión y viruelas: lo que motivó una Provisión del virrey Marqués de Cañete, al Corregidor de la villa don Alonso Niño de Guzmán (del 23 de mayo de 1592). para que no se rebajase el sínodo que percibía el cura de esa parroquia.

Cuando santo Toribio estuvo en Huarmey, en la visita, en agosto de 1593, ya había pasado allí la viruela.

1597

En su Noticia de la ciudad de Moquegua dice Ubaldi (29): "En 1597 hubo una epidemia grande".

Fundada esa viila en 1592, por el Virrey Marqués de Cañete don García Hurtado de Mendoza, es de suponer, que la epidemia de que habla Ubaldi no se refiere á dicha pobla

(28) Anales del Pirú: tomo II, pág. 111.
(29) Revista Histórica: tomo I, pág. 262.

ción, entonces naciente, sino más bien á la región, y que la epidemia grande fuese la que hubo del año 89 en adelante.

1606

Desde marzo de este año hasta agosto grasaba una epidemia de sarampión y viruelas en Cavana y Huandoval (hoy provincia de Pallasca); lo que impidió al Párroco don Fernando de la Carrera venir á Lima al concurso; siendo opositor al curato de Illimo. Eu agosto pidió un plazo de cuarenta días, para hacer el viaje y se le concedió; denegándole prórroga.

1614

Hubo este año en el Cusco una epidemia de garrotillo y erisipela; no faltando enfermos en todas las casas; y habiendo en algunas diez ó veinte, y muchos desahuciados (30).

Según el autor anónimo de los Anales del Cuzco, la epidemia allí duró de mayo de 1614 á principios de setiembre: consistía en garrotillo, erisipela, fiebres y tumores. Murió gran número de españoles é indios, de todas edades. Se hicieron como propiciación, rogativas, plegarias públicas, novenas, fiestas y procesiones. El Cabildo secular juró por patrón de la ciudad, y abogado contra la peste, al Beato Juan de Sahagún; y se atribuyó el fin de esa calamidad á la imagen de la Sma. Virgen de la Soledad, venerada en el templo de la Merced; haciéndose información de algunos milagros de ella ante el obispo don Fernando de Mendoza (31).

Meléndez recuerda una peste que hubo en Potosí en 1615, que debió ser esta misma (32).

Probablemente esta epidemia de garrotillo y esquinencia (angina) fue lo que motivó el opúsculo de Francisco de Figueroa, sevillano, médico del Virrey Montesclaros, impreso aquí, en 1616, en 4o, por Francisco del Canto.

(30) Corónica agustina: 1. II, cap. XXXVII, pág. 501.

(31) Página 21

(32) Tesoros de las Indias: t. II; cap. I, pág. 605.

1618

Hubo este año en el Perú una epidemia de sarampión, acreditada con el siguiente pasaje de una carta del Rey dirigida al Príncipe de Esquilache, fecha en Madrid á 13 de febrero de 1620. Dice así: "Así mismo os agradezco el cuidado que decis haber puesto en procurar atajar la enfermedad del sarampión que corrió en ese Reyno el año pasado de 1618, mediante lo qual fue nuestro señor servido se minorase en breve tiempo, y porque si en el de adelante se ofreciese semejante enfermedad conviene que el recepta y forma de su cura que referis haver ordenado los medicos se tenga entendida para que su remedio se aplique; os mando deis orden como quede en parte que sea manifiesta a todos y embiareis copia della en la primera ocasion a mi Consejo de las Indias".

Fué este año 18 que, con motivo de la epidemia, apareció el Discurso del Protomédico doctor Melchor de Amusco, impreso en Lima, de orden del Virrey Príncipe de Esquilache; Discurso que citó después, en 1694, el Dr. D. Francisco de Bermejo Roldán.

En la Historia de Copacavana del Padre Alonso Ramos Gavilán, del año 1621, se menciona una peste de alfombrilla que diezmó la población en 1619.

1619

Calancha da cuenta de una especie de peste de alfombrilla, general en casi todo el Perú (33). El mismo refiere, como testigo presencial, la ruina de Trujillo el 14 de febrero de ese año, y añade: "Advirtamos dos plagas que embió Dios a aquellos valles, nunca asta entonces conocidas: la una fue de grillos en tan grande multitud, que llenavan las casas, y comian la ropa; i la otra de ratones vermejos que cubrian los campos, i talaban las comidas, marchavan como en egercito vandadas de dos i tres mil ratones, i quien antes (33) Copacavana: 1. I, cap XXXV, pág. 192, 10

avia visto las aras del trigo, maizales i legumbres ermosas; fecundas i grandes, dentro de tres oras no divisava ni las raizes. Admirava la velocidad sin que al daño se le descubriese remedio, ni tuviese atajo el violento castigo. Entrava un egercito de estos en una eredad, i despues de talar las mieses, comian las cortezas de los arboles, las sillas i todo corambre" (34).

Al comenzar el otoño hubo en Chile una epidemia asoladora de viruelas, que ocasionó tantas víctimas, que se hacen llegar antojadizamente á 50,000. En abril se hicieron rogativas: la epidemia empezó á decrecer en julio de ese año, y reapareció en el otoño del año 1620 (35).

1625

Hubo en Lima una epidemia de tabardillo, de la que escaparon pocos de los que la tuvieron. Sólo en el Monasterio de la Encarnación murieron trece ó catorce de esa enfermedad.

Los médicos más celebrados entonces en Lima, y que la combatían, fueron los doctores Melchor de Amusco, Protomédico, Miguel Tello de Meneses y Juan del Castillo.

1628

Unanue, en El Clima de Lima, recuerda, que hubo en el Perú este año una epidemia de sarampión; la que se repitió en 1634 y 1635 (36).

1632

Este año fue de sequía y de viruelas en Huánuco (37). De 1631 á 1653 hubo tres pestes en el pueblo de Chavín de Huantar (provincia de Huari); estando los jesuitas en

(34) Corónica agustina: 1. II, cap. 36, pág. 490.

(35) Barros Arana,—Historia de Chile: t. IV, pág. 148, nota 41. (36) Docum. lit. del Perú por Odriozola: t. VI, pág. 73.

(37) Calancha,-Corónica agustina: pág. 900.

cargados de esa doctrina, que era la entrada á la montaña por esa parte.

1644

"En el mes de mayo padeció esta ciudad (Cuzco) una peste de catarro y de dolor de costado, de la que murió mucha gente" (38).

1645

Hubo en la provincia de Quito una serie de temblores; sintiéndose uno en Riobamba que la arruinó por completo. Se experimentó entonces también allí una epidemia asoladora, que el Padre Velasco la considera como la segunda de Quito.

El Presbítero Enrique María Castro, en su Historia abreviada de la Beata Mariana de Jesús Paredes y Flores, dice: “Aquejaba ya á la ciudad (Quito) una pestilencia mortífera de alfombrilla y garrotillo, tan tenaz y maligna, que causaba grande mortandad, de tal manera que llegaron á poblarse sus iglesias y cementerios de cadáveres, y á no oirse en ella otra cosa que el clamoreo de las campanas y el alarido de los pobres enfermos" (39).

En su Historia del Ecuador dice González Suárez: “La población (Quito) estaba consternada, porque al susto causado por los temblores de tierra, se siguió el terror difundido por el flagelo de la peste: las casas se llenaron de enfermos acometidos de alfombrilla y de garrotillo: de noventa colegiales enfermos que había en el Seminario de San Luis, solamente escaparon tres: todos los demás cayeron enfermos y algunos murieron: en las gentes del pueblo, y principalmente en los indios desaseados é indolentes, el contagio hizo estragos. A principios de abril calmaron los temblores, y desapareció también completamente la epidemia" (40).

(38) Anales del Cuzco: pág. 85.

(39) Cap. X, pág. 159 de la edición de Londres, 1877.
(40) Tomo IV, pág. 206.

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