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NECROLOGIAS

JOSE DE LA RIVA AGUERO Y OSMA, el historiador. † el 25 de Octubre de 1944, en Lima.

La muerte de José de la Riva Agüero, en la plenitud de su vida y de sus facultades mentales, y a la mitad de su obra histórica, ha sido considerada por propios y extraños, como una de las más dolorosas adversidades que hayan sufrido la cultura peruana y, en particular, las disciplinas históricas en el Perú.

Por la reciedumbre de su inteligencia, por la extraordinaria riqueza de su cultura y por la vigorosa originalidad de su espíritu, Riva Agüero marcó una etapa fundamental de renovación en nuestros estudios historiográficos. En monografías sustantivas y en obras de crítica, planteó esenciales revisiones e interpretaciones nuevas de capital importancia para la comprensión de nuestro pasado. Dos obras fundamentales, escritas en el primer momento de su actividad intelectual, en plena juventud, como fueron "Carácter de la literatura del Perú independiente" (Lima, 1905) y "La Historia en el Perú" (1910), así como el Elogio del Inca Garcilaso (Lima, 1916) marcan, quizás, los hitos más importantes de la contribución histórica de Riva Agüero.

Las circunstancias políticas de su época viril, su obligado apartamiento del Perú y de las actividades universitarias, determinaron, en parte, la dispersión de su actividad y extraordinario talento en ensayos fragmentarios, en los que que dó, sin embargo marcada la garra de su profunda concepción

de la historia y de su enjundiosa sagacidad crítica. Pero, esas circunstancias adversas y algunos requerimientos ocasionales, a los que se prestó con excesiva generosidad espiritual, impidieron que Riva Agüero escribiese la gran obra histórica sobre el Perú, a que le llamaban sus excepcionales dotes y que hubiera llevado a cabo magistralmente. Su muerte prematura frustró, aún, la oportunidad que había aceptado, de escribir la Introducción a la Historia del Perú, que con el concurso de eminentes historiadores peruanos, auspicia la Petroleum International Company y la historia del siglo XVI en el Perú, que le correspondían escribir en aquella impor tante obra.

La obra de Riva Agüero no puede ser examinada en esta simple nota informativa, bio-bibliográfica, destinada únicamente a destacar, en el momento de su desaparición la importancia y significado de su obra y a rendirle el homenaje de admiración que le deben todos los que cultivan las disciplinas históricas en el Perú. La exégesis de su obra deberá realizarse en las páginas de esta Revista, con la reflexión y el detenimiento que requieren las trascendentales opiniones y aportes, de aquel a quien los diarios cotidianos señalaron, a raiz de su muerte, como "el más alto luminar de la cultura peruana" en su vida independiente.

José de la Riva Agüero y Osma nació en Lima, el 26 de Febrero de 1885. Descendía de viejas estirpes limeñas coloniales y republicanas. Entre sus más notables ascendientes se hallaban don Nicolás de Ribera, uno de los trece compañeros de Pizarro en la isla del Gallo y el primer Alcalde de Lima, Diego de Agüero descubridor del Collao y fundador de Lima y su bisabuelo, don José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete, fué el más descollante conspirador peruano contra el régimen español en los albores de la independencia y el primer Presidente del Perú en 1823. Estos antecedentes determinaron la vocación aristocrática y tradicionalista de Riva Agüero y su contextura esencial de hombre de elite. Educado en el Colegio de los padres franceses de la Recoleta, recibió en él una profunda formación cristiana y a la vez que su amor y compenetración con la historia y la cultura de Francia. La Universidad de San Marcos, le impuso por un tiempo, la impronta positivista y liberal de la época que se refleja en sus primeros ensayos y opiniones y que condicionó la tolerancia. espiritual de su ideario juvenil. Su tesis sobre la literatura del Perú independiente, arriba mencionada, comentada por

Unamuno en uno de sus Ensayos, le dió, a los veinte años, el prestigio y la autoridad de un maestro. Este se aumentó y confirmó al publicar su segunda tesis universitaria "La Historia en el Perú", obra básica de nuestra historiografía. En 1912 realizó, con los deficientes medios de transporte de la época, por ferrocarril y a lomo de mula, su viaje por el sur del Perú y Bolivia, del que recogió las impresiones de las ciudades y de los paisajes andinos que dieron vida a su libro inédito en parte,-publicado fragmentariamente en el Mercurio Peruano de 1918 a 1929,-primero bajo el nombre de Paisajes Peruanos y más tarde con el de Paisajes Andinos. De 1913 a 1914 viajó por Europa, estudió en archivos europeos y españoles e intervino en algunos Congresos internacionales de historia En 1918 dictó en San Marcos sus primeras brillantes lecciones sobre la civilización incaica.

Riva Agüero intervino activamente en la política del país de 1911 a 1919 defendiendo una política de respeto a las normas liberales y democráticas y fundó un partido de intelectuales y profesionales jóvenes, el Partido Nacional Democrático, que careció de adhesiones populares. Al producirse el golpe revolucionario de 1919, que echó por tierra los principios constitucionales consagrados por la experiencia des de 1895, Riva Agüero se expatrió voluntariamente y residió en Europa durante el período dictatorial de Leguía, conocido bajo el nombre del Oncenio.

De vuelta al Perú, actuó como elemento directivo y de orden en la vida política e intelectual, y definió su posición ideológica con su energía y rotundidad características Fué Presidente del Consejo de Ministros, Alcade de Lima, Director de la Academia de la Lengua. A esta segunda etapa de su producción pertenecen sus libros El Perú Histórico y Artístico, (Santander 1921), en que estudió la influencia de los montañeses en la vida peruana y a través de ellos las corrientes literarias y artísticas, instituciones y personajes de nuestra his toria; el libro Civilización Tradicional Peruana en que reunió sus lecciones sobre la historia externa y la cultura de los In cas contemplada desde una perspectiva universal y humana; y sus dos densos volúmenes de ensayos titulados "Por la verdad, la tradición y la patria". (1937-38). En estos dos tomos recogió Riva Agüero su abundante producción monográfica dispersa en revistas y Anales de Congresos y en ellos pueden hallarse estudios capitales para nuestra historiografía como los relativos a la Atlántida, a los precursores de Colón, a la

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civilización de Tiahuanaco o a la obra de los misioneros de
Ocopa y su magnífico ensayo sobre el Imperio Incaico, con-
cebido como prólogo a otra publicación. (Tomo I). Hállanse
en la misma colección el Elogio del Inca Garcilaso, el estudio
sobre el Cuzco español, el admirable ensayo Lima Española,
síntesis sugestiva sobre la época española en el Perú, el estu-
dio sobre "El derecho en el Perú", los estudios sobre Hum-
boldt y el padre Hojeda y la célebre polémica de Riva Agüero
con Gonzales de la Rosa sobre la originalidad y veracidad
de Garcilaso. (Tomo II). De esta misma época son sus estu-
dios sobre Goethe, sobre San Alberto Magno y sobre los poe-
tas franceses Ronsard y Malherbes, que acreditan su vocación
humanista.

Entre sus escritos dispersos pueden citarse, al paso: Fun-
damentos sobre interdictos posesivos, Lima, 1911; Concepto
del derecho, ensayo de filosofía jurídica, Lima, 1912; Un can-
tor de Santa Rosa, el Conde de la Granja, Lima 1919; Los:
franciscanos en el Perú y las misiones de Ocopa, Barcelona,
1920; Añoranzas, 1932; El Primer Alcalde de Lima Nicolás
de Ribera el Viejo y su posteridad, 1935; Estudios sobre li-
teratura francesa, 1944; El Obispo Sarasola, 1944.

Como síntesis de la obra y de la vida de Riva Agüero, reproducimos a continuación el discurso pronunciado el día del sepelio, en el Cementerio General de Lima, por el doctor Raúl Porras Barrenechea, Catedrático de Historia del Perú a nombre de la Facultad de Letras de la Universidad Mayor de San Marcos.

DISCURSO DEL DOCTOR RAUL PORRAS BARRENECHEA, EN EL
SEPELIO DEL DOCTOR JOSE DE LA RIVA AGUERO

Me honro en traer a este doloroso homenaje, la representación de la Universidad Mayor de San Marcos, que ante la desaparición de don José de la Riva Agüero, siente que se ha perdido uno de los más altos exponentes de la cultura peruana, en todo el horizonte de su larga tradición secular. La Facultad de Letras de San Marcos, me ha conferido su voz para expresar un dolor que no sólo es suyo, sino que es duelo y quebranto del Perú y de su historia. Para desempeñar este rito, póstu mo y fiel, no tengo más título que el de ser Catedrático de Historia del Perú, la disciplina que Riva Agüero renovó y transformó con la portentosa lucidez de su inteligencia y de su recia capacidad crítica y constructiva y la de haber sido discípulo y amigo invariable desde mi juventud, de tan insigne y entrañable maestro. He de decir, pues, sobre

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poniéndome a la congoja de mi espíritu, el mensaje de San Marcos, pero he de agregar a él, necesariamente, mi emoción y admiración íntimas, nacidas y auspiciadas en el ambiente de nuestro claustro histórico.

Para las generaciones juveniles, que hoy llenan con su inquietud nueva y perennemente idealista la viejas aulas, Riva Agüero no era ya una figura familiar. El denso prejuicio político que en el Perú separa a menudo, a hombres de la misma categoría espiritual, con el mismo valor ético y la misma vocación desinteresada por la cultura, le había alejado de San Marcos y creado alrededor suyo un halo de incomprensión, al que contribuyeron algunas actitudes propias de la noble y valiente intemperancia de sus convicciones. La nueva juventud tuvo una visión deformada de su espíritu, desconoció, por lo general, su obra y sus brillantes gestos estudiantiles y no pudo reconocer en el antiguo sanmarquino la fraterna fuente de su gallardía. Apagados por la muerte, los resentimientos y las discrepancias ideológicas, es dable a quien fué discípulo suyo, restablecer la continuidad interrumpida de aquella solidaridad, que debe existir entre todos los que han pasado por la casa centenaria, y decir lo que la mentalidad y la obra de José de la Riva Agüero representan para la historia espiritual de nuestra Universidad y para nuestra cultura.

Riva Agüero reveló desde su aparición en la Universidad, en 1902, las extraordinarias condiciones de aptitud y de multiplicidad mental, de asimilación instantánea y de prodigiosa e insondable memoria, de capacidad de análisis y de crítica y de intuición creadora, que harían de él, lo que fué, en esencia, toda su vida, un humanista excelso, capaz de honrar con su sabiduría la más docta academia del viejo mundo. A los veinte años era ya viejo en lecturas, y su espíritu gallardeaba por igual, en las más diversas disciplinas: la filosofía, el derecho, la filología, las ciencias, la exégesis de la pintura y de la música, pero, particular y cimeramente en la historia.

Su primera lección como alumno, en el curso de Historia del Perú según el testimonio de sus compañeros, desbarató la autoridad del viejo profesor, quien reconoció deslumbrado la anonadadora superioridad det discípulo. En sus dos tesis universitarias, sobre la literatura peruana y sobre la Historia en el Perú, creó y renovó nuestros estudios de crítica literaria y de hermenéutica histórica, dándose el caso inusitado de que una esencial transformación de los estudios y la nueva y segura orientación nacionalista de nuestra cultura, se iniciaran desde abajo, por un estudiante, en sus primeros trabajos de investigación y de crítica.

En su tesis sobre el "Carácter de la Literatura del Perú Independiente', presentada en 1904, cuando sólo contaba 19 años, Riva Agüero creó de golpe nuestra historia literaria. Antes de su obra sólo existían algunos débiles y fragmentarios ensayos. El hizo un cuadro completo,

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